Unión Europea: Reivindicación de Brecht
- Opinión
Es difícil creer que la canciller alemana, Ángela Merkel, o la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, o el actual presidente húngaro Viktor Orbán, por ejemplo, entre otros millones de europeos, sean admiradores del dramaturgo alemán Bertolt Brecht. Aunque en las antípodas de sus concepciones éticas y estéticas, cada uno de ellos no hace más que revindicar una de las sentencias más conocidas del creador del teatro épico: “No hay peor fascista que un burgués asustado”.
Dilapidado el Estado de Bienestar, el europeo medio sabe que cada día el horizonte se achica y las posibilidades crecimiento se alejan. La economía se ha convertido en el eje central de sus vidas: desocupación, austeridad, inflación, desalojos son los términos que desplazaron a desarrollo, prosperidad o futuro.
Los medios han construido una realidad clara, precisa e incontrastable, la culpa de todo la tienen los inmigrantes, estos, aquellos, todos. Los que llegaron hace 50 años y los que en este momento ateridos están pisando la playa de Lesbos en Grecia.
Por esta razón los brotes xenófobos, los partidos de derechas y ultra derechas, las políticas más reaccionarias se han convertido no solo en la realidad, sino también en el único camino.
Hace apenas cinco días este analista esbozaba con muchísimo pudor lo que el primer ministro francés, Manuel Valls dijo claro y fuerte el último viernes: “la crisis de los refugiados amenaza la idea de la Unión Europea”.
No son los refugiados quienes han puesto a rodar la posibilidad de que la Unión Europea pase a los libros de historia como el Estado de Bienestar, sino la impericia, la mala fe y la cobardía de la tan cacareada unidad europea, que puede naufragar ante el primer gran embate de una marejada que ellos mismos crearon.
Cuando la hipocresía comienza a ser de mala calidad, es hora de decir la verdad
A pesar que la hipocresía ha sido la lengua franca europea de estos últimos años, podría decirse desde que en 2007 la crisis económica desembarcó como un ejército de ocupación en el sur del continente y desde entonces no ha dejado de expandirse. Los países que conforman la Unión Europea mantuvieron las formas, pero a partir de mitad del año 2015, cuando las olas de refugiados se convirtieron en un tsunami, las muy entintadas y peinadas autoridades del continente perdieron la cabeza.
Las cuotas de hipocresía comienzan ya a ser de muy mala calidad y tal como reclamaba Brecht, es hora de hablar con la verdad.
Ningún funcionario europeo se permitió la menor autocrítica y reconocer que Europa ha hecho muchísimo junto a los Estados Unidos, para que hoy millones de sirios, afganos, iraquíes, libios, lleguen a Europa, ya no buscando una vida mejor sino solo para no perder lo poco que les queda de la que tienen.
En la Unión Europea nadie está dispuesto a hacer más de lo que se ha hecho con respecto a los refugiados y a lo que comenzó el presidente húngaro Viktor Orbán, como una acción extemporánea de levantar vallas y militarizar las fronteras, poco a poco se están plegando el resto de las naciones.
Los reclamos ya no son susurros, son verdaderos campanazos como el que hizo sonar Johanna Mikl-Leitner, ministra del Interior de Austria, amenazado a Atenas con la exclusión de la zona Schengen, de no controlar el flujo migratorio de solicitantes de asilo que cruzan a Europa a través de sus fronteras, como si la pobre Grecia con sus más que menguados recursos tuviera la posibilidad de establecer los controles que le exigen.
El área de libre circulación Schengen, compuesta por 26 países, es uno de las bases en la que se asienta la hoy amenazada integración europea. El lunes 25 se reunirán en Ámsterdam, los 28 ministros de Interior de la Unión Europea para considerar el cierre de fronteras internas, a lo que ya se han adelantado: Alemania, Austria, Suecia, Noruega, Dinamarca y Francia.
Las naciones escandinavas, insospechadas hasta ahora, de preservar a rajatabla los derechos humanos, han incrementado los controles fronterizos y leyes que comenzaran a regir en los próximos días que prevén la devolución de inmigrantes a países vecinos, lo que ha generado la disminución del número de pedidos de asilo. Todos los países escandinavos, Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca, han decidido abroquelarse tras sus fronteras y poner fin a la llegada de refugiados. En el caso de Dinamarca, el nuevo paquete de leyes ha reducido de 100 a 17 los pedidos de asilos al día, que, según la ministra de Inmigración Inger Støjbog, “amenazaban la seguridad nacional”.
Dinamarca, al igual que el resto de los países que se lanzan a gestionar políticas independientes del resto de la UE, ha desoído las advertencias de ésta.
La nueva ley dinamarquesa contempla también que a los demandantes de asilo les serán confiscados sus objetos de un valor superior a 10.000 coronas (1.300 euros) lo que se invertirá en un fondo de sustentación de refugiados.
Suecia, por su parte, ha impuesto controles de pasaporte desde el 4 de enero, lo que disminuyó el número de refugiados de 2500 a 700 por semana.
Noruega ha implementado la norma de deportar a Rusia a los refugiados que habían entrado a su territorio desde ese país. Es importante señalar que a esta altura del año las temperaturas en el Ártico, bajan a menos 30°.
Las revoluciones se producen en los callejones sin salida
Aplíquese lo que se aplique para esta “pandemia” llamada refugiados en Europa, no ha conseguido más que paliativos. En lo que va del año, mientras se cruza lo más duro del invierno, los recién llegados a Grecia ya son 40 mil y los ahogados en el Egeo superan los 150. Naciones Unidas estima que apenas comience la primavera las cifras se dispararán.
Turquía ha decidido liberar los controles que había establecido en su territorio para impedir el paso de refugiados y poder seguir extorsionado a Europa para que siga aportando fondos. Merkel, ya sin respuestas con un poder político debilitado, ha prometido al presidente Erdogan un suplemento extra a los 3 mil millones de euros prometidos a fines del año pasado.
Frente a toda esta crisis la derecha y la ultra derecha europea gana posiciones.
Desde sus gobiernos, países como Hungría, Polonia, Noruega desembozadamente ya han planteado acciones anti europeas, mientras tanto grupos de neo nazis en Alemania, Austria, Dinamarca e Inglaterra desarrollan acciones más violentas contra la comunidad musulmana, con un dejar hacer de las autoridades. Lo que sin duda va a acelerar ya no solo reacciones de la comunidad islámica, unos 50 millones en Europa, en su gigantesca mayoría tan devotos del Corán, como de las leyes de los países en la que están radicados, sino de los salafistas infiltrados en el continente que no dudarán en profundizar la crisis produciendo nuevos y sangrientos atentados.
Brecht, tras la derrota de Hitler, casi como un iluminado predijo: “Señores, no estén tan contentos con la derrota de Hitler. Porque aunque el mundo se haya puesto de pie y haya detenido al Bastardo, la Puta que lo parió está caliente de nuevo”. ¿Qué duda cabe de esto?
- Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
Del mismo autor
- Afganistán, la catástrofe anunciada 22/06/2021
- Ceuta, despojos en la playa 24/05/2021
- Afganistán: hasta siempre míster Biden 20/05/2021
- Netanyahu en defensa propia 17/05/2021
- Afganistán, solo desierto y sangre 06/05/2021
- Somalia: Hacia el abismo más profundo 27/04/2021
- Pakistán: Por Allah contra todos 21/04/2021
- Afganistán, sin tiempo para la paz 16/04/2021
- India: Mao ataca de nuevo 14/04/2021
- Yemen: Los Akhdam, el estigma y la guerra 05/04/2021