El VIII Congreso del Partido Comunista de El Salvador (marzo de 1993)

07/09/2015
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

Los días 4, 5,6 y 7 de marzo de 1993 se realiza el VIII Congreso del Partido Comunista de El Salvador,  en un predio baldío de la entonces recién creada Ciudadela Manuel Ungo, en el sur del cerro de Guazapa, cerca de Suchitoto.  Esta reunión de los comunistas salvadoreños se realiza en territorio controlado por las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). Y esto explica el hecho que muchos de los congresistas todavía usaran uniformes de campaña y sus respectivos fusiles.

 

En esos cuatro días y con base en un Reglamento Interno fueron discutidos por 332 delegados, tres documentos fundamentales del PCS: la tesis sobre el Programa de la Revolución Democrática, sobre la Transición, Formas de Lucha,  Alianzas y la Unidad del FMLN y se aprobaron nuevos Estatutos, además de escuchar el Informe del Comité Central, presentado por su secretario general, Schafik Handal, el Comandante Simón.  A continuación hacemos un resumen de estos documentos, algunos de los cuales fueron publicados por Ediciones Alternativa, en mayo de ese mismo año.

 

El reglamento interno

 

El Reglamento interno consistía de 24 artículos. El primer capítulo definía las medidas para la instalación del Congreso. El segundo capítulo definía a los miembros del Congreso con derecho a voz y voto: delegados electos en Asambleas de Base (1 delegado por cada 5 miembros) y miembros eméritos; miembros del Comité Central saliente; invitados nacionales y extranjeros (con derecho sólo a voz). 

 

Estuvieron presentes delegados de las organizaciones hermanas del FMLN así como invitados internacionales como Narciso Isa Conde, del PCD; Jacinto Suarez, del FSLN; En mi caso asistí en representación del Sector Religioso, que realizamos una Asamblea en la ULS con 65 asistentes.

 

La Junta Directiva del Congreso, electa el primer día,  se estableció con 5 delegados propietarios y dos suplentes. Quedaron Hugo Molina, Deisy Cheines, Schafik Handal, Liliam de Cuellar, Roberto Lorenzana, Yolanda Mayarí Alvarado y Miguel Ángel Sáenz Varela.

 

El Congreso se desarrollo por medio de reuniones plenarias combinadas con Mesas de Trabajo, que a su vez se organizaban en Grupos de Trabajo y en Asambleas. La elección de Miembros al Comité Central y Comisión de Honor se realizó por medio de la creación de cuatro Mesas Electorales Regionales (San Salvador; Santa Ana, Chalatenango y La Libertad;  Ahuachapán, San Vicente, Usulután y San Miguel; y La Paz, Sonsonate, Cuscatlán y le Municipio de Guazapa.  Este proceso fue dirigido por una Comisión Electoral, integrada por 14 miembros. Presidente, Secretario, y tr4s miembros por cada Mesa Electoral. El Comité Central electo elegirá de entre sus miembros al Secretario General, Sub-Secretario y al resto de miembros de la Comisión Política, los cuales serán ratificados por el Congreso.

El VIII Congreso del PCS fue denominado como “¡¡ POR UN PODER DEMOCRATICO Y UN FUTURO SOCIALISTA, FARABUNDO VIVE!!

 

El Informe del Comité Central

 

El Informe del Comité Central fue presentado por su secretario general, Schafik Handal durante el primer día del evento partidario y trata sobre “los acontecimientos ocurridos en la vida del PCS luego del VII Congreso, su participación en 12 años de Guerra Popular Revolucionaria y en el actual proceso de ejecución  de los históricos Acuerdos de Paz que marcaron el desenlace de la primera.”

 

Antecedentes

 

Considera el Informe que “en 1979 llegamos al VII Congreso con toda la convicción d que debíamos prepararnos par aponernos a la altura de las demandas que el proceso de la Revolución en nuestro país estaba planteando. Veníamos de una larga trayectoria en la cual el PCS había experimentado con diversas formas de lucha para acceder al poder. En este contexto el Partido tomó acción decidida en la construcción y conducción del movimiento gremial, sindical, universitario y campesino. Nuestro Partido participó activamente en las luchas anti dictatoriales que llevaron a la caída de los regímenes de Hernández Martínez y Lemus, coincidiendo en estas ocasiones en el torrente de las fuerzas democráticas.”

 

“Nuestra participación electoral al lado de importantes sectores democráticos se produjo en el marco del inicio y despliegue de la lucha armada por otras organizaciones revolucionarias y en medio de una fuerte polémica con éstas alrededor de las formas de lucha para la toma revolucionaria del poder.”

 

Agrega que  “no obstante esa polémica, el hecho objetivo es que la lucha armada, las acciones populares que se multiplicaban a lo largo del país hasta confluir en la creación de un poderoso movimiento de masas a mediados de los años setenta y las grandes movilizaciones populares propiciadas por la lucha electoral, y más concretamente las victorias electorales de 1972 y 1977, convergieron volviendo históricamente insostenible ese modelo político de la dictadura militar y aceleraron la maduración de la crisis política, que estallaría hacia finales de los setenta.”

 

I. El VII Congreso y el viraje hacia la lucha armada

 

Estima el Informe que “después de las protestas violentas de febrero de 1977 impulsadas por el PC en defensa de la victoria electoral  y del Pleno del CC en abril de ese año en que se decidiera realizar el viraje hacia la lucha armada, transcurrieron dos “largos” años de intenso debate interno antes de que el VII Congreso, celebrado en abril de 1979, reafirmara la decisión del viraje.”

 

Añade que este “Congreso dotó al PC de la necesaria fundamentación y proyección histórica; dejando claramente establecido el carácter democrático y antiimperialista de esta primera etapa de la revolución con rumbo al socialismo, y en correspondencia con ello precisó las tareas principales de la misma. Resolvió le viejo y falso dilema teórico de la izquierda revolucionaria y en particular de los PC de contraponer a revolución democrática a la revolución socialista como si se tratara de dos revoluciones completamente separadas.”

 

Puntualiza que “el séptimo congreso de nuestro partido aunque no logró percibir que nos encontrábamos en vísperas de la entrada a la guerra propiamente, abordó el problema de la vía de la revolución reafirmando la tesis general de que había que combinar todas la formas de lucha. Aunque de manera insuficiente, identificó a las fuerzas sociales interesadas en llevar adelante la revolución democrática; trazó los rasgos principales de la política de alianzas y los del enemigo principal de la revolución y se pronunció anticipadamente por la unidad revolucionaria del país.”

 

El Golpe de estado de octubre de 1979

 

Evalúa el Informe que “el el marco de una profunda crisis de la dictadura militar caracterizada entre otras cuestiones, por un aislamiento interno y externo cada vez más pronunciado y por el fracaso de sus esfuerzos por contener la lucha popular, el gobierno del general Romero intentó construirse una base de apoyo social convocando a  diversos sectores del país a formar el llamado Foro Nacional. El PCS, junto a otras organizaciones revolucionarias y partidos políticos de oposición, organizaciones gremiales e instituciones constituyeron el Foro Popular, saliéndole al paso a la maniobra gubernamental.”

 

Añade que “el 15 de octubre se produjo el Golpe de estado contra el Gobierno del General Romero y el Foro Popular pasó a integrarse al primer gobierno surgido del golpe. De esta forma, el PC participó en el mismo, a pesar d que en el Informe del Comité central al VII Congreso se advertía del riesgo y costos políticos que acarrearía a la revolución y al Partido la participación en una maniobra de apariencias democrática, urdida por los enemigos de la revolución para impedir el triunfo revolucionario en nuestro país como el recientemente ocurrido en Nicaragua.”

 

Reconoce que “era claro que participar en una maniobra de tal naturaleza, ponía en riesgo la unidad  de la izquierda, la línea recién acordada por el Congreso y en general las perspectivas de la revolución misma. Sin embargo, la participación en el golpe de militares democráticos que propiciaron la incorporación en el gobierno de las organizaciones del Foro Popular y de otros sectores y personalidades progresistas motivó la decisión de la Comisión Política del PC de participar en ese gobierno para contribuir, en lo posible, en el esfuerzo democratizador.”

 

No obstante esto “los objetivos del golpe fueron rápidamente frustrados por los sectores más oscurantistas de la oligarquía y la Fuerza Armada, neutralizando toda posibilidad de acción a la primera Junta de Gobierno que de hecho se proponía el impulso de una serie de reformas económicas y sociales…Mientras tanto, en las calles ascendía vertiginosamente la ola de masas. La respuesta de la dictadura militar fue multiplicar e intensificar sus acciones represivas y matanzas, como táctica para contener la amenaza de la revolución, encabezada, por separado, por la distintas organizaciones de izquierda revolucionaria, incluyendo por supuesto al PCS.”

 

El proceso de unidad de la izquierda revolucionaria

 

Considera que “la decisión del PC de retirarse de su gabinete, de proceder en consecuencia con la decisión de adoptar a lucha armada y en general con la lucha por la revolución, contribuyó a que se produjera, el 17 de diciembre de 1979, el primer acuerdo de unidad entre tres organizaciones de izquierda revolucionaria, (FPL, RN y PCS) , que dio origen a la Coordinadora Político-Militar , CPM y sobre esa base, se pasó a la creación de la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM, integrada por todas las organizaciones de masas de la  izquierda, que se dio a conocer públicamente el 11 de enero de 1980, la que convocó a la grandiosa manifestación del 22 de enero de ese mismo año.”

 

Reconoce que “los pasos dados en el proceso de avance de la unidad no siempre respondieron a una orientación de poder, a pesar de que la posibilidad real de su solución estuvo presente desde finales de 1979 hasta mediados d 1980. En la no solución, favorable a la revolución, al problema del poder, jugó un papel preponderante  la debilidad de la  unidad de las organizaciones revolucionarias y las diferencias de concepción existentes en su interior.”

 

La creación de las Fuerzas Armadas de Liberación FAL

 

Plantea que “a partir del Pleno del Comité Central de abril de 1977 y más concretamente en 1978 el PCS se encaminó a desarrollar los preparativos para concretizar su incorporación a la lucha armada, emprendiendo la capacitación militar, tanto en el interior como en el  exterior  del país a muchos miembros del partido e impulsando diversas actividades de autodefensa armada y de otros tipos.”

 

Agrega que “el viraje del PCS a la lucha armada quedó consumado plenamente, cuando el 24 de marzo de 1980, el mismo día del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, se anunció la fundación de las Fuerzas Armadas de Liberación, FAL. En esas condiciones el Partido procedió  a readecuar su pensamiento, sus estructuras y organismos para responder a las exigencias de la situación de guerra en la que habíamos entrado.”

 

Indica que “junto con la decisión de crear las FAL; también se integró su correspondiente Estado Mayor, sustituyendo a la Comisión Militar que existía desde los años sesenta pero que de hecho no llegó a funcionar; se procedió a resolver el financiamiento necesario para asegurar la readecuación y se fusionó en un solo cuerpo al partido y a la Juventud Comunista, dejando a ésta en suspenso y colocando a ambas bajo una sola dirección.”

 

II. El Partido y la Guerra Revolucionaria

 

La Ofensiva de enero de 1981

 

Subraya que “la contraofensiva lanzada por la dictadura, con la cobertura política del Partido Demócrata Cristiano, contra el movimiento popular y las fuerzas revolucionarias, basada en el terror más sanguinario y reformas estructurales, con el propósito de bloquear la revolución, precipitó la transición hacia el despliegue de la guerra revolucionaria propiamente tal, que estalló en enero de 1981 con la llamada ofensiva final lanzada por el FMLN.”

 

Estima que “aunque e poderoso movimiento popular de las ciudades se deprimió, no solo por la brutal represión desatada en su contra por la dictadura, sino también por cansancio , por la desinsertación en que quedaron miles de personas al lanzarse una y otra vez a la pelea sin que llegar la victoria revolucionaria a definir el problema del poder.”

 

Considera que con esta ofensiva de 1981 “no hubo derrota de la revolución, transformó gran parte de la avalancha social de los años anteriores en ejército revolucionario. El escenario de la revolución se trasladó al campo, sin que la guerra adquiriera carácter agrario ni campesino, a pesar de la gran cantidad de campesinos que se incorporaron a la guerra, se le cerró a la dictadura la posibilidad de darle salida a la larga crisis estructural y bloquear la situación revolucionaria.”

 

Concepción de la lucha armada del PCS

 

Apunta que “el VII Congreso adoptó la lucha armada como vía de la revolución en base a un enfoque insurreccional. La tesis suscrita en el VII Congreso decía: “la vía más probable de la revolución en nuestro país será la conquista del poder ´por medio de la lucha armada…” y agregaba “nuestro partido considera que a insurrección armada popular ha de sr la forma principal de la vía armada de la revolución en nuestro país.”

 

Añade que “el enfoque insurreccional siguió presente, no solo en el pensamiento del Partido sino en todo el FMLN por unos años más. El lanzamiento de la ofensiva del 10 de enero de 1981 estuvo dominada por a idea estratégica de desatar la insurrección, para obtener una victoria fulminante y rápida, mediante las acciones armadas debido a que se creía que una que guerra revolucionaria larga en el país no era viable.”

 

Agrega que “en marzo de 1982, cuando emprendimos otro gran esfuerzo estratégico, alrededor de las elecciones, lo hicimos con el mismo diseño estratégico de desatar la insurrección a partir de la ofensiva militar. Cuando no vino la insurrección, ni hubo ni victoria ni derrota de la revolución…se dio un largo debate que …que concluyó en que habíamos entrado en la etapa del equilibrio estratégico de la guerra…y que había que elaborar la estrategia y los planes correspondientes, todo lo cual cristalizó con la orientación de “resistir , desarrollarnos y avanzar.”

 

Reconoce que “durante el período de vigencia de esta orientación estratégica, de enero de 1981 a junio de 1982, el Partido tuvo que resolver en lo fundamental y sobre la marcha limitaciones…como la falta de experiencia combativa, la sicología de la vida urbana de la mayoría de cuadros y combatientes, el bajo nivel de dotación de armas, la inestabilidad de los asentamientos de nuestros agrupamientos guerrilleros, la organización de la red de abastecimientos logísticos.”

Conducción y funcionamiento del partido

 

Informa que “la necesaria estructuración del partido en tres agrupamientos (Frentes, Ciudades y Exterior) obligó al CC a dispersarse y organizarse en núcleos de conducción conforme a las necesidades para asegurar la conducción del partido globalmente. Hubo que tomar medidas para integrar y cohesionar el funcionamiento de esos tres agrupamientos bajo una sola cabeza y en función de la guerra.”

 

Reconoce que “el Partido tuvo que afrontar problemas surgidos en la guerra: el aparecimiento de rasgos militaristas, la subestimación del trabajo político, la confusa relación entre Partido y ejército guerrillero, el localismo, la sustitución de los jefes naturales por cuadros preparados en el exterior en tácticas de la guerra regular, el conservadurismo en el comportamiento combativo.”

 

Así como “la ausencia de planes para darle continuidad al combate, la cuestión de la unidad en las condiciones de la guerra, la cual atravesaba por su momento más crítico, que se mantuvo solo sobre la base de la voluntad de no romperla y sin que funcionara la conducción estratégica, es decir, la Comandancia General.”

 

Evalúa que “la orientación de “resistir, desarrollarnos y avanzar”, que desde enero de 1981 venía aplicando cada organización del FMLN por separado, sin coordinación estratégica, cada quine librando su “propia” guerra, había dado sus frutos. De la defensa de nuestros territorios y fuerzas, que eran a la vez bases de asentamiento de las fuerzas guerrilleras, zonas control, bases de apoyo y teatro de operaciones, habíamos pasado a diferenciar claramente los Frentes de Guerra, los teatros de operaciones y las bases guerrilleras.”

 

Plantea que “había que realizar un reacomodo, la guerra era un fenómeno integral político, militar, económico, social y diplomático internacional, el Partido dirigía de manera total, absoluta y directamente a las FAL…se trazaron las orientaciones para la realización del viraje táctico basado en la concentración de fuerzas.” 

 

La militancia del partido y la guerra revolucionaria

 

Rescata que “teniendo como eje central la lucha armada, todos los agrupamientos partidarios hicieron esfuerzos por cumplir las tareas asignadas en sus respectivas áreas de lucha, desafiando la represión y el terror implantado por la dictadura. Sin embargo, hubo en momentos de transición, de una forma de lucha a otra o de la implementación de cambios de modalidades tácticas, compañeros de diferentes niveles de la estructura del partido que no lograron asimilarlos , quedándose afuera de la organización, temporal o definitivamente.”

 

Frente a esto “el Comité Central realizó cambios en su composición orgánica incorporando a éste a aquellos compañeros más destacados en el trabajo revolucionario y separando a los que, producto del desgaste político y moral impuesto por la guerra ya no estaban a la altura de sus responsabilidades o había ahuecado por otras circunstancias. Así, en 1982 se cooptó a varios cuadros principalmente del área militar, medida esta que vino a darle mayor eficiencia a la conducción del Partido. Otros cambios…se realizaron en el cuarto ´pleno efectuado en Morazán en 1984. En 1996 se realizó un proceso de autoevaluación de toda la dirección del partido…finalmente se efectuó una ampliación del CC en 1990, que culminó con la incorporación plena de varios compañeros en 1992.”

 

La etapa del equilibrio militar estratégico

 

Evalúa que “aunque en el FMLN no se disponía de una concepción unificada y plenamente desarrollada de la guerra, a partir de junio de 1982, con el aniquilamiento de una unidad del Batallón Ramón Belloso, recién llegada de Estados Unidos, en El Moscardón, Morazán, por fuerzas del ERP, el FMLN emprendió aquel gran esfuerzo estratégico que lo llevó a tomar la iniciativa y mantenerla hasta principios de 1984.”

 

De cara a esto los norteamericanos aceleraban sus esfuerzos para que el ejército asimilara y asumiera la estrategia y tácticas de la guerra contrainsurgente de baja intensidad. Con ese propósito el ejército lanzó la campaña en contra de las fuerzas del FMLN acampadas en la zona para-central , llamada “Bienestar para San Vicente”, buscando desalojarlas de esa zona, aislarlas en la parte norte del país y buscar así una victoria militar sobre ellas.”

 

“En este marco se realizó la primera reunión de la Comandancia General en Morazán a fines de 1983 como un esfuerzo de asumir el mando de toda la guerra desde el frente. Esa idea estratégica de los norteamericanos fue derrotada y el ejército fue llevado a una situación de colapso, que no llegó a producirse debido en lo fundamental al respaldo norteamericano. Este respaldo aparecía muy claramente como el factor determinante del alargamiento de la guerra y se reafirmó con la victoria electoral del Presidente Reagan para un segundo mandato.”

 

Subraya que “en ese momento estuvimos cerca de definir el problema del poder por vía predominantemente militar. El otro momento correspondió a la Ofensiva de noviembre de 1989. A este momento correspondió el segundo planteamiento programático de poder, formulado por el FMLN y el FDR al país en febrero de 1984, bajo la forma de propuesta de Gobierno de Amplia Participación, GAP, más flexible en cuanto a la manera de enfocar el problema del poder.”

 

Plantea que “en diciembre de 1983 se produjo el cambio de jefatura en el ejército, acorde con la estrategia de la GBI. Mientras los norteamericanos consumaban el viraje de la Fuerza Armada  hacia la GBI, el FMLN seguía sin modificar su táctica de la concentración, creyendo que las grandes unidades militares nos iban a dar la victoria. ”

 

Destaca que “la nueva situación levó al Comité central a realizar su Cuarto Pleno, en marzo-abril de 1984, para abordar la problemática relacionada con el nuevo viraje. Se pasó revista al concepción integral de la GPR, se realizó el necesario balance de aciertos y deficiencias del período anterior, se resolvió organizar a las FAL en estructuras jerarquizadas y se otorgaron grados militares , se reafirmó continuar con la táctica de la concentración, a pesar de que al vida exigía una readecuación hacia la irregularización de las tácticas.”

 

Asimismo se “afianzó el principio de que el Partido conduce a su fuerza armada, se desplazaron cuadros del Frente de guerra al Frente de masas a trabajar en acelerar el nuevo flujo iniciado hacia finales de 1983. Habíamos agotado otra fase de la guerra revolucionaria y sin embargo esta no se oficializaba o formalizaba del todo en el FMLN, sino hasta en el segundo semestre de 1984, en su segunda y tercera reuniones en el frente, elaboró la apreciación estratégica dl periodo, definió la estrategia y las distintas líneas a seguir, rescatando así el carácter integral de la guerra, superando el enfoque puramente militar al que de hecho se había reducido durante largo tiempo.”

 

Destaca que “las reuniones de la CG de mayo-junio de 1985 unificaron el pensamiento, respecto a la concepción de la guerra y resto de aspectos fundamentales de la revolución, como la estrategia, la política de diálogo y negociación y de líneas políticas en general, incluyendo la línea de desarrollo de la unidad con vistas  a la formación del partido unificado de la revolución, y trajo la necesaria estabilidad de la  conducción estratégica y sus equipos de apoyo.”

 

A la vez “es importante consignar que fue hasta 1985 en que se asumió la concepción de guerra revolucionaria en su sentido integral. Problemas surgidos antes de 1985, como por ejemplo, el brote de militarismo que surgió en todo el FMLN, tenía que ver con que no se había asimilado correctamente el carácter integral y sobre todo popular de la guerra, pues se reducía solo a su aspecto militar… Los acuerdos de  mayo-junio de 1985 rectificaron las desviaciones, corrigieron errores y reencarrilaron la lucha, dándole el carácter integral. ”

 

Como conclusión “había que dar un nuevo viraje, transformar a cada combatiente en un cuadro político-militar. Esa reunión de la Comandancia General exigió del Partido un ajuste interno a fin de colocarlo en condiciones de responder con aportes concretos en todos los terrenos de la nueva estrategia, de la unidad misma, que el alargamiento de la guerra nos planteaba. Con este propósito el Comité Central se avocó a realizar autocríticamente una evaluación a fondo de la conducta de sus distintos núcleos, con vistas a cerrarle el paso a los signos de descomposición vinculados a la “sicología de la guerra” que empezaban a debilitar las filas del Partido.”

 

4 de septiembre de 2015

https://www.alainet.org/es/articulo/172227
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS