Revisa situación 5 años después de Beijing

Foro Internacional de Mujeres Indígenas

12/06/2000
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(Con la participación de 60 delegadas de 17 países de todo el mundo, del 1 al 2 de junio se realizó en Nueva York el Foro Internacional de Mujeres Indígenas, donde confluyeron redes regionales de África, Asia y el Ártico, y el Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas, además de organizaciones de EEUU, Canadá y Australia. Realizado en las vísperas de la sesión especial de la ONU para evaluar la situación de las mujeres cinco años después de la Conferencia de la Mujer que tuvo lugar en Beijing, el Foro permitió a las mujeres indígenas hacer su propio balance, cuya síntesis presentamos a continuación.) Entre las principales preocupaciones de las mujeres indígenas figuran la globalización y la pobreza creciente. La liberalización del comercio ha ocasionado el "dumping" de productos agrícolas importados, altamente subsidiados, desde los países ricos. Estos compiten con los cultivos locales que han sido desarrollados y fomentados por mujeres indígenas. Las formas sustentables de subsistencia de los/as indígenas y las granjas y empresas pequeñas se encuentran erosionadas o destruidas. En Perú, donde se originó la papa, los/as indígenas están dejando que las papas que cultivan para el mercado se pudran en las granjas, cuando no las utilizan para lanzar al presidente Fujimori durante las manifestaciones. El "dumping" de papas más baratas, o cortadas y listas para freir, importadas de EEUU y Canadá, así como el arroz de Asia, ponen en gran desventaja a las papas locales. Los Igorots en la región de la Cordillera en Filipinas no cultivaban tradicionalmente papas. No obstante, cuando los americanos colonizaron las Filipinas a inicios del siglo XX, introdujeron este cultivo y facilitaron el recambio de la producción de subsistencia a los cultivos para el mercado. Durante más de 30 años, las granjas de papas permitieron subsistir a decenas de miles de agricultores indígenas. Con la entrada al país de las mismas papas procesadas, unos 50 mil agricultores perdieron su medio de subsistencia. En México existe un caso parecido con el maíz, cultivo tradicional de los pueblos indígenas. La liberalización de las importaciones, promovida bajo el Tratado de Libre Comercio de Norte América (TLC) y reforzada por la Organización Mundial del Comercio (OMC), se tradujo en el "dumping" hacia México de maíz barato de EEUU. Con su entrada al TLC en 1994, México se comprometió a dejar de subsidiar la producción del maíz y a abandonar las restricciones a las importaciones agrícolas. En el espacio de un año, su producción doméstica de maíz y otros granos se redujo al 50%. Como consecuencia se perdieron millones de medios de subsistencia locales. Ello condujo a que se acelere el éxodo de mexicano@s hacia EEUU, arriesgando sus vidas. Se reportó que dos mujeres indígenas de Chiapas murieron en la frontera días antes de este Foro. Así, la promesa de que la liberalización del comercio traería el crecimiento económico y disminuiría la pobreza no se concretó para muchas comunidades indígenas. La pobreza y la exclusión han empeorado. El peso de la deuda de los países en desarrollo, que les obligó a someterse a los programas de ajuste estructural del Banco Mundial y el FMI, empeoró la pobreza. Se está entregando los servicios sociales básicos al sector privado, lo cual les hace aún más inaccesibles a las mujeres indígenas. La privatización de las utilidades y servicios más básicos, como la del agua en Bolivia, la energía en las Filipinas, etc., desata masivas protestas de los pueblos indígenas, como también de campesin@s y trabajador@s. Para colmo, el sistema internacional de los mercados bajo el liderazgo de la OMC presiona a los países a implementar el Acuerdo sobre Aspectos Relacionados con el Comercio de los Derechos de Propiedad Intelectual (TRIPS). Se trata del régimen internacional que legitimiza la piratería de los conocimientos de los pueblos indígenas sobre agricultura, salud y conservación de la biodiversidad. Es más, legitimiza las patentes sobre la vida que para los pueblos indígenas son la peor forma de mercantilización y desacralización de la vida. Recopilar y patentar el material genético de los pueblos indígenas, de las tradicionales plantas medicinales y sagradas (ayahuasca, Kava, calabaza amarga), y alimentos (quinoa) son algunos ejemplos del biocolonialismo y la biopiratería. Racismo y discriminación Otros problemas que fueron subrayados incluyen a la violencia contra las mujeres indígenas y el incremento en el número de mujeres y niñas indígenas de la India, Tailandia, Nepal y Filipinas que es víctima de las redes de tráfico sexual. La liberalización de las inversiones en el sector servicios ha significado el ingreso de agencias extranjeras de turismo y viajes. Tales agencias promueven agresivamente el turismo y para atraer a los turistas utilizan el exotismo de las mujeres y culturas indígenas. Las inversiones liberalizadas significaron también un incremento en la incursión de empresas mineras y petroleras en territorios indígenas. Los conflictos en torno al control y uso de los recursos primarios encontrados en tierras y aguas indígenas se agudizan cada día. Los pueblos indígenas terminan siendo desplazados o acampados en sus propias tierras o son forzados a atravesar las fronteras artificiales creadas cuando aparecieron los estados-nación. Los conflictos armados y no armados se han incrementado, sea en África, Asia, Centro y Sudamérica. Los pueblos indígenas se encuentran atrapados en conflictos y guerras ocasionados por otros. Un número creciente de pueblos indígenas está refugiado en las fronteras. La resistencia de los pueblos indígenas contra la expropiación de sus tierras y recursos, contra la privatización del agua en Bolivia, por ejemplo, o contra la dolarización de la economía en Ecuador, es interpretada por los gobiernos como un acto de hostilidad y una amenaza a la seguridad nacional. La respuesta común es la militarización creciente, que conduce a peores violaciones de los derechos humanos de las mujeres indígenas. En otros casos, las Naciones y Pueblos Indígenas de Canadá, EEUU y Australia han presentado juicios contra las corporaciones e incluso contra agencias gubernamentales. Estos casos abordan desde el depósito de desechos tóxicos o nucleares en los territorios indígenas, hasta la contaminación de aguas y tierras por corporaciones mineras y petroleras, la deforestación de los últimos bosques y terrenos de caza que quedan, y la destrucción causada por la construcción de carreteras y grandes represas. Las mujeres indígenas, aun de países ricos como Canadá, EEUU y Australia, han reportado una creciente pobreza y problemas de salud. A pesar de que el Canadá figura como primer país en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, la pobreza creciente entre los nativos canadienses no se encuentra reflejada. Tienen las tasas de mortalidad infantil y materna más altas. La incidencia del VIH/SIDA es más alta que en el resto de la población; y al igual que los Pueblos Aborígenes de Australia, hay proporcionalmente más indígenas en las cárceles que otros grupos de la población. Todos aquellos son síntomas de los problemas estructurales del racismo y la discriminación, de la falta de reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas a la autodeterminación y a su control sobre sus tierras y recursos. También son las consecuencias de la creciente monopolización de la riqueza y el poder en manos de cada vez menos países, corporaciones y billonarios. El gobierno global cada vez más se encuentra en manos de instituciones que no son transparentes ni responden ante la ciudadanía, como son el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y el Grupo de los Ocho. * Victoria Tauli-Corpuz es Coordinadora de la Red de Mujeres Indígenas Asiáticas
https://www.alainet.org/es/articulo/104728

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