Los recursos son escasos y el tiempo también
28/08/2005
- Opinión
Montevideo.- Empecemos por señalar algo casi obvio: la intensificación de la
presión norteamericana sobre los países de nuestra región. Con Bush el imperio
no solo defiende el mantenimiento de su supremacía histórica en A. Latina sino
que procura nuevos avances sobre la soberanía y el desenvolvimiento económico
de los pueblos. En todos los planos pero con especial énfasis en los aspectos
militares y de apoderamiento de los recursos naturales.
En estas circunstancias, si la izquierda pierde contacto con las masas, si sus
estructuras partidarias se debilitan o se vuelven sectarias, si pierda la
capacidad de movilización, la vulnerabilidad de su gobierno aumenta.
Cualquier episodio, sea del origen que sea, si no hay respaldo popular activo
puede convertirse en un arma del enemigo: hasta la demora frente a los daños
de un temporal que hace volar techos, derriba árboles, cables eléctricos y
líneas telefónicas.
1- En el contexto adverso de esa agresiva expansión norteamericana, desde el
1º de marzo se ha iniciado en Uruguay un período que se caracterizó como un
“cambio de época”. Vale decir, las tareas que componían la agenda del gobierno
popular no eran la suma de una serie de asignaturas pendientes sino un cambio
de la totalidad de las relaciones de fuerza.
Así lo han percibido tempranamente la derecha y la diplomacia norteamericana,
que no están dispuestas a conceder nada de sus posiciones de privilegio y que
ante cualquier esbozo de cambio ponen obstáculos y presagian más desdichas
para el país.
Esto vale para una vasta gama de grandes empresarios, con gran poder dentro de
las cámaras patronales, cuyo poder de presión está en proporción con el
alcance de su fortuna y sus vínculos con transnacionales, su capacidad de
financiamiento a políticos profesionales y su habilidad para adscribir a sus
intereses a un séquito siempre dispuesto a encontrar las hechuras jurídicas, o
“de sentido común” que sostienen que lo bueno para el país es que unos se
deslomen trabajando por salarios miserables para que otros puedan asegurar la
rentabilidad de sus empresas y remitir al extranjero sus ganancias.
2- Aparece una idea sustentada por la derecha, que la búsqueda de la verdad y
la justicia es antagónica a las iniciativas económicas y sociales que reclama
la sociedad uruguaya. El reclamo, de origen pragmático, de contraponer las
“realizaciones concretas” a la búsqueda de la verdad histórica, como si esta
fuera un lujo prescindible o el capricho de una minoría.
El objetivo de verdad y la justicia significa ingresar al territorio prohibido
de un tramo del pasado sobre el que pesa un “pacto de silencio” y un sistema
de complicidades forjado a lo largo de los años.
Como resultado de las decisiones del gobierno, las investigaciones han dado
inicio, pero los informes realizados por los jefes de las tres armas han
resultado una verdadera tomadura de pelo, pues allí poco se aporta de nuevo
con relación a lo que ya habían denunciado las víctimas.
Además los actuales mandos aparecen no sólo como coparticipando en acciones
represivas que durante años negaron sino que reivindican el papel cumplido por
las FFAA durante la dictadura.
Los mandos de las FFAA, responsables de decenas de secuestros y desapariciones,
aparecen presentando aquel desempeño como inspirado en el “objetivo superior”
de defensa de la patria.
¡Veinte años después de restaurada la democracia, los jefes de las armas
siguen sosteniendo que la dictadura salvó al país!
¿Es esta una preocupación de anticuarios? ¿O es algo del presente y del futuro?
Vale la pena ver lo que está ocurriendo con los mandos militares en Brasil hoy,
donde las tormentas que sacuden al poder político democrático están haciendo
emerger nuevamente un cierto protagonismo militar.
Apareció la famosa “inquietud de los mandos” a quienes preocupa que, privado
del respaldo de los políticos centristas, el presidente Lula “pueda quedar
como rehén de los grupos de izquierda” como el movimiento sin tierra: ¡qué
rápido renace lo que se daba por muerto!
3- Si la izquierda en el gobierno rompe el cordón umbilical que la une con las
aspiraciones más sentidas de la gente, se atrinchera en las bastiones
prestados de la administración y deserta de las fortalezas propias que nacen
de la movilización, renacen otros protagonismos hoy latentes que van a hacer
pesar su fuerza en la búsqueda de una salida política.
Una lectura a lo ocurrido con nuestros vecinos bastaría para ver lo que no se
debe hacer: desarticular la fuerza política, mantener las pautas económicas
impuestas desde el FMI y perder contacto con los centros neurálgicos de la
movilización popular.
Viendo la peripecia Lula se comprende que en la A. Latina de hoy los tiempos
son cortos. Sobre cada promesa incumplida, vuela el helicóptero del fin de
reinado.
Como ocurrió en diciembre del 2001 con Fernando de la Rúa, que se mantuvo
apegado a los lineamientos de política económica neoliberal y al ministro
Cavallo que los personificaba.
Lo que ocurrió en Bolivia en octubre del 2003 con Sánchez de Lozada, obligado
a huir por la movilización popular contra su política neoliberal.
O lo que ocurrió con Lucio Gutiérrez en Ecuador, en abril del 2005, que
incumplió con los compromisos contraídos con el pueblo y aceptó todas las
imposiciones de Washington y también partió en helicóptero.
4- Los gobiernos de izquierda no tienen a su favor el “empuje ascendente de la
historia”. Van contracorriente. Un gobierno progresista para durar tiene que
actuar con sentido nacional y popular. Y eso significa llevar adelante
conquistas para la gente, que universalicen y que hagan claro, a través de
hechos -que podrán no ser espectaculares pero si significativos- (recuperación
salarial, creación de empleos, recursos para la educación y la atención de la
salud) que muestren a todos los ciudadanos el sentido popular del gobierno.
5- A diferencia de otros gobiernos progresistas, como el de Lula, el gobierno
del FA no alcanzó la victoria electoral como resultado de acuerdos con
partidos de la derecha y posee mayoría propia en ambas cámaras legislativas.
Nuestro compromiso con el programa es más directo y cohesionado que el de Lula.
Somos responsables, a sola firma, de llevar adelante un cambio progresista.
A diferencia de De la Rúa que asumió el poder en la Argentina, fruto de una
Alianza pergeñada entre gallos y medias noches,
el programa del Frente Amplio no ha sido improvisado sino que hace más de
treinta años que se viene enarbolando y actualizando.
A diferencia de la Alianza argentina, el FA no es una conjunción electoral
pegada con saliva sino una fuerza política cohesionada con decenios de
historia en común.
6- Hay una batalla decisiva en curso: una lucha por verdad y justicia en la
que todo parece indicar que el gobierno y el sistema institucional democrático
saldrán airosos, sobreponiéndose a las dilatorias y a las mentiras promovidas
desde el alto mando militar.
Esta victoria tendrá el efecto de una depuración institucional, sin la cual se
sumarían nuevos obstáculos al proyecto de relanzamiento del país por la senda
del desarrollo productivo y la justicia social.
Al mismo tiempo está planteada una agenda de realizaciones económicas y
sociales que, haciendo del PANES el punto de partida, sea capaz de ir, desde
ahora, creando condiciones para absorber mano de obra.
Se acerca el fin del amordazamiento de la actividad sindical y el
desconocimiento de los derechos obreros, lo que pone en el tapete la caída
del salario real y la necesaria redistribución de la renta.
Es necesario alentar desde ya proyectos productivos, iniciativas estatales,
privadas o mixtas, orientadas a darle un sentido social a la reactivación
económica. De lo contrario, las cuentas del Estado podrán mejorar, los montos
de las exportaciones acrecentarse, el déficit fiscal disminuir. Todo eso nos
permitirá recibir alguna palmadita de aprobación por parte de los jerarcas del
FMI. Pero no se habrá alcanzado el comienzo de una mejora sustantiva en las
condiciones de vida del pueblo trabajador. Y ese objetivo es tan esencial para
el Frente Amplio como la búsqueda de la verdad y la realización de la justicia.
- Hugo Cores es dirigente del PVP-Frente Amplio, Cores567@adinet.com.uy. La República, Montevideo, 29 agosto 2005
https://www.alainet.org/es/active/9082?language=en
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