Notas para una dialéctica del entendimiento

03/10/2007
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¿Cómo funciona la estructura del entendimiento?

Parcelando[i]. Hegel antepone a la Totalidad como reverso negativo el entendimiento; de allí la dialéctica. En otras palabras, existe una contradicción (tensión) entre la unidad esencial del proceso real y la unilateralidad de la facultad humana del pensar que se orienta hacia el fenómeno parcial:

sucede que la realidad tiene como momento la parte, la cualidad, la manifestación singular, y que el pensamiento puede reaccionar frente a la conexión de fenómenos de una manera particular representándola: ella se refleja como unidad ya en la acción preteórica e inconsciente del pensamiento ordinario” (Kofler, 1974:72)

ENTENDIMIENTO = UNIDAD + PARCELACIÓN


El origen de esta unidad parcelante y totalizadora del entendimiento se sustenta en que la inteligencia humana en su origen y desarrollo histórico-biológico y ante la necesidad de habérselas con la realidad, se adecuó a la índole contradictoria de ésta y se forjó una forma de reacción conceptual congruente con ella. La conciencia dialéctica se dinamiza en dos movimientos

a) separar y abstraer lo individual del torrente de relaciones y nexos de la realidad (le cautiva, capta su atención)
b) toda actividad humana se encuentra suspendida dentro de un cuerpo más amplio de interrelaciones de la que el ser individual adecuado a su interés particular puede captar desde su cercanía.

Así, su (praxis) trabajo despliega esa movilidad creadora descubriendo nuevos caminos más allá de los establecidos de manera conciente dentro del campo limitado de acción particular. Toda actividad en su simulacro de aislamiento esta irremediablemente entrelazada con el proceso total.  En resumen, con la dialéctica podemos afirmar que el entendimiento se comporta a la vez de manera inmediata y mediadora, dado que toda apropiación del mundo circundante por el hombre conciente es contradictoria pues responde a la a la estructura contradictoria de la realidad = plenitud cualitativa (oposición) + unidad.

Quedan planteadas dos posibilidades del entendimiento. Pero antes, recalquemos que su origen es la praxis.

a) La concentración de manera unilateral en una actividad, fenómeno, parcela de la realidad, precisa su objeto cautivante;
b) esta capacidad abstractiva y aislante nos permite reconstruir con modelos más o menos complejos la realidad, a veces, de manera inconsciente y espontánea a esta le denominamos “intuición” que eminentemente pertenece al círculo de las vivencias.

Es una facultad casi misteriosa donde las ocurrencias o inspiraciones nacen de manera repentina e inesperada, pero en su mayoría nítidamente delineada, esto pues reflejan la conexión real de los fenómenos vivenciados por el hombre cognoscente. Ello nos lleva a plantarnos el papel fundamental de la EXPERIENCIA. El proceder del entendimiento queda planteado en un movimiento inverso, a saber, nos apropiamos de forma “intuitiva” de la totalidad sólo a través de la apropiación de las partes aisladas y abstraídas desde la praxis. El entendimiento es inmediato y mediador.

La fantasmagoría está en asumir la capacidad de tomar concientemente y de manera separada una u otra actitud-capacidad del entendimiento “la racionalista-ilustrada” o “la intuitiva-romántica”. La verdad, es que, son inseparables. Lo anterior, devela como históricamente el pensamiento de la Totalidad es posterior, tardío y ocultado por su opuesto: el que se ajusta al entendimiento parcelario, o sea,

“la vivencia de la totalidad permanece naturalmente oculto por más tiempo al espíritu teórico que el comportamiento parcelante del sano entendimiento común” (Kofler, 1974:74)


La “Totalidad” puede ser entendida como la capacidad de conceptuar los fenómenos como unidad. La separación unilateral entre racionalismo e intuición no es otra cosa que metafísica, el pensamiento dialéctico capta la realidad y construye modelos que dan cuenta de esta unidad:

MOMENTO + TODO.


La hipótesis-interpretación (“y esto percibo”, deslinde)[ii] es la capacidad del pensamiento para anticipar de manera creativa el resultado a comprobar con exactitud y ello es posible porque la conciencia vivencia la realidad como un todo, como conexión fluyente; donde todos los fenómenos se condicionan, se apoyan y se traspasan. Esta condición intuitiva de la experiencia de la totalidad es anterior y objetiva. La posterior experiencia conciente se apropia de manera parcelaria y metafísica de la realidad. Es decir, el proceder empirista e inductivo es precario; le es necesaria la deducción. El entendimiento teorético procede tomando conciencia de los datos inconscientes de la experiencia intuitiva a través de los datos conocidos haciendo conexiones hipotéticas. El puro empirismo que desprecia toda teoría, desprecia el pensamiento y desconfía de la intuición se transmuta en metafísica espiritista.

El pensar dialéctico procede a la verdad a través de la generalización (desde lo concreto hasta lo abstracto), para lo cual le es necesaria la capacidad aislante. Lo que no se percibe como aislado es casi imposible introducirlo luego en una conexión general (dialéctica es: unidad + identidad de los opuestos). El pensamiento mantiene separado en su distinción los momentos de un objeto que permanecen ligados en la realidad, esto es entendimiento ó sentido común (opuestos no-mediados, pura metafísica). Esto es así, pues no podemos “representarnos” el movimiento en nuestra mente sin romper lo continuo, sin parcelarlo, sin matar lo vivo. Esto vale también para la sensación. Toda conceptualización es matar el objeto al cual se conceptualiza. (El ideal científico es la perfección carente de vida). El pensar dialéctico acomete mediante mediaciones comprensivas a todos los fenómenos en cuestión dentro de una Totalidad, intentando hacer “saltar” la raíz última (esencia) de esos fenómenos a fin de superarlos como fenómenos. 

Todo entendimiento no-dialéctico (científico empirista ó racionalista) es una fantasmagoría que se desangra en su objetividad ilusionista del “dato”, del “hecho” divinizado (metafísico), degenerando en un grotesco fanatismo de lo “fácticamente dado” (ideología cosificada). En otras palabras, sería sólo aprehensible lo asilado y lo descriptible con “exactitud”. Se funda así una ciencia de los hechos, una pura pedantería que no reconoce los hechos en su contenido interno; su modelo epistemológico (con consecuencias ético-políticas) se impone como tarea osada (subjetiva) la de dominar (“voluntad de poder”, Nietzche) racionalmente la materia dada al conocimiento, concebirla (la realidad) como algo unitario y ordenarla sistemáticamente bajo conceptos y principios.

Su proceder es homogéneo y vacío, confundiendo el fenómeno y su esencia, por ello sus resultados son modelos de “interpretación” arbitraria: acriticidad fáctica, más la errada creencia de captar la esencia de los fenómenos por elaboraciones formales de sus conexiones.

En resumen, toda conceptualización mecánica de los “hechos” confunde la verdad con la propia imaginación del investigador y la veneración del “dato” olvida su “jeroglificación”[iii]. Tras la máscara de la afinidad se esconde un profundo abismo.

Bibliografía
. Devereux, George. De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento. México: Siglo XXI,  1983.
. Kofler, Leo. Historia y Dialéctica.  Buenos Aires: Amorrortu editores, 1974.

NOTAS


[i] En su momento Jean Batista Vico lo hizo notar esta capacidad metodológica del pensar.

[ii] Estos conceptos entre paréntesis pertenecen a la obra de Devereux. Según este autor  las transferencias se dan en todo proceso comunicativo y en su mayoría no son concientes. Por su parte la contra-transferencia responde a los “insight”  del investigador y son finalmente los punto clave de su quehacer “objetivo” es cuando dice “y esto percibo” “…hablando objetivamente, el paciente produce dos tipos de información: el primero consta de información que el sabe que comunica y además tiene la intención de comunicar. El segundo es la información que comunica “intencionalmente” y “entre líneas”, sin darse cuenta que lo hace” (Debereux, 1983:362). Por su parte, un deslinde es por definición: (a) móvil y su desplazamiento es discontinuo, (b) su ubicación responde a una corrección de tiro y (c) nos permite pasar de una disposición experimental a otra.

[iii] Jeroglífico acusa aquí a su carácter mecanicista, fetichista y cosificador: “representaciones ordinarias que someten la conciencia a una figura alienada” (Kofler, 1974:84) Un jeroglífico no capta (por ejemplo) la cosificación y objetivación de la conciencia del hombre, esto es, la contradicción entre ser individual y ser objetivo.

Javier Torres Vindas

Sociólogo y linotipista

https://www.alainet.org/es/articulo/123569?language=es
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