De nuevo hacia la paz

09/09/2012
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Más de medio siglo del conflicto armado, sin el triunfo de ninguna de las partes, puso de nuevo en juego la opción de un proceso de paz. En condiciones muy diferentes de las que le antecedieron en la historia política. Una guerrilla disminuida, más no derrotada. Una política militarista de los dos últimos  gobiernos, como nunca se había visto en el país, pero sin señales de triunfo sobre su contendor. Una degradación del conflicto a formas extremas, cuyas secuelas recaen con mayor peso sobre las comunidades en que se desenvuelve.

Varias experiencias de paz le anteceden, tanto en el país como en los vecinos de Centroamérica. Seguramente serán un buen punto de partida para augurar que esta vez sí se llegue al destino deseado. Más no con la rapidez que algunos se precipitan a otorgarle. En gran parte por los intereses en juego y porque hay dos aspectos que incidirán en su desarrollo: el papel que juegue la envalentonada ultraderecha y el nivel de participación del pueblo en el proceso.

No se había anunciado oficialmente la apertura de las conversaciones y ya el mesías redivivo se había anticipado a predicar su oposición total. Aupando a las fuerzas armadas a su desconocimiento bajo la figura del desestímulo que provocaba en ellas dar protagonismo a sus contrincantes. El recurso de la ultraderecha al militarismo, y con él al autoritarismo en la sociedad -qué no decir de sus política regresivas y conservadoras-, seguramente será un palo en la rueda para llevarlo a cabo. No sólo por el discurso que invadirá los medios prestos a brindarle resonancia, sino por las acciones de hecho, terrorismo de derecha, al que podrán acudir para restarle fuerza a lo que se vaya logrando. De todas maneras, no será tarea fácil porque el gobierno está ganando a su favor a parte de la oficialidad retirada

En varias de las negociaciones anteriores hubo participación de la llamada “Sociedad civil”. Sin embargo, las víctimas de la guerra y las comunidades no fueron tenidas en cuenta. Es cierto que hoy no se reducirán a la desmovilización y a garantías para quienes la realicen. Ni tampoco a la reparación que se deba dar a quienes padecieron el conflicto. Seguramente, los alzados en armas intentarán obtener objetivos políticos y sociales de los que dieron origen a su alzamiento armado. Ya se habla de la inclusión del tema de una reforma agraria. La búsqueda de una sociedad democrática estará en el centro de la discusión No es extraño que la opción de una nueva constituyente aparezca en el camino para lograrla. Aunque su coincidencia con la extrema derecha en este propósito puede debilitarla.

Obtener éxito en sus resultados requiere de una amplia participación popular. Sin la cual quedará el camino abierto para que, si se lograra un acuerdo con las actuales fuerzas guerrilleras, se formen otros grupos que repliquen el conflicto por toro tiempo. Y eso no es lo deseable. 

https://www.alainet.org/es/articulo/160868

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