Foro Social Mundial: La Amazonia maltrecha y al debate

11/02/2009
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El Foro Social Mundial que acaba de concluir en la ciudad de Belén de Pará, Brasil, tuvo como escenario de fondo La Amazonia: un enorme bioma heterogéneo que alberga un tercio de las variedades genéticas del planeta.  Según el profesor Aziz Ab´Saber, citado por la fundación Mauricio Grabois de Brasil para un seminario sobre Amazonía sustentable, ella posee 22 subsistemas regionales y se estima que contiene 60 mil especies de plantas, 300 de mamíferos, más de 2000 especies de peces y más de 2.5 millones de especies de insectos.  En ella habitan 400 grupos indígenas distintos.  Se habla de la Amazonia como un recurso para las nuevas biotecnologías, se habla de ella como fuente de recursos energéticos fósiles e hídricos, se habla de ella como una gran cuenca hidrográfica que contiene el 20% del agua dulce del planeta, se habla de ella desde la geología asignándole un valor incalculable por sus minerales.  La Amazonia ha sido colonizada por el discurso racional de las ciencias y disciplinas normales y lo será por el afán desarrollista de la izquierda y de la derecha, a menos que surjan fuerzas sociales poderosas que le den sentido simbiótico a la presencia milenaria y sustentable de grandes poblaciones en esta región.

Actualmente la agenda de colonización no ceja su presión, avanzando a través de nuevas formas de dominio y mercantilización de la vida, e instalándose destructivamente a sangre y fuego en el los paisajes amazónicos y en los corazones de las culturas que los habitan.  Este modelo reproduce la progresiva dominación y el sometimiento de las sociedades y de la naturaleza bajo el sino de la economía capitalista, del desarrollo, de la propiedad privada y de la libre empresa, conduciendo al desastre ambiental, climático y económico que ya se vislumbra.  Tal colonización ha llegado a sustentarse en nuestros días en nombre de la democracia, del beneficio de las naciones que ejercen soberanía sobre esta región, en nombre del progreso.  Es así que países como Brasil, de quienes esperaríamos posiciones más críticas frente a los espejismos del neo-capitalismo verde, pueden entrar en una carrera vertiginosa de trasformación de la Amazonia, incluso con políticas de conservación en importantes áreas de ella.  Es necesario, en este sentido, que el ambientalismo crítico y raizal levante la mirada para ir más allá de ese inmediatismo tempo-espacial que no advierte las consecuencias caóticas de tal modo de intervención.

Estamos pues, siendo testigos, a veces impávidos, de la manera como en esta región, que aún podría ser un baluarte de un nuevo sistema socio-ecológico, e incluso de una nueva era civilizatoria, se despliegan las corrosivas maquinarias tecno-culturales, burocráticas y de subjetivación propias del sistema político y económico de la civilización colonialista-capitalista que a veces se presenta con rostro social-democracia, pero que ya demostró su capacidad destructiva y declinó su promesa emancipadora ante las ambiciones de élites trasnacionales y de emergentes élites económicas.

Entregar a actores presos de la lógica del mercado y de una perspectiva inmediatista y egoísta la gobernabilidad económica y la responsabilidad sobre las decisiones que comprometen la supervivencia de los pueblos y de las culturas amazónicas se está convirtiendo en un acicate para la catástrofe.  Entre tales actores, además de las corporaciones trasnacionales o de las élites económicas y burocráticas nacionales e internacionales, hay que incluir a las grandes ONGs de la conservación que, con la piel de oveja, hablando en nombre de la ecología y de la sociedad civil, se arrogan el derecho a hablar de justicia económica y ecológica, cuando no son otra cosa que instrumentos de un novísimo modelo de un acumulación de capital, que habla el discurso de la conservación y de la ecoeficiencia, mientras oculta su naturaleza mercantilista y sus socios corporativos capitalistas.  Ellos, aunque hablen a favor de la justicia ambiental, de incorporar el derecho de las generaciones venideras y de los seres vivos, carecen de la sensibilidad y de la responsabilidad ética para entender e incorporar en las decisiones contemporáneas las preferencias y condiciones subjetivas y objetivas de aquellos por quienes dicen abogar.  Son entidades y seres presos de sus propios e infelices intereses inmediatistas.  Les domina su fascinación por instrumentos como la REDD, como los bonos de carbono, como el pago por servicios ambientales; se ocultan bajo la oferta del crecimiento del empleo, del bienestar, del control de la contaminación, de la reducción del stock de carbono en la atmósfera, de los beneficios unilaterales de la tecnología sin advertir sus efectos iatrogénicos.  Su actitud es torticera, sacrificando con engaños la posibilidad de un mundo sustentable y posible.

En nuestra región latinoamericana, muchos de los emprendimientos que se hacen a nombre del desarrollo o de la creación de corredores de conservación sobre los territorios amazónicos, el Chocó biogeográfico, el Gran Chacó y las planillanuras del norte del subcontinente tienen como consecuencia la erosión de la diversidad cultural y biológica, y la pérdida de estrategias de vida construidas por los pueblos que allí habitan.  Estos grandes emprendimientos atrapados por la codicia sólo engendran nuevas injusticias e infelicidad.  Desde esta perspectiva resulta deprimente preguntar quién reparará las consecuencias de estas nuevas injusticias a sabiendas de que ni siquiera se han reparado las viejas consecuencias del saqueo colonial.  El resultado es claro y consiste en la profundización de las deudas social y ecológica, fruto de las injusticias pasadas y de las injusticias presentes que no encuentran, ni encontrarán, posibilidad alguna de resarcimiento en el marco de las relaciones políticas y económicas actuales.

Ahora, en nombre de la salvación de los males que el sistema está provocando se nos ofrecen nuevos sacrificios: hay que permitir y fomentar la nueva colonización de la Amazonia para que así sea posible la salvación del planeta o el alivio de la pobreza en los países titulares.  Hay que permitir y fomentar que los pueblos que han desarrollado estrategias de vida simbióticas con la selva se entreguen a las veleidades del desarrollo y del consumo.  Se ofrecen nuevos paraísos de algodón de azúcar como, por ejemplo, Mecanismos de Desarrollo Limpio, impuestos ecológicos, transacciones de deuda por conservación y otras soluciones impostadas que dejan a las sociedades atrapadas en estrategias remediales, sin afectar las causas de los problemas ni trasformar la estructura capitalista y los fines egoístas que la sustentan.  Esta reproducción de la desigualdad se inserta en la continuación de los procesos históricos de sometimiento de la naturaleza a situaciones de mercantilización y de las culturas a realidades de colonización mental y destrucción cultural.  Esta perspectiva de salvación de las élites, especialmente del Norte, somete a nuestros territorios a lógicas de dominación y saqueo, somete las economías a procesos de intercambio ecológico desigual, somete la democracia al autoritarismo, a la dominación y a la manipulación ideológica.  La acción mediática y las pequeñas ayudas localizadas erosionan la fuerza de la sociedad y atomizan su capacidad de respuesta.

El FSM realizado en la Amazonia dejó abierto este debate central que deberá ser estimulado por nosotros los ambientalistas.

- Hildebrando Vélez. CENSAT Agua Viva, Amigos de la Tierra Colombia

https://www.alainet.org/es/articulo/132332
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