Cuba no será la misma

15/01/2015
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Raúl no es Fidel. Liderazgo incluido. Y la coyuntura que enfrenta Cuba no es irrelevante; es fundamental. El reinicio de relaciones “diplomáticas” con el país que lo ha bloqueado económica y políticamente durante 50 años, Estados Unidos, no es cosa sencilla. Dos características, nada más.
 
Raúl no posee la experiencia política de Fidel Castro —el colmillo, pues—, el legendario líder revolucionario que derrocó a Fulgencio Batista y creó, junto con El Che, Raúl, Camilo Cienfuegos, etc, a la Cuba socialista. Eso ya marca un primer y posible riesgo para Cuba. Raúl tampoco tiene los “discursos antiimperialistas” de masas con los que Fidel mantenía unidos a los cubanos frente al bloqueo y con los cuales ganó también la solidaridad internacional. Y lo que se deriva de ello.
 
Para comenzar, ambas circunstancias le pueden generar a Raúl un efecto Gorbachov, donde como en la exURSS, la mazorca quiera desgranarse porque los intereses económicos se desborden; principalmente los procedentes de EU que quieren invertir en Cuba como apetecible mercado de muchos productos (el ron, el tabaco, el azúcar todavía, además de minería, textiles y principalmente el turismo) ¿Cuántos le apostarán a la educación, a la salud y a la cultura como grandes logros? ¿Hay interés por la medicina cubana, por ejemplo?
 
En otras palabras, que por el efecto Gorbachov venga una oleada de inversionistas que generen pronto un bloque “burgués” de presión al régimen cubano, y de oposición “política” (habrá cambios, ¿o no?, en materia de medios de comunicación, crecerá la presión para “democratizar” al gobierno vía el multipartidismo que asomará a la primera oportunidad).
 
Seguro que EU le apuesta a que probando las ventajas del “libre mercado”, la demanda de apertura y democratización —elecciones libres, al menos— crezcan desde adentro. Recuérdese que Raúl sostiene el precepto del partido único —el PCC, “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado…garantía, junto con el pueblo, de su continuidad histórica”—, porque renunciar a él equivaldría a legalizar “al partido o a los partidos del imperialismo en suelo patrio” (29/enero/2012). ¿Qué pesará más?
 
Cambiando a la otra cara del asunto. Al parecer los republicanos sí le permitirán a Barack Obama colgarse la medalla de la apertura de relaciones “diplomáticas” con Cuba. Es más, el presidente obedece a los mismos intereses. Pero, ¿y Guantánamo? Eso no.
 
Por si fuera poco, la ofensiva histórica que obedece a los preceptos colonialistas de EU sobre el “patio trasero”—que se extiende a Latinoamérica—, permanece. EU sostiene el mismo principio de Playa Girón: invasión moderna, o conquista por otras vías, las del libre mercado. Y Cuba no está preparada para contrarrestar eso. ¿Le habrá dicho Raúl a los cubanos, lo que representa el “mundo libre” para los ciudadanos del ex bloque soviético, y lo decepcionados que están con su vida moderna? Seguro que no.
 
Para EU la “diplomacia” es espionaje e intervención en los asuntos internos de otros países. Ni se diga desde el 11/S, que cambió todo en aras de la “seguridad nacional” y arremetió como pretexto contra el terrorismo (¿por cierto, ya retiró EU a Cuba de la lista negra?).
 
La buena voluntad de EU con Cuba no es extensiva a América Latina. Todo lo contrario. Se trata de unas palmadas de espalda para dar el zarpazo contra otros países no “amigous” como Venezuela, mediante la desestabilización política y social. Con Cuba puede ocurrir lo mismo: otra vez, operar desde adentro. ¿Cuántos riesgos más? El caso es que Cuba no será la misma con EU que sin EU. Los cubanos son el factor central aquí. Se verá el amarre de la revolución, primero de Fidel, luego de Raúl. Para EU se trata de una ofensiva más.
 
Salvador González Briceño
 
 
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