Redes sociales: de los celos y otros demonios

21/09/2010
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Todo comenzó cuando a Patricia se le ocurrió colgar una foto de un muchacho con este mensaje: "¡Por fin he encontrado a mi príncipe azul. Es el hombre más guapo del mundo y me quitó el estrés esta mañana!". Enseguida, desde Puerto Rico, la novia de Mauricio, "el príncipe azul" que se hallaba unos días visitando Guatemala, colgó en la red una foto de ella embarazada a la par de Mauricio con la siguiente leyenda: "Mi marido tiene Sida y anda buscando venganza". ¡Pobre Paty! Ya no volvió a aparecer en la red después de semejante noticia. Pero este hecho generó cerca de un millón de comentarios, muchos de los cuales fueron desviando el tema trágico del Sida hasta ponerle pimienta y picante a un tema que seduce multitudes: los celos.
 
Armando comentó que gracias a las redes sociales descubrió que su esposa lo engañaba con uno de los socios de la empresa en que trabajaba: "Pero le tendí una trampa a la muy jodida... me inventé una nueva dirección y colgué la foto de un mi amigo que es gay pero que es simpático y tiene cuerpo de atleta... la muy cabrona aceptó la invitación y la comencé a seducir hasta que un día aceptó verse conmigo en la mera mañanita antes de entrar a su trabajo... así fue como la caché y mejor me separé de ella...". Karen reaccionó colérica e iracunda: "Mala onda muchá, eso no se hace, es antiético e inmoral, pero es buena idea porque me voy a babosear a mi marido porque sospecho que anda con una de las edecanes de la cervecería y con una diputada que me cae mal por habladora".
 
Hasta aquí yo estaba de acuerdo en que lo más sesudo que habían dicho eran esas palabra alusivas a la "ética" y en menor manera a la "moral", pero faltaba más.
 
Ana Lorena felicitó a Armando y confesó que ella cogió a su novio con las manos en la masa cuando le pidió la clave de su Facebook y encontró una gran cantidad de mensajes eróticos "que el muy cabrón intercambiaba con unas mujeres de mala ley que no tenían el menor pudor de ofrecerse por unas míseras noches de copas en la peligrosa y depravada Zona Viva de la zona 10...". Lucky dijo que "no se vayan a extrañar si me convierto en la moderna Lorena Bobbit, porque mi novio ya me tiene harta de sus saliditas con la Nancy, la Tere y la Silvia...". ¡Quién iba a decirlo! Nancy estaba conectada en ese momento y comenzó una batalla verbal que por respeto a mi público lector no reproduzco, pero sí puedo compartir aquellos mensajes menos crueles y despiadados.
 
Tere apareció de pronto y se defendió como un buen gallo de pelea: "A tu novio no tenés mucho que cortarle, pero para que estés tranquila y no cometás estupideces te quiero decir que el tal Pedro es mariquita y fue amante de un viejo feo que fue diputado y algo más y ahora el Pedro anda de amante del hijo de un empresario que sale muy seguido en la prensa y nos usa a nosotras para encubrir su debilidad por el sexo fuerte".
 
No caben dudas. Las redes sociales permiten hacer públicas de manera amplia y abierta algunas realidades íntimas que hasta no hace mucho parecían ser temas tabú. Pero la juventud de ahora, en todas partes del mundo, se abre al diálogo franco y se ve muy interesada en dilucidar sus sentimientos aún a costa de su propia degradación.
 
Ofendida en extremo, Lucky empuñó su arsenal verbal y lo descargó sin misericordia: "Sépanlo y entiendan que Pedro, sea lo que sea, me pertenece y si alguien vuelve a hablar mal y de él y me lo quiere quitar juro que no me importará convertirme en un Álvaro Arzú y las voy a agarrar a patadas, porque un buen burro pega buenas patadas, y el alcalde pateó una vez a un sindicalista, y a mí no me importaría convertirme en el alcalde con tal de defender lo que me pertenece".
 
Silvia, por fin, saltó al ruedo: "Toda esta parafernalia me parece pueril. Yo fui víctima de engaños de parte de mi novio, pero igualmente le tendí una trampa por correo electrónico: me hice pasar por una guapa diputada y le dije que lo invitaba a mi mansión de Antigua Guatemala y el muy imbécil se la creyó y se fue un viernes en la tarde para ya no volver jamás".
 
En este punto me di cuenta de lo que una persona es capaz de hacer cuando es gobernada y arrastrada por ese sentimiento de inseguridad, inferioridad y baja estima que se llama celos. Los celos son mezquinos, son la manifestación más miserable del ser humano y por ellos las personas son capaces de las más inverosímiles hazañas. Pero esto no lo sabríamos si no fuera por las redes sociales que permiten que todo mundo se exprese sin restricciones de ninguna índole. Siguiente entrega: "Redes sociales: del espionaje y otras barbaridades".
 
- Godo de Medeiros es Escritor
Guatemala, C.A.
https://www.alainet.org/es/articulo/144313?language=es
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS