XI Foro Social Mundial
El otro “Dakar”
12/02/2011
- Opinión
Pese a que no contó con una cobertura de prensa similar a la que tuvo la reconocida competencia automovilística, el Foro Social Mundial, realizado en la capital de Senegal, demostró la vigencia de la consigna “Otro mundo es posible”.
Entre el 6 y el 11 de febrero se celebró en Dakar, Senegal, el XI Foro Social Mundial (FSM). La presencia del presidente de Bolivia, Evo Morales, y del ex presidente de Brasil, Lula da Silva, convocó a más de 60 mil participantes de más de 1200 organizaciones de todo el mundo. Además, esas asistencias marcaron la vigencia de un encuentro que se ha erigido como faro de propuestas para un desarrollo más justo.
El FSM de Dakar, “el otro Dakar”, no contó con la cobertura de prensa que los medios de comunicación hegemónico le dieron a la competencia automovilística de nombre homónimo a la capital senegalesa, que en las últimas dos ediciones se trasladó a Argentina y Chile por cuestiones de seguridad. Un motivo para tal desaire mediático puede ser el hecho de que la competencia es un fiel exponente del modelo capitalista al que el FSM se opone, ya desde su lema “Otro mundo es posible”.
El FSM es un espacio de intercambios y propuestas de los movimientos sociales y funciona como contracara del Foro Económico Mundial de Davos -en Suiza-, encuentro al que asisten líderes empresariales y políticos con propuestas de tinte neoliberal.
El FSM se define como un espacio abierto donde “aquellos opuestos al neoliberalismo y a un mundo dominado por el capital o por cualquier forma de imperialismo se reúnen para avanzar en su pensamiento”.
Los encuentros del FSM popularizaron un conjunto de ideas que eran consideradas como utópicas una década atrás, como la anulación de las deudas externas, el impuesto a las transacciones financieras, la lucha contra los paraísos fiscales, la regulación de los mercados agrícolas y el cuestionamiento del Producto Bruto Interno (PBI) como único indicador de riqueza.
Evo Morales hizo punta en el acto de apertura, refiriéndose a los levantamientos populares del norte de África como “una rebelión de los pueblos árabes en contra el imperialismo norteamericano”, al tiempo que se declaró “alumno” de este tipo de encuentros iniciados a partir del 2001 en Porto Alegre, Brasil.
Según Morales, “el capitalismo tiene crisis financiera, crisis energética y nos trae crisis alimenticia. Por lo tanto, los pobres ya sean campesinos, indígenas, obreros, pobres de las ciudades, tenemos que pagar la crisis del capitalismo”.
En opinión del dirigente boliviano, los servicios básicos como el teléfono, el agua, la luz, nunca deben ser privatizados. “El agua es un derecho humano constitucionalizado, no puede ser una posesión privada y los recursos naturales no pueden estar en las manos de las empresas internacionales”, añadió Morales que abogó por la defensa de “los Derechos de la Madre Tierra”.
Por su parte, Lula da Silva destacó la necesidad de sentar “las bases para crear otro modelo de desarrollo” y de regulación financiera.
En ese sentido, la Asamblea de los Movimientos Sociales hizo un balance de los diez años de existencia del FSM expresando que durante ese período se construyó una historia yun trabajo común que permitió algunos avances, particularmente en América Latina, en donde se logró frenar alianzas neoliberales y concretar alternativas para un desarrollo socialmente justo.
Entre sus consideraciones expresó la defensa de la Soberanía Alimentaria y el acuerdo alcanzado en la Cumbre de los Pueblos Contra el Cambio Climático y por los Derechos de la Madre Tierra, realizada en Cochabamba, Bolivia, donde verdaderas alternativas a la crisis climática fueron construidas por los movimientos populares de todo el mundo.
También afirmó la defensa de la agricultura campesina como una solución real a la crisis alimentaria y climática y reclamó el acceso a la tierra para la gente que la vive y la trabaja, llamando a una gran movilización para frenar el acaparamiento de tierras por parte de capitales transnacionales.
A principios del siglo XXI, “la economía liberal aún parecía incuestionable, recuerdo que periodistas norteamericanos describían nuestro foros como simples acontecimientos festivos”, expresó Ibrahima Coulibaly, presidente de la Coordinación Nacional de Organizaciones Campesinas (CNOP) de Mali, a la Agencia France Presse. “Pero con la sucesión de las crisis financiera, energética, alimentaria y climática, la gente se dio cuenta de que el sistema en vigor estaba loco. Hoy en día, se recuperaron nuestras ideas, aunque desnaturalizadas”, aseguró.
Según Coulibaly, “a pesar de que jefes de Estado se pusieron a hablar de Soberanía Alimentaria”, concepto difundido por el movimiento internacional La Vía Campesina para la protección de los agricultores locales y el apoyo a los pequeños campesinos, “en los hechos el modelo de las grandes empresas y la mecanización por la fuerza siguen siendo favorecidos”.
Al respecto, La Vía Campesina denunció la compra de grandes extensiones de tierra en África y Brasil por empresas extranjeras. En Brasil cuatro millones de hectáreas de cultivo pertenecen a compañías extranjeras y Uganda cedió el dos por ciento de su territorio a Egipto para el cultivo de cereales, ejemplificó Coulibaly en conferencia de prensa. Agregó, además, que Corea del Sur posee 1,3 millones de hectáreas de Madagascar y que Arabia Saudita es propietaria de 200 mil hectáreas de Senegal.
A su juicio, los Estados deben regular los mercados y proteger el aprovisionamiento alimenticio nacional. “Si se inculca confianza a los campesinos, África no será el continente del hambre”, subrayó Coulibaly.
Por su parte, la activista nigeriana Fatimatou Djibo denunció en la misma conferencia de prensa que el 20 por ciento de las mujeres en el continente africano sufren violencia, discriminación, abuso físico y moral; y son víctimas de la guerra, asesinatos, esclavitud y esterilización forzada.
En otro capítulo del encuentro, la escritora Naomi Klein, autora de diversos libros que cuestionan el sistema económico capitalista, criticó las estrafalarias soluciones tecnológicas al calentamiento global y señaló que no nos encontramos solamente en una crisis económica y ecológica, sino también en una “crisis del relato”. “Nos cuentan siempre las mismas historias sobre nuestra capacidad de salvar el planeta, nos dicen que no tenemos que lidiar con las consecuencias de nuestros actos ya que siempre habrá una solución”, dijo la activista canadiense. Es la razón por la cual “cuando cuestionamos estas tecnologías, también cuestionamos las estructuras de la sociedad occidental”.
La escritora tuvo un discurso esperanzador y señaló el ejemplo de Bolivia que fue “el único país que se opuso al resto durante la Cumbre de Cancún”, última Conferencia de Cambio Climático de las Naciones Unidas, realizada en México. Bolivia “ha construido un relato sobre los derechos de la naturaleza”, remarcó Klein. “Nosotros tenemos que reemplazar el relato lineal por un relato circular”, argumentó en su intervención durante un taller sobre los desafíos presentados por la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río +20), que se hará en Río de Janeiro en 2012, veinte años después de la Cumbre de la Tierra de 1992, celebrada también en la ciudad brasileña.
Durante el taller, Naomi Klein confirmó que está preparando un nuevo libro sobre el “acaparamiento de tierras” practicado por transnacionales, cuestión a la que no escapa nuestro país. La autora es conocida por sus dos obras anteriores, “No Logo”, un ensayo que analiza la influencia de las marcas en la sociedad actual, y “La doctrina del shock”, donde examina las condiciones en que el neoliberalismo pudo ser implementado gracias al impacto psicológico causado por desastres naturales o dictaduras militares.
Para finalizar, la Asamblea de los Movimiento Sociales propuso movilizar todas las fuerzas sociales para la próxima conferencia de Cambio Climático (COP 17) en Durban, Sudáfrica. También se propuso activismo en el marco del encuentro de Río +20 para reafirmar los derechos de los pueblos y de la Madre Tierra y frenar los ilegítimos acuerdos de Cancún.
El FSM de Dakar, “el otro Dakar”, no contó con la cobertura de prensa que los medios de comunicación hegemónico le dieron a la competencia automovilística de nombre homónimo a la capital senegalesa, que en las últimas dos ediciones se trasladó a Argentina y Chile por cuestiones de seguridad. Un motivo para tal desaire mediático puede ser el hecho de que la competencia es un fiel exponente del modelo capitalista al que el FSM se opone, ya desde su lema “Otro mundo es posible”.
El FSM es un espacio de intercambios y propuestas de los movimientos sociales y funciona como contracara del Foro Económico Mundial de Davos -en Suiza-, encuentro al que asisten líderes empresariales y políticos con propuestas de tinte neoliberal.
El FSM se define como un espacio abierto donde “aquellos opuestos al neoliberalismo y a un mundo dominado por el capital o por cualquier forma de imperialismo se reúnen para avanzar en su pensamiento”.
Los encuentros del FSM popularizaron un conjunto de ideas que eran consideradas como utópicas una década atrás, como la anulación de las deudas externas, el impuesto a las transacciones financieras, la lucha contra los paraísos fiscales, la regulación de los mercados agrícolas y el cuestionamiento del Producto Bruto Interno (PBI) como único indicador de riqueza.
Evo Morales hizo punta en el acto de apertura, refiriéndose a los levantamientos populares del norte de África como “una rebelión de los pueblos árabes en contra el imperialismo norteamericano”, al tiempo que se declaró “alumno” de este tipo de encuentros iniciados a partir del 2001 en Porto Alegre, Brasil.
Según Morales, “el capitalismo tiene crisis financiera, crisis energética y nos trae crisis alimenticia. Por lo tanto, los pobres ya sean campesinos, indígenas, obreros, pobres de las ciudades, tenemos que pagar la crisis del capitalismo”.
En opinión del dirigente boliviano, los servicios básicos como el teléfono, el agua, la luz, nunca deben ser privatizados. “El agua es un derecho humano constitucionalizado, no puede ser una posesión privada y los recursos naturales no pueden estar en las manos de las empresas internacionales”, añadió Morales que abogó por la defensa de “los Derechos de la Madre Tierra”.
Por su parte, Lula da Silva destacó la necesidad de sentar “las bases para crear otro modelo de desarrollo” y de regulación financiera.
En ese sentido, la Asamblea de los Movimientos Sociales hizo un balance de los diez años de existencia del FSM expresando que durante ese período se construyó una historia yun trabajo común que permitió algunos avances, particularmente en América Latina, en donde se logró frenar alianzas neoliberales y concretar alternativas para un desarrollo socialmente justo.
Entre sus consideraciones expresó la defensa de la Soberanía Alimentaria y el acuerdo alcanzado en la Cumbre de los Pueblos Contra el Cambio Climático y por los Derechos de la Madre Tierra, realizada en Cochabamba, Bolivia, donde verdaderas alternativas a la crisis climática fueron construidas por los movimientos populares de todo el mundo.
También afirmó la defensa de la agricultura campesina como una solución real a la crisis alimentaria y climática y reclamó el acceso a la tierra para la gente que la vive y la trabaja, llamando a una gran movilización para frenar el acaparamiento de tierras por parte de capitales transnacionales.
A principios del siglo XXI, “la economía liberal aún parecía incuestionable, recuerdo que periodistas norteamericanos describían nuestro foros como simples acontecimientos festivos”, expresó Ibrahima Coulibaly, presidente de la Coordinación Nacional de Organizaciones Campesinas (CNOP) de Mali, a la Agencia France Presse. “Pero con la sucesión de las crisis financiera, energética, alimentaria y climática, la gente se dio cuenta de que el sistema en vigor estaba loco. Hoy en día, se recuperaron nuestras ideas, aunque desnaturalizadas”, aseguró.
Según Coulibaly, “a pesar de que jefes de Estado se pusieron a hablar de Soberanía Alimentaria”, concepto difundido por el movimiento internacional La Vía Campesina para la protección de los agricultores locales y el apoyo a los pequeños campesinos, “en los hechos el modelo de las grandes empresas y la mecanización por la fuerza siguen siendo favorecidos”.
Al respecto, La Vía Campesina denunció la compra de grandes extensiones de tierra en África y Brasil por empresas extranjeras. En Brasil cuatro millones de hectáreas de cultivo pertenecen a compañías extranjeras y Uganda cedió el dos por ciento de su territorio a Egipto para el cultivo de cereales, ejemplificó Coulibaly en conferencia de prensa. Agregó, además, que Corea del Sur posee 1,3 millones de hectáreas de Madagascar y que Arabia Saudita es propietaria de 200 mil hectáreas de Senegal.
A su juicio, los Estados deben regular los mercados y proteger el aprovisionamiento alimenticio nacional. “Si se inculca confianza a los campesinos, África no será el continente del hambre”, subrayó Coulibaly.
Por su parte, la activista nigeriana Fatimatou Djibo denunció en la misma conferencia de prensa que el 20 por ciento de las mujeres en el continente africano sufren violencia, discriminación, abuso físico y moral; y son víctimas de la guerra, asesinatos, esclavitud y esterilización forzada.
En otro capítulo del encuentro, la escritora Naomi Klein, autora de diversos libros que cuestionan el sistema económico capitalista, criticó las estrafalarias soluciones tecnológicas al calentamiento global y señaló que no nos encontramos solamente en una crisis económica y ecológica, sino también en una “crisis del relato”. “Nos cuentan siempre las mismas historias sobre nuestra capacidad de salvar el planeta, nos dicen que no tenemos que lidiar con las consecuencias de nuestros actos ya que siempre habrá una solución”, dijo la activista canadiense. Es la razón por la cual “cuando cuestionamos estas tecnologías, también cuestionamos las estructuras de la sociedad occidental”.
La escritora tuvo un discurso esperanzador y señaló el ejemplo de Bolivia que fue “el único país que se opuso al resto durante la Cumbre de Cancún”, última Conferencia de Cambio Climático de las Naciones Unidas, realizada en México. Bolivia “ha construido un relato sobre los derechos de la naturaleza”, remarcó Klein. “Nosotros tenemos que reemplazar el relato lineal por un relato circular”, argumentó en su intervención durante un taller sobre los desafíos presentados por la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río +20), que se hará en Río de Janeiro en 2012, veinte años después de la Cumbre de la Tierra de 1992, celebrada también en la ciudad brasileña.
Durante el taller, Naomi Klein confirmó que está preparando un nuevo libro sobre el “acaparamiento de tierras” practicado por transnacionales, cuestión a la que no escapa nuestro país. La autora es conocida por sus dos obras anteriores, “No Logo”, un ensayo que analiza la influencia de las marcas en la sociedad actual, y “La doctrina del shock”, donde examina las condiciones en que el neoliberalismo pudo ser implementado gracias al impacto psicológico causado por desastres naturales o dictaduras militares.
Para finalizar, la Asamblea de los Movimiento Sociales propuso movilizar todas las fuerzas sociales para la próxima conferencia de Cambio Climático (COP 17) en Durban, Sudáfrica. También se propuso activismo en el marco del encuentro de Río +20 para reafirmar los derechos de los pueblos y de la Madre Tierra y frenar los ilegítimos acuerdos de Cancún.
APM | Agencia Periodística del Mercosur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
https://www.alainet.org/es/articulo/147575?language=en
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