Guatemala: Conflictividad y escándalos por corrupción
23/03/2004
- Opinión
El destape de los hechos de corrupción cometidos durante la anterior
administración, el debate político que rodeó la destitución de funcionarios
como el Fiscal General de la República y el Contralor General de Cuentas de
la Nación, la confirmación de que dinero sucio financió la campaña electoral
de algunos partidos políticos, entre otros conflictos sociales y laborales,
son algunos elementos del contexto nacional que dieron inicio a la gestión
gubernamental de Óscar Berger.
Lo anterior conforma un ambiente de conflictividad y escándalo que, por
varias semanas, ha ocupado el interés de los medios de comunicación y de la
opinión pública, con lo que son muchos los aspectos que están quedando fuera
del análisis y la valoración respecto de los primeros dos meses de gobierno.
Por ejemplo, poco se ha dicho de las características de fragilidad e
inseguridad política de la nueva administración, el nulo avance hacia la
construcción de una agenda nacional de trabajo; la aparente inviabilidad de
un entendido político con los partidos de oposición; y las inquinas internas
entre los grupos que hacen gobierno, que eventualmente podrían minar la
estabilidad en el entorno presidencial.
En cuanto a los conflictos de calle, podría decirse que algunos son nuevos y
hasta estimulados a propósito, como es el caso del transporte pesado; otros
se han reanudado, como el desalojo de fincas, o las ya tradicionales
relaciones de confrontación entre maestros y autoridades educativas; a lo
que se agrega la precariedad financiera del Estado y la inestabilidad
política en el Congreso de la República.
En efecto, desde los primeros días de su gestión, la ministra de Educación,
María del Carmen Aceña, ha afrontado protestas, marchas y hasta acciones
legales en su contra, por parte de maestros inconformes con la revisión de
las plazas que dejó presupuestadas la administración anterior. El gobierno
de Alfonso Portillo dejó intencionalmente activada esta bomba de tiempo,
pues la medida respondió a intereses partidarios y, además, había plena
conciencia de que la precaria condición económica de la cartera de Educación
dificultaría cumplir con este compromiso.
Asimismo, desde febrero, los trabajadores del transporte pesado tomaron
medidas de hecho en protesta por la decisión municipal de prohibirles el
tránsito durante las "horas pico" por las principales vías de la capital.
El problema cobró gran magnitud cuando, ante la gravedad de las protestas,
se ordenó la intervención de las fuerzas combinadas –Policía Nacional Civil
y Ejército- para reprimir las acciones que estaban creando ya riesgos para
la vida de las personas. Como resultado de esto, tuvo lugar el primer caso
de uso de la fuerza y los pilotos capturados afrontan actualmente cargos
penales por terrorismo.
Resalta en este problema la nula comunicación y coordinación entre la
municipalidad capitalina y el gobierno central, pues las rencillas
personales entre el Alcalde y el Presidente, que datan de hace varios años,
no permitieron realizar un trabajo conjunto. Además, se presume que con
estas acciones se buscaba crear un nuevo conflicto político al gobierno, y
que el ex vicepresidente Francisco Reyes López habría participado
activamente en esto, pues varias unidades de transporte pesado de su
propiedad estuvieron involucradas en las protestas.
En el interior del país, uno de los problemas que se ha reactivado con
fuerza y que ha tenido poca cobertura en los medios de comunicación, es el
desalojo de fincas, tema que se mantuvo estratégicamente paralizado durante
gran parte de la administración anterior. Coincidentemente, las órdenes de
desalojo se agilizaron en los tribunales de justicia a partir de la toma de
posesión del nuevo gobierno, con lo cual se evidencia la intención de
estimular un conflicto de los más sensibles y explosivos.
Se destapa olla de corrupción
El mayor impacto durante los primeros 45 días de este nuevo gobierno, sin
embargo, lo ha generado el destape de los casos de corrupción atribuidos a
la pasada administración. Entre estos destacan: el saqueo de más de 62
millones de quetzales a la Superintendencia de Administración Tributaria
(SAT), por el ex titular Marco Tulio Abadío; y la destitución del Contralor
General de Cuentas de la Nación, Óscar Dubón Palma (1), acusado de haber
utilizado dinero del Estado para financiar a partidos políticos; y se le
investiga por haber cobrado dos cheques provenientes de una empresa
vinculada al desfalco millonario del Instituto Guatemalteco de Seguridad
Social (IGSS).
Además, el caso del desfalco millonario y lavado de dinero en el Crédito
Hipotecario Nacional (CHN), en el que aparentemente están involucrados,
entre otros, el general Francisco Ortega Menaldo, su esposa Patricia Arana y
José Armando Llort, quien fungió como presidente de esa institución
bancaria. Por último, el caso de la Conexión Panamá, que involucra a altos
funcionarios de la administración anterior, principalmente al ex presidente
Alfonso Portillo (2).
En los dos casos de la SAT y la Contraloría General de Cuentas, destaca el
hecho de que parte del dinero desfalcado fue utilizado para financiar las
campañas electorales de los partidos de Avanzada Nacional (PAN) y Unión
Nacional de la Esperanza (UNE). Abadío habría destinado a la UNE
aproximadamente 1.8 millones de quetzales; mientras que Dubón Palma habría
triangulado, a través de la organización Amigos en Acción, unos tres
millones de quetzales a favor de los partidos mencionados (aún no se sabe si
otros partidos también recibieron este tipo de donaciones). Todo apunta a
que estos ex funcionarios estaban comprando apoyo partidario para permanecer
en los cargos.
Esta situación ha tenido consecuencias: en primer lugar, el desprestigio
público de ambas organizaciones políticas, principalmente de sus líderes
Álvaro Colom (UNE) y Leonel López Rodas (PAN), y de otros dirigentes
partidarios que ahora son perseguidos penalmente. En segundo, la renuncia
de varios diputados de la UNE, por lo bochornoso del caso.
Como era de esperarse, los partidos afectados están denunciando linchamiento
y persecución política en su contra, debido a que las acciones del
Ministerio Público están concentradas en capturar y someter a juicio a
dirigentes partidarios, mientras que los procesos judiciales contra los ex
funcionarios no avanzan. Persecución política o no, el hecho es que ambos
partidos están en el centro de la controversia no sólo por el uso de dinero
sucio en la campaña, sino también por sus vínculos con los ex funcionarios y
por articulaciones políticas que han quedado al descubierto.
En apariencia, al gobierno le favorece la exposición que sufren el PAN y la
UNE, cuyos diputados han creado ya fuertes dolores de cabeza por su actitud
de oposición en el Congreso. Sin embargo, esta situación podría obstruir
eventuales negociaciones en el mediano y largo plazo, cuando el presidente
Berger requiera realmente el apoyo de estos partidos para hacer viable la
agenda del gobierno; y también podría hacer que ambas organizaciones sufran
daños considerables en su legitimidad como contrapartes en un proceso de
diálogo o negociación.
Pugnas en la fiscalía
Otro tema controversial fue lo ocurrido en torno al Ministerio Público (MP),
entidad que aún no se recupera de la presión política a la que ha estado
sometida, razón por la cual muchos casos de corrupción continúan existiendo
solamente como informaciones publicadas en los medios de comunicación, pero
no han tomado forma de casos judiciales.
Esto tiene su origen en el deplorable estado en que se encuentra el MP por
razones de manipulación histórica, por las argucias del ex fiscal general
Carlos de León Argueta y por la reciente llegada de un nuevo jefe a la
institución. La presión para resolver estos casos es fuerte, ya que por la
inacción del MP varios implicados en los casos de corrupción se han fugado
exitosamente al extranjero y de otros no se conoce paradero.
En esta línea, el tema político más sensible que le ha tocado enfrentar a la
administración actual, es la presión que se generó por parte de diversas
organizaciones de la sociedad civil, aunado al interés del gobierno, para
remover del cargo de Fiscal General a De León Argueta.
Tras varias semanas de enfrentamiento público entre el Presidente y el
Fiscal General, el 24 de febrero el presidente Berger destituyó del cargo a
de León Argueta y en su lugar nombró a Juan Luis Florido, quien para
entonces fungía como diputado electo por la gobiernista Gran Alianza
Nacional (GANA) y miembro del partido Movimiento Reformador (MR).
Mucho debate jurídico y político suscitaron estas acciones en cadena, por
cuanto hay dudas sobre la legalidad y la constitucionalidad en el
nombramiento de Florido, así como por su pertenencia a la coalición
gobiernista y al MR. Las acciones de inconstitucionalidad interpuestas por
un particular y por las organizaciones Grupo de Apoyo Mutuo, Instituto de
Estudios Comparados en Ciencias Penales y el Centro de Acción Legal en
Derechos Humanos, dilucidarán si este nombramiento es constitucional y
legal. No obstante, permanece la duda de si Florido podrá garantizar la
autonomía política y funcional de la institución, dada su afinidad con el
gobierno y el MR.
Como es posible observar, el nuevo gobierno se ha enfrentado hasta el
momento a fuertes conflictos y obstáculos que dificultan su gestión. De
alguna manera, esta situación no permite ver con claridad los tropiezos del
nuevo gobierno; y dificulta observar que esta nueva administración empieza a
moverse sobre líneas frágiles e inseguras.
La humareda que provocan los escándalos de corrupción, acerca de los cuales
cada día salen nuevas revelaciones, distrae la atención de la opinión
pública y del mismo gobierno. No ha habido espacio suficiente para que los
nuevos gobernantes tracen con claridad sus líneas de acción. No hay algo
que sea realmente nuevo. Sólo hay anuncios como el relanzamiento de la paz
y del Pacto Fiscal; la renovación del compromiso para crear la Comisión
Investigadora de Cuerpos Clandestinos de Seguridad y otros pocos temas, que
se han ahogado o han pasado inadvertidos en medio de las correntadas de
corrupción que salen a luz diariamente.
Precariedad fiscal
Es claro que, además de los conflictos y problemas ya señalados, la
verdadera presión que hay sobre el gobierno de Berger es la carencia de
recursos del Estado.
Las fuertes sumas de dinero público desviado a cuentas personales de los ex
funcionarios; un presupuesto antifuncional y estratégicamente mal
distribuido que fue diseñado para el año 2003 y no para el 2004; más los
altos índices de evasión fiscal y una baja recaudación tributaria, son
obstáculos que no permiten paliar esta precariedad financiera y ponen al
gobierno en una situación complicada.
Con relación al presupuesto, existe la posibilidad de reestructurarlo
conforme a las necesidades del nuevo gobierno. Para esto, el Ministerio de
Finanzas Públicas debe elaborar una propuesta que sea suscrita por el
Organismo Ejecutivo y sometida a la aprobación del Congreso de la República.
Es posible que en el Congreso no haya una recepción positiva, debido a que
el llamado "pacto de gobernabilidad" entre las bancadas de la GANA, la UNE y
el PAN está "suspendido" por la persecución que el MP ha enderezado contra
miembros de estos partidos, vinculados a la recepción de dinero sucio
procedente de la SAT y de la Contraloría.
Por aparte, el gobierno también pretende captar más recursos por medio de la
reactivación del Pacto Fiscal y su puesta en práctica. Esto en el marco del
relanzamiento de la paz, propuesta que fue presentada a finales de febrero y
que levantó algunas expectativas en la sociedad civil.
El gobierno pretende tratar, en el marco de los Acuerdos de Paz, además del
tema fiscal, el Programa Nacional de Resarcimiento, la conformación del
Consejo Asesor de Seguridad (CAS), la aprobación del convenio para crear la
Comisión Investigadora sobre Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de
Seguridad (CICIACS), la reconversión del Ejército, una estrategia de
desarrollo rural y una plataforma indígena de diálogo.
Estos temas han sido impulsados fundamentalmente por el vicepresidente de la
República, Eduardo Stein, algunos de sus colaboradores más cercanos y
funcionarios como el titular de la Comisión Presidencial de Derechos
Humanos, Frank La Rue, debido al bajo perfil que ha mostrado desde el inicio
de esta administración el secretario de la Paz, Víctor Montejo. El objetivo
supuestamente es dinamizar el cumplimiento de los acuerdos de paz, retomando
temas importantes.
Dentro de este paquete, el tema del Pacto Fiscal resalta sobre los demás,
puesto que es estratégico para el nuevo gobierno. Por tal motivo, se ha
reconstituido la Comisión de Seguimiento, instancia que estuvo virtualmente
anulada durante la gestión de Portillo, debido a falta de voluntad política.
Ahora bien, habría que evaluar hasta dónde llega la voluntad política de
este gobierno para afrontar el fuerte compromiso que significa el
relanzamiento de la paz. También será necesario observar qué medidas
concretas tomará este gobierno para avanzar sustancialmente en el
cumplimiento de estos acuerdos. Por el momento, la antigua Comisión de
Acompañamiento ha desaparecido y en su lugar funciona, para la transición,
una Comisión de Paz integrada, entre otros, por representantes de los
sectores académico, pro justicia, sindical, indígena y gubernamental.
1) Dubón Palma huyó del país el 2 de marzo. Al día siguiente fue capturado
en Nicaragua y repatriado a Guatemala. Ahora guarda prisión en el Preventivo
de la zona 18. Abadío, por su lado, abandonó el país en febrero y tiene
orden de captura internacional en su contra.
2) Pese a que siempre aseguró no temer a los tribunales, el ex presidente
Portillo huyó del país hacia México a principios de febrero.
https://www.alainet.org/es/articulo/110044
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