Es hora de cambiar y de construir alternativas

13/11/2008
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La crisis del café

Hace pocos años, cuando en Guatemala se declaró la “crisis del café”, fueron los humildes campesinos que más sufrieron su impacto, perdiendo su empleo, y las familias de los “mozos colonos” tuvieron que abandonar las fincas, ya que muchas de éstas cerraron operaciones, por no encontrar demanda a su oferta. Pero, además de la tragedia que causó en tantos hogares y comunidades, la crisis también abrió, inesperadamente, una puerta.

Ahora, por fin, así se dijo, la reforma agraria integral dejará de ser un tabú y se convertirá en una alternativa viable. Con tantos latifundios abandonados y tierras convertidas en ociosas, sus dueños estarían dispuestos a deshacerse de medios tan improductivos. Además, ya que muchos de ellos no estuvieron en la capacidad de cumplir con sus obligaciones patronales, acumulando muchas quincenas, a veces durante años, de no haber pagado salarios, surgió una forma elegante para respetar el contrato con quienes estaban ahora endeudados, mediante la entrega de una extensión de tierra, donde al menos para su supervivencia podrían sembrar y cosechar los despedidos y los excluidos a cambio de salarios e indemnizaciones nunca recibidos…

Sabemos que esta “reforma agraria” obligada por las circunstancias aún no se ha podido llevar a cabo con el éxito esperado. Fueron desalojados violentamente una y otra vez los campesinos que, desesperados por conseguir una tortilla y calmar el hambre de sus hijos e hijas, ocuparon las fincas donde anteriormente habían laborado. Y aquellas pocas familias que por fin lograron unas tierras donde vivir y trabajar, lo lograron a costa de endeudamientos que penden sobre sus cabezas como una nueva forma de esclavitud. Es una de las conclusiones a las que llegó Irma Alicia Velásquez Nimatuj en su estudio “Pueblos indígenas, Estado y lucha por la tierra en Guatemala”, publicado recientemente por AVANCSO.

A pesar de las resistencias contra el cambio en la estructura agraria de Guatemala, donde es extrema la concentración de buenas tierras en pocas manos, por lo que somos uno de los países más desiguales del mundo entero, la alternativa se mantiene como una agenda tan válida como urgente en las luchas campesinas de hoy y de mañana. La crisis del café contribuyó a aclarar la justeza de este proyecto: un proyecto ajustado a los clamores y a las exigencias del momento.

Crisis financiera global

Saltemos ahora a otra crisis, la crisis financiera, originada en Estados Unidos y globalizada hasta hacer estragos en la totalidad de las naciones del planeta. Los bancos están por derrumbarse y solo se mantienen gracias a la inyección de millonadas y billonadas de dólares, entregadas por el Estado, es decir, por los ciudadanos y ciudadanas que pagan impuestos.

Tal vez no sea comparable esta crisis financiera mundial con la crisis del café que se sufrió en Guatemala y en otros productores del grano, en cuanto a tamaño. Pero sí es comparable en la crisis social que ambas provocaron. Quienes sufren son los más pobres y vulnerables. A los banqueros les socorre el Estado “para salvar el sistema”, pero a los pequeños, nadie les socorre.

Pero, además del desastre, otro punto de coincidencia es que también la crisis financiera en Estados Unidos y el mundo entero abre una puerta, inesperadamente. Ahora, por fin, se ve posible cambiar de raíz el “sistema mundo”. Ahora, como nunca, se evidencia a inviabilidad de los planteamientos neoliberales que por tres décadas han permitido el manejo irresponsable de los recursos del mundo por los grandes financieros. El mismo Alan Greenspan, anterior cabeza de la “Reserva Federal” estadounidense, reconoce haberse equivocado al recomendar la “desregulación” de la economía por parte del Estado. El mismo Francis Fukuyama, uno de los ideólogos que elaboraron la teoría del “fin de la historia”, al declarar el capitalismo como única vía que quedó después de la desaparición de los “socialismos reales” en Europa del Este, retrocede y reconoce que aquella única vía no fue ninguna vía.

Hoy regresa el Estado, ayer condenado a adelgazarse y a no meter sus narices en el Mercado y en la dinámica económica. Urge que retome su papel de regulador. El capitalismo neoliberal ya se esfumó como sistema viable.

Cambiar imágenes y pensamientos


Esta puerta abierta, por la crisis mundial, a nuevas formas de organizar la vida en la Tierra, al igual como la puerta abierta por la crisis del café en nuestro país, encontrará muchas resistencias. Quienes se han adueñado de la tierra y sus riquezas, no fácilmente van a abandonar sus recursos y sus lujos. Los cambios económicos y políticos no se realizan con prontitud. Y con menos prontitud aún se cambia la mentalidad para realizar aquellos cambios.

Al crear sistemas de producir y distribuir bienes y servicios y al crear sistemas de ordenamiento socio-político para apoyar aquella economía, los seres humanos también producimos formas de pensar e “imaginarios sociales” que funcionan como el cemento que solidifica tal sociedad. Las ideas e imágenes que sobre la realidad llevamos en la cabeza y en el corazón, se han incrustado ahí como si fueran algo “natural”.

No fácilmente nos imaginamos una sociedad donde no sean unos pocos quienes acumulan la riqueza y el poder, mientras otros muchos sufren pobreza y escasez. Nos cuesta cambiar nuestra imagen de Guatemala como el “orden finca” y sobre el mundo según el “orden neoliberal”. Incluso quienes somos críticos de ese orden, no fácilmente podemos sustraernos a sus efectos condicionantes. No fácilmente creemos posible la construcción de otro mundo.

Sin embargo, la crisis actual nos empuja a otros pensamientos y a nuevas imágenes. El pasado “septiembre negro” de Wall Street nos demuestra la posibilidad de una era totalmente diferente. Es hora de pensar y de construir alternativas.

Guatemala, 11 de noviembre del 2008.

Juan Vandeveire
CENINF/ AVANCSO

Fuente: Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO)

http://www.avancso.org.gt


https://www.alainet.org/es/articulo/130836

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