Katrina:

El huracán desnuda las debilidades del Imperio

01/09/2005
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Las imágenes son escalofriantes. Quienes desde América Latina observamos las pantallas televisivas de los efectos devastadores del Huracán, y escuchamos el grito desesperado de los sobrevivientes, la mayoría descendientes de esclavos africanos, no podemos sino sentir un alto grado de indignación por la indiferencia e incapacidad con que las autoridades del gobierno estadounidense están manejando esta tragedia. El Huracán Katrina marca la historia de este país y tendrá repercusiones políticas de largo aliento. Desnuda la indiferencia del Estado imperial frente a sus propios ciudadanos, sobre todo los habitantes afro americanos, la mayoría de quienes se debaten en condiciones de miseria y pobreza. Allí subyace el grito de la África profunda, discriminada y rechazada por las elites blancas, y que no tienen posibilidades de integrarse económicamente a un sistema capitalista que expulsa año por año a millones de hombres y mujeres del mercado laboral, y que se sustenta en la explotación de los que no tienen ni tendrán los medios de producción para garantizarse una vida digna. Es el grito de los desposeídos que todavía creen o han creído en el “sueño americano”, pero cuya lectura de la realidad, a partir de hoy, no será la misma. La duda está sembrada, ¿Será que no nos ayudaron porque somos pobres y afroamericanos? ¿Será que no nos ayudaron porque somos prescindibles dentro del marco de un sistema en que sólo los más fuertes, y los que producen plusvalía tienen el derecho a sobrevivir? Los medios de comunicación han enfocado su análisis en los hechos violentos y saqueos de los centros comerciales y negocios, y si bien algunos reporteros relativizan estos hechos, refuerzan los estereotipos de que los pobres son negros, peligrosos, ladrones, violadores e indeseables. ¡Qué ironía! Porque no entrevistan a los dueños de los supermercados y les cuestionan el porque prefieren que los alimentos se descompongan en los refrigeradores en vez de entregarlos a quienes se están muriendo de hambre, de sed, de enfermedades. Los saqueos razonables o irrazonables deben entenderse como una forma de rebelión de los desposeídos, la rebelión frente a la indiferencia, de la desigualdad y el racismo estructural. La crítica frente al supuesto saqueo es el eterno discurso de la defensa de la “sagrada propiedad privada”, que es el privilegio de una minoría acomodada. La pregunta por hacer es ¿quiénes son los mayores saqueadores? Los empresarios de las empresas privadas que pagan salarios bajos a sus trabajadores o los empobrecidos que en su acto de desesperación buscan alimentar y asegurar las necesidades de sus seres queridos. Otra consecuencia política que se vislumbra es el fortalecimiento del movimiento que rechaza la guerra en Iraq. El despliegue de las tropas en el exterior, ha sido ya nombrado como una de las causas del porque la lentitud gubernamental. Indudablemente, en la medida que se desnuda la magnitud de la crisis, y se comienza a conocer los nombres de los miles de muertos, se crean condiciones para acentuar las contradicciones en el campo de quienes hasta ahora se han mantenido en el silencio o han apoyado a la guerra. Esto, a su vez, tendrá repercusiones en el campo político y en el apoyo al régimen de Bush. No deja de tener un tinte de ironía el hecho de que este huracán ataca una zona que es vital para el abastecimiento del petróleo del país, siendo el afán por controlar las reservas de petróleo en Irak una de las principales razones de la guerra. Las secuelas del Huracán Katrina son de múltiples dimensiones y pueden constituir una oportunidad política para desnudar las grandes contradicciones étnicas, y de clase que se viven al interior del Imperio. Ojala puedan ser aprovechadas por las fuerzas sociales, populares y de izquierda de este país para ponerle fin al régimen ultra conservador de Bush. Los ojos de quienes apostamos a un mundo más democrático y justo, estamos vigilantes de los acontecimientos internos de los Estados Unidos. Si este hecho, constituye el inicio del debilitamiento de la derecha ultra conservadora, y desencadena el cuestionamiento de los ciudadanos norteamericanos sobre su sistema político y económico, la tragedia y los miles de muertos habrán servido para algo. - Simona V. Yagenova, Guatemala
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