Cuenta regresiva para Cancún
05/08/2003
- Opinión
La idea de una cuenta regresiva generalmente se asocia
con la detonación de bombas. Pero hoy parece adecuado
aplicarla a la quinta reunión ministerial de la
Organización Mundial de Comercio (OMC) que arranca el 10
de septiembre en Cancún. Hay demasiados conflictos
latentes, listos para explotar o, por lo menos, hacer
crisis y minar el proyecto privatizador de los amigos de
la OMC.
Al igual que en las ministeriales anteriores, la falta de
transparencia y de procedimientos democráticos marca los
preparativos de esta reunión. Hace unas semanas se dio a
conocer el borrador básico para la Declaración final de
Cancún. Ese texto es todavía un esqueleto y debe ser
completado antes de Cancún. Lo malo es que no fue
generado por un proceso de consulta adecuado, y en la
reunión del consejo general en la que se dio a conocer se
observó un desacuerdo profundo entre países ricos y
subdesarrollados. No es para menos.
Desde la ronda Uruguay los países ricos se comprometieron
a reducir el apoyo a sus productores agropecuarios y
permitir el acceso a sus mercados. Diez años después el
tema de las negociaciones agrícolas sigue siendo uno de
los más contenciosos. Todavía en la reunión de Doha se
fijó un plazo, que vencía en marzo de este año, para
acordar las modalidades de negociación y las reducciones
de esos apoyos. Pero el plazo expiró y todavía no hay
acuerdo sobre metas cuantitativas de estas reducciones.
En este capítulo el principal obstáculo está en Europa y
Estados Unidos. La primera todavía no define la reducción
de apoyos en el marco de su Política Agrícola Común,
aunque hay algunos avances en materia de objetivos
cuantitativos y calendarios. Y en Estados Unidos la
aprobación de su farm bill aumentó dramáticamente los
apoyos a los productores agrícolas y envenenó la
atmósfera de las negociaciones. La controversia sobre
cultivos transgénicos que enfrenta a Estados Unidos
contra Europa no facilita las cosas.
En Doha se fijó el compromiso de resolver (para diciembre
de 2002) el espinoso asunto del acceso a medicamentos
para países con poca o ninguna capacidad de producción
farmacéutica en caso de emergencia. Pero Estados Unidos
rechazó el proyecto de acuerdo en el último momento y las
negociaciones permanecen estancadas. Para los
estadunidenses ese acuerdo sólo debía cubrir un reducido
número de enfermedades: sida, paludismo, tuberculosis y
enfermedades infecciosas similares. Una definición más
amplia fue considerada un freno al desarrollo de
productos farmacéuticos. Por su parte, los países
subdesarrollados prefieren no encerrarse en una estrecha
lista de enfermedades. Para no quedar tan mal, Estados
Unidos ofreció no demandar ante la OMC a los países "más
pobres" que tengan que surtirse de medicamentos, pero
sólo en las enfermedades de su corta lista.
En la ministerial de Singapur, en 1996, se acordó
ahondar en temas que tienen profundas implicaciones para
el futuro de los países subdesarrollados. Destacan las
relaciones entre comercio e inversiones, regímenes de
competencia y contratos del sector público. Estos puntos
se conocen ahora como los "temas de Singapur" y en Doha
se impuso el compromiso de definir modalidades de
negociación sobre estas materias. Su inclusión en la
agenda de Cancún está rodeada de fuerte polémica, pues
muchos países (Brasil, India) todavía consideran que lo
primero que hay que definir es si deben colocarse en la
mesa de negociación.
El Acuerdo Multilateral sobre Inversiones y Comercio
(AMIC) es el tema más importante y está parcialmente
cubierto en el acuerdo TRIM de 1994, pero ese arreglo
sólo prohíbe medidas contrarias a los artículos III
(trato nacional) y XI (restricciones cuantitativas) del
GATT. El AMIC con el que sueñan los países ricos
impondría más restricciones a los países subdesarrollados
e impediría a los receptores de inversiones extranjeras
adquirir una capacidad tecnológica endógena. En
combinación con un acuerdo sobre regímenes de
competencia, el resultado será una camisa de fuerza para
los subdesarrollados en materia de política industrial y
tecnológica.
La mala noticia es que la burocracia de la OMC está
atando los temas de Singapur a la negociación sobre
agricultura. Eso debe rechazarse porque lo que está en
juego en esos temas es demasiado amplio y no puede
utilizarse como peón en el ajedrez de la OMC. Además, el
compromiso de reducir los apoyos a la agricultura es una
obligación vieja, ya usada como pieza de negociación en
ocasiones anteriores.
En Cancún la aplanadora de los países ricos y sus
trasnacionales impulsará las negociaciones en muchos
otros temas contenciosos (propiedad intelectual,
servicios, etcétera). Pero sólo tiene dos opciones: o
arrollar con acuerdos espurios (como en Doha), que luego
no pueden concretarse, o simplemente mantener vivas las
negociaciones en todos los puntos problemáticos. La
segunda vía les permitiría posponer la detonación de la
bomba de tiempo que desde Seattle amenaza con socavar los
cimientos de la OMC.
https://www.alainet.org/es/articulo/108061
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