Nada nuevo sobre la tierra de Don Pedro de Alvarado
08/11/2011
- Opinión
A mis amigos Louisa Reynolds y Crosby Girón
El 27 de abril de 2011 escribí un artículo asegurando que Sandra Torres y Otto Pérez irían a segunda vuelta electoral, pero que el ganador de la contienda sería Pérez. Para sustentar mi percepción, expuse que el Partido Patriota estaba igual o mejor organizado que la Unidad Nacional de la Esperanza y contaba con un voto duro (es decir: fiel, ciego, disciplinado, dogmático, fundamentalista).
Dije también que otro elemento a su favor se hallaba en el clima de violencia que el gobierno de Álvaro Colom no había podido controlar (es decir: extorsiones, robos de celulares, asaltos en camionetas y crímenes contra pilotos).
Pero dije algo que me costó algunas burlas, descalificaciones y hasta un hostigamiento bastante fino. Y es que para mí, desde que Álvaro Arzú y Alfonso Portillo disputaron aquella célebre segunda vuelta del “apagón” en 1995, se viene repitiendo este patrón: el que queda en segundo lugar, gana la siguiente elección. ¿Acaso no quedó Pérez en segundo lugar en las votaciones que ganó Colom?
Cuando escribí aquellas cosas, hubo algunas amistades que me cortaron el habla, otras me pidieron que los borrara de mi lista de destinatarios de correos (lo que hice inmediatamente y puedo hacer con quienes así lo deseen, porque hay que ser respetuosos con la voluntad de los demás, aparte de que no hay derecho de estar enviando opiniones no solicitadas). También hubo quienes me borraron de sus contactos de chat. Esto no es una queja, tan sólo un ejemplo de cuán difíciles son las emociones y de cuán separados están los deseos de la realidad, pero también de cómo la ligereza nos empuja a emitir juicios que pueden resultar perniciosos.
Hoy, a poco más de seis meses de haber escrito aquel artículo, tengo que reconocer que me equivoqué rotundamente al decir que Sandra Torres iba a la final, aunque, en mi propio descargo, puedo argumentar que en abril aún no se sabía que su candidatura no iba a ser permitida.
El caso Torres cambió la dinámica del proceso electoral que finalizó ayer. Su salida modificó incluso la postura de muchos votantes e hizo que algunos candidatos resultaran perdiendo o ganando más de la cuenta (en río revuelto… hasta una buena arrastrada se puede pescar).
Nada nuevo en la tierra de Don Pedro de Alvarado.
Y brevemente ahora explico por qué dije el 27 de abril que Pérez ganaba.
Haber quedado segundo después de Colom hace cuatro años le significó quedar bien posicionado ante la masa de votantes, lo que lo hizo atractivo para los inversionistas electorales (en ocho años de campaña Otto Pérez gastó más de Q1 mil millones): las familias que detentan los monopolios del azúcar, cemento, cervezas y gaseosos, pollo y concentrados, constructoras, medios de comunicación y bancos y financieras.
A ello agreguemos la gestión del gobierno actual, que fue el mejor aliado del Partido Patriota, al hacer lo imposible, casi de manera perfecta, para que la gente optara por un militar para “acabar con la corrupción y la violencia”. La corrupción y la violencia tienen harta a la población, y aunque uno sabe o por lo menos intuye que la corrupción está arriba, abajo y en los costados (no es sólo exclusividad de esas miserias humanas que llegan al gobierno para hacer casas, carros, autobuses, empresas y andar con buenas chicas en bares y discotecas), es un hecho que la misma constituye el punto más débil de “los gobiernos de turno” (no así de los empresarios inversionistas de campañas que se llevan el mayor presupuesto del Estado en contratos de construcción, venta de medicamentos y otros negocios), excepto si son “gobiernos de gente bien” (como el de Berger que fue tanto o más salvajemente corrupto que los demás gobernantes) a quienes los medios de información miden con otra vara.
Y finalmente, la violencia. Por ello no fue raro que en la mayoría de encuestas, el 65% de los consultados coincidiera que el principal problema de Guatemala es la violencia, contra un raquítico 12% que cree que es la educación y un 10% que el desempleo. Según esa lógica, el 90% tiene trabajo y el 88% tiene educación.
El resultado de la elección de ayer le da a Otto Pérez el 54% de los votos válidos, muy cerca de ese 65% que cree que la violencia es nuestra mayor desgracia.
Un amigo y colega acaba de escribirme en el chat lo siguiente: “decía Winston Churchill que un buen analista debe saber explicar por qué falla en sus pronósticos (…) para mí que el general estuvo a punto de perder”.
Yo no soy analista ni quiero serlo. Todo cuanto escribo tiene sus orígenes, fundamentalmente, en experiencias propias, en lo que me ha tocado vivir, pero también en lo que intuyo y en lo que he observado y escuchado de la gente más sencilla de mi pueblo. Los analistas ven las cosas más importantes del mundo y ven el universo con todas sus constelaciones; yo sólo veo la hoja seca que arrastra el viento en la calle y el brillo de una sola estrella.
Guatemala, noviembre 7 de 2011
- Godo de Medeiros es escritor. Guatemala, Centroamérica
https://www.alainet.org/es/active/50718?language=es
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