Schafik Handal y su amistad con Raúl Castellanos Figueroa
- Opinión
La inesperada muerte en Moscú en octubre de 1970, del dirigente comunista salvadoreño Raúl Castellanos Figueroa, entristeció a centenares de luchadores sociales y militantes del PCS de esa época. Y ocasionó que los comunistas desafiaran al régimen militar y salieran de la clandestinidad a marchar acompañando sus restos mortales por las calles de San Salvador, con la bandera roja de la hoz y el martillo, por vez primera después de la derrota de la revolución de enero de 1932.
Raúl, de 46 años, docente de la UES, militante del PCS desde 1950, hijo del también comunista Jacinto Castellanos Rivas y esposo de la revolucionaria costarricense Rosa Braña, había pertenecido al comité secreto de huelga que logró en mayo de 1944 la renuncia del General Martínez, y fue uno de los dirigentes principales del Frente Nacional de Orientación Cívica, que enfrentó victoriosamente al Coronel José María Lemus, así como del Partido Revolucionario Abril y Mayo.
Era una persona muy respetada y apreciada. En el cementerio Schafik Handal pronunció las palabras de despedida para este cercano amigo y camarada de lucha. Con lagrimas en los ojos, y voz entrecortada, inició Schafik afirmando que “es grande la tristeza que oprime los corazones de nosotros, los comunistas, en este momento en que cumplimos la dolorosa tarea de entregar a la madre tierra los restos de nuestro querido camarada, Raúl Castellanos Figueroa.”
“Recordamos aquellas audaces tareas tuyas como Director de Opinión Estudiantil clandestina que desafiando la persecución policial, salía a las calles, y recorría d emano en mano del innumerable pueblo, serpenteando o restallante como látigo de castigo sobre las espaldas de la sanguinaria tiranía del General Maximiliano Hernández Martínez.”
Agrega que “recordamos tu valiente y ejemplar trabajo como miembro de aquel glorioso Comité de Huelga estudiantil que organizó y dirigió hasta la victoria la Huelga General de Brazos Caídos que derrumbó a Martínez el 9 de mayo de 1944, cuando éste ahogaba en sangre contra el paredón de los fusilamientos a mansalva en las calles de San Salvador, a tantas decenas de patriotas, civiles y militares, que el 2 de abril se alzaron en armas contra la tiranía.”
Enfatiza que “aunque nuestro Partido era en extremo débil, sus miembros, desde su dirigencia hasta la base, participaron en los combates de Abril y Mayo de 1944, incluso con los fusiles del inolvidable 6o. Regimiento de San Salvador y del 5to. Regimiento de Santa Ana.”
Recuerda que en plena guerra fría “era muy difícil entonces decidirse a tomar el camino de los comunistas, pero tú, Raúl, te hiciste comunista en esos años, cuando la victoria revolucionaria apenas podía vislumbrarse en el lejanísimo porvenir, más como una deducción teórica que como una posibilidad reala la vista de todos, como sí lo es soy.”
“Y más difícil aún resultaba unirse al Partido Comunista de El salvador, aplastado bárbaramente en 1932, cuando aún no había cumplido dos años de existencia y desde entonces calumniado sin posibilidad de respuesta ni defensa, perseguido implacablemente, reducido a la mínima expresión de un puñado de un puñado de firmes obreros, campesinos e intelectuales revolucionarios.”
Indica que “Raúl al conocer la noticia de tu muerte, hemos recordado que te hiciste miembro de la Juventud Comunista en México, en estas condiciones difíciles para el socialismo y para el movimiento comunista del mundo, cuando eras allá un brillante alumno de la Facultad de Economía. “
“Y hemos recordado que retornaste a nuestro país en 1950 y que, despreciando las magnificas oportunidades que se te abrían para que hicieras carrera y amasaras fortuna como funcionario público, preferiste tomar un lugar ene e combate y sacrificio en este querido Partido Comunista nuestro, que estaba entonces soterrado bajo la montaña de la difamación esparcida a diario durante 18 años, soterrado en la clandestinidad profunda, inexistente para la casi totalidad de nuestro pueblo trabajador, a cuya causa se encuentra entregado invariablemente desde su fundación , un soleado día de marzo de 1930 a orillas del Lago de Ilopango.”
Subraya Schafik que “hemos recordado Raúl, las persecuciones de 1951 y 1952, la valiente y serena actuación tuya en la clandestinidad personal, reagrupando las escasas y dispersas fuerzas de nuestro maltratado Partido y del renacimiento del movimiento obrero sindical, cuya destrucción era el verdadero objetivo de la reacción que nos reprimía con el pretexto de truculentas historietas sobre inventados planes del Partido Comunista para un levantamiento armado.”
“Hemos recordado, Raúl, tu anónimo trabajo de años ayudando a la formación de los militantes obreros y campesinos, tu trabajo anónimo formando a los jóvenes comunistas universitarios. A muchos de nosotros tú nos guiaste en nuestros primeros pasos, cumpliendo la tarea que te había encomendado el Comité Central. Hemos recordado, Raúl, tu trabajo de organización e impulso a la solidaridad con el pueblo cubano cuando luchaba por derribar la tiranía de Batista y en su patria las calles de las ciudades y las escarpadas alturas de la Sierra Maestra parían héroes y mártires…”
Comparte que “en octubre de 1962 te capturó la policía precisamente cuando en la Plaza Libertad, y bajo la persecución que ya casi duraba dos años en contra tuya y de decenas de de nosotros, saliste, como tantas otras veces, para encabezar a solidaridad de nuestro pueblo hacia Cuba Socialista, que sufría el bloqueo militar de Estados Unidos, la inminente amenaza de los bombardeos y el sangriento desembarco de los marinos yanquis.”
“Hemos recordado, Raúl, estos últimos veinte años de la vida de nuestro Partido y de tu vida y hemos comprobado que no se puede separar una de la otra. Tus horas, meses y años han estado intima y totalmente ligados a la vida de nuestro Partido, a las luchas promovidas por él, a las luchas de los trabajadores.”
“Fuiste siempre un gran impulsor de la solidaridad de nuestro Partido y nuestro pueblo con la lucha de todos los pueblos del mundo. Desarrollaste en nuestras filas el cariño y la fraternidad hacia el gran partido de Lenin, el Partido Comunista de la Unión Soviética, hacia los Partidos Comunistas y Obreros que gobiernan y dirigen la construcción de la nueva sociedad en los países socialistas de Europa, Asia y América.”
Indica Schafik que “fuiste tú, Raúl, quien pronunció el año pasado el último discurso de nuestra campaña de denuncia contra el peligro de guerra entre El Salvador y Honduras, campaña de denuncia del fondo reaccionario y anti-popular de esa guerra y del papel criminal que en ese conflicto jugaba el imperialismo yanqui y las oligarquías terratenientes y capitalistas en general de ambos países. Apenas unas horas antes del estallido de la guerra, tu pronunciabas en Santa Ana ese discurso del más profundo amor al pueblo salvadoreño y al pueblo hondureño y encendido en llamas de quemante acusación contra los explotadores de los dos pueblos…”
Enfatiza que “Raúl fue un firme partidario de la unificación de las fuerzas democráticas y populares de nuestro país. Son testigos de sus afanes unitarios, los dirigentes de todos los partidos y organizaciones sociales democráticas en nuestro país. Raúl combatió el sectarismo en nuestras filas y se ganó el cariño de todos los que, fuera de ellas se relacionaron con él, lucharon o trabajaron junto con él.”
Agrega que “Raúl fue un intransigente defensor de la unidad interna del Partido Comunista de El Salvador y la defendió siempre, convencido de que la unidad de los comunistas dentro de su Partido es una condición decisiva y una garantía para promover y desarrollar la organización, la lucha y la unidad de la clase obrera y de todo el pueblo.”
“Camarada Raúl! Has llegado al final de tu primera jornada de lucha revolucionaria…Al finalizar esta primera jornada has hecho de tu muerte un postrer aporte a la causa de nuestro Partido, rompiendo la conspiración de silencio , el bloqueo de silencio mantenido en su contra durante 30 años. Tú has hecho Raúl, que nuestro pueblo sepa hoy que existe el Partido Comunista de El Salvador…”
Explica que “nuestro Partido ha sufrido mucho, tú lo sabes bien. Se cuentan por miles nuestros muertos y no hay cárcel del país que no esté ligada a nuestra historia. Quisiéramos reunir a todos nuestros muertos, pero no podemos porque sus huesos desaparecieron en la humedad de la tierra de los zanjones donde fueron sepultados después de masacrarlos. Sólo unos cuantos están aquí regados en estos cementerios, pero aunque solo sea a estos, los iremos reuniendo aquí en esta tumba junto contigo Raúl.”
“Con el tiempo y de acuerdo a nuestras posibilidades vendrán aquí Martí, Luna, Agustín Farabundo, Alfonso Zapata, Saúl Santiago Contreras, Oscar Gilberto Martínez, Modesto Ramírez, Ismael Hernández, Fidelina Raimundo y tantos otros. Raúl ahora comienzas tu segunda y eterna jornada revolucionaria ¡Ya no estarás físicamente presente, pero tus opiniones, tus enseñanzas, tu ejemplo, continuaran sirviendo por siempre a nuestro Partido, formarán nuevas generaciones de comunistas, y cuando la revolución triunfe en nuestro país, ayudarán a educar a todo el pueblo!”
Se despide Schafik en nombre de “todos y cada uno de los miembros de nuestro Partido Comunista. Créeme que cada una de estas palabras nos duelen a todos…Compañero, amigo, camarada…adiós.”
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