Gobierno y sociedad enfrentados por el libre comercio

01/07/2003
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El viceministro de Comercio declaraba a la prensa el día 2 de junio que "no existe una oposición al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), tampoco una amplia aceptación del tema, lo que hay es un enorme desconocimiento del proceso de negociación", para luego afirmar que cuando se le explique a la población las perspectivas reales del ALCA ésta le perderá el miedo. Por tanto el viceministro presupone que el ALCA es un proyecto positivo para Bolivia (sólo es cuestión de saberlo aprovechar) y que quienes están en contra es por pasajera ignorancia; ignorancia que en su criterio probablemente desaparecerá cuando el ALCA sea un hecho sin vuelta de hoja (entonces sí se podrá protestar "con conocimiento de causa"…). Sin embargo los días 6 y 7 de julio se celebró en La Paz el segundo Encuentro Nacional contra el ALCA, con la participación de bastantes miles de personas de todos los confines del país, mujeres y varones, del campo y de la ciudad, jóvenes y viejos, obreros e intelectuales. Marcharon masivamente, enarbolaron pancartas, gritaron consignas y no llegaron a la Embajada de Estados Unidos porque la Policía boliviana se encargó de proteger los oídos de los diplomáticos; pero eso fue la primera mañana, el resto de los dos días se dedicaron a estudiar e intercambiar criterios, y a sacar conclusiones. Los expertos que dictaron conferencias magistrales y participaron de paneles temáticos procedían tanto de Bolivia como de México, Colombia, Brasil, Venezuela, Perú, Argentina etc., y resultaba evidente que sabían lo que decían, y que conocían el texto y los objetivos del tratado del ALCA tan bien como el viceministro, si no mejor, además de que los mexicanos ya han probado la medicina y no contaban peligros sino amargas experiencias. En la mayoría de los diez paneles temáticos el nivel fue excelente y los resultados pueden encontrarse en diversas publicaciones (p.ej. en el último Le Monde Diplomatique) lo mismo que en Internet. El ALCA. Quedó claro que las desgracias acarreadas por la "libre importación" decretada en el 21060 (ruina de muchos productores de arroz, papa y otros productos, cierre de cientos de fábricas), se convertirían en algo sistemático, generalizado e irreversible. Los inversionistas serían dueños absolutos de llevarse su capital afuera, de traer materia prima y mano de obra de afuera, e incluso de demandar a cualquier estado por haber perjudicado sus expectativas de ganancia (como nos está ocurriendo ahora con Aguas del Tunari), amparados además por instancias de arbitraje internacionales a las que un país como el nuestro no podría ni preguntarles su nombre. Se haría realidad irreversible la privatización definitiva de los recursos naturales, incluyendo el agua y la biodiversidad, e incluyendo también la patente de microorganismos (y la protección definitiva de los Transgénicos a los que será imposible oponerse). Todas las adquisiciones y todas las contrataciones de servicios podrán ser ganadas por poderosas empresas extranjeras, ya que todas deberán someterse a licitación irrestricta. Habrá que retirar cualquier medida que incluya la protección de productos o de sujetos sociales; por ejemplo las actuales prescripciones preferenciales en beneficio de los pueblos indígenas en lo referido a adjudicación de tierras. Y quedará consagrada la condición que establece la actual ley norteamericana del ATPDEA en el sentido de que los demás países deberán "apoyar los esfuerzos de los EE UU en la lucha contra el terrorismo y la certificación antidrogas". ¿Que en los hechos ya estamos metidos en esa bolsa gracias al 21060 y a los compromisos del país con la OMC? En gran medida sí, pero con el ALCA la cosa puede ser peor, y sobre todo ya no estará en nuestras manos cambiar nada (hoy sí podemos luchar contra el 21060 y muchos otros acuerdos y decretos). Si está comprobado que nuestra capacidad de competir con los países vecinos es prácticamente nula, podemos imaginar cuál será la de competir con México, con Canadá y con Estados Unidos… Pero además este país tiene la vieja costumbre de incumplir todos los tratados que quiera, sin que nadie pueda acusarlo de nada, mientras exige que los demás sí cumplamos todo al pie de la letra. Por consiguiente el Encuentro planteó la necesidad de buscar otras formas de integración más justas y que respeten las proporciones entre países, de alguna manera en la línea que los presidentes de Brasil y Argentina están intentando reformular el MERCOSUR. El D.S. 27040. Tres semanas antes del Encuentro, y en abierto desafío a la oposición civil al ALCA, el presidente de la República promulgó este decreto de Contratación de Bienes, Obras y Servicios, calificado por los pequeños empresarios como una punta de lanza del ALCA que deja indefensa a la producción nacional y abre los mercados internos a las empresas transnacionales, a la vez que invalida los esfuerzos realizados para la creación de la "tarjeta empresarial" pensada como un elemento de la reactivación económica. Este decreto, que además abre las puertas para el pago de honorarios exorbitantes a consultores externos, ha sido tan duramente cuestionado que al mes de su promulgación (antes de que entrara en vigencia mediante su reglamentación) hubo de ser anulado. Es un ejemplo de cómo, mientras no estemos encorsetados por el ALCA, podemos cambiar normas internas desfavorables para el país. El Tratado de Libre Comercio con Chile. Como nunca los gobernantes chilenos (en puertas de la definición sobre la exportación de gas) se han mostrado cordiales y abiertos para la negociación de un tratado bilateral de Libre Comercio con Bolivia. Después de varias reuniones entre presidentes y entre ministros, se nos informa que el Tratado está prácticamente acordado y que se firmará dentro de seis meses. La canciller chilena habla de "generosidad", y los gobernantes bolivianos se muestran satisfechos de un acuerdo que aparentemente nos beneficia: 7 mil productos bolivianos podrán ingresar libremente a Chile a partir del próximo año, mientras que los productos chilenos no podrán ingresar con arancel cero a Bolivia hasta pasados cinco años. Pero en primer lugar la realidad comercial (y sus consecuencias) no se mide en número de productos sino en el volumen económico que dichos productos pueden llegar a suponer; y sin negar la importancia de la exportación de azúcar y carne al vecino país, sabemos por experiencia que la balanza comercial entre ambos es cada vez más desigual, lo que no se arregla con ningún tipo de "libre" comercio sino todo lo contrario mediante acuerdos de comercio controlado y mediante cupos simétricos de exportación. Por otra parte el plazo de cinco años qué puede importarle a Chile, si tiene claro que a partir del quinto año recuperarán aceleradamente el negocio todavía no realizado, y además con la ventaja de por medio de haberse adueñado de nuestro gas natural. El tratado en cuestión es un ALCA en pequeño y edulcorado, y puede servirnos para calcular los resultados del ALCA grande y crudo. Parece por tanto que la gente concentrada en La Paz los días 6 y 7, y que representaban a otras muchas personas de todo el país, tal vez no podía explicarles a los periodistas preguntones los detalles técnicos del ALCA, pero como decía uno de los participantes "los huelen". Está claro que va a ser una confrontación dura. Bolivia Press 2003, Nr. 9 (02 de julio) Boletín electrónico quincenal del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB)
https://www.alainet.org/es/articulo/107875

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