México: Una piedra en el camino
26/04/2005
- Opinión
Más de un millón de mexicanos y mexicanas se dieron cita el
domingo 24 de abril en la Ciudad de México para rechazar el
desafuero del jefe del Gobierno del Distrito Federal, Andrés
Manual López Obrador, del Partido de la Revolución
Democrática. La medida lo inhabilitaría para participar como
candidato a la Presidencia de la República, sin importar que
sea el favorito en las encuestas preelectorales. En otras
ciudades de México, así como en Europa y Estados Unidos se
replicaron las protestas no solo en apoyo al político sino
reclamando el derecho del pueblo a elegir libremente a sus
gobernantes. En la historia mexicana los abusos del poder,
por desgracia, son recurrentes.
«... También me dijo un arriero,
que no hay que llegar primero;
que lo importante es llegar.»
José Alfredo Jiménez
Cuando los españoles llegaron al centro de México, Moctezuma
Xocoyotzin ejercía el poder en Tenochtitlan y Cuauhtémoc
gobernaba Tlatelolco, que hoy dista de la primera sólo unas
cuantas estaciones del metro.
Muerto Moctezuma, los mexicas eligieron a Cuauhtémoc señor de
las dos ciudades. Tlateloloco fue sitiada y sus habitantes
resistieron heroicamente durante 80 días al cabo de los
cuales Cuauhtémoc cayó prisionero.
Siempre el discurso oficial, se ha empeñado en mostrar a
Tlatelolco como el lugar de encuentro entre el legado español
y la herencia indígena.
En los primeros años del siglo XX, México conmovió al mundo
con una revolución de neto corte agrarista y uno de sus
líderes: Pancho Villa, estuvo preso en Tlatelolco, lugar del
que escapó "disfrazado de licenciado", como él mismo lo
cuenta en sus memorias.
Emiliano Zapata sería asesinado en una emboscada y la
revolución traicionada.
En la historia de México, algo no encaja con el concepto de
«encuentro» que pretende enunciarse en Tlatelolco.
El Presidente Adolfo López Mateos construyó allí un inmenso
conjunto habitacional y junto a la colonial iglesia de
Santiago y las antiguas ruinas tlatelolcas, se erigió el
inmenso edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
A la plaza del lugar, se le dio el conciliador nombre de
«Plaza de la tres culturas».
Muchos años después, el 2 de octubre de 1968, cuando una
multitudinaria manifestación de obreros y estudiantes
reclamaba justicia social y repudiaba al gobierno de Díaz
Ordaz Tlatelolco volvería a cubrirse de sangre. Fuerzas del
ejército y de la Brigada Blanca combinadas dispararon contra
los manifestantes con un saldo luctuoso considerable.
En México, como en toda América Latina, está demostrado que a
nada teme tanto el sistema, como a la alianza entre obreros y
estudiantes.
"Me gustan los estudiantes
Porque son la levadura
Del Pan que saldrá del horno
Con toda su sabrosura
Por la boca del pobre
Que come con amargura "
Cantaba Violeta Parra.
Los muertos fueron centenares y la cacería de brujas duró
mucho tiempo.
Desde entonces el pueblo comenzó a llamar al lugar «Plaza de
las sepulturas».
Eran los tiempos del PRI, Partido Revolucionario
Institucional, (¿Se puede institucionalizar una revolución?),
que gobernó el país durante siete décadas, en las que la
corrupción y el fraude fueron la norma. Quedando demostrado
que cualquier camino es válido para la conservación del
poder.
Escandaloso fraude
En 1988 el pueblo mexicano dio muestras de haber llegado al
fin de su paciencia y votó multitudinariamente a Cuauthémoc
Cárdenas, hijo del legendario caudillo que entre otras cosas,
se negó a entregar a los Estados Unidos de Norteamérica la
riqueza petrolera del país. Cuauthémoc fue postulado por el
izquierdista PRD, Partido Revolucionario Democrático, pero
esta vez el fraude tuvo un carácter sumamente moderno: «Se
cayó el sistema» y el conteo de votos nunca pudo realizarse
correctamente. El fraude fue tan burdo, que poco faltó para
que Carlos Salinas de Gortari, pidiera disculpas al asumir.
Para las elecciones de 1994, el PRI vivió la peor crisis de
su historia. Un sector del partido, con ánimos de intentar
democratizar «desde adentro», postuló para la primera
magistratura a Luis Donaldo Colosio, Fue el primero en
reconocer una derrota en unas elecciones, en el estado de
Baja California y defendió en su programa la separación de
las funciones entre partido y gobierno. Fue asesinado en
plena campaña electoral, en la ciudad de Tijuana, en el
estado de Baja California. Proponía más de lo que el sistema
podía aceptar. Su crimen nunca ha sido completamente
esclarecido.
No hay mucha seguridad sobre si el número 13 es de mala
suerte, algunos dicen que es lo contrario; pero el décimo
tercer presidente priísta consecutivo, sería el último de la
serie. A Ernesto Zedillo Ponce de León, que gobernó de 1994
al año 2000. le tocaron los difíciles años de la crisis
financiera. Ni la posición de México como socio del Tratado
de Libre comercio, con Estados Unidos de Norteamérica y
Canadá, ni sus estudios de economía, le sirvieron para que su
partido conservara el poder.
Las promesas de Fox
Había llegado la hora de democratizar y a falta de otro
candidato, se eligió a Vicente Fox, ex gerente de Coca Cola y
candidato del Partido Acción Nacional, viejo contendiente del
PRI y representativo de la extrema derecha. A quien los
mexicanos no votaron por considerarlo bueno, sino por creerlo
«lo menos malo».
Vicente Fox fue aclamado como el triunfador de la lucha entre
la democracia y el autoritarismo. Ese fue su único momento
de gloria, ya que a poco de asumir se precipitó por una
pendiente hacia la impopularidad, arrastrando consigo a su
partido que en el 2003 fue derrotado por el PRI en las
elecciones legislativas nacionales y hace un año perdió los
comicios estatales y locales.
Durante la campaña electoral Fox ofreció: Terminar con la
corrupción; salvar la economía y democratizar el país.
No se han cumplido las promesas. Lejos de terminar con la
corrupción, no hace mucho la influyente revista Proceso,
indicaba que presuntamente el presidente panista se apropió
de zonas ejidales y federales al comprar con un prestanombres
la bahía de El Tamarindillo, en costas michoacanas. Hay que
agregar versiones sobre los negocios familiares de su esposa:
Marta Sahún, acusada por sus opositores de utilizar su
posición para consolidar su poder mediante la fundación Vamos
México cuyos apoyos provienen, entre otros, de la Lotería
Nacional y de la Comisión Nacional del Libro Gratuito.
Respecto de la salvación de la economía, no solamente no se
corrigió el rumbo neoliberal, que ya habían iniciado los
últimos presidentes del PRI, sino que se profundizó, con los
resultados conocidos de desigualdad, desocupación y miseria,
no resueltas.
¿Qué pasó con la democratización?
México es una nación plural constituida por varias culturas
de pueblos diferentes, pero la desigualdad como norma,
propició el alzamiento zapatista del primero de Enero de
1994.
- «Yo me sentaré con el subcomandante Marcos y resolveré este
problema en 15 minutos». Prometió Vicente Fox en su campaña.
Muchos minutos después, (cinco años), el problema no
solamente no ha sido resuelto, sino que en 2001, el Congreso
se negó a reconocer los derechos de los pueblos originarios,
sin que al empresario devenido en presidente se le moviera un
pelo. Los zapatistas respondieron construyendo
laboriosamente los municipios autónomos, en los que la
democracia participativa se ha convertido en ejemplo para las
comunidades indígenas.
Si alguna intención democratizadora quedaba en el Partido
Acción Nacional, Fox, acaba de echarla por tierra, porque
durante los últimos años Andrés Manuel López Obrador, el
perredista Jefe del Gobierno de la ciudad más grande del
mundo, surgió como el gran oponente.
Claro enemigo de las políticas neoliberales y con marcadas
posturas de defensa de los más desprotegidos, sus posiciones
lo colocaron en la cresta de la ola. Ya en el 2003 una
encuesta mostraba que a pesar de sus muchos errores 7 de cada
10 habitantes de la Capital estaban conformes con su alcalde
Con marcado consenso en los sectores populares y también
entre los intelectuales, lo que como hemos visto da como
resultado una alianza insoportable para el sistema, López
Obrador, se ganó a pulso la antipatía de Fox, por destacar
sin misericordia sus debilidades. En respuesta, el
presidente instruyó a sus hombres para que apuntaran todas
sus baterías contra él y por supuesto encontró como aliados a
sus odiados priístas, que no vacilaron en participar de la
conjura, ante un peligro mayor.
Se trataba de detener la bola de nieve, porque López Obrador
figura como el favorito en todas encuestas preelectorales.
Había que buscar una fórmula que lo sacara de la contienda
electoral y la encontraron aprovechando que la legislación
mexicana considera culpable a todo imputado hasta que pruebe
su inocencia; acusándolo de desacato, al desconocer una orden
judicial que suspendía la construcción de un camino cuyo
«daño», al parecer es que desemboca en un hospital privado.
Pudo tratarse de un descuido o se puede calificar el hecho
como una falta relativamente menor si se la compara con los
muy conocidos casos de incompetencia gubernamental,
negligencia y corrupción, en los que no ha habido acciones
legales.
Las acusaciones sobre presuntos negociados del presidente y
su esposa, pueden no ser tarea para los investigadores. Los
políticos que en el 2000 canalizaron más de 100 millones de
dólares de Petróleos Mexicanos a la campaña presidencial del
Partido Revolucionario Institucional (PRI), pueden quedar sin
castigo. Puede fracasar el nombramiento de un fiscal
especial para examinar los cargos contra el ex presidente
Luis Echeverría por su responsabilidad en la matanza
Tlatelolco.
Tiempos difíciles
En México, lo que no se puede hacer es denunciar al sistema
como generador de desigualdad e intentar cambiarlo lesionando
los intereses de los poderosos.
A estas alturas pocos creen que los motivos que llevaron a
López Obrador al desafuero son de índole jurídico y no
ideológicos y los que realmente saben de leyes, como el
exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Juventino Castro y Castro, se ha pronunciado contrario al
procedimiento, planteando dudas serias sobre su legalidad y
calificándolo de «pifia constitucional».
Los mexicanos que tienen gran sentido del humor, han
comenzado a llamar a la simbiosis de los partidos
tradicionales como PRIAN, (de PRI y PAN), pero más allá de la
broma, están muy enojados. En el México lindo y querido, el
aire puede cortarse con un cuchillo y todo parece indicar que
se avecinan días difíciles que pueden desembocar en una gran
crisis política.
Así lo ven analistas financieros de Europa y Washington, que
están muy lejos de simpatizar con el proyecto transformador
de López Obrador, pero que coinciden en afirmar que su
desafuero puede tener graves consecuencias para la
estabilidad política y económica de México, y generar un
clima de incertidumbre que inhiba el flujo de las inversiones
que el país necesita.
Hay una sombra que recorre México de una punta a otra, es el
fantasma de Emiliano Zapata, al que el sistema convirtió en
mártir.
La emboscada esta vez, no es con fusiles, sino que en el
colmo del refinamiento, se pretende usar la ley para matar
las ambiciones políticas de López Obrador. Más convertirlo
en mártir, puede ser una pésima jugada, porque sin él en la
contienda electoral, cualquiera que sea el ganador, será un
presidente considerado ilegítimo por su pueblo y con poca o
ninguna credibilidad en el exterior.
Lo temible es la sangre no olvidada de Tlatelolco.
Lo lamentable son los pueblos indígenas postergados.
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