La genuflexión ante el nuevo Mesías
11/10/2005
- Opinión
Duro trabajo el de vocero de la Casa Blanca. A veces hay que salir a justificar lo injustificable con cara de inocente; otras hay que explicar cosas tan absurdas como la razón por la que se ha arrasado al pueblo de Irak, en la búsqueda de unas armas de extinción masiva que nunca existieron; o intentar probar con razones que suenen convincentes, los motivos por los que se lo continúa haciendo; y a veces, decir que el presidente de la primera potencia del mundo no dijo lo que dijo y que cuando dijo, en realidad había querido decir lo contrario de lo que dijo.
Ahora su tarea consiste en informar que no es cierto que junio de 2003, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, habría declarado: "... estoy movido por una misión divina... Dios me ha dicho, George, ve y lucha contra los terroristas en Afganistán. Y yo lo hice. Y Dios me dijo, George, pon fin a la tiranía en Irak."
Esto aunque resulte un poco difícil desmentir a una cadena prestigiada como la BBC y a Nabil Chaath y Mahmud Abas, que por aquel entonces eran ministro palestino de Información y primer ministro, respectivamente, ante quienes Bush habría confesado su condición de nuevo Mesías.
En un mundo lleno de creyentes, tengo la desgracia de ser un dudante y en consecuencia estar siempre atormentado por preguntas a las que la mayor parte de la veces no encuentro respuesta.
Por ejemplo: ¿Habrá sido Dios el que le dijo: "Georgito, (porque a estas alturas, ya se conocen tanto que pienso que Dios usa el diminutivo), presiona al gobierno argentino para que pisotee los más elementales principios de su Constitución y apruebe una ley que nos ayude en nuestra lucha terrorista disfrazada de antiterrorismo"?
¿O el mismo Dios, secreteando en sus oídos, habrá prometido la salvación eterna, a los legisladores del PJ, la mayoría de la UCR, Recrear de López Murphy, el macrismo y los partidos provinciales, para que entre el último miércoles y jueves de marzo, sancionaran con fuerza de ley los convenios firmados por el Gobierno Nacional en materia "antiterrorista", sucumbiendo a las presiones del nuevo Mesías?
No he conseguido respuesta a estas dudas, cuando me asaltan otras:
¿Habrán pensado nuestros gobernantes que estas leyes atentan contra el derecho de autodeterminación de los pueblos y el principio de no intervención, en el que durante mucho tiempo fuimos paladines?
¿Se habrán dado cuenta de que lo que acaban de aprobar anula el derecho de asilo político, sancionado por nuestra Constitución, obligando a la Argentina a no concederlo si el solicitante del asilo es calificado por sus perseguidores como "terrorista"?
Lo que me lleva a otra pregunta: ¿Quién es un terrorista? Si, como decía Von Clausevich: "La guerra es la continuación de la política por otros medios" y consideramos al terrorismo como una estrategia de guerra asimétrica caracterizada por inducir terror en la población para forzar políticas que de otra forma no se producirían o evitar que la sociedad produzca transformaciones que vulneren el poder establecido; admitiremos que el concepto de "terrorista" no responde al terror propiamente dicho, sino a la ideología sobre el empleo del terror como arma política.
Entonces el término se torna ambiguo y pasa a ser "terrorista" todo aquel que se antoje nocivo a una política que se quiere conservar o establecer. Porque hay "terroristas" buenos y malos, según se vea. Asoleado en las playas de Miami, vive desde hace más de 17 años, Orlando Bosch, que para el gobierno de los Estados Unidos, es un "terrorista bueno", porque entre otras muchas "heroicas acciones en defensa del mundo libre", dirigió en octubre de 1976 la voladura en pleno vuelo de un avión civil cubano donde murieron 73 personas. Fechoría que llevó a cabo junto a otro "terrorista bueno": Luis Posada Carriles, quien según la cínica decisión de un juez del El Paso, Texas, no puede ser extraditado a Cuba o Venezuela, alegando que podía ser víctima de torturas en cualquiera de los dos países. En tanto en Guantánamo se mantiene prisioneros sin derecho a proceso y se tortura a centenares de "terroristas malos".
Decir que la guerra, uno de los más grandes disparates del hombre, posee reglas, puede sonar absurdo, pero existe algo así como la ética de los que hacen la guerra y así un enfrentamiento entre dos fuerzas contendientes, es considerado lícito; pero no lo es la colocación de una bomba que mata a inocentes personas que no participaban del combate; el bombardeo de una ciudad, la tortura o el uso de "escudos humanos". Eso es "terrorismo".
Pero cuando el sistema capitalista se siente amenazado, recurre al terrorismo aunque para ello tenga que pasar sobre la Constitución y toda forma de gobierno racional.
Los Estados Unidos de Norteamérica, nacieron pregonando los derechos del ciudadano y el respeto irrestricto a las libertades, pero en 1940, a sus legisladores no se les movió un pelo cuando aprobaron el "Alien Registration Act" (Ley de Registro de Extranjeros), que entre otras cosas declaraba ilegal apoyar, favorecer, sugerir o desear que el gobierno fuera derrocado. Si leyó bien, DESEAR. No está bien desear que un gobierno sea derrocado, siempre que no se llame Salvador Allende, claro.
Fue el inicio de la más espantosa cacería de brujas registrada en el país del norte y lo que permitió al senador Joseph McCarthy, pasar a la historia como uno de los personajes más tenebrosos. La persecución alcanzó todos los niveles de la sociedad, pero fundamentalmente a los intelectuales acusados de pervertir la mente de los ciudadanos.
El dramaturgo Betolt Brecht, tuvo que huir a Alemania Oriental. Acosado y perseguido Charle Chaplin abandonó Estados Unidos y la lista incluyó personalidades como Aaron Copland, John Garfield, Arthur Miller, Orson Welles, o Leonard Bernstein.
Eran en los años en que los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial y la Cruz Roja de ese país no admitía sangre negra en sus bancos de plasma para evitar la mezcla de las razas. Lo que no era inconveniente para enviar negros a morir en el frente, mientras Billie Holiday, la nieta de un esclavo negro de una plantación de irlandeses, conmovía al mundo con el canto de sus tristezas y Charlie Parker derribaba fronteras de raza con las notas de un saxo.
La histeria duró varios años y en 1953, Julius y Ether Rosemberg acusados de espionaje, fueron ejecutados en la silla eléctrica. Pero hace pocos años, la Asociación Americana de Abogados reconstruyó durante dos días el juicio y llegó a la conclusión de que eran inocentes.
Así funcionó el macarthismo, y es probable que algunos de nuestros legisladores no tengan noticias de esto. Pero aún viven en Argentina algunos sobrevivientes de los campos de exterminio nazi, que pueden mostrar en su antebrazo el número con el que eran marcados y es seguro que de no ser un cínico, ninguno de ellos pueda responder negativamente a la pregunta ¿Sabe usted cómo funciona el terrorismo de Estado? Porque aún está fresco el recuerdo de 30 mil desaparecidos por la última dictadura, con su secuela de asesinatos, torturas, mujeres violadas y bebes robados. Nada de lo cual fue casual; el sistema se sentía amenazado porque había quienes intentaban cambiar la forma desigual en la que se reparte la riqueza y reaccionó de la única forma en que sabe hacerlo: recurriendo al terrorismo.
¿Cuándo en 1975 Isabel Perón, aconsejada por el brujo López Rega, firmó el decreto de "aniquilamiento de la subversión", sabía que estaba destapando la cueva de la que saldría el terrible monstruo del terrorismo de Estado? ¿No se habrá arrepentido nunca de haberlo hecho?
Ahora, cuando se han ahondado dramáticamente las diferencias entre los que tienen cada vez más y los que no tienen nada; cuando casi le es imposible al sistema detener la ira de los hambreados se siente nuevamente amenazado y se prepara librar la batalla contra el "terrorismo malo". Con este fin se realizó hace poco en Estados Unidos, un seminario sobre "Seguridad interior y relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Argentina", y el tamaño de los temores del sistema quedaron reflejados en las declaraciones vertidas allí por Jerry Kloski, un experto en terrorismo que trabajó para la CIA, quien, al decir de Ana Barón, corresponsal de Clarín en Washington, no vaciló en afirmar: "Argentina sufre las consecuencias de lo que ocurrió en la década del '70"; "La opinión de la derecha extrema y moderada fue eliminada y se percibe como ilegítima mientras que la opinión predominante proviene de la izquierda". Claro que el buen Jerry omite recordar que lo que ilegitimó a esa derecha, fue el uso del terrorismo de Estado. Más interesantes aún son sus conclusiones: "Por lo tanto, uno tiene en el poder un grupo que no confía en las fuerzas de seguridad", olvidando aquí preguntarse si hay motivo para confiar y para preparar el terreno para la gran cruzada contra el "terrorismo malo" remata diciendo: "Los piqueteros han pasado de ser un movimiento popular de protesta legítima a un movimiento que ya no es legítimo y que podría ser muy fácilmente infiltrado por terroristas".
Bueno, veamos señor Kloski, según usted el movimiento piquetero era "un movimiento de protesta legítima", seguramente se refiere a que salieron a la calle reclamando trabajo y ahora, "ya no es legítimo", ¿Por qué Jerry, es que ya hay trabajo para todos? ¿Qué terroristas, según usted, podrían infiltrar al movimiento piquetero? ¿Los malos? ¿No le parece una exageración comparar a un desocupado con Bin Laden? Eso explica por que en Chile, se acusa de "asociación ilícita terrorista" a Pascual Pichún y Aniceto Catrimán, autoridades tradicionales de los mapuches, en relación con la lucha social por la tierra y los legítimos reclamos de los indígenas.
Son "terroristas malos", tan malos como Filiberto Ojeda Ríos, el comandante del clandestino Ejercito Machetero de Puerto Rico, masacrado por el FBI y luego dejado desangrar hasta su muerte por el delito de luchar por la independencia de su país.
Porque los "terroristas buenos", actúan generalmente en contra de gobiernos legítimos. Hace poco las autoridades venezolanas proyectaron un video titulado "Comando F4" que muestra a antichavistas y anticastristas entrenándose con armas en la región de los Everglades. Allí, el ex capitán venezolano Luis García prometía volver a su país con una "solución violenta".
Por supuesto los "terroristas buenos", tienen ideólogos e instigadores: Carlos Andrés Pérez, que fuera dos veces presidente de Venezuela, declaró en una entrevista al diario El Nacional de su país, en julio de 2004: "Estoy haciendo lo que puedo por echar a Chávez del poder", y en una muestra de fe democrática afirmó: "Lo conseguiremos por la violencia." y no hace mucho Orlando Urdaneta, que participó en el fallido golpe contra Chávez declaró al Canal 41 de Miami: "Los problemas de Venezuela podrían resolverse por medio de un rifle con mira telescópica y un buen tirador."
"Terroristas buenos", ultimaron en noviembre pasado de Danilo Anderson, el fiscal venezolano que investigaba a implicados en el golpe de Estado de 2002 y sus relaciones con instituciones del gobierno norteamericano. Fue asesinado por medio de una bomba accionada a control remoto, método que nos recuerda el atentado con el que en 1976, mataron a Orlando Letelier, ex Canciller de Salvador Allende y en el que la participación de la CIA y "terroristas buenos" cubanos, ha quedado demostrada.
Al sistema, el bote le está haciendo agua y el problema es que tiene más huecos que dedos, lo que hace que la desesperación se manifieste por doquier. En junio pasado en Londres, agentes con ropas de civil mataron a tiros a Jean Charles de Menezes, un trabajador brasileño que llevaba tres años en el Reino Unido. Las declaraciones iniciales manifestaron que era sospechoso de terrorismo. Sin embargo, luego el jefe de la Policía Metropolitana tuvo que admitir que se había tratado de un "lamentable error".
En los Estados Unidos, los casos de discriminación y detención de residentes extranjeros por "cara de sospechoso" se multiplican y palestinos que residen en Estados Unidos, a quienes se consideraba ciudadanos sin Estado, y por tanto no deportables, son entregados a Israel para ser "reasentados" en Gaza y en Cisjordania, lugares que quizá no conozcan.
En Argentina, los sectores de poder que más contribuyeron a engrosar el número de pobres, son los que ahora reclaman la criminalización de la protesta social y serán ellos los que no vacilarán en seguir el ejemplo de Jerry Klosky caratulando de ilegítima la protesta y llamando "terrorista" a cualquier hombre o mujer que reclame sus derechos.
Cuando un acuerdo del Congreso paraguayo, aprobado casi en secreto y a espaldas de la ciudadanía, abre las puertas para el ingreso con total inmunidad a tropas de Estados Unidos, que ha manifestado sus intenciones de establecer una base militar en una zona estratégica de Sudamérica como la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil, lo que nos coloca a los tres países ante la posibilidad de ser considerados "terroristas", en cuanto no cumplamos los dictados de Washington y su Mesías de turno y da al imperio el control del acuífero Guaraní, una de las principales reservas de agua del mundo. Nuestros legisladores, quizás para no ser menos que sus pares paraguayos, firman estas leyes que, entre otras cosas, permitirán que dentro de pocos días un grupo antiterrorista de la Customs and Border Protection (CBP), de los Estados Unidos comience vigilar los contenedores embarcados en el puerto de Buenos Aires.
Y cuando estoy escribiendo esto, me asalta otra pregunta: ¿Haber firmado estas leyes, no será algo de lo que nuestros legisladores algún día tendrán que arrepentirse?
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