Lucha popular y alianzas políticas contra el régimen Bukele

Las marchas del 15 de septiembre han dado lugar a una nueva correlación de fuerzas, en la que el movimiento popular y social se encuentra a la ofensiva.

07/10/2021
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En la experiencia centenaria de lucha de la izquierda salvadoreña, la construcción de alianzas ha sido un elemento central de su visión estratégica. Las veces que se ha lanzado en solitario a la disputa por el poder por lo general ha fracasado, mientras que las veces que lo ha hecho acompañada ha logrado el triunfo, o al menos avances significativos.

 

La construcción de alianzas es un arte que requiere de ingenio, claridad de objetivos y de mucha madurez política. En enero de 1932 la dirección del Partido Comunista, incluyendo a Farabundo Martí, decidieron rechazar la alianza con las fuerzas civiles y militares del araujismo y jugárselas con sus propias fuerzas contra el dictador Martínez. Fracasaron, militar y políticamente. Como resultado de esta derrota pasaron largos años para reconstruir la izquierda y el movimiento popular.

 

Por otra parte, el general Martínez únicamente pudo ser expulsado del poder en las jornadas de abril y mayo de 1944, mediante una amplia alianza de fuerzas que iba desde la Embajada estadounidense, militares antimartinistas, fuerzas democráticas aglutinadas alrededor de Arturo Romero, hasta los revolucionarios de un todavía debilitado Partido Comunista.

 

Las fuerzas de la dictadura militar contraatacaron en octubre de ese año, y de nuevo la división en el bloque popular. entre el PUD y la UNT, entre fuerzas democráticas y revolucionarias, entre otras razones, permitió garantizar la continuidad de la dictadura militar.

 

En la actualidad la vida política nos coloca de nuevo frente a un escenario de amplias alianzas. Y en este campo existen en la izquierda dos posiciones extremas: la de los que temerosos de contaminarse prefieren asumir una actitud sectaria, aislacionista y rechazar todo tipo de alianzas, así como la de aquellos que desde una visión oportunista buscan y aceptan todo tipo de compromisos y terminan siendo instrumentos de las fuerzas del sistema.

 

Lo adecuado en la tradición leninista es aceptar el reto de aliarse con otras fuerzas para luchar por objetivos comunes, y esforzarse por conquistar la dirección de la alianza, pero sin garantías previas, ya que siempre es una disputa política. Esta ha sido la experiencia de la izquierda con el PCS en 1944, en 1959-60 con el FNOC, en 1971-1977 con la UNO, en 1979 con el Foro Popular. Y ya como izquierda unificada con el FDR de 1980 a 1987.

 

El mismo FMLN fue de hecho, durante toda la Guerra Popular Revolucionaria (1980-1992) una gran alianza estratégica entre diversas fuerzas de izquierda. Cada una de las fuerzas (FPL, ERP, PRTC, RN y PCS) tenía su propia estructura política y militar y su propia visión ideológica, unificada alrededor del objetivo político supremo de derrotar a la dictadura militar.

 

Luego de cumplido ese objetivo político en 1992, la alianza se rompió. El actual FMLN es el resultado de una nueva alianza, esta vez entre sectores de las FPL y del PCS. Afuera de esta nueva alianza quedaron el ERP, la RN y el PRTC. Y hoy esta alianza entre FPL y PCS entra en crisis luego de la derrota del FMLN en el 2019.

 

Surge en el FMLN la necesidad de una nueva alianza, con nuevos componentes, o la de decidir seguir caminos separados. La historia nos dirá en esto cuál será el rumbo. Pero esta situación de división afecta directamente su capacidad para incidir decisivamente en la actual coyuntura.

 

A continuación hacemos una apreciación sobre la cabalgata electoral latinoamericana, sobre la situación socio-económica del país, sobre cinco grandes temas del debate popular y precisamos algunas perspectivas.

 

La avalancha electoral latinoamericana

 

La construcción de alianzas desde la izquierda y el movimiento popular salvadoreño para enfrentar el desafío de Nuevas Ideas y del presidente Bukele, estará seguramente influenciada por la avalancha electoral latinoamericana, que prefigura un segundo giro a la izquierda.

 

Estamos hablando de una serie de procesos electorales que van a determinar el rostro de los gobiernos latinoamericanos, y las cambiantes correlaciones políticas para este complejo periodo.

 

Este proceso ya está en marcha. El 15 y 16 de mayo se eligieron en Chile los miembros del Congreso Constituyente que redactará una nueva Constitución. La elección fue ganada por los partidos de izquierda y el movimiento popular y la derecha fue vapuleada, tanto que la presidente electa del CC resultó ser la lideresa del pueblo mapuche, Elisa Loncon.

 

En México, en junio de este año en la elección de gobernadores y diputados, la coalición Juntos Hacemos Historia (Morena, Partido Verde y Partido del Trabajo) mantiene la mayoría simple en el Congreso de los Diputados, pero no llega a ganar la mayoría calificada. Se enfrentó a la oposición, coaligada alrededor del frente Va por México (PAN-PRI-PRD). El PT cogobernante es un partido que forma parte del Foro de Sao Paulo, lo mismo que el FMLN.

 

El 6 de junio Pedro Castillo gana las elecciones presidenciales en Perú y el 28 de julio asume la presidencia para el periodo 2021-2026 , con un programa de izquierda, de transformaciones revolucionarias, que incluye una nueva Constitución y una reforma agraria, y bajo una feroz oposición oligárquica.

 

Le sigue Nicaragua, con elecciones presidenciales el 7 de noviembre, donde el FSLN, del Foro de Sao Paulo, donde los sandinistas al mando de Daniel Ortega tienen garantizada su continuidad, ya que decidieron no enfrentar ninguna oposición real. Le sigue Argentina con elecciones legislativas el 14 de noviembre, donde está en serio peligro la estabilidad futura del gobierno peronista de Alberto Fernández.

 

El 21 de noviembre, en Venezuela el PSUV, del Foro de Sao Paulo, enfrenta elecciones municipales y de gobernadores frente a una oposición dividida. Ese mismo día habrá elecciones presidenciales en Chile donde los sectores de izquierda Chile Digno y Frente Amplio llevan como candidato a Gabriel Boric.

 

Le sigue Honduras con elecciones presidenciales, legislativas, y municipales el 28 de noviembre, en las que Xiomara Castro del partido de izquierda Libre, del Foro de Sao Paulo, tiene una fuerte ventaja. Le siguen en Costa Rica elecciones presidenciales el 6 de febrero de 2022, con la participación del Frente Amplio, del Foro de Sao Paulo, con José María Villalta como candidato presidencial. Luego Colombia en Mayo de 2022 con la participación del senador Gustavo Petro, como candidato de izquierda. Y concluimos este recorrido con la posible candidatura de Lula del PT, en Brasil para las elecciones presidenciales de octubre de 2022.

 

La situación socio-economica

 

Otro aspecto clave a registrar es el de la situación socio-económica, ya que algunos opinan que el régimen va a caer como resultado de su incapacidad para gestionar la economía del país. Y para este apartado recurro a la investigación realizada por el economista chileno Claudio de Rosa, exasesor de ARENA y hoy del staff de la Universidad Francisco Gavidia. En su Segundo Informe sobre la Situación de País 20211 revelan los siguientes datos del primer semestre de 2021:

 

- Recuperación de la economía, el PIB crecerá entre 5.7% y 6.2$ (en 2020 hubo un decrecimiento del 8.4%). Será hasta 20202 que se alcanzara las tasas de 2019. El Banco Mundial este día duplicó su perspectiva para El Salvador desde un 4.1 % que previó a marzo y ahora pronostica un 8% para 2021. El 8 % que pronostica el Banco Mundial es inferior al 9% oficial del Banco Central de Reserva (BCR).

 

- Aumento de la inflación que llega al 3.0%, determinada por los precios de combustible y la demanda interna

 

- Aumento de las exportaciones en un 41.6%, que alcanzan la cifra de $3,658 millones, pero a la vez aumento de importaciones, lo cual genera un déficit en la balanza de pagos. Importaciones aumentan un 47. 7% lo que equivale a $7,011 millones, debido a mayor actividad económica.

 

-Se crearon 12,368 nuevos empleos, pero aún falta por recuperar 29,351 del periodo prepandemia.

 

-Aumento histórico de recaudación tributaria, que ronda los $600 millones.

 

-Aumento de $675 millones en deuda pública total respecto a diciembre de 2020. Alcanza la suma de $23.298 millones (89.8% del PIB).

 

-Banca privada aumentó el crédito en $365 millones y su saldo llegó a $14,547 millones, con una mora bajísima (1.9%).

 

-474,000 empleados públicos y privados recibirán el aumento del salario mínimo

 

-La pobreza aumentó de 32.2% en 2020 a 33.3% en 2021 (2.28 millones de personas). De estas un 7% (476 mil personas) en situación de pobreza extrema, con grave riesgo de desnutrición.

 

-Aumento histórico de remesas familiares de un 45.3%, respecto a 2020. Alcanzan la cifra de $3.658 millones, de los cuales el 95% vienen de USA.

 

Los cinco grandes temas del debate popular

 

Las marchas del 15 de septiembre, que por su significado pueden compararse a la del 22 de enero de 1980, han dado lugar a una nueva correlación de fuerzas, en la cual el movimiento popular y social se encuentra a la ofensiva. Y del estéril y confuso debate interno sobre la década pasada se ha pasado al debate sobre las perspectivas de victoria sobre el régimen de Bukele.

 

El 15 de septiembre marcó un cambio de calidad en el ánimo de la gente de los sectores populares organizados, y esto es lo fundamental, la disposición a luchar, la continuidad en el accionar de calle. Ya que cuando se precisa al enemigo la perspectiva estratégica se define con mayor claridad.

 

En este debate que se canaliza en las redes sociales y en las reuniones del movimiento popular y social, y que podemos simbolizar con la imagen de una fiesta, sobresalen cinco grandes temas.

 

El primero es ¿quién y para qué se organiza la fiesta? ¿Qué se pretende con la fiesta? Es una fiesta orientada hacia la transformación social? ¿O es una fiesta para garantizar la restauración oligárquica? ¿O es una fiesta de desenlace imprevisto? ¿Desplazamiento o debilitamiento de Bukele?

 

Por el momento hay dos agrupaciones que se están disputando públicamente la convocatoria de la fiesta: la Resistencia Salvadoreña (que convocó a marcha el 30 de septiembre) y la Resistencia Popular (que convoca a marcha para el 17 de octubre). Pero no son todas, otras agrupaciones (MShV, CSMP, CNTS/AGEPYM) han optado por la prudente espera, wait and see.

 

El segundo es que ¿tipo de música se le imprime a la fiesta?, ¿cómo bailamos en la fiesta? O sea las formas de lucha. Y lo interesante es la variedad de opiniones. Algunos se inclinan por la música estadounidense, con presiones y retenciones de visas; otros por las trompetas de las marchas militares, orquestadas desde los cuarteles; otros por la música de cámara empresarial, con su respectivo paro de labores; otros se remiten al redoble insurreccional. Todo esto era impensable hace un mes, hablar de golpe de estado, insurrección, paro empresarial, intervención de la OEA, movilización popular, huelga general, memes, caricaturas, etc.

 

El tercero tiene que ver con las alianzas. El movimiento popular y social debe decidir ¿a quiénes invitamos a la fiesta? ¿Es válido invitar a ARENA? ¿Es válido invitar a la ANEP? ¿Es válido invitar a Jean Manes? ¿O la fiesta es exclusiva para el movimiento popular y social? ¿Y si invitados controversiales se aparecen sin invitarlos? ¿Los sacamos? ¿Los dejamos? ¿Quién invita? ¿Quién decide? La resolución de esta ecuación política está vinculada a la amplitud que asuma el movimiento de oposición.

 

El cuarto es ¿quién paga la fiesta? El que paga los músicos decide las rolas. ¿De dónde salen los recursos? ¿Quién paga el transporte, la comida, las mantas? ¿Es válido recibir financiamiento de la AID para enfrentar a Bukele? ¿O de la Open Society de Soros? Preguntas válidas y de mucha actualidad.

 

El quinto es ¿a qué horas convocamos a la fiesta? Algunos piensan que ya estamos atrasados, que para la insurrección debimos de haber convocado para el mismo mes del bicentenario. Otros que debe ser antes que concluya el 2021, porque si no se va a consolidar el régimen de Bukele. Y otros, quizás más avezados en estos menesteres, hablan del 2024 como fecha fatal, por lo que existen los tiempos adecuados para construir el instrumento de lucha, que seguramente será un gran frente opositor electoral, que rebase a los partidos políticos.

 

Perspectivas

 

La tendencia principal, la orientación del desarrollo político es hacia la profundización de la crisis política a partir del aislamiento nacional e internacional del régimen del presidente Bukele. Pero esto puede revertirse en la medida que el proyecto político dominante logre imponer su visión, mantener sus niveles de popularidad e impulsar medidas populistas que le permitan su consolidación, como puede ser la reforma de pensiones.

 

Pero es evidente que presenciamos el momento de mayor debilidad del régimen, aislado nacional e internacionalmente, y con la perspectiva de una oposición popular y social desafiante en las calles, así como de la posibilidad de construir desde ya un amplio frente opositor, que derrote electoralmente al presidente Bukele en 2024.

https://www.alainet.org/es/articulo/214037
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