En crisis la industria del odio a Cuba
- Opinión
El proceso hacia la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos comenzó oficialmente con las reaperturas de las embajadas respectivas en Washington y La Habana, pero nadie ignora que tomará mucho tiempo reparar las ruinas provocados por la absurda política imperial, a fin de recorrer el complejo camino sin peligrosos contratiempos.
No se trata de que no se sepa cuál es la meta. Todo está previsto -casi hasta los mínimos detalles- acerca de lo que son las relaciones normales entre naciones en infinidad de libros y tratados sobre Derecho Internacional, público y privado, que explican los procederes que definen la no injerencia y la normalidad.
Jean-Guy Allard, veterano periodista canadiense acreditado en La Habana y colaborador habitual de Radio Habana Cuba y el diario Granma, opinó en entrevista que le hiciera Dick Emanuelsson, subdirector de la agencia de noticias Anncol, de Colombia, que “lo bueno para Cuba es que la maquinaria de desinformación de EEUU ha tenido que lavar la imagen de Cuba para hacer viable el cambio.
“Cuando al imperio le convino, la Isla pasó a ser, de un día para el otro, de diabólica a simpática. Cuba se ha convertido en un país decente en los medios estadounidenses. Al día siguiente de ese giro mediático, muchos países europeos, confirmando su servilismo execrable, volaban hacia La Habana a presentar sus respetos. Ya en eso Cuba ganó”.
Pero ahora, dice Allard, urge levantar el infame bloqueo –que eufemísticamente Estados Unidos denomina embargo- y terminar con más de medio siglo de maltratos a los cubanos. “No se puede martirizar a un pueblo durante cinco décadas sin pagar por los daños, que son enormes”.
Allard, quien se ha convertido en un muy destacado observador de las tensiones en las relaciones entre Washington y La Habana, hace notar que “hasta ahora la presencia norteamericana en Cuba ha significado espionaje, infiltración, captación y penetración. Habrá que ver si con la nueva diplomacia entre vecinos que se anuncia será más civilizada”. Observando el desarrollo las relaciones de Washington con los demás países progresistas de América Latina, el experto periodista se pregunta: “¿Cuál será el nuevo “look” de la actividad subversiva de EEUU en La Habana? Seguramente no renunciarán a la injerencia, la afinarán”.
El prestigioso periodista franco-canadiense considera que hasta ahora la actuación de toda la disidencia en Cuba está –o ha estado– orientada al consumo exterior, de donde provienen las donaciones que propiciaron su existencia y los mantienen con vida. “Los disidentes cubanos, tan promocionados por la prensa afuera, son poco menos que transparentes en Cuba”, hizo notar Allard.
Respecto a la situación de los enemigos de la revolución en el extranjero, Jean-Guy Allard opina que “ya se ve la confusión en el zoológico del anticastrismo. No saben de qué forma reciclarse”. “Esta industria, que generó millones durante décadas e hizo la fortuna de cientos de miameros, ya no da. Miami, la ciudad de la CIA, pasó a capital del narco y ahora se dice que es la Meca del porno. La Miami anticubana se inició con los gánsteres de Batista y se desarrolló con el dinero de la CIA. Tendrá, tarde o temprano, que reorientarse hacia la nueva relación entre vecinos”.
La Industria del odio ha sido descrita como la maquinaria más lucrativa en el estado de Florida. Creada hace cincuenta y cinco años por el Presidente Eisenhower para fomentar y destacar los logros de los cubanos que viven en “democracia” frente a los que viven en Cuba, degeneró poco a poco en una bien estructurada mafia con puntas mortales en casi todo el hemisferio.
Con una enorme variedad de tentáculos omnipresentes, a veces con dominio absoluto en aspectos educativos, financieros, sociales, judiciales, religiosos, políticos, laborales y culturales en el sur de la Florida… y un poco más allá, nadie ha podido aspirar a ejercer un liderazgo sin su aprobación y sus bendiciones.
Por avivar llamas de una guerra que eventualmente derroque al gobierno cubano, esta industria ha estafado al gobierno de Estados Unidos miles de millones de dólares.
La decadencia moral colocó a la Florida en el pináculo de muchas estadísticas de delincuencia concentrando el mayor grupo de funcionarios, políticos o administrativos acusados, en la cárcel, en libertad condicional o buscados en la nación; los más grandes fraudes de Medicare y Medicaid, y el mayor centro de comercio de drogas en la nación, entre otras linduras.
Este ambiente criminal ha concentrado en el Sur de la Florida la residencia de la mayor y más diversa colección de exdictadores, terroristas y asesinos latinoamericanos.
Septiembre 5 de 2015.
- Manuel E. Yepe, http://manuelyepe.wordpress.com/
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