La cuenta del otario
10/10/2004
- Opinión
Ejercitar el derecho de opinión es una de las obligaciones de
los ciudadanos. Criticar los actos del gobierno puede ser, en
algunos casos, una obligación moral, cuando callar significaría
ceder un palmo a la injusticia. El gobierno Lula impone a los
trabajadores del sector público brasileño una "reforma" que
implica, entre otras cosas, que los jubilados sigan
contribuyendo al sistema de seguridad social. Es bien sabido -la
prensa ha publicado recientemente la lista-que el estado
brasileño en sus distintas esferas -administraciones municipales
y estatales, empresas públicas como Varig-- es uno de los
mayores deudores del sistema.
No es justo que el jubilado pague dos veces por lo mismo. No es
justo que el Estado y las grandes empresas -estatales o
privadas-dejen de contribuir mientras se impone esa obligación
al eslabón más débil de la cadena. El gobierno Lula ha alcanzado
el poder gracias a una cualidad que hasta ahora nadie le niega,
cualidad que fue su principal bandera en la última campaña
electoral, en 2002: la decencia.
Es sabido que la Previsión Social brasileña, lejos de ser
deficitaria, tiene superávit, como ha afirmado recientemente la
senadora Heloísa Helena, de la llamada ala radical del PT. Es
también sabido, que buena parte de la recaudación del sistema de
Previsión Social brasileño, se destina a otros fines que los
establecidos por la Constitución y las leyes vigentes.
Solamente espero que el gobierno reflexione adecuadamente sobre
el costo que iremos a pagar si se impone su proyecto. Perder la
bandera moral, la bandera de la decencia, puede ser una pérdida
irreparable, a apenas seis meses de haber asumido. Sabemos que
Lula está condicionado, entre otras cosas, por la posición
minoritaria del PT en el Congreso Nacional. Para gobernar, Lula
y el PT deben negociar con grupos fisiológicos y de la derecha
más atroz que se perpetúa en este país desde tiempos
inmemoriales.
Pero la negociación no puede significar arriar la bandera que
hasta hoy nadie consiguió arrebatarle al PT: la de la honestidad
y transparencia en el manejo de la cosa pública. Si hubiera
desde el gobierno una respuesta a lo que aquí se dice, espero
que no sea un proceso por "daño moral", y sí una aclaración al
público, al ciudadano.
No quiero tirar sombras de duda sobre la moral de nadie. Pero
que no traten de hacernos pagar la cuenta del otario, como bien
canta Gardel desde la eternidad. Muestren las cuentas de la
Previsión Social. Dónde está el déficit. Y cuál es el
malabarismo moral que lleva a un gobierno del Partido de los
Trabajadores a querer tributar a los jubilados del sector
público. La huelga seguirá. No sabemos con qué perspectivas de
victoria sobre un gobierno que se muestra intransigente como
cualquier gobierno patronal. Pero a veces hay que decirle a
todos -y sobre todo a uno mismo-que uno no está de acuerdo con
la farsa y la inmoralidad.
Desde esta misma tribuna cantamos loas al triunfo de Lula en
octubre de 2002. Era el triunfo de un sueño, creíamos. No puede
ser que en tan poco tiempo se haya transformado en pesadilla,
tras la cortina de humo del viejo economicismo con que las
clases dominantes esconden sus maniobras de explotación y
engaño. Demuéstrenme que estoy equivocado. Con argumentos. No
con sanciones.
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