El Príncipe Posmoderno

21/02/2018
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La obra de Niccoló Machiavelli, “El Príncipe”, está dedicada al magnífico Lorenzo de Médicis, una persona real, un individuo concreto que ejerció el poder. Cuando Antonio Gramsci, siglos más tarde, concibe su “Moderno Príncipe” niega toda posibilidad de que el poder sea atributo de un individuo, por brillante o carismático que sea. El Príncipe de la modernidad no podría ser sino una organización que afirme una voluntad colectiva: el “Partido Político”

 

En la actualidad, el diagnóstico de muchos pensadores apunta a una profunda “crisis de la modernidad”, una crisis que ha sido llamada “Posmodernidad” Una de las características de “lo posmoderno” es, precisamente, el desfondamiento de los grandes relatos ideológicos; esta bancarrota de los meta relatos trae consigo un debilitamiento de los partidos políticos. Si el partido político ya no es el portador de una voluntad colectiva y el poder individual resulta impensable en una sociedad de masas, surge inevitable la cuestión sobre las nuevas formas que adquiere el ejercicio del poder. ¿Dónde está el Príncipe hoy?; o dicho en otros términos: ¿Qué características evidencia en nuestro presente – un presente de consumo y redes digitales – el Príncipe Posmoderno? La pregunta planteada no es nada fácil de contestar, mucho menos de modo comprensible y sucinto.

 

Debemos tener como telón de fondo aquellos vectores que, como vigas maestras, están determinando este presente de El Príncipe Posmoderno, a saber, consumo y tekhné. En efecto, el ejercicio del poder en la actualidad navega hoy por el océano de la seducción y las redes digitales; esto es, el Marketing Político y CPMC (Comunicación Política Mediada por Computador) Este nuevo espacio, espacio de flujos y conexiones, produce la llamada “compresión espacio-temporal” que acelera los procesos sociales, culturales e… históricos. En pocas palabras, pasamos de un “Tiempo Histórico” a un “Tiempo Informacional” Cuando el espacio de lo político se instala en la realidad virtual, los comportamientos políticos de las mayorías ya no se fundan en “Contextos” de una realidad dada sino en “Transcontextos”, constructos de información y creencias tenidas como verdaderas respecto a determinados asuntos. En una sociedad de consumidores, las nociones de “consumidor” y “usuario” engendran el llamado “Enjambre digital” que se distancia por igual de una “Masa” y de un “Público”. Los “Enjambres” poseen un “Comportamiento Ondulatorio”, de suyo inestable, efímero y cambiante.

 

La época actual podría caracterizarse como aquella de “la deserción de las masas”; este fenómeno es tan cierto para los sindicatos, las vocaciones sacerdotales como para los partidos políticos. De hecho, en los países donde el voto es voluntario, la abstención electoral crece paralela al desprestigio de la “clase política” En las sociedades de consumidores, en tanto modelo antropológico global, la noción moderna de “Partido Político” está siendo desplazada por la exaltación del “Individuo” (consumidor, usuario)

 

Ante el declive del “Partido Político”, irrumpen movimientos ciudadanos en redes que siguen la lógica de los “Enjambres”; es decir, de corta duración, escasamente organizados aunque, muchas veces, numerosos. En esta era de “Enjambres digitales”, la decisión política queda, en apariencia, en manos de equipos tenidos por “Expertos”, liderados, en algunos casos, por alguna “Personality” que no alcanza la estatura de líder político. Lo cierto, sin embargo, es que los “Expertos” no hacen sino obedecer las recomendaciones de otros “Expertos Internacionales” que, a su vez, responden a la racionalidad de discretos “Poderes Fácticos” de escala global.

 

El Poder ya no lo detenta un príncipe de carne y hueso como pensó Machiavelli; tampoco es el privilegio de una voluntad general encarnada en un “Partido Político” Ya no es posible hablar del “Poder” sin más; en la hora presente, se hace indispensable hablar del “Algoritmo Poder”, esto es, el “Poder”, en tanto dato, información, racionalidad, lógica, conocimiento. Surge de manera ineluctable la interrogante política: ¿Es posible interpelar un “Poder Algorítmico” como nueva forma de control?

 

El Príncipe Posmoderno resulta ser una racionalidad fría, altamente eficiente, cuyo horizonte de sentido es el crecimiento económico, la expansión del capital. Esta racionalidad superlativa, en principio amoral, toma la forma de una “gubernamentalidad algorítimica” que sueña con Sociedades de Híper Control donde cada ser viviente se corresponda con un Data Base.

 

Álvaro Cuadra

Doctor de la Sorbonne. Paris. Francia.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/191188
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