El País de los santos inocentes

17/05/2005
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Armas para Croacia y Ecuador, explosión trágica en Río Tercero, atentado contra la AMIA, crímenes por encargo como el de Cabezas y el de R. Maders, privatizaciones fraudulentas, enriquecimiento ilícito, vaciamiento de bancos y robo con nombre de "corralito", calcinamiento de casi dos centenares de jóvenes atrapados en una Disco, sobresueldos que fueron burla para los salarios de hambre.. y los puntos suspensivos abarcan un montón de delitos semejantes, ligados con el poder. Sólo hago referencias a los que todavía están de algún modo sobre el tapete. Para todo eso "No hay culpables". Todos resultan sobreseídos por falta de pruebas y, por tanto, oficialmente: inocentes. ¿Qué pasa con la Justicia? ¿No hay suficientes jueces y por eso la lentitud de los procedimientos causa impunidad, ya que da ocasión para hacer desaparecer pruebas y testigos? ¿Hay deficiencias legislativas? ¿La policía judicial no es eficaz en el levantamiento de pruebas? ¿Hay incapacidad o venalidad en los jueces? ¿Hay temor de sentenciar lo justo por las amenazas y los hechos consumados de presiones por parte de los grandes intereses? De cuando en cuando, espasmódicamente, brotan reacciones populares como el "que se vayan todos" o el movimiento Blumberg, unificador de las impotencias, a través del sentimiento de un padre dolorido que, con asesoramiento estadounidense acaba declarando terroristas urbanos a los chicos de la calle, después de haber logrado aceptación legislativa para las reformas de leyes de seguridad. Pero los delitos ligados con el poder siguen sin culpables. Santos inocentes. Afortunadamente el vacío de justicia se llena con la información periodística. No me acusen de ingenuo al hacer esta afirmación. Reconozco el poder de las grandes cadenas de información con tremendo manejo, a favor de los propios intereses, de la cantidad y orientación de lo que se publica. Y los periodistas son generalmente "a sueldo". Deben vivir y complacer, al menos de algún modo, a quienes los sostienen y los necesitan. Pero, a pesar de todo, muchos tienen la valentía de investigar, de escarbar profundo. Y en muchas ocasiones con mayor eficacia que la Justicia. Y así va apareciendo una sentencia que deja huellas en la historia y, muy despacio, va convirtiéndose en memoria mantenida por la gente, para los momentos de tomar decisiones. Gracias a esto el País de los santos inocentes queda convertido en el País de los insignes corruptos. Una denominación que ojalá no merezcamos para el futuro.
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