Geoeconomia: discursos y decisiones
14/08/2002
- Opinión
Varios hechos de la geo-política-economía de las últimas semanas
muestran que la relación entre discursos y decisiones es clave de
cara a la configuración de un orden global que se está plasmando
ahora mismo, a velocidad tal que conlleva el riesgo de dejar a
muchos como meros observadores de lo ya consumado. Decir A y hacer B
puede ser a veces estrategia, otras inconsistencia, otras error de
altos costos.
Una brecha entre discursos y decisiones se dio en la Cumbre
Presidencial de América del Sur, recién realizada. Mientras en la
retórica se criticaba al neoliberalismo, como lo destacó la prensa,
en el Consenso de Guayaquil -listo con anterioridad y sólo
formalizado por los mandatarios- se ratifica una ruta ya trazada de
sometimiento a dicho modelo. Esto porque las resoluciones apuntalan
la integración física sin un proyecto económico y político soberano;
se trata de facilitar la infraestructura para el tránsito de
mercancías y recursos provenientes de nuestras economías
reprimarizadas, volcadas a la exportación –y explotación- de
recursos, mano de obra incluida. Es, dicho simplemente, “pavimentar
el camino” para que se implante el ALCA, que no es nuestro proyecto
de integración, que no nos expresa como región ni como pueblos, que
ha sido concebido justamente bajo el auspicio neoliberal, hegemonía
norteamericana y control de las corporaciones transnacionales. En
Guayaquil se dejo pasar una oportunidad, acaso irrepetible, para
definir un proyecto propio, alternativo de integración.
Se habló también de democracia, pero ésta fue deficitaria a la hora
de abrir un espacio para que se expresen las organizaciones
sociales. La inconsistencia, en ese caso, se produjo por la
inflexibilidad en el manejo local de la Cumbre, que impidió conjugar
lo que distintos sectores querían: las autoridades del país mostrar
una ciudad de fiesta, con la cara lavada, en su ángulo más “moderno”
y comercial, con lucido protocolo, en base a la infraestructura y el
decorado, sin la gente. Las organizaciones sociales, especialmente
mujeres y hombres empobrecidos, llevar sus puntos de vista y
propuestas sobre integración regional y paz hacia los Presidentes,
recibiendo como respuesta nada menos que la prisión. Nuevamente,
tiempo perdido para adelantar en el acercamiento entre gobiernos y
pueblos, para trazar objetivos comunes.
De su lado, y en este caso sí con un proyecto propio, que encarna
intereses que no se ocultan, y bajo la advertencia de que serán
impulsados sin importar los medios, el gobierno norteamericano logró
la aprobación del fast track o vía rápida, que le permite, entre
otras cosas, realizar acuerdos bilaterales con los países sin pasar
por el Congreso (donde se había debatido durante dos años dicho
mecanismo). Al mismo tiempo, en movimiento rápido, y sin detenerse en
discursos, envía a su Secretario del Tesoro para otorgar un antes
esquivo “apoyo” a Brasil, Argentina y Uruguay, a condición no sólo de
las consabidas medidas de ajuste, sino de un compromiso con el ALCA,
que se torna una urgencia para hacer frente a la agravada crisis de
su economía, para darle nuevo aliento a un modelo que está
colapsando, aquí y allá. La entrega de recursos a dos de esos países
momentáneamente se separa del discurso, pero para proteger un
proyecto del que nosotros carecemos, y que amenaza con arrasarnos.
*Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía
https://www.alainet.org/es/articulo/106238
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