Ollanta y la alianza neoliberal del Pacífico
10/06/2012
- Opinión
A fines de abril del 2011, Alan García invitó a Keiko Fujimori y Ollanta Humala –ya en segunda vuelta electoral- a una reunión con los presidentes Calderón de México, Piñera de Chile y Santos de Colombia, quienes estaban en Lima junto a García lanzando la famosa Alianza del Pacífico.
Se trataba de la armonización de los TLC que todos esos países y el Perú tienen con Estados Unidos, Canadá y Centroamérica, conformando en la práctica una gran área de libre comercio y protección de inversiones a lo largo de toda la costa pacífica del hemisferio: desde Alaska hasta la Patagonia chilena (con excepción del Ecuador de Correa).
Un territorio donde la flexibilización laboral, las privatizaciones, la desregulación financiera y económica, y la subsidiariedad estatal reinen. O sea una profundización del neoliberalismo en plena crisis planetaria del mismo.
En buena cuenta la Alianza “Neo-liberal” del Pacífico es el ALCA resucitada luego de su muerte en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005, cuando Brasil, Argentina y Venezuela le pararon el macho al libre comercio impuesto desde Washington.
Por eso, con esta jugada Estados Unidos (que no tiene necesidad de ser parte de la Alianza porque ya tiene TLC con todos los miembros) pretende reafirmar y consolidar su hegemonía en buena parte del continente y darle un estatequieto a la Unasur, partiendo Sudamérica en dos mitades, una liderada por Brasil y su idea de integración regional sin la influencia gringa, y la otra pro Washington.
Tanto Keiko Fujimori como Ollanta Humala tuvieron reuniones por separado con los presidentes de la Alianza del Pacífico (en ese momento llamada Acuerdo del Pacífico) luego de lo cual declararon a la prensa.
La hija del exdictador no dudó en saludar y felicitar el acuerdo con todas sus letras; en cambio, el Humala de aquel tiempo, sin mencionar a la naciente alianza, resaltó la importancia de dialogar con gobernantes de países hermanos para tener acuerdos de “integración política, cultural y económica”, haciendo énfasis en “fortalecer la Comunidad Andina de Naciones (CAN), y la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur)”.
Con ese sutil mensaje, el hoy presidente deslizaba su ubicación crítica respecto de este tipo de acuerdos, pues era evidente su cercanía al eje Brasilia y su lejanía del eje Washington. No por nada tenía asesores brasileños, ni fue gratuitamente que confrontó a la embajadora norteamericana por el caso de los wikileaks de Rospigliosi, lo que al final de cuentas le sirvió para remontar en la primera vuelta.
A poco más de un año de aquel suceso, el Ollanta presidente ha suscrito con entusiasmo en Chile el convenio marco que da vida a la Alianza del Pacífico, lo que confirma que además de alejarse de la propuesta de la economía nacional de mercado y la gran transformación, ha dejado definitivamente el eje Brasilia y ha abrazado el eje Washington.
Eso es coherente con la compra de los aviones TK1 de Corea del Sur, en lugar de los Tucano de Brasil. Todos sabemos que Corea del Sur es Estados Unidos y hemos visto también a la embajadora Rose Likins defendiendo al gabinete.
https://www.alainet.org/es/articulo/158596?language=es
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