Entre la exclusión y la ciudadanía global
11/04/1999
- Opinión
El nuevo milenio llega anticipado por dramáticos cambios en las dinámicas económicas, sociales, culturales y políticas a nivel global, con efecto incuestionable en las regiones y países. Nuevas tensiones, nuevas exclusiones, nuevas posibilidades de interpelación desde perspectivas democráticas así como enormes resistencias frente a los cambios, están presentes en este confuso e incierto cambio de siglo. Uno de ellos se refiere a las nuevas condiciones que están haciendo posible el surgimiento de ciudadanías globales y sociedades civiles globales. Entender su alcance, posibilidades y limitaciones requiere distanciarse de las formas habituales de pensar y percibir los fenómenos sociales, económicos, políticos y culturales. Requiere asumir que la mirada no se centra en las dinámicas nacionales, ni en la dinámica internacional de los Estados, ni en la lógica geopolítica, aunque todas estas dinámicas y lógicas influyen y tienen una gran significación. Requiere mas bien una mirada hacia los actores y actoras sociales que, comprometidas en luchas en relación a los derechos y a los asuntos de exclusión/inclusión en sus realidades especificas, las extienden y conectan a nivel regionales y global. Estos actores y actoras, de diferentes regiones, razas, sexo, etnias, elaborando diferentes demandas y luchas, han generado un nuevo espacio -el global- en donde procesar sus demandas, sus propuestas, sus luchas y lo que van percibiendo como sus derechos. Son actores no estatales, que pueden o no estar conectados a actores y procesos interestatales en el espacio global. Analizar estas nuevas dinámicas requiere también de una mirada a los efectos del proceso de globalización y su impacto en las formas de interrelación de las ciudadanías en sus ámbitos nacionales y en el espacio global. Requiere también un análisis del concepto y la practica misma de la ciudadanía, como categoría en construcción, a la luz de las acciones y luchas de los movimientos sociales de tendencias transnacionales, como también de la forma en que están generando contenidos, practicas alternativas, en disputa, en negociación, en confrontación con los poderes formales existentes a niveles globales, regionales y nacionales. Dimensiones históricas de las ciudadanías Hablar de la ciudadanía como categoría en construcción es recuperar una de las características fundamentales y mas dinámicas de ella. Históricamente su contenido ha variado a lo largo de los siglos y ha cobrado nuevos contenidos en la llamada ciudadanía moderna, que surge en los siglos 18 y 19, según los países y regiones, y que marcan el paso de una sociedad estamental a una sociedad moderna. A lo largo de los siglos, las concepciones y contenidos de la ciudadanía se han ido complejizando y ampliando, en un permanente proceso alimentado ya sea por la recalificación de los derechos existentes, ya sea por el descubrimiento de las nuevas exclusiones que se iban generando. Y se ha ido conquistando a partir generalmente de las luchas de los excluidos por su inclusión y a partir de los intentos legitimadores y modernizantes de los Estados nación. Una de las definiciones clásicas de los contenidos de la ciudadanía corresponde a T.H Marshall(1), quien distingue dimensiones y tipos de derechos: civiles, políticos y sociales que, en un proceso histórico, dan origen a diferentes dimensiones ciudadanas: La ciudadanía civil se refiere a los derechos necesarios para la libertad individual, libertad de palabra, de pensamiento y acción, libertad de propiedad y de contrato, así como el derecho a la justicia. Este ultimo implica el derecho a defender y afirmar todos los derechos de una persona en términos de igualdad con los derechos de otras personas, amparados por la ley. Todos estos son derechos vinculados a la libertad personal y la autonomía de las personas. Las instituciones mas directamente ligadas a esta dimensión son las cortes y los aparatos de justicia. Esta dimensión de la ciudadanía fue la que marcó, ya en el siglo XVIII, los orígenes de la ciudadanía moderna. La ciudadanía política implica el derecho a participar en el ejercicio del poder político, ya sea con investidura o como un elector/a. Implica así el derecho de elegir y ser elegidos para manejar el poder político, a través del sufragio universal. Las instituciones mas directamente asociadas a esta dimensión son los parlamentos y los gobiernos locales. Esta dimensión ciudadana surgió lo largo del siglo XIX, accediendo inicialmente a ella solo determinado grupo de personas (hombres funcionarios, profesionales, eventualmente trabajadores) pero fue conquistada lentamente a lo largo de este siglo por todos los demás sectores excluidos en razón del género, la etnia, el lugar de residencia, el nivel de educación, etc. La ciudadanía social implica un conjunto de derechos que incluyen desde el derecho al bienestar y a la seguridad hasta el derecho a compartir plenamente la herencia social y la vida civilizada de acuerdo a los estándares prevalecientes en una sociedad. Se refiere así a la prerrogativa de cada persona de gozar de un standard mínimo de bienestar económico y seguridad social, salarios, beneficios sociales, etc. Las instituciones mas directamente ligadas a esta dimensión son los sistemas educativos y los servicios sociales. Esta dimensión surgió con fuerza solo en el siglo XX, ante la creciente desigualdad social y el consiguiente conflicto entre dos principios opuestos: democracia y capitalismo. Y esta dimensión es una de las más recortadas y postergadas para sectores mayoritarios de la población, en todos los países de la región. Parecería así que la ciudadanía moderna se sustenta en algunos rasgos comunes, tales como la igualdad formal de derechos y obligaciones, la pertenencia a una comunidad política (no solamente el Estado), la garantía para el ejercicio de los derechos ciudadanos vía instituciones ad hoc, la existencia de un espacio publico mas o menos desarrollado. Sin embargo, a pesar de estos rasgos comunes, las variaciones en las formas de construcción ciudadana, el peso de las condiciones socioeconómicas y políticas y culturas y el desarrollo desigual de las dimensiones ciudadanas entre las personas son enormes. La pretendida "universalidad" de los derechos ciudadanos ha invisibilizado a los sectores excluidos del inicial (y en muchas formas prevaleciente) modelo hegemónico: masculino, blanco, occidental. Muchas de las concepciones ciudadanas prevalecientes, si bien tienden a reconocer la diversidad, no asumen la dimensión de desigualdad, que esta diversidad conlleva, ni las formas como esta desigualdad determina el acceso diferenciado a los derechos ciudadanos. La desigualdad ha sido intrínseca al desarrollo de las ciudadanías modernas, pues su surgimiento se dio en condiciones de profunda inequidad, al tratar a los diferentes como desiguales, fuera de la norma, excluidos. La dimensión civil de la ciudadanía asumió en sus orígenes, en el siglo 18, al derecho de propiedad como su constituyente. Los derechos ciudadanos se organizaron en torno a libertad, y no todos tenían esa libertad para comprar o vender. Por su parte, la dimensión política marginó a todos los diferentes (indígenas, negros, mujeres, analfabetos), los cuales lentamente lucharon por su reconocimiento e incorporación. Este proceso, que excluye e incluye permanentemente, hace que ninguna de estas dimensiones ciudadanas sea nunca completa, ni se desarrolle tampoco en forma similar, ni en una persona ni entre las personas. Este complejo proceso indica que la "evolución" y construcción de las diferentes dimensiones de la ciudadanía no corresponde a un proceso lineal, ni apunta en una sola dirección. Es mas bien un proceso ambivalente, heterogéneo, que contiene fracturas, retrocesos y recuperación de contenidos perdidos (por ejemplo en América Latina los derechos políticos adquieren un nuevo valor después de la experiencia de las dictaduras en la región). La ciudadanía, afirma Fernando Calderón(2), es una renovada y nunca acabada construcción sociocultural. La universalidad de las ciudadanías El desarrollo de las ciudadanías se sustenta en el principio de la "universalidad" de derechos para todas las personas. Pero esta universalidad fue siempre parcial, al no contemplar, históricamente, las particularidades que portan las personas en relación a su diferente ubicación en la sociedad. Porque estas particularidades, hemos visto, expresan las enormes desigualdades, discriminaciones y exclusiones características de las dinámicas sociales, políticas, económicas y culturales. La universalidad aparece así como un principio abstracto. Al no existir mecanismos ni garantías para aplicar esta universalidad, quedan parcial o totalmente fuera de ella, en diferentes grados, los diferentes a la norma que dio sustento a esa universalidad, limitando de esta forma el surgimiento de sujetos autónomos capases de hacerse cargo de sus vidas y circunstancias. Justamente porque hay una ambivalencia intrínseca en la ciudadanía, dependiendo de la ubicación de las personas y las colectividades dentro del conjunto diferenciado de poderes y marginaciones en una sociedad, la ciudadanía puede ser vista, según Sinesio López(3), desde diferentes perspectivas: ciudadanía como enmascaramiento de las desigualdades (al dar apariencia de igualdad entre desiguales), la ciudadanía como impulso al desarrollo de la igualdad, la ciudadanía como conquista de derechos y como espacio de conflicto entre dos principios contrapuestos -el de la igualdad y el de la desigualdad-, la ciudadanía como integración de las clases y sectores subordinados, por parte de las élites, para formar una comunidad política, la ciudadanía como espacio de construcción de la esfera publica. Todas estas dimensiones también están presentes en las dinámicas de construcción de la ciudadanía global. Estas diferentes perspectivas dan cuenta de una característica fundamental de la ciudadanía: la de no ser una categoría estática, sino mas bien flexible, dinámica, en relación con su entorno, contextualizada, como lo demuestra la forma en que las diferentes dimensiones ciudadanas se fueron perfilando y conquistando. Esta característica dinámica es la que nos permite hablar de la ciudadanía como proceso de "descubrimiento" y construcción de nuevos derechos. Y es que los procesos de construcción de ciudadanía han ido de la mano de los procesos de conquistar autonomía, o, lo que es lo mismo, la lucha por acceder a la ciudadanía es una lucha por la autonomía frente a las restricciones y barreras impuestas o asumidas. Según David Held(4), solo cuando los derechos políticos, obligaciones y deberes no estuvieron atados a la tradición religiosa o al derecho de propiedad, la idea de un orden político impersonal y soberano -legalmente limitado- pudo predominar. Igualmente, cuando las personas no se pensaron mas como meros sujetos obedientes a dios, emperador o monarca, la noción de ellos como individuos, personas o pueblos, capases de ser ciudadanos activos de un nuevo orden político, se pudo comenzar a desarrollar. Por ello mismo, la ciudadanía, como concepción y como practica, como horizonte referencial de la sociedad, tiene un enorme potencial transformador. Y, es que justamente por este ambivalente y contradictorio contenido, la ciudadanía es un "terreno de disputa", por su carácter restringido, parcial, excluyente así como por los intentos de las y los excluidos de presionar y negociar por su ampliación y su inclusión. Por ello la ciudadanía es también un principio movilizador. Lo que define el movimiento de la ciudadanía es la dinámica de exclusión/inclusión en relación a la sociedad y sus poderes. Las formas de expansión de las ciudadanías generalmente han correspondido a un doble movimiento: desde abajo, a partir de las luchas de diferentes grupos no hegemónicos, que han impulsado incursiones democratizadoras buscando ampliar sus derechos ciudadanos, y desde arriba, ya sea por la presión de los excluidos (los de abajo), ya sea por los intentos populistas y-o modernizantes de los Estados en la región. Los derechos ciudadanos otorgados desde arriba han significado generalmente una continuidad y han sido generalmente vistos o utilizados como mecanismos de cooptación o neutralización (por ejemplo la dación del voto a las mujeres por gobiernos dictatoriales), pero también han logrado generalmente ampliar el horizonte referencial de la sociedades. La construcción de la ciudadanía desde abajo no solo ha significado la ampliación real de los derechos ciudadanos sino también una expansión simbólica, en las sociedades y en las subjetividades, del espacio del ejercicio ciudadano, del espacio de derechos. Este contenido de disputa sobre su significado, alcances y formas de desarrollo es evidente cuando vemos las diferentes orientaciones que asume el enfoque de derechos. En este movimiento de exclusión/inclusión, las especificidades no contempladas en la universalidad de la concepción ciudadana aspiran no solo a acceder a los derechos existentes, sino mas bien a apropiarse de la idea de "merecimiento" de derechos. El derecho a tener derechos Evelina Dagñino(5) define muy bien esta postura al evidenciar que el punto de partida no seria un enfoque legal hacia derechos formales y abstractos o los derechos tal cual existen, sino la afirmación del "derecho a tener derechos", forma subjetiva de acercarse críticamente a ellos, lo que no solo permite el deseo de acceder a los derechos existentes, desde las particularidades de los individuos (el principio de igualdad y el derecho a la diferencia). Permite también y fundamentalmente, la invención y creación de nuevos derechos. Esta conciencia del "derecho a tener derechos" tiene la potencialidad de recuperar los derechos como procesos de descubrimiento y ampliación a partir de las luchas de las/os actoras sociales y no solo como acceso a los existentes. Así, la visión de derechos puede ampliarse a dimensiones hasta ahora devaluadas, dentro de la lógica formal, como por ejemplo la dimensión social de la ciudadanía (derechos económicos), o la ampliación de los contenidos de la ciudadanía civil, incorporando a ella los derechos sexuales de las personas. Estas dimensiones, objetiva y subjetiva, serán también claves en el desarrollo de las ciudadanías globales. La apropiación de la idea del derecho a tener derechos esta a la base de la forma en que los derechos globales han comenzado a expresarse y exigirse. Globalización y Ciudadanía La ciudadanía es ante todo un proceso dinámico, fundamentalmente porque responde a las características de exclusión e inclusión de los diferentes momentos históricos y a las condiciones históricas y actuales en los que se perfila y ejerce. La misma definición de Marshall sobre las diferentes dimensiones ciudadanas contienen una perspectiva histórica, relacionada con las complejidades en el desarrollo de las sociedades industriales y con las luchas por su ampliación. Mas aun, hay quienes afirman que mucha de la historia política del siglo XX esta caracterizada por batallas por extender, defender o dar otro contenido a los derechos ciudadanos. Estas extensiones o nuevos contenidos indican también que muchas de las ampliaciones ciudadanas se presionan y consagran a través de impulsos venidos desde abajo cuando ya en la practica han comenzado a descubrirse y ejercitarse, cuando ya de alguna forma han entrado a formar parte del horizonte subjetivo de sectores significativos de las ciudadanías realmente existentes. Los cambios en las dinámicas mundiales desplegadas en el ultimo cuarto de siglo XX, están generando nuevas dinámicas de exclusión/inclusión y un nuevo terreno para el surgimiento de nuevos derechos. La posibilidad de una ciudadanía global y el desarrollo de sociedades civiles globales se inscriben dentro de estas dinámicas que abren los cambios globales. Es una tendencia en formación, que ha comenzado a extenderse significativamente en las ultimas décadas, a partir básicamente de la incursión de una multiplicidad de movimientos sociales en la arena global. Los efectos de la globalización en las ciudadanías Dada su amplitud, complejidad y variedad, el proceso de globalización esta conectado a otras transformaciones en el sistema mundial, que aparecen como parte de los temas puestos al debate, porque afectan a toda la humanidad. Son también los temas "en disputa", tales como el crecimiento de las desigualdades, explosión poblacional, catástrofes del medio ambiente, proliferación de armas, riesgo de destrucción masiva, etc. Todas estas transformaciones representan nuevas amenazas y plantean la exigencia de conquistar nuevos derechos ciudadanos. Los limites de los Estados para responder a estas transformaciones son grandes, no solo por la necesidad de soluciones globales sino también porque los Estados continúan actuando en nombre de sus intereses propios o de los intereses de los grupos de votantes que valoran mas, debilitando de esta forma su legitimidad frente a la ciudadanía. Retos en la construcción de ciudadanías globales democráticas Estamos frente procesos densos, multifacéticos, profundamente heterogéneos y ambivalentes: por un lado, son evidentes sus alarmantes consecuencias en el plano económico, desde un modelo que privilegia el mercado, controlado por las grandes corporaciones, con tendencias crecientes a la desprotección ciudadana, generando mayor exclusión social a todos los niveles. Es evidente también sus efectos en el debilitamiento del Estado como ente direccional de la sociedad. Por otro lado, sin embargo, se han generado otros procesos significativos para el despliegue de los intereses ciudadanos. Desde el avance tecnológico de las comunicaciones a nivel global, se ha generado crecientemente una inédita y rica dinámica de conexión y articulación de lo local con lo global y viceversa. Uno de los efectos de esta nueva dinámica esta siendo la ampliación de los contenidos de las sociedades civiles nacionales y la generación de un nuevo espacio para la ampliación de las sociedades civiles a nivel global y la consiguiente ampliación de las bases ciudadanas para hombres y mujeres. Son también procesos en construcción, que contienen disputas de sentido y de conquista de espacios en los cuales la lenta ampliación de los derechos ciudadanos frente a asuntos y problemas globales se está dando, no solo desde la emergente institucionalidad supra estatal sino desde los impulsos de los movimientos sociales de perspectiva crecientemente global que asumen "el derecho a tener derechos" también en el espacio global. Las sociedades civiles globales, sin embargo, no se están formando solamente desde las presencias y propuestas de los movimientos de carácter progresista. Es un espacio que se esta llenando con una multiplicidad de actores, de diferente signo, poder y condición, en el cual los sectores conservadores y fundamentalistas están también presentes. De allí la importancia de considerar también la sociedad civil global y no solo la interacción con los Estados a nivel transnacional como terreno de disputa por espacios y acciones democráticas. La sociedad civil global democrática también se alimenta de las dinámicas y eventos impulsados por el espacio e instituciones interestatales y transnacionales. No solo porque sus interacciones van alimentando el terreno de disputa y confrontando significados y alcances, sino también porque los espacios, eventos, mecanismos, convenciones, etc., impulsados desde el espacio global interestatal, está generando una rica institucionalidad que puede ser efectiva, mas extendida y mas democrática, para confrontar las limitaciones de los Estados en la defensa de los derechos ciudadanos. La apropiación de esta nueva institucionalidad es un derecho y una responsabilidad de los movimientos sociales de corte transnacional, al permitir fortalecer un poder que confronte la soberanía de los Estados para violar derechos ciudadanos dentro de sus fronteras nacionales. Los movimientos sociales que actúan en el espacio global, son portadores de proyectos y agenda especificas, relacionadas con discriminaciones milenarias -de género, etnia, opción sexual- y con problemas cada vez más globales: medio ambiente, paz, derechos humanos, etc. En este espacio en construcción, ambivalente, contradictorio, con influencias y presencias tanto conservadoras como transformadoras, la importancia de generar polos democráticos a nivel global, capases de hacer confluir y potenciar estas agendas especificas es uno de los retos mas urgentes y atractivos. Ello será mas posible si los procesos de múltiples democratizaciones se convierten también en parte fundamental de las agendas de los movimientos. La construcción de las ciudadanías globales y sociedades civiles globales, en este período de desarrollo, involucra a movimientos, grupos y personas especificas, cuyo acceso a los espacios internacionales es mucho mayor que el común de las personas en los diferentes países y regiones. Si bien al coincidir en este espacio iniciativas y redes de todo el planeta, las presencias multiculturales, plurietnicas comienzan a ser visibles y actuantes, sin embargo, la participación de las diversidades regionales, en cuanto clase, genero y etnia en toda sus diversidades regionales no siempre esta garantizada. La democratización del espacio global tendría que ser por ello una de las preocupaciones fundamentales de esta construcción ciudadana. La necesidad de extender, democratizar y hacer efectivo un sistema normativo transnacional, expresado en institucionalidad democrática que sea accesible a los ciudadanos es también parte de este proceso de múltiples democratizaciones. Referencias Bibliográficas (1) Marshall, T.H. 1973. Class, Citizenship and Social Development. Westport: Greenwood Press. (2) Calderón, Fernando , 1989. Lo Político y lo Social Bifurcación o Síntesis de una Crisis. En Socialismo, Autoritarismo y Democracia. Lima, IEP/CLACSO. (3) López Jiménez, Sinesio 1998. Ciudadanos Reales e Imaginarios. Concepciones, desarrollo y mapas de la ciudadanía en el Perú . Instituto Dialogo y Propuesta (ed). Lima. (4) Held, David. 1991. Between State and Civil Society : Citisenship. En : Geoff Andrews de. London, Polity Press. (5) Dagñino, Evelina, 1998. Culture, Citisenship and Democracy. Changing Discourses and Practices of the Latin American Left. En: Culture of Politics, Politics of Culture. Revisioning Latin American Social Movements. Sonia Alvarez, Evelina Dagnino, Arturo Escobar Editores. West View Press. USA, London.
https://www.alainet.org/es/articulo/104653
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