El "sector informal": una revisión conceptual bibliográfica
19/11/2002
- Opinión
En estas páginas ofrecemos una revisión de la literatura brasileña
sobre el llamado "sector informal", focalizando los aspectos
teóricos, conceptuales y metodológicos. La problemática referente a
los trabajadores informales ha sido considerada desde diferentes
enfoques: tanto desde las perspectivas gubernamentales y
empresariales, como desde distintas posturas teóricas y éticas, tal
como se puede ver en este trabajo. Falta, sin embargo, en esta
revisión, una referencia a los aspectos empíricos del trabajo
informal en João Pessoa, sus dimensiones, su diversidad interna, como
era nuestro interés desde el principio. Es necesario señalar que esto
no fue posible principalmente porque no obtuvimos el apoyo
institucional y financiero que posibilitase la realización del
trabajo de campo. Los intentos emprendidos en este sentido, con
entidades como el Instituto de Desenvolvimento Estadual e Municipal
da Paraíba/IDEME (Instituto para el Desarrollo Estatal y Municipal
[del Estado] de Paraíba), el Sistema Nacional de Emprego/SINE-PB
(Sistema Nacional de Empleo) y el Consejo Nacional de Desenvolvimento
Científico e Tecnológico/CNPq (Consejo Nacional para el Desarrollo
Científico y Tecnológico), terminaron, en algunos casos, antes de
haber empezado. Otros intentos sufrieron peor destino en manos de una
burocracia que gasta el dinero público con criterios -para decir lo
menos- poco transparentes. Esperamos, sin embargo, que el texto a
continuación, a pesar de sus insuficiencias y lagunas, pueda
contribuir en algo al trabajo de otros investigadores con mejores
condiciones financieras, institucionales y, porque no decirlo,
también personales.
LA PARTICIPACIÓN DE LA PEA EN EL "MERCADO DE TRABAJO": INTENTOS DE
CONCEPTUACIÓN Y MEDICIÓN(3) En los países latinoamericanos, y del
Tercer Mundo en general, la participación de la población
económicamente activa en el "mercado de trabajo" no se presenta de
manera tan evidente como sucede en los países dominantes del sistema
capitalista. En éstos, la situación de la población en edad de
trabajar puede variar entre "estar empleado" o "estar desempleado".
No es común encontrar situaciones en las que sea difícil localizar
individuos o unidades productivas en el interior de la estructura
ocupacional. Basta consultar las estadísticas de empleo para conocer,
en un determinado momento o periodo, cuál es la proporción de la PEA
del país o localidad que se estudia que se encuentra dentro o fuera
del mercado de trabajo. Y en ambos casos se conoce la situación de la
fuerza de trabajo en cuanto a sus condiciones de subsistencia. Los
mecanismos para determinar los salarios y las prestaciones a los
desempleados, vía seguro de desempleo, garantizan, al conjunto de la
fuerza de trabajo, la percepción de una renta capaz de atender las
necesidades del trabajador y su núcleo familiar.
1. Tasa de desempleo abierto y sub remuneración: problemas de la
conceptualización oficial
En los países latinoamericanos, sin embargo, la situación se presenta
de manera bastante distinta. En estos países, si se quiere conocer la
situación de la fuerza de trabajo tanto en relación con su inserción
en la estructura productiva, como en relación a las posibilidades que
tiene para atender a sus necesidades económicas con la renta
procedente de esa inserción y, basándose exclusivamente en la
información ofrecida por las fuentes gubernamentales (censos
demográficos, investigaciones de empleos, investigaciones
domiciliares) puede conducir a conclusiones engañosas. Y esto sucede
por dos razones principales. La primera es la forma como estas
fuentes oficiales conceptualizan las características de la PEA como
son por ejemplo: "estar empleado", "desempleado", "sub-empleado". La
segunda razón, que no puede considerarse aislada de la anterior, está
relacionada con la configuración propia de los mercados
latinoamericanos de trabajo, que son pródigos en relaciones de
trabajo, fuentes de ingresos y estrategias de supervivencia que ni
siempre se distinguen con claridad, principalmente tratándose de las
actividades del llamado "sector informal". En relación a la primera
razón, digamos que en Brasil la PNAD (Investigación Nacional por
Muestreo de Domicilios), realizada por el IBGE (Instituto Brasileiro
de Geografía y Estadística [Instituto Brasileño de Geografía y
Estadística]), considera ocupada toda persona que, durante toda la
semana que dura la investigación, ejerció alguna actividad
remunerada.4 En caso de que el rendimiento obtenido del trabajo sea
igual o menor que el salario mínimo oficialmente fijado, la persona
es considerada sub-remunerada (Minter, 1980:12), ya sea que esté o no
vinculada al mercado formal de trabajo. Como desocupada se considera
a toda persona que durante el periodo en que se recabaron los datos
(semana de referencia), no tenía trabajo pero hizo algún intento para
obtenerlo. Por la forma como son conceptualizadas las características
referentes a la fuerza de trabajo en Brasil, se puede notar que las
estadísticas oficiales apuntan hacia la medición del desempleo
abierto, y hacia una discutible proporción de la mano de obra sub-
remunerada, así como de las relaciones de trabajo características del
llamado "sector informal". Fácilmente también se percibe que en
Brasil, difícilmente podrá sobrevivir un trabajador por un periodo
muy largo sin desarrollar alguna actividad remunerada, cualquiera que
sea. No importa que dicha actividad haya sido una "chamba", un
trabajo eventual o una ocupación esporádica de cualquier índole, o
que ésta haya significado una subocupación de la capacidad del
trabajador. La insuficiencia del seguro de desempleo obliga al
trabajador a emplearse en cualquier actividad o, lo que viene siendo
cada vez más frecuente, a crear una fuente de ingresos para sí mismo.
La tasa de desempleo abierto5 subestima las dimensiones del problema
ocupacional para el conjunto de la fuerza de trabajo en el país, al
tiempo que disfraza la subremuneración, al adoptar al salario mínimo
oficial como criterio para definirla. En el caso de São Paulo, el
DIEESE Departamento Intersindical de Estatisticas e Estudos Sócio-
Económicos (Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios
Socioeconómicos), elabora una medida alternativa para la
subremuneración que, en el año de 1980, era equivalente a tres
salarios mínimos oficiales.6 Dada la constatación de lo inadecuado
que estos conceptos resultan para poner en evidencia los problemas de
la ocupación y de la renta de la fuerza de trabajo en los países del
Tercer Mundo, surgieron enfoques tendientes a enmendar esas fallas,
con el objetivo de construir esquemas interpretativos capaces de
obtener y medir las características propias de esos mercados de
trabajo.
2. El enfoque del subempleo(7) Esta perspectiva, caracterizada por
una visión dualista de la economía y del mercado de trabajo,
distingue un sector moderno, o dinámico, y un sector atrasado, o
tradicional. El primero, formado por la industria moderna y los
servicios (comercio, transporte). El segundo, por las actividades
agrícolas y las actividades urbanas no desarrolladas dentro de los
moldes típicamente capitalistas. En sus primeros planteamientos, la
noción de subempleo se refería a un relativo exceso de mano de obra
en relación a las oportunidades de empleo disponibles, principalmente
en áreas rurales de países "no desarrollados".8 La noción de
subempleo era utilizada para designar la situación de relativa
ociosidad, improductividad y/o subutilización de la capacidad
productiva de la fuerza de trabajo ocupada en ciertas actividades
agrícolas. Posteriormente fueron elaboradas otras nociones de
subempleo, basadas en criterios como: baja remuneración del
trabajador, baja productividad de las tareas u ocupaciones,
subutilización de la fuerza de trabajo. En las nuevas formulaciones,
el subempleo ya no se refería exclusivamente a una situación de la
mano de obra rural, sino al conjunto de la fuerza de trabajo. Se
distinguieron otras variantes del subempleo: visible e invisible
(éste último aun subdividido en disfrazado y potencial). El subempleo
visible fue definido por la OIT -Organización Internacional del
Trabajo- como una situación en la que la persona está en un empleo
con jornada de trabajo de duración inferior a la normal, y que está
buscando, o aceptaría, trabajo adicional.9 El criterio de
"involuntariedad del trabajo en tiempo parcial" utilizado para
definir al subempleo visible, es cuestionado por Coelho y
Valladares,10 porque en primer lugar, el tiempo parcial se refiere a
un tiempo patrón, exigido en el sector moderno para la jornada de
trabajo (40 horas semanales). No considera las actividades del
llamado sector informal urbano (vendedor ambulante, chambitas,
comercio de pequeñas cosas, diversos trabajos por cuenta propia), en
los que el tiempo de espera de la demanda del servicio o del bien que
se ofrece, forma parte del tiempo nominal del trabajo del agente. El
mismo caso sucede cuando se trata de trabajadores que ejecutan tareas
esporádicas o intermitentes ("chambas" en la construcción civil,
pintores o plomeros autónomos). En cuanto al subempleo invisible,
éste es definido como un concepto analítico, que fundamentalmente
refleja una mala ubicación de la fuerza de trabajo, o un
desequilibrio entre la fuerza de trabajo y otros factores de
producción. Como indicadores del subempleo invisible, la OIT
recomendaba considerar los bajos niveles de remuneración y la
subutilización de la capacidad de la mano de obra (subempleo
disfrazado) y la baja productividad (subempleo potencial). Coelho y
Valladares critican estos criterios, porque excluyen de la categoría
de subempleados a aquellos trabajadores que no solamente no
subutilizan su fuerza de trabajo, sino por el contrario, la utilizan
al límite de su resistencia física, recibiendo, sin embargo, muy
bajos ingresos en la medida en que: a) el hecho de que exista una
remuneración fijada oficialmente en niveles por debajo de lo que es
necesario para la supervivencia, o, b) tratándose de actividades
autónomas, o por cuenta propia, el hecho de que exista un exceso de
trabajadores compitiendo en la misma actividad. En ambos casos existe
una subremuneración sin subutilización, según nos muestran las
autoras. La OIT elaboró aun el concepto de subempleo potencial,
caracterizado por la baja productividad de una actividad económica o
de una unidad productiva.11 Se concluye que en una determinada
actividad o unidad productiva, podría ser retirado un cierto número
de trabajadores sin que esto afectase la producción. Los problemas
surgen al tratar de determinar los niveles de productividad de las
distintas actividades económicas, en relación a los cuales se podría
determinar la existencia o no del subempleo potencial. Por otro lado,
este criterio toma como patrón de referencia el sector "moderno" de
la economía (industria, comercio, transporte, comunicaciones) y en
este caso ¿cómo proceder cuando se trata de aquellas actividades de
las que existe una sobreutilización de la capacidad productiva del
trabajador, con escaso rendimiento del trabajo, debido, por ejemplo,
a la falta de tecnología adecuada? Medir la productividad del trabajo
por el nivel de remuneración, no resuelve el problema, ya que esto
presupone creer que la retribución monetaria del trabajo refleja
adecuadamente el valor de los bienes o servicios producidos. Si esto
fuera verdadero, caería instantáneamente el sistema capitalista que,
como todos saben, se apoya justamente en la expropiación del valor no
pagado al trabajador. Para Hoffmann,12 la noción de subempleo
presenta contornos "aún más vagos que la de desempleo, cuando es
aplicada a países subdesarrollados. Los varios sinónimos o variantes
-subempleo disfrazado, oculto o invisible, potencial o latente- poco
ayudan a la claridad conceptual". Resultan evidentes las limitaciones
del concepto para comprender situaciones de fragilidad ocupacional e
insuficiencia de renta de amplios estratos de trabajadores de los
diferentes sectores de la economía. Cabe aquí citar la crítica de
Martine y Peliano13 al enfoque del subempleo en sus distintas
variantes: señalan por un lado, que existe una "simplicidad
arbitraria implicada en la dicotomización de la sociedad productiva
en dos sectores dispares y el refuerzo que esta dualidad trae para la
lógica interna del sistema capitalista de producción". De hecho, la
noción de subempleo, como vimos, se refiere básicamente a situaciones
de improductividad, ociosidad y subutilización de la capacidad
productiva de una parte de la fuerza de trabajo que no desarrolla sus
actividades en el sector típicamente capitalista de la economía. Pues
bien, tales criterios sólo son aceptables a partir de la lógica del
capital, cuyo objetivo es la acumulación. Para el trabajador
autónomo, al contrario, el objetivo es la supervivencia: si consigue
este objetivo básico, jamás podrá ser llamado ocioso o
improductivo.14 Por otro lado, el dualismo implícito en este enfoque
concibe al sector "tradicional" como un lugar temporal o provisorio:
de esta manera la expansión del sector dinámico (aumentando el número
de sus puestos de trabajo) y un adecuado entrenamiento profesional,
conducirían al conjunto de los trabajadores a ocuparse en las
actividades típicamente capitalistas, productivas y bien remuneradas.
El enfoque del subempleo, desde la perspectiva de los autores,
sacraliza la existencia de un contingente de trabajadores mal
remunerados, poco productivos e inestables, que serían incorporados
al sector dinámico en situaciones de expansión. Una especie de
"ejército industrial de reserva" de fuerza de trabajo. Finalmente,
los autores cuestionan el paralelismo que normalmente se establece
entre "sector no dinámico" y "subempleo", como si la subremuneración,
la inestabilidad ocupacional y la baja productividad fuesen
exclusivas de las actividades no dinámicas o no capitalizadas. La
investigación realizada por los autores en las regiones
metropolitanas brasileñas en 1970 mostró, por el contrario, la
extensa diseminación de estos problemas en el interior del llamado
sector dinámico de la economía nacional (construcción civil y
determinados ramos de la industria de la transformación): "cerca de
la mitad de los trabajadores de la construcción civil y de dos
quintos de todos los trabajadores en la industria de la
transformación, recibían remuneraciones por debajo del mínimo
establecido". En el mismo estudio, muestran la construcción civil
como sector formal, como "puerta de entrada" de los trabajadores
migrantes recientes de los mercados de trabajo metropolitanos. Ya una
investigación del PREALC-Programa Regional de Emprego para América
Latina e o Caribe (Programa Regional de Empleo para América Latina y
El Caribe) sobre el subempleo en América Latina, sostiene que "el
subempleo se registra exclusiva y totalmente entre las personas que
trabajan en actividades agrícolas tradicionales y urbanas
informales," y que "por lo general, el subempleo no se presenta en
actividades modernas, integradas al aparato productivo y con nivel
adecuado de acumulación".15 De esta forma, "sector tradicional",
"sector informal urbano", son presentados como sinónimos de
subempleo, ocultando su presencia e incluso su estado crónico en el
sector más capitalizado.
3. La "pobreza urbana" Las limitaciones conceptuales y empíricas en
relación al enfoque del subempleo, así como el cuestionamiento de la
fuerte carga ideológica presente en sus supuestos básicos, trató de
ser superada por esta perspectiva de aproximación a los problemas de
ocupación y renta de los trabajadores, que tuvo auge en la década de
los setenta. El punto de partida de estos estudios, así como del
propio concepto de "sector informal", objeto central de estas
digresiones, son las conclusiones y recomendaciones de la misión de
la OIT en Kenia, la cual comentaremos más adelante. Según la opinión
de Hoffmann,16 ya no se enfatizaba la subutilización de la fuerza de
trabajo y sí la bajísima renta recibida por amplios estratos de
trabajadores urbanos, insuficiente para satisfacer sus necesidades
mínimas de supervivencia. La preocupación, en este caso ya no es el
lucro capitalista, sino el trabajador y sus necesidades. En el ya
citado trabajo de Martine y Peliano,17 encontramos el concepto de
"pobreza urbana" aplicado a la estructura ocupacional y de renta de
los mercados de trabajo metropolitanos en Brasil de los años 70. En
la opinión de los autores, el concepto "se refiere al estado de
insuficiencia de bienestar socioeconómico de un determinado sector de
la fuerza de trabajo urbana. Para esto, se combina el aspecto de la
reproducción de esa fuerza de trabajo, a través de su pago necesario
para obtener un mínimo de bienes y servicios, como el aspecto de la
estratificación socioeconómica, a través de su posición ocupacional
en el mercado de trabajo". Una ventaja perceptible en el concepto de
"pobreza urbana", es la de permitir la percepción de situaciones de
precariedad ocupacional y de renta, tanto en el sector no dinámico -
al que se limitaba el enfoque del subempleo- como en el dinámico,
deshaciendo así la fragmentación oscura de aquella perspectiva
dualista. Sin embargo representó poco progreso en términos de solidez
conceptual, dado su carácter eminentemente operacional. Este es un
problema común, como veremos más adelante, a la mayoría de las
versiones del concepto de "sector informal urbano". Poco se avanza en
la comprensión de las razones estructurales de las que depende lo
empírico que se puede captar, es decir: las causas o determinantes de
la pobreza urbana, medida por los indicadores de ocupación y de
renta. En términos de contribución a los estudios empíricos, se puede
acreditar al enfoque de la pobreza urbana, la construcción de escalas
ocupacionales sensibles a las ocupaciones menos calificadas y peor
remuneradas en el mercado de trabajo, en los distintos sectores de
actividad, tanto en el sector informal como en el formal. Se suman
indicadores de bienestar social agrupables en lo que hoy llamaríamos
Micro-Regiones Homogéneas en el interior de las metrópolis
latinoamericanas, tales como: infraestructuras de servicios y equipos
urbanos (luz, gas, agua potable, drenaje, escuelas, transporte,
comunicaciones, seguridad).
4. El "sector informal" Un breve balance de la literatura sobre el
sector informal urbano en Brasil, rápidamente nos ubica en el plan de
aquellos investigadores que revisan, ellos mismos, el "estado del
arte" en la discusión sobre el tema: la trayectoria del concepto,
desde su formulación original hasta nuestros días, los logros
obtenidos en los intentos por comprender la dinámica interna del
sector, las lagunas que aún persisten en el campo de la
conceptualización, tanto en el campo empírico de la medición, como de
las acciones políticas frente al sector. Centramos nuestra revisión
en los textos de Paulo Renato Souza (1985), Francisco de Oliveira
(1991),18 Dagmar Raczynzy (1977) y Víctor Tokman (1987).19
* 4.1. Aspectos conceptuales: problemas de definición El "sector
informal" viene cada vez más llamando la atención de estudiosos,
especialistas, autoridades gubernamentales, así como -obviamente- de
los trabajadores del sector. Sin embargo, existe una enorme
disparidad -si no es que una gran indefinición- en lo que se entiende
por "sector informal". Para unos, se trata de una "economía paralela
o subterránea", al margen del orden estatal. Sería el territorio de
evasión fiscal, de evasión de las contribuciones del seguro social,
de la inexistencia de relaciones de trabajo definidas dentro de los
moldes del orden jurídico capitalista. Para otros se trata de un
sector residual de la economía capitalista: un sector que
concentraría al subempleo y la subremuneración, siendo una especie de
colchón amortiguador del desempleo en el sector formal de la
economía. En éste se encontrarían aquellos trabajadores que no
encuentran empleo en el sector formal, ya sea por la inexistencia de
puestos o porque carezcan de las calificaciones profesionales
necesarias para tener acceso a los puestos de trabajo demandados por
el sector formal. Algunos estudios identifican al "sector informal"
con determinadas ocupaciones, como los diversos vendedores de
tianguis y vendedores ambulantes, el servicio doméstico y la pequeña
producción familiar, tanto urbana como rural. Otros que también lo
definen por el nivel de remuneración de los trabajadores en
determinados ramos de actividad, asimilando la noción de informalidad
a la de "pobreza". Abundan los estudios en que el concepto es
confundido con un conjunto de características de unidades
productivas, relaciones de trabajo, calificación, remuneración, ramos
de actividad, número de horas trabajadas, prestaciones sociales,
etcétera. En una perversión del proceso de investigación, los
indicadores sustituyen a los conceptos, sin que se busque su mínima
interrelación que pueda configurar un objeto de análisis mínimamente
consistente. Nuestra revisión pretende identificar, en los diferentes
estudios e investigaciones, el grado alcanzado en la construcción
conceptual, en el siguiente sentido: ¿hasta qué punto se avanzó en la
delimitación del "sector informal" como un modo de producción o
sector de actividad económica propio, con su lógica interna no
meramente residual en relación al sector típicamente capitalista de
la economía? ¿Cuáles son las variables que se postulan como
definiendo y/o determinando la dinámica de las actividades
informales? ¿Hasta qué punto éstas resultan representadas en
indicadores cuantificables? ¿Hasta qué punto la comprensión de la
dinámica del funcionamiento del sector informal se integra en la
comprensión del sistema económico como un todo? Es posible encontrar
algunos puntos comunes a la mayoría de los enfoques sobre el "sector
informal"20:
1) Dualismo Para Martine y Peliano (1978:143), se postula una
"dicotomización de la producción y del mercado de trabajo: por un
lado, el sector formal, por el otro, el informal". Sin embargo, varía
el tipo de relaciones observadas o supuestas entre ambos sectores,
por ejemplo desde el mecanicismo más grosero hasta la observación de
complementariedades, o aún la competencia, la integración, etcétera.
2) Constatación de la existencia de un espacio productivo no
típicamente capitalista A pesar de que frecuentemente es definido por
contraposición al sector más capitalizado de la economía, o
típicamente capitalista (la empresa que busca el lucro o el trabajo
asalariado), es clara la necesidad de conocer la dinámica propia del
sector, su lógica interna, sus mecanismos para la obtención de
rentas.
3) Heterogeneidad Los estudios del "sector informal" -principalmente
los de carácter sociológico o antropológico- han contribuido para el
conocimiento de las heterogeneidades existentes en su interior
(diferencias entre diversos tipos de trabajadores por cuenta propia,
o entre la misma ocupación en el sector formal y en el informal, por
ejemplo), sus leyes de funcionamiento, sus patrones de eficiencia,
sus formas de reclutamiento, sus niveles de rendimiento. La
inexistencia, en Brasil, de una política social, y más
específicamente de una política de empleo y seguridad social, obliga
a una parte cada vez mayor de la fuerza de trabajo -que no encuentra
ocupación en el sector más típicamente capitalista- a crear por sí
misma una actividad que le proporcione una fuente de renta capaz de
sustentar al trabajador y a su núcleo familiar. La expansión de las
actividades por cuenta propia, o autónomas, sería una salida forzada
para buena parte de los trabajadores, que desearían un empleo en el
sector formal. De esta manera, el sector informal se expandiría y
diversificaría mucho más allá de la dinámica de su propio sector.
Como parte del "sector informal" normalmente se incluyen desde
actividades productivas en muy pequeña escala (pequeñas empresas
individuales o familiares), hasta la pequeña intermediación (personas
que recogen materiales reciclables, lava coches, vendedores
ambulantes), servicios de reparación (electricistas y plomeros
independientes), y aun el juego ilegal, la prostitución y las
actividades criminales (ILO: 1981, PRELAC, 1977: 11). Parte de los
problemas existentes para llegar a una conceptualización clara del
"sector informal", proviene de esa extrema heterogeneidad de
ocupaciones y actividades que comprende, lo que exige un mayor
refinamiento en las categorías analíticas utilizadas en los estudios
empíricos.
* 4.2. Principales enfoques sobre el sector "informal" Para Dagmar
Raczynzky (1977) los enfoques sobre "sector informal" pueden ser
agrupados según tres perspectivas:
a? los estudios que caracterizan al "sector" a partir de unidades
productivas que lo integran, o a partir de la inserción de esas
unidades en el proceso económico, b? los que centran la cuestión en
las ocupaciones del sector, en las relaciones de trabajo, en la forma
de reclutamiento de los trabajadores, y c? los que enfatizan las
cuestiones de la renta y del bienestar social (generalmente,
malestar) como definidoras del sector.
Aquí nos ocuparemos de las dos primeras, por representar la
aproximación conceptual y metodológica exigida para esta
investigación, aunque sea imposible cualquier aproximación al sector
informal sin tomar en cuenta la cuestión de la renta. Como podremos
ver más adelante, Francisco de Oliveira dedica buena parte de su
atención a los mecanismos de generación de renta en su interpretación
del sector informal en Brasil en la década de los ochenta. Las
revisiones del concepto de "sector informal" realizadas por Souza y
Tokman serán incorporadas a esta revisión bibliográfica en su próxima
etapa de investigación. De esta forma, tendremos a nuestra
disposición la trayectoria del concepto desde su origen, en la misión
de la OIT en Kenya, hasta la actualidad. Creemos que éste es un
camino capaz de proporcionar sustento al análisis de la problemática
empírica del sector informal en el Estado de Paraíba.
a) El aparato productivo Raczynzky destaca que los estudios que
adoptan esta perspectiva, coinciden en afirmar que el sector informal
no se restringe a un determinado sector económico o ramo de
actividad, ni está confinado a un grupo de ocupaciones, cualquiera
que éstas sean (1977: 10). Está formado por unidades productivas
(tanto empresas, como personas -que trabajan por cuenta propia, etc.)
de reducidas dimensiones (variando, lo que se entiende como tal, de 1
a 50 personas), que utilizan tecnología nacional y no importada; en
donde prevalece el factor trabajo en relación al capital; con una
organización de las tareas que sigue patrones personalizados; donde
prevalecen consideraciones personales, familiares y de amistad, en
contraposición a la pura racionalidad económica. Para caracterizar
las unidades productivas informales también se utilizan ciertos
criterios de calificación de la fuerza de trabajo (para algunos poco
o nada calificada, para otros, entrenada en el ejercicio de la propia
ocupación, y no en cursos profesionalizantes, como sería el caso de
la fuerza de trabajo empleada en el sector formal) y productividad
(para algunos baja o casi nula, concentrando la subremuneración de la
sociedad; para otros, el problema también se encuentra en el sector
formalizado de la economía). Criterios que, según se puede ver
fácilmente, son corolarios de la óptica del capital, y obedecen a sus
criterios de organización del trabajo (no de los trabajadores) con
miras a la maximización del lucro. La lógica que orienta las
actividades del llamado sector informal, sin embargo, generalmente
obedece a la necesidad de supervivencia de los trabajadores y sus
familias, aunque también se produzca para el mercado. No es posible
comprender la dinámica del sector ignorando esta diferencia
fundamental. Ignorando, como señala Oliveira, que para un número
considerable de los trabajadores del sector, su permanencia en el
mismo es forzada y no voluntaria. Es decir: preferirían trabajar con
un contrato de trabajo, en el sector más capitalizado de la economía
(Souza, 1985). Raczynsky señala, en la conclusión de su revisión
bibliográfica, que la perspectiva del aparato productivo contribuye
muy escasamente a la comprensión de la estructuración y
funcionamiento del sector informal. La mayor parte de los trabajos en
este sentido, según la autora, se limitan a enumerar y describir
características que ayudarían a identificar unidades productivas
informales. Hace falta un análisis sobre cómo éstas se
interrelacionan para definir un objeto específico, es decir, una
forma determinada de organización de la actividad productiva, que se
realiza frente a otra forma de organización de la actividad
productiva. Incluso a nivel descriptivo no se elaboran grupos
consistentes de las características que se afirma configuran el
sector. Raczynsky sugiere la realización de estudios empíricos que,
operacionalizando y midiendo variables tales como el tamaño de la
unidad productiva, la forma de contratación de la mano de obra, el
tipo de tecnología utilizada, el nivel de calificación de la fuerza
de trabajo, la estructura organizacional y la productividad de las
unidades productivas, permitan establecer tanto la forma como éstas
se distribuyen, como los cortes o discontinuidades en sus perfiles.
De esta manera, afirma Raczynsky, la observación del comportamiento
de estas variables posibilitaría inferir si la distinción entre
formal e informal se refiere tan sólo a extremos de un mismo continuo
o, por el contrario, si se trata de tipos cualitativamente diferentes
de formas de organización de la actividad productiva.
b) El empleo y los mercados de trabajo Según Raczynsky, outro grupo
de estudios se compone de aquellas aproximaciones a lo informal que
lo definen como un mercado de trabajo de fácil entrada, baja renta y
escasa calificación, principalmente constituido por la fuerza de
trabajo secundaria (no jefes de familia). La "facilidad de entrada"
estaría determinada por las bajas exigencias tanto de capital como de
calificación profesional. También se destaca una alta rotatividad en
las ocupaciones del sector. Siendo escasamente remuneradas, por las
bajas calificaciones exigidas, las ocupaciones informales no
ofrecerían a los asalariados en el sector, mayores incentivos para
desear permanecer en el puesto de trabajo. Los empleadores, por su
parte, tampoco tendrían mayor interés en conservar a un trabajador al
que prácticamente no se le ha invertido ningún esfuerzo para
calificarlo. Desde esta perspectiva, el "sector informal" sería un
mercado de trabajo que congregaría trabajadores que no son jefes de
familia (solteros), preferentemente para aquella parte de la PEA que
se encuentra en el comienzo o en el fin de su vida productiva
(jóvenes y viejos), mujeres y migrantes (recientes) de origen rural
en las ciudades. Coelho y Valladares (1983:18) coinciden en esta
caracterización. Para Todaro (1969), el "sector informal" cumpliría
la función de trampolín para el ingreso a ocupaciones formales, de
los migrantes recientes oriundos de zonas rurales. Sin embargo, esta
suposición es contradictoria considerando el hecho de que tal tipo de
migrante, por su historia ocupacional, carece de las calificaciones
profesionales necesarias para que se dé -luego de su permanencia
temporal en el sector informal- su ingreso en las ocupaciones
formales (por lo menos, en las más calificadas y mejor remuneradas).
Martine y Peliano, en su clásico estudio Migrantes en el mercado de
trabajo metropolitano (1978:144) también señalan esta incongruencia.
Una investigación realizada en la periferia de Sao Paulo en 1982
mostró que la localización de los migrantes recientes (con menos de
10 años de residencia en la localidad) en la estructura ocupacional y
de renta de la región metropolitana variaba significativamente según
las Micro-Regiones Homogéneas en las que ésta se divide. En las zonas
más industrializadas y mejor provistas de equipos sociales, los
migrantes recientes disfrutaban de mejores niveles de ocupación y
renta que los nativos de la región metropolitana de Sao Paulo y los
migrantes más antiguos (más de 10 años en la región metropolitana de
Sao Paulo) (Lazarte, 1987:223-226). El estudio permitió percibir una
distribución ocupacional de los migrantes recientes en la que
predominan las ocupaciones menos calificadas (no manuales de bajo
nivel y manuales de calificación media: cobradores en camiones,
veladores, vigilantes, auxiliares de producción en la industria,
obreros, plomeros, pintores, estilistas), que prácticamente empatan
con las de mayor calificación profesional (obreros calificados,
operadores de máquinas, maestros de obra, inspectores, controladores
de producción), respectivamente 33.83 y 32.04% de los entrevistados
(p. 143). Por último, aparecen los trabajadores manuales con baja
calificación (27.11%), que ejecutan principalmente trabajos físicos:
sirvientes diversos, ayudantes generales, limpiadoras. El servicio
doméstico comprendía 4.92% y los ambulantes 2.11 por ciento.
c) La renta y el bienestar social En la reseña de Raczynsky,
encontramos aún un grupo constituido por aquellos estudios que tratan
de caracterizar al sector informal a partir del bajo nivel de renta
de los trabajadores en el sector, así como del insuficiente grado de
bienestar social (acceso a casa propia, salud, educación,
esparcimiento) de esa parte de la fuerza de trabajo. Sin embargo, la
autora pone énfasis en algunas de las dificultades que se derivan de
la adopción de esta perspectiva. En la medición de los niveles de
renta en investigaciones empíricas sobre la fuerza de trabajo
ocupada, se mezclan a un mismo nivel, muy diferentes relaciones de
trabajo y formas de organización de la producción muy diversas: desde
asalariados en empresas de tamaño y organización productiva sumamente
dispar, hasta trabajadores por cuenta propia en servicios personales,
en la industria manufacturera, en el comercio, en el transporte y en
la construcción civil (Raczynsky, 1977:25). Martine y Peliano, en el
estudio que hemos citado, mostró en números claros la generalización
de la subremuneración en los mercados de trabajo metropolitanos en
Brasil, ya sea en el sector formal o en el informal (1978:155). Se
trata de una característica crónica del mismo, como muestran los
datos de la PNAD de 1990: 20% de la población ocupada recibe
remuneración por debajo del mínimo legal, un salario claramente
insuficiente para el sustento de un trabajador individual.
* 4.3. La contribución de Paulo Renato de Souza En 1985, Paulo Renato
de Souza realizó un balance de la literatura sobre el "sector
informal",21 que nos parece interesante analizar, dada la importancia
de los trabajos de este autor sobre el "sector informal",
principalmente en su periodo de asociación con Víctor Tokman en el
PREALC. Souza comienza destacando lo impropio que es referirse al
"concepto de sector informal del PREALC", toda vez que en el seno de
esa institución se generaron concepciones distintas que, además de
distinguir entre "sector informal" rural y urbano, caracterizaron de
diferentes formas a este último en el transcurso de sucesivas
redefiniciones a partir de la misión de la OIT en Kenya en 1972. El
autor distingue tres dimensiones o ejes principales de aproximación
en los estudios del PREALC sobre el "sector informal":
1) una dimensión descriptiva y cuantitativista, 2) una dimensión de
formulación de políticas de empleo y renta, y 3) una dimensión
teórica, vinculada a la interpretación de la estructura del mercado
de trabajo en economías subdesarrolladas, el papel del "sector
informal" en el mismo, la relación del sector con la economía como un
todo.
En la visión de Souza, el pionero estudio de la misión de la OIT en
Kenya en 1972 se sitúa en esta perspectiva cuantitativista una vez
que enfatiza la definición del "sector informal" principalmente a
partir del tamaño de los establecimientos productivos (Souza,
1985:5). Siempre desde la perspectiva del autor, este estudio tiene
el mérito de: a) sustituir el enfoque basado en la situación del
individuo frente al mercado de trabajo (típica de los conceptos de
desempleo y subempleo) por otro centrado en características del
mercado de trabajo, derivadas de particularidades de la estructura
productiva así como de la forma de organización de la producción, y
b) destacar los aspectos positivos y la potencialidad productiva de
la pequeña producción, vista por muchos estudiosos como un sector que
debería ser progresivamente sustituido por el empleo en el sector
"moderno" de la economía. El estudio de la misión de la OIT en Kenya
considera tanto al "sector informal" como al moderno como productos
de la modernidad, y no como la superposición de uno "moderno" a otro
"atrasado" o "tradicional". Busca, sin encontrar, lazos de
complementariedad del sector informal con el resto de la economía. Se
contrapone al dualismo residualista al que nos referimos en el inciso
4.2. Para Souza, los estudios del PREALC sobre países
latinoamericanos (Paraguay, 1975, y El Salvador, 1977), subsiguientes
al de Kenya, se centran en los mercados de trabajo de las capitales,
acuñando la expresión "sector informal urbano", a diferencia del
simple "sector informal", como en el primer caso. En estos estudios,
el sector informal urbano es abordado en contraste com otras formas
de organización de la producción (el sector formal y el sector
público), al tiempo que se indaga sobre su papel en el proceso de
acumulación como un todo, así como sus relaciones de competitividad y
complementariedad para con los sectores no informales (Souza,
1985:6). Se afirma que el sector informal urbano es resultado de un
excedente relativo de la fuerza de trabajo. En estos estudios sobre
el empleo y la renta en conglomerados urbanos latinoamericanos, surge
una de las principales características con que el "sector informal
urbano" será posteriormente conceptuado, tanto en los estudios del
PREALC como en los de los autores que se inspiraron en él: la
facilidad de entrada en el mismo, posibilitada por la baja o nula
exigencia de tecnología, capital y calificación en las actividades
del sector (Souza, 1985:7), actuando en sectores competitivos del
mercado (con rasgos de perfecta competencia), así como en la base de
la pirámide de la oferta (mercados oligopólicos concentrados). En
cuanto a la facilidad de entrada que comenta Souza, cabe destacar la
asimilación que hacen diversos estudios entre el informal y
determinados grupos de ocupaciones y rangos de rendimientos, sin
cualquier construcción conceptual que dé significado a estos
indicadores al nivel de la dinámica del mercado de trabajo como un
todo. A partir de los mencionados estudios sobre Paraguay y El
Salvador, el PREALC trató de aplicar al conjunto de los países
latinoamericanos la conceptualización de "sector informal", que pasó
-siempre en la revisión de Souza- de una concepción dualista visible
en los primeros documentos del PREALC a otra concepción
explícitamente negadora de este dualismo. En esta última fase, según
el autor, se trata de generalizar para el ámbito latinoamericano la
conceptualización sobre el sector informal, existiendo una fuerte
preocupación por precisar los contornos del concepto, sin que esto
haya redundado en una mayor precisión en los instrumentos de medición
del mismo. (Souza, 1985:8). Los estudios de Paulo Renato de Souza y
Víctor Tokman, presentaban, entre los años 1976 y 1978, las
siguientes coincidencias, según relata el primero de estos autores en
la revisión que nos ocupa:
a) en relación al mercado de trabajo y su funcionamiento: El "sector
informal" representaba el ajuste entre el número de personas que
debían emplearse y el número de puestos de trabajo efectivamente
disponibles en los sectores más organizados de la actividad
económica. El "sector informal" era considerado como una puerta de
entrada de los migrantes de origen rural al mercado de trabajo
urbano.22 Souza (1985:10) señala que en aquél aún subsistían, como
sin respuesta adecuada, las siguientes interrogantes: ¿cuál es el
papel de la renta promedio del sector informal en el ajuste general
del mercado?, es decir: ¿cuál es su efecto sobre las migraciones del
campo a la ciudad? b) el "sector informal" en el funcionamiento de la
economía como un todo: la discusión sobre las vinculaciones del
"sector informal" y el sector más típicamente capitalista de la
economía, por un lado, y con el conjunto de la economía, por otro, no
había alcanzado demasiada claridad en el seno del PREALC en ese
periodo (Souza, 1985:11). De hecho, se hablaba de relaciones de
complementariedad y competencia, así como de
funcionalidad/disfuncionalidad de lo informal en relación al
desarrollo como un todo, sin que existiese un decantamiento
conceptual que significase un avance efectivo en las dimensiones
estructurales involucradas en estos puntos.
Las "coincidencias relativas" de Tokman y Souza en esa época se
referían, según el último de estos autores, a lo siguiente: 1) tanto
las unidades productivas informales como las típicamente capitalistas
producen para el mercado y no para el autoconsumo, y 2) el
comportamiento del "sector informal" mantiene estrecha relación con
el proceso de acumulación y expansión del sistema económico. Souza
afirma ser ésta una idea embrionaria en aquella‚ época, que
posteriormente fue desarrollada. Los trabajos de Souza posteriores al
periodo de sus trabajos con Víctor Tokman23 en el PREALC,
principalmente Empleo, salarios y pobreza,24 mantienen la idea de que
el "sector informal" representa el ajuste entre el número de personas
dispuestas a emplearse y la cantidad de puestos de trabajo ofrecidos
por el mercado en determinado momento. Sin embargo, el autor abandona
-tal como lo hacen otros autores como Martine y Peliano, y Martine,
1983, DIEESE-SEADE, PED- la concepción de que el sector informal
sería la "puerta de entrada" de los migrantes al mercado del trabajo
urbano (Souza, 1985:13), apuntando hacia grupos ocupacionales del
sector formal -principalmente las ocupaciones menos calificadas de la
construcción civil- para ese papel. Otros estudios (SEP-SP),
realizados a fines de la década de los setenta, mostraron como
"puerta de entrada" de los migrantes a una serie de grupos
ocupacionales en diversos ramos de la industria. Existe, en los
trabajos de Souza en ese periodo, una elaboración más precisa de la
variable demográfica presente en sus análisis del "sector informal";
la noción de "sobrepoblación relativa" se desdobla en dos: la "fuerza
de trabajo", que incluye el total de la población económicamente
activa, independientemente de su inserción efectiva en el mercado de
trabajo, y el "ejército industrial de reserva", que incluye a
aquellos trabajadores que "están más cerca" del núcleo más
típicamente capitalista del mercado de trabajo, ya sea porque ya
desarrollaron actividades en el mismo, o por estar potencialmente
capacitados para eso (Souza, 1985:14). El movimiento de contingentes
de trabajadores entre uno y otro depende, principalmente, de los
movimientos de expansión y contracción de las principales actividades
en el núcleo más típicamente capitalista de la economía (Souza,
1985:15). En cuanto a la determinación de los salarios, Souza
sostiene que ésta se da "internamente al núcleo verdaderamente
capitalista de la economía", por un proceso de negociación entre los
trabajadores y los patrones, que puede ser o no explícito. Afirma el
autor que sobre este proceso incide el tamaño del ejército industrial
de reserva, debilitando el poder de negociación de los trabajadores,
tal como le es atribuido en la concepción clásica; sin embargo la
incidencia de la sobrepoblación relativa como un todo se vuelve más
remota según este autor. La relación entre los niveles de renta de
los sectores formal e informal no tiene, según Souza, el sentido que
usualmente se le atribuye, que determinaría el flujo de mano de obra
de las actividades informales (de renta media baja) hacia las
formales. Por el contrario, Souza sostiene que es el salario medio de
los trabajadores del núcleo capitalista central de la economía, el
que determina el nivel de remuneración de los trabajadores no
calificados. "Las remuneraciones informales son de esta manera
influidas por la tasa de los salarios, y no al contrario" (Souza,
1985:16). Para Souza, el cambio más significativo ocurrido en su
conceptualización sobre el "sector informal" se refiere a la
naturaleza de las relaciones entre los segmentos del aparato
productivo. De una concepción en la que el sector informal ocuparía
la base del sistema productivo capitalista, en competencia con las
unidades productivas más típicamente capitalistas el autor pasó a una
concepción en la que la "pequeña producción" (sector informal) ocupa
los intersticios del mercado, los espacios no ocupados por la
producción típicamente capitalista (Souza, 1985:17). Esta última,
según el autor, no tiende a eliminar del espacio económico a la
pequeña producción, y sí a definir su espacio, creándolo, recreándolo
(Souza, 1985:18). Algo semejante puede detectarse en la producción
sociológica brasileña en lo referente a la pequeña producción rural.
Hubo un tiempo en que ésta se veía amenazada de extinción por la
agroindustria y el latifundio especulativo, después pasó a estudiarse
las relaciones de subordinación y complementariedad entre una y otra.
Lo que queremos destacar aquí es que, según Souza, "la pequeña
producción no posee capacidad para generar su propio espacio
económico al interior de una economía en la que el capital es
dominante." (Souza, 1985:18). Como características principales de la
"pequeña producción", el autor menciona la pequeña escala de la
unidad económica así como la facilidad de entrada de nuevos factores,
dada la inexistencia de exigencias de calificación, tecnología y/o
capital. Los intentos de medición de la pequeña producción, o "sector
informal" así definido, tropiezan con las dificultades que provienen
de las formas de agregación de los datos de las fuentes oficiales
(censos, PNADs), no siempre compatibles con las variables construidas
para el análisis. Souza se refiere a los intentos de utilización de
datos de la PNAD y del Censo Económico, con la finalidad de obtener,
a partir de ellos, información acerca del tamaño del sector informal,
utilizando indicadores tales como "sector de actividad", "posición en
la ocupación" y "tamaño del establecimiento" (Souza, 1985:21). En las
investigaciones basadas en datos de los censos y del PNAD, Souza
trabajó con dos conceptos paralelos de "sector informal". Uno,
formado por la agregación de los trabajadores por cuenta propia, con
remuneración igual o inferior a cinco salarios mínimos, más los
empleados con remuneración de hasta un salario mínimo, y también los
trabajadores no remunerados. Otro formado por los trabajadores por
cuenta propia con rendimientos de hasta cinco salarios mínimos, más
los empleados con renta de hasta dos salarios mínimos, más los
trabajadores no remunerados, más los empleados sin contrato, menos
los empleados de la administración pública (Souza, 1985:24).
* 4.4. La ruptura de Francisco de Oliveira: para una nueva
interpretación del trabajo informal Luego de la revisión de los
estudios que se han ocupado del llamado "sector informal" en la
literatura especializada de estos últimos veinte años, se tiene la
impresión de estar frente a esos "conceptos" cuya "función" consiste
en distraer a cierta intelectualidad poco crítica -para decir lo
menos- en relación a las categorías (o pseudo-conceptos) que asimila
del capital, del gobierno y, en general, de los que mandan. En los
años 70 fue la "teoría de la dependencia", vendida com un viés
"izquerdista" --como estaba de moda- por el entonces sociólogo
Fernando Henrique Cardoso, hoy encargado "neoliberal" de destruir la
poca democracia y el escaso bienestar social conseguidos en Brasil en
los últimos tiempos. Francisco de Oliveira -uno de los pocos
sociólogos brasileños que no solo escapó íntegro de la seducción
cardosiana, como la combatió abierta e inteligentemente--, en su
trabajo sobre "Lo informal re visto: Brasil y Grandes Regiones", ya
citado aquí, revisa el concepto de "sector informal" a partir de la
misión de la OIT en Kenya en 1972, recuperando las pretensiones del
informe. En su opinión, "la finalidad de la conceptualización
presentada era construir una categoría de análisis que describiese
las actividades generadoras de una renta relativamente baja, que
aglutinase los grupos de trabajadores más pobres en el medio urbano,
para, inmediatamente, por medio de políticas de empleo y de renta
específicas dirigidas a estos grupos, disminuir su situación de
pobreza y las desigualdades de renta que allí se pueden observar"
(Oliveira, 1991:4). La polaridad entre lo formal y lo informal,
propuesta en sustitución del binomio "tradicional/moderno",
"atrasado/desarrollado", desembocaron, según Oliveira, en la teoría
sociológica de la marginalidad. El autor revisa las perspectivas de
estudio de lo informal que ya hemos reseñado aquí al comentar el
trabajo de Raczynsky: la del aparato productivo, que enfatiza la
escasez de capital, tecnología y organización como propio de lo
"informal"; la perspectiva del mercado de trabajo, que caracteriza lo
"informal como un mercado de trabajo en el que predominan los
jóvenes, las mujeres, los migrantes recientes y los familiares no
remunerados -un mercado de 'fácil entrada', formado por fuerza de
trabajo primaria-; y finalmente la perspectiva de la renta. Oliveira
cuestiona tanto la conceptualización sobre lo "informal", como su
objeto, el tipo de actividades productivas a las que se les da ese
nombre. Las críticas del autor se centran en la forma como es
construido el "concepto" (frecuentmente basado en generalizaciones
empíricas sin conexión con categorías comprensivas de la economía
como un todo), a) identificando el "sector" -denominación que
rechaza, como veremos a continuación- a partir de la "facilidad de
entrada", b) centrando el análisis en la unidad productiva, y no en
la dinámica del mercado de trabajo, c) disolviendo la heterogeneidad
de lo empírico en agregaciones estadísticas macro, d) asociando lo
"informal" con la subremuneración, el subempleo, la baja
calificación, la baja productividad y la ilegalidad, e) ignorando la
diversidad de relaciones de lo "informal" con los sectores
"formales", tanto en términos de aprendizaje profesional, como en lo
que respecta a la competencia, integración y autonomía, en
situaciones específicas del mercado: ologopolización, competencia, o
intersticios entre un tipo y otro, y, por último, f) enfatizando la
"indisciplina" frente a la requerida por los sectores formales de la
economía (Oliveira, 1991: 28-29). Pregunta el autor: "¿Qué tipo de
teorización es posible sobre el trabajo informal?" Ninguna
teorización abstracta, dada la extrema heterogeneidad de las
situaciones empíricas características del trabajo informal. Solamente
una teorización vinculada al análisis empírico, en el contexto del
desarrollo capitalista, considerando su desdoblamiento en el mercado
de trabajo y en la estructura de clases. Oliveira se propone conocer
la lógica interna y externa del "trabajo informal", así como su papel
en la dinámica macroeconómica (1991:79), sus relaciones con el sector
"formal", etcétera. El autor destaca que, por el hecho de resultar de
la expansión capitalista y de desarrollarse en los intersticios
productivos de ésta, se deduce -como hemos visto antes, al comentar
principalmente la producción del PREALC25- que la actividad informal
existe porque existen esos intersticios, siendo su desarrollo reflejo
en relación a los movimientos de expansión y retracción del "sector
formal", típicamente capitalista de la economía (1991:81). Para
Oliveira, sin embargo, el determinante del trabajo informal debe ser
buscado en el nivel de distribución de renta que prevalece en la
sociedad. Para el autor, el trabajo informal mantiene una relación de
subordinación a los movimientos de concentración y distribución de la
renta, pero no necesariamente al núcleo capitalista, como afirma
Souza en su apartado correspondiente. De esta forma, para Oliveira,
"estas actividades [informales] se revelan enfrentadas a una cierta
cantidad de moneda en la economía, y como se encuentra en forma de
renta disponible al público se reparte entre las clases sociales. Por
lo tanto, se podría hablar de las actividades informales como un
apéndice de la distribución de la renta, creado en ciertas
estructuras por el capitalismo " (Oliveira, 1991:81. Subrayado en el
original). La ruptura de Oliveira es con relación a los enfoques
habituales, que adoptan implícita o explícitamente el punto de vista
del capital su racionalidad de acumulación. A diferencia de éstos, el
autor postula, en la línea de convergencia del pensamiento de Marx
con el de Weber, que caracterizó varios de sus trabajos (El eslabón
perdido, principalmente), la atención a la racionalidad propia de las
actividades informales, no derivada ni dependiente del sector
capitalista de la economía. En la visión de Oliveira, la lógica de
reproducción de lo informal debe buscarse en una dimensión externa -
en el nivel en el que se ajusta la distribución de renta en la
sociedad-, simultáneamente a su dimensión interna, que "se basa en la
obtención de un nivel de renta para mantener la actividad y el
sustento del propietario y de los trabajadores allí involucrados"
(1991:81-82). La motivación básica del trabajador informal no es el
lucro ni la acumulación de capital, sino la obtención de un excedente
"consumido casi integralmente en la mejoría de las condiciones de
vida de los mantenedores de la actividad" (Ibídem, el énfasis es en
el original). Las unidades informales son definidas por el autor a
partir de esa lógica de producción, y no de caracteres externos
predeterminados, como tuvimos ocasión analizar en los trabajos de
Raczynsky y Souza, entre otros. Para Oliveira, lo importante es
retener que se trata de pequeñas unidades productivas, con el
objetivo de la "reproducción simple de su fuerza de trabajo, sin
asalariamiento en el sentido estricto del término (existe una
remuneración, una renta). El bien producido (o el servicio), no es
una mercancía, pues se trata de un valor de uso que no se inserta en
una división del trabajo social, por lo tanto sin referencia en el
tiempo de trabajo socialmente necesario que daría la medida de valor
de cambio de su producto o servicio" (1991:83). Es una remuneración
negociada de acuerdo con la renta del cliente. No hay un stock,
porque se produce para una demanda inmediata. El valor producido sólo
se revela frente a la renta, y no con las otras mercancías. "Es, por
lo tanto, una especie de valor de cambio sin medida de valor, una
negación del valor, un 'valor' al azar. Esta (anti)medida, subjetiva
por excelencia, es una expresión monetaria consustanciada en precios
de los servicios, al sabor de las coyunturas" (Ibídem). "Sector
informal", ¿qué es esto? Para Oliveira las actividades informales no
constituyen un sector de la economía, dotado de una división técnica
del trabajo insertado en una división social del mismo. El trabajo
informal no se inscribe -siempre desde el punto de vista del autor-
en los ciclos de reproducción del capital, tales como el sector
financiero, la industria, el comercio y los servicios. (1991:85).
"Mercado informal" y "Ejército industrial de reserva" El análisis de
Oliveira continúa quebrando la sinonimia entre "sobrepoblación
relativa" y "ejército industrial de reserva", presente en algunos de
los trabajos que hemos aquí reseñado. El autor distingue tres tipos
de "ejército industrial de reserva": fluctuante, latente y estancado.
La fracción fluctuante resulta del desempleo clásico, y se compone de
aquel contingente de trabajadores expulsados del núcleo típicamente
capitalista de la economía, tal como sucedió en la crisis de inicios
de los años ochenta. Ya la fracción latente del "ejército industrial
de reserva" de fuerza de trabajo se origina de la expulsión de
trabajadores rurales y sus familias, resultado de la expansión de la
lógica mercantil y especulativa en el mundo rural. En otro trabajo
tuvimos la oportunidad de mapear las características de este proceso
-que para Oliveira tuvo su auge en los años setenta-, así como la
literatura pertinente hasta 1986.26 Mencionaremos el clásico trabajo
de Paul Singer, "Migraciones internas: consideraciones teóricas sobre
su estudio", así como los textos más recientes de Geraldo Müller
sobre el capitalismo agrario y la agroindustria. Finalmente, la
fracción estancada del "ejército industrial de reserva", es aquella
constituida por el trabajo de subsistencia, identificado con el
"sector informal", tal como fue definido en las conceptualizaciones
iniciales que hemos reseñado aquí. Las distinciones analíticas
propuestas surgen, según Oliveira, del hecho de que "si aún es válida
la 'ley de la acumulación' que produce una población de reserva para
el capital, ésta es insuficiente cuando se trata de identificar las
fracciones de esta reserva y sus funciones en el capitalismo de hoy"
(1991:88). Una vez más percibimos la pertinencia de las advertencias
de Max Weber acerca de la escasa utilidad de las "leyes generales" en
la explicación sociológica, y la necesidad de "tipos ideales"
cercanos a lo empírico, más que de generalizaciones abstractas.
Continúa, Oliveira, afirmando que: "En este sentido, en el campo
teórico propuesto por Marx, como intento para superar el problema de
orden teórico y de operacionalidad práctica, y para tratar de
entender las articulaciones de las actividades informales en el
contexto de una población de reserva para el capital, debe seguirse
estrictamente el análisis en tres puntos básicos, para, a partir de
ahí, tratar de responder a las cuestiones de espacio y funcionalidad
de lo informal en el reciente proceso de acumulación de capital. Son
éstos: la división técnica y social del trabajo, la
especialización/calificación de la fuerza de trabajo, y, finalmente,
la estructura de mercado en la cual están insertos los mercados de
trabajo, formal e informal" (1991:88-89). En relación a la división
técnica del trabajo, según Francisco de Oliveira, las actividades
informales aparecen en la esfera de la producción, ocupando
intersticios no ocupados por la producción típicamente capitalista
(por ejemplo: pequeñas carpinterías, artesanías, costureros) y en la
esfera de la circulación, compitiendo con el comercio establecido
(tianguis, vendedores ambulantes) y con las empresas prestadoras de
servicios (pequeños talleres de reparaciones, electricistas,
plomeros). Para Oliveira, cuando se trata de actividades irregulares
y temporales (no deseadas por el trabajador, y vale la pena destacar
aquí el aspecto obligatorio señalado por el autor), lo "informal"
funciona a veces como ejército de reserva "específico" de
determinados sectores u ocupaciones formales ("parte subempleada de
la fracción fluctuante del ejército industrial de reserva"), pudiendo
ser la puerta de entrada para el sector formal, en los momentos de
auge del ciclo económico. Oliveira señala que, como resultado de la
complejidad de la división técnica y social del trabajo, se agrava el
problema de la especialización/calificación de la fuerza de trabajo
en la economía. Esto dificulta la movilidad de los trabajadores entre
los sectores formales de la economía y, en menor escala, entre las
actividades informales. En éstas, como ya se sabe, predominan las
relaciones personales, la habilidad individual, y las "mañas" propias
del ramo, que bloquean la entrada de los trabajadores formales en lo
"informal", así como de los migrantes oriundos del campo, y de los
jóvenes trabajadores (aquellos que se están iniciando en la vida
productiva). En lo que se refiere al tipo de mercado en el que se
desarrolla el trabajo "informal", Oliveira destaca el hecho de que
raramente se trata de mercados oligopólicos. Sin embargo, cuando de
ellos se trata (por ejemplo: en los talleres mecánicos), la actividad
"informal" alcanza elevados niveles de renta, pudiendo eventualmente
caminar en el sentido de la formalización de la actividad. Estas
actividades "informales" que compiten con las formales, no raramente
poseen grados de especialización/calificación técnica adquiridos en
el sector formal. Esto lo hemos confirmado en nuestra observación
"sistemática" impresionista. Este tipo de actividad surge -siempre
según las palabras de Oliveira- del crecimiento en los niveles de
renta y consumo de las clases de renta media, toda vez que tales
servicios y productos son ofrecidos a ellas. El grupo de trabajadores
aquí considerado forma parte, para el autor, tanto de la "parte
fluctuante del ejército industrial de reserva" (que en este sentido
forma parte de la determinación de los salarios del sector formal,
pudiendo ser absorbidos por los núcleos de actividades capitalistas
respectivos), como de una fracción permanente específica del ejercito
activo. De esta manera, funciona como puerta tanto de entrada como de
salida. En cuanto a las actividades informales que se desarrollan en
mercados competitivos, Oliveira menciona el hecho de que este es el
ámbito clásico de las actividades "informales", en el que se
concentra la mayoría de los trabajadores independientes. En la esfera
de la circulación (comercio ambulante, tianguis, changarros, etc.)
éstos se orientan hacia la población de bajos ingresos. Este grupo de
trabajadores no disminuye, con su actividad, los costos de producción
de la fuerza de trabajo, pero atiende las necesidades de la población
de bajos recursos. Con la depresión y la crisis -concluye Oliveira-
este "submercado" aumenta, acogiendo a los desempleados del sector
formal. No funciona como puerta de entrada para el sector formal,
como tuvimos oportunidad de constatar en nuestra investigación en
áreas específicas de la Región Metropolitana de Sao Paulo (Lazarte,
1987). El trabajo de Francisco de Oliveira que hemos reseñado aquí,
frente a las profundas y rápidas transformaciones ocurridas en el
mundo del trabajo en estos últimos años ("flexibilización" de las
relaciones de trabajo, crecimiento del desempleo absoluto a nivel
internacional), señala la necesidad de retomar el debate teórico, en
el marco de la movilidad general del trabajo como categoría central
para comprender el futuro del trabajo y de los trabajadores en el
sistema capitalista.
RESUMEN:
Concebido como la primera parte de un trabajo que debería terminar en
acciones gubernamentales de apoyo a pequeños productores urbanos de
João Pessoa (Paraíba, Brasil), el presente artículo revisa la noción
de 'sector informal" en la literatura brasileña -y parcialmente
latinoamericana-reciente. Se discuten los conceptos de desempleo,
subempleo, pobreza urbana y sector informal, y sus desdoblamientos en
métodos de mensuración de la precariedad de empleo y renta de vastos
segmentos de trabajadores urbanos. Se critica -a partir de los
trabajos de Francisco de Oliveira-la pertinencia de continuar usando
la denominación de "informal" en los estudios sobre esta
problemática.
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