Ley de Responsabilidad Social en Venezuela:
En busca de una sociedad más comprometida... consigo misma
12/08/2003
- Opinión
Hablar de responsabilidad social en este país en ebullición, no resulta
fácil, sin embargo, tal vez por esa misma razón, es por demás urgente su
presencia en la agenda cotidiana de los venezolanos y no solo de los entes
políticos y comunicacionales.
Es en esta "atmósfera" que diariamente vivimos, y a la que, sin embargo, nos
resistimos a acostumbrarnos, donde el tema de la libertad de expresión y su
correlato, el derecho a la información, es uno de los más discutidos y más
cuestionados por los diversos actores sociales.
Este derecho, el de la información, ha pasado de ser un bien individual a un
bien social, transformando su carácter de derecho humano individual en un
derecho político-democrático que se ejerce democráticamente, "colectivamente,
ante el Estado y por el Estado y también, ante otros grupos que puedan
interferir el debido goce del mismo", tal como lo afirma el investigador
argentino Miguel Rodríguez.
El derecho a la información -reitera el sociólogo chileno Hugo Osorio en la
revista "Contribuciones" # 2 de 1998- es una necesidad social, una exigencia
de los individuos de una colectividad. Sin este derecho, "toda la institución
democrática-informativa se desmorona y da paso a la desconfianza y al rumor,
que son la degradación de la información".
En este país, los medios han dejado de ser mediadores para convertirse en
actores, de allí que sea necesario -en aras de la salud mental de la
sociedad- revertir esta situación, hacer que los medios de comunicación
masivos retomen el papel para el cual fueron creados. La Ley de
Responsabilidad Civil en Radio y Televisión, tiene como uno de sus objetivos
contribuir a la restitución de ese rol primigenio de los medios y de ello,
vamos a hablar en este artículo.
Una discusión que apenas comienza...
Esta discusión apenas comienza. Está discusión hace que Venezuela esté en el
ojo del huracán del mundo (en realidad está desde los sucesos de abril del
año 2002) porque esta atañe a todos, en especial en estos tiempos de
globalización, al abordar una confrontación esencial y por demás ineludible,
entre los derechos democráticos básicos y la dictadura mediática, tal como
acertadamente lo denunciara el Canciller Charderton ante la OEA, en Chile, el
pasado 9 de junio de este año 2003, poniendo el "dedo en la llaga" de una
discusión que hasta ahora ha sido obviada en los escenarios internacionales.
De allí, la reacción que ha generado.
No contar con la pluralidad de medios divergentes -puntualiza el investigador
chileno Osorio- que reflejen a toda la sociedad, puede conducir no solo a una
visión parcial de lo que ella es, sino también a la posibilidad de "hacer el
silencio" y lo que es peor aún, la posibilidad de que, como fruto de una
conspiración o no, se "haga el silencio" sobre determinadas cuestiones, tal
vez, sobre dimensiones esenciales de la vida humana.
Como verán, la descripción no puede ser mejor de lo que aquí se vivió en
abril de 2002 (que se repite con cierta frecuencia) y que tan
contundentemente denunciara Andrés Izarra, editor de El Observador, en RCTV,
quien renunció al canal, bajo lo que él describió como "extremo estrés
emocional" por quererlo obligar a silenciar lo que ocurría en las calles del
país. Desde entonces, ha alertado sobre el riesgo que representa para la
democracia, que los medios decidan abandonar el periodismo, "hacer el
silencio".
Es tal la importancia de tener libertad de expresión y de estar informado,
que en el acuerdo firmado recientemente por el Gobierno Nacional y la
oposición, bajo la facilitación de la OEA, Centro Carter y el PNUD, uno de
los preceptos que quedó por escrito, fue la necesidad de que los medios de
comunicación deben "informar a los ciudadanos, sobre opciones políticas, con
un sentido de equidad e imparcialidad".
Por ello y, ante unos medios que han distorsionado su rol en la sociedad
venezolana, el canciller Roy Chaderton denunció ante la XXXIII Asamblea
General de la OEA, ya señalada, que los medios han usurpado en Venezuela los
espacios abandonados por los partidos políticos tradicionales, desplazados
del poder por la vía democrática y, en nombre del interés privado, se crea la
noticia, se manipula y deforma la información, diseñando una realidad virtual
que oculta y censura la realidad real.
En busca del futuro
En el país, toda la reglamentación vigente sobre la responsabilidad y el
funcionamiento de la radio y la televisión, se inspira en una ley que data de
1940, cuando en el país no existía aún la televisión y se trata de
reglamentos parciales que tratan su objeto de una manera fragmentada, señala
el Observatorio de Medios, en su comunicado del mes de junio de 2003.
Sesenta años después, en el año 2002, la Comisión Nacional de
Telecomunicaciones (CONATEL) da a conocer a la opinión pública nacional la
propuesta del anteproyecto de Ley sobre la "Responsabilidad Social en la
prestación de los servicios de divulgación audiovisual y sonora". La idea era
que Venezuela conociera la propuesta, la discutiera y se involucrara en la
redacción final de la misma. La idea es que pusiéramos a tono el desarrollo
de este sector tan importante con los nuevos escenarios tecnológicos, legales
y comunicacionales, adecuadas eso sí, a nuestra realidad y posibilidad.
La pregunta obligada es ¿por qué transcurrieron tanto años, tantas décadas
para que el país, retomara de nuevo la discusión? La respuesta la da el
canciller en el discurso ya señalado. "En Venezuela existe una dictadura
mediática. En el pasado, los medios chantajeaban al sector político y
ejercían presiones insoportables para alcanzar sus objetivos. Cualquier
objeción era castigada con la destrucción moral o el silencio" y reseña como
el ex-presidente Herrera Campins (sin nombrarlo) por haber prohibido hace 20
años, la publicidad sobre cigarrillos y licores, fue condenado a lo que en
Derecho Romano se llama la muerte civil. "Simplemente no existió, ni existe,
ni existirá. No es entrevistado, mencionado ni invitado".
Regresemos de nuevo a la Ley. Luego de un intenso proceso de discusión por
toda Venezuela, incluyendo las universidades, se elaboró el proyecto de "V
Ley sobre la Responsabilidad Social en Radio y Televisión", que fue
introducida, para una primera discusión en el Parlamento Nacional, en enero
de 2003. De allí, surgió una nueva versión compuesta por 36 artículos (¡la
anterior tenía 150!) que espera por su aprobación definitiva.
Uno de los objetivos fundamentales de esta Ley es contribuir "con la
transformación democrática del país y hacer realidad los principios
establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela", en
especial los relacionados con el ejercicio pleno del derecho a la libertad de
expresión, a la información y a la comunicación libre y plural.
Adicionalmente, establece una serie de normas dirigidas a garantizar el
cumplimiento de estos derechos, democratizando las relaciones entre las
personas y los prestadores de servicios de divulgación y sus relacionados,
creando espacios para la participación ciudadana, previendo
responsabilidades, promoviendo la producción nacional, la producción nacional
independiente, tal como lo señala la exposición de motivos.
¿Cuál democracia?
Pero, ¿de cuál democracia habla esta propuesta? De la democracia
participativa y protagónica establecida en la Carta Magna, donde la vida
humana en todos sus niveles esté basada en valores éticos de convivencia, el
ejercicio pleno y efectivo de los derechos humanos y el pluralismo político.
Para llevar adelante una democracia de esa naturaleza y la puesta en práctica
del derecho a la libre expresión y a la información libre, es necesario la
existencia de una red articulada de una radio y una televisión pública de
carácter no gubernamental, de radios y TV comunitarias alternativas, de
radios y TV privadas y comerciales y de radio y TV del Estado. Esta ley busca
contribuir con este cometido, con la idea de que el Estado, junto con la
sociedad, "asuma su responsabilidad con la educación para la recepción de los
mensajes mediáticos".
Uno de los pivotes fundamentales de esta propuesta de ley es la concepción de
que la información, la comunicación y la cultura "aunque son esferas
diferenciadas, constituyen una unidad independiente. No hay cultura sin
comunicación, ni comunicación sin información. En consecuencia, de la calidad
de la información, depende en buena medida la calidad de la comunicación, la
cultura, el imaginario y los valores de una sociedad", tal y como lo señala
el proyecto de Ley original.
Un espacio público -agrega el documento- que se base en una información y
comunicación sesgada, manipulada y dirigida solamente a garantizar la defensa
de los intereses de un sector de la sociedad, cualquiera que ese sector sea,
no es una sociedad realmente democrática.
¿Cuál comunicación?
?Y de qué comunicación estamos hablando? De aquella que, como lo sostienen
distintas disciplinas, es una dimensión esencial de la vida personal, de la
sociedad y de la cultura, la que hace posible una estructura social y es
inherente a ella. Por ello, debe quedar claro -puntualizan los investigadores
colombianos Doris Reníz y Carlos Delgado- que "no es la sociedad la que crea
la comunicación, sino que la comunicación permite poner en común y la puesta
en común, genera estructuras de convivencia, las cuales crean la comunidad".
Por todas estas razones, la Ley de Responsabilidad Social busca la
participación activa y contralora de la ciudadanía en todo el proceso de
producción, distribución, circulación y consumo de mensajes mediáticos. Para
hacer realidad esto, la Ley prevé la figura del productor independiente
nacional y los Comité de usuarios como formas específicas de participación
ciudadana.
De igual modo, esta Ley prohíbe la censura previa y exige la responsabilidad
posterior, así como el derecho a replica que todo ciudadano tiene cuando cree
vulnerado sus derechos, como una forma de garantizar la libertad de expresión
y el derecho a la información, puesto que las dos son las caras de una misma
moneda. Esto está sustentado no sólo en la Constitución Bolivariana, en la
Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA), en la ley
de Educación, si no también en el llamado Pacto de San José, suscrito por
Venezuela.
Asimismo, esta Ley desarrolla un Fondo de Responsabilidad que tiene como
propósito fundamental, fomentar proyectos en el ámbito de la producción
nacional audiovisual, de proyectos pedagógicos y educativos, y de
investigación en el área de las comunicaciones. De igual modo, garantiza a
todos los usuarios la obtención de información general y anticipada referente
a la programación, lo que permitirá que los padres y representantes
seleccionen el tipo de tema que podrán presenciar sus hijos.
La libertad de expresión y el derecho a la información, por supuesto, que
deben ser ejercidos, asumiendo las responsabilidades concernientes al pleno
ejercicio de la calidad de ciudadanos, destacan los investigadores
colombianos Réniz y Delgado, quienes agregan, que el derecho a la
comunicación (el cual engloba a la expresión y a la información y otros más)
supone también el fortalecimiento de una cultura de participación, a través
del cual, el ciudadano común llegue a estar en condiciones de convertirse en
agente activo en los procesos comunicativos.
Un debate para rato
La propuesta de ley ha sido objeto de una feroz campaña por parte de los
medios de comunicación privados, diseñando mensajes y propagandas por demás
sesgados y descontextualizados de las verdaderas intenciones de la ley,
dándola a conocer como "Ley Mordaza", lo cual dificulta que se dé un debate
serio e informado, por parte de la comunidad venezolana e incluso
internacional, ya que esa denominación supone una valoración altamente
negativa y por demás descalificadora. Sin embargo, más allá de estos
incidentes, la propuesta ha sido ampliamente discutida, en un debate que aún
no termina y que durará, seguramente, por mucho tiempo.
Ante esta realidad, el Observatorio de Medios de Venezuela hizo público un
comunicado en el mes de junio de 2003, donde señala que este proyecto "es
presentado como un acto ilegal que coarta la libertad de expresión, pero se
obvian por completo los principios que fundamentan ese proyecto de ley y los
artículos que condensan tanto el marco jurídico nacional como internacional.
Tampoco se cita, específicamente, cuales son los artículos que atentan contra
dicha garantía constitucional".
En Venezuela existe una amplia libertad de expresión, que ni los más
acérrimos enemigos del gobierno, pueden negarlo, en cambio, no es posible
decir lo mismo del Derecho a la Información. Constantemente estamos sometidos
a la manipulación de informaciones, incluso, como bien lo denunció el
canciller, en la Asamblea ya señalada, ahora los medios se han dedicado no
sólo a estimular un golpe de estado, sino a estimular el racismo en el país
"presentando estas aberraciones como algo pintoresco y risueño y que un
público no desquiciado habría rechazado con horror".
Ante esta realidad, el canciller irrumpe y pregunta ¿Por qué es posible en
otros países abrir debates y polémicas públicas sobre las regulaciones
mediáticas, mientras en Venezuela se nos reprocha el derecho a legislar como
en las democracias más avanzadas, para proteger al público, especialmente a
los niños, de la predica del odio social, la violencia, la propaganda de
guerra y la pornografía?
En América Latina y en el resto del mundo, tal como lo señala Yessie Chacón,
exdirector nacional de CONATEL y hoy nuevo Ministro de Información y
Comunicación, existen normativas similares, que buscan regularizar la
actividad de los medios en aras de garantizar la libertad de expresión y el
Derecho a la Información, sin embargo, la discusión no ha tenido las
connotaciones que se le ha dado en Venezuela, dado el clima político que
vivimos.
Es tal vez por ello, que el Canciller con angustia preguntaba ante la OEA:
"Díganme por favor, cuál es el poder divino que impide que no podamos
mencionar siquiera a los dueños de los medios y a periodistas sin ser
acusados de enemigos de la libertad de expresión, sin correr el riesgo de ser
víctimas de golpes mediáticos".
Una reflexión final
Si bien la libertad de expresión no está limitada en nuestro país, no podemos
decir lo mismo del Derecho a la Información, un derecho que es violentado
cotidianamente, ante el cual esta Ley de Responsabilidad civil busca
minimizar, introduciendo deberes y derechos tanto de los prestadores de
servicios, como de los usuarios, por cuanto tal y como lo señala la
exposición de motivos de la ley, los servicios de divulgación sonora y
audiovisual, como la radio y televisión, son pilares fundamentales para una
sociedad democrática y una cultura de derechos humano.
Estas últimas razones son más que suficientes para que, a la par de invocar
el Derecho a la Comunicación, invocamos el derecho a tener espacios de
silencio, tal como lo plantea el investigador argentino Miguel Rodríguez, no
para aislarnos que también es válido, sino para tener un espacio para la
reflexión y la creación, sin lo cual no puede haber comunicación integral,
por cuanto en el aturdimiento no puede haber comunicación
Es precisamente ese aturdimiento, el que tiene a muchos venezolanos sumidos
en un mar de angustias y manipulaciones, apoyando y defendiendo, los valores
más negadores de la democracia y la convivencia, como son el derecho a la
vida y a la diversidad. Como ejemplo de ello, podemos mencionar que, entre
los meses de enero y febrero, durante el paro petrolero, según han denunciado
voceros oficiales, los canales comerciales emitieron aproximadamente 700 spot
publicitario diarios!, incitando al golpe, al magnicidio, a la violencia y al
odio, sin ningún tipo de cortapisas ni respeto por sus audiencias.
Voy a terminar copiando algunas de las recomendaciones desarrolladas por mis
alumnos de la cátedra Lenguaje y Comunicación, del primer semestre del Núcleo
Col de LUZ, con quienes he analizado esta propuesta en sus diferentes
versiones.
Ellos platean la necesidad de que esta Ley, aun después de aprobada, sea
objeto de una gran campaña de información para darla a conocer en la
población, y así cada uno sepa cuáles son sus derechos y sus deberes en lo
que a la radio y la televisión se refieren.
También señalan estos alumnos que "estamos de acuerdo con la reforma que esta
ley quiere hacer a la radio y la televisión, porque nuestros medios están
llenos de violencia, de política, de agresión, de obscenidades, por lo cual
es urgente esta reforma, siempre y cuando esta ley proteja la difusión de
información oportuna, veraz e imparcial, donde no haya preferencias
políticas, sociales, económicas y mucho menos, discriminación por raza, credo
y condición".
Confiamos, entonces, que esta Ley le devuelva al país la tolerancia y el
respeto que tanto necesitamos y que tanto perdemos.
* Morelis Gonzalo Vega es periodista venezolana.
https://www.alainet.org/es/articulo/109237?language=en
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