Bolivianas explotadas luchan por sus derechos en Suiza

18/07/2006
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Ginebra Dos mujeres bolivianas, cuyos derechos fueron vulnerados en Suiza, hoy libran una batalla legal para obtener una compensación por los daños físicos y morales sufridos en su búsqueda del sueño europeo, que se les convirtió en pesadilla, según la Asociación de Defensa de Trabajadores (ADETRA). El Presidente de ADETRA, el colombiano Hugo Guarín, dijo que los casos más complicados que atiende la institución afectan a una boliviana que fue contratada por una francesa para controlar y limpiar un prostíbulo, disfrazado como cabaret, y a otra empleada de una familia turca que no quiso hacerse cargo de la fractura de su brazo y la obligó a seguir trabajando con un salario muy bajo. Esos casos se presentan en un país donde cada vez hay más bolivianos, sobre todo del oriente del país, que en muchos casos han logrado cierta estabilidad económica a pesar de estar sin papeles, pero que en otros enfrentan explotación y malos tratos. Pesadilla nocturna Hugo Guarin, describió los dos casos en los siguientes términos: Norah, paceña de 38 años, fue contratada por una francesa, Felicia, que dirigía un cabaret en el cantón de Vaud, contratando prostitutas llegadas del Tercer Mundo a quienes les quita el pasaporte y no les cumple con el salario prometido de 1.500 dólares por mes, sino solamente 600 dólares bajo el pretexto que el resto es para los trámites administrativos y el alquiler de su vivienda. Cada una de las cinco prostitutas generan a la propietaria casi dos mil dólares por noche. Norah debía controlar que no hubiera clientes clandestinos para las prostitutas, o sea que no ganaran dinero extra por sus servicios. Norah no era prostituta, cumplía con el aseo del local de 400 metros cuadrados, era camarera y trabajaba de 17 a 18 horas al día por un salario de 1500 dólares, de los cuales solo recibía 400 dólares y en los últimos cuatro meses no recibió nada. Cuando Norah reclamó su salario, Felicia la amenazó con hacerla expulsar porque tiene amigos y clientes muy influyentes, algo que se puso en evidencia cuando el Sindicato ADETRA intentó que se cumplan las demandas salariales, bloqueadas sistemáticamente en el distrito de Vevey. El primer tribunal decidió que Norma debía ser indemnizada con 2.200 dólares, lo cual es una burla para ADETRA, que ha planteado otro recurso, tras demostrarse la impunidad de un negocio de esa naturaleza. Con el brazo quebrado Magdalena, cruceña de 40 años, fue contratada por una familia de origen turco, para que enseñe inglés a su niño y que trabaje además por tiempo completo en oficios domésticos. Ella sufrió un accidente de trabajo y se quebró un brazo con dislocación del hueso y así fue obligada a trabajar durante dos meses sin que sus patrones se dignaran hacerla ver por un médico. Cuando los dolores eran insoportables y solo podía trabajar con la mano izquierda, la enviaron a un médico de la familia turca, quien dijo que no había nada grave, mientras los turcos le pidieron su pasaporte para hacerla expulsar sin contemplaciones, luego de pagarle un salario miserable de 700 dólares, a pesar de ser una persona trilingüe y calificada. Ellos se ufanaban de tener amigos entre las autoridades y lo probaron autodenunciándose por emplear gente no declarada o sin papeles. Cuando ADETRA conoció el caso vimos horrorizados el hueso que salía del brazo, la obligamos a hacerla operar de emergencia, desmintiendo la idea de que desde el hospital la iban a expulsar. Los patrones, obligados por el sindicato, le tomaron seguro con retroactividad y lograron que el seguro pague la operación, pero ellos la despidieron sin indemnización y debiéndole dos meses de salario y horas extras. El Sindicato pidió una indemnización de cien mil dólares por los tres años de trabajo, pero el primer tribunal otorgó apenas diez mil, lo que obligó a la apelación de ambas partes, por lo que el caso está pendiente.
https://www.alainet.org/es/articulo/116117
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