La intransigencia permanente

22/05/2000
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  • Opinión
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Cuando todo parecía indicar que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) pasaría a ocupar la presidencia de la Asamblea Legislativa, luego de haber alcanzado la primera votación en las elecciones legistativas de marzo (Ver ALAI, 310, 28/03/200), la oficialista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) logró conformar una mayoría que bloqueó las aspiraciones del partido de la ex-guerrilla salvadoreña. Al instalarse la nueva Asamblea, el primero de mayo, ARENA, el Partido de Conciliación Nacional (PCN) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC) decidieron aliarse para impedir que se consolide el avance del Frente, designando al pecenista Ciro Cruz Zepeda como presidente de la Asamblea Legislativa, con un total de 47 votos. Frente a esto, el FMLN, demostró su inconformidad negando su participación en la Junta Directiva de la Asamblea, pues advirtió que, por derecho político ganado, a la ex guerrilla le toca presidir la Asamblea. Al descontento del Frente se suma el acuerdo al que llegó la triple alianza para modificar la agenda legislativa en cuanto a la alternancia de la presidencia -que dura tres años- entre los partidos que más representatividad tienen. La derecha justifica su actuación en el hecho de que el FMLN se automarginó al no aceptar ser parte de la junta directiva. Si bien ahora el control del Parlamento está en manos de la derecha (con aproximadamente 47 votos, suficientes para la mayoría simple), las dificultades vendrán después, cuando se requiera de mayoría calificada, es decir 56 votos, para decidir; aquí se verá la habilidad del bloque derechista para negociar con el resto de fuerzas. FMLN: triunfo a medias Sensación de satisfacción produjo la "victoria" del pasado 12 de marzo en los ex guerrilleros, sin embargo, algunos analistas coinciden en que más que un triunfo del FMLN, esto significó una derrota de ARENA, pues los salvadoreños castigaron la gestión del presidente Flores, dando el voto en contra de su partido, castigo que recayó en favor del Frente. Sin olvidar que la estrategia de campaña utilizada por el partido de gobierno resultó inoperante, primero por focalizarse en la capital con el fin de quitar de las manos del FMLN la alcaldía; segundo por la negación del presidente Flores a dialogar con los personeros de la salud para perjudicar al Frente, supuesto responsable de la crisis; y, tercero por las poco acertadas decisiones tomadas por el presidente Flores en lo que va de su administración: privatizaciones, ausencia de diálogo con los grupos sociales, falta de soluciones a la pobreza que afecta al 50% de la población. Tales factores, a más de otros desaciertos políticos, han provocado en la población salvadoreña desconfianza en las instituciones políticas que las pasadas elecciones se reflejó en el 60% de abstencionismo. Esto, según Héctor Dada, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), se debe a que los dos principales partidos políticos del país "vienen de la confrontación, de la guerra" y aún no logran adaptarse a la nueva realidad. En diálogo con ALAI, Héctor Dada profundiza más sobre la actual situación social y política de El Salvador. - ¿Qué ambiente vive el país luego de las elecciones efectuadas en marzo pasado? Un elemento importante es que una antigua fuerza guerrillera se convirtió en el partido con más diputados electos, es la primera guerrilla incorporada a un proceso político legal sin haber ganado la guerra que se convierte en la primera fuerza política de un país. Otro elemento importante es el crecimiento de la abstención que subió más allá del 60%, es un signo bastante preocupante porque en la medida que se están abriendo espacios para votar y elegir en El Salvador, la gente está decidiendo no hacer uso de ese derecho y esto es bastante problemático para el desarrollo de una democracia incipiente como la salvadoreña. Yo diría que los retos que se les presentan a los partidos después de estas elecciones, en primer lugar es democratizarse. Las dos grandes fuerzas políticas del país vienen de la confrontación, de la guerra, hechas para confrontar en la guerra, y todavía no han adaptado sus estructuras incipientes como para decir que son partidos democráticos; y sin embargo, son los encargados de construir la democracia. El FMLN ha avanzado más en democratizar su estructura que Arena, sin embargo es totalmente insuficiente; éste es el gran peso que tienen estos partidos, y mostrarle a la población que saben responder a los votos, eso todavía está por verse, porque en el 97 tuvimos una situación similar sólo que con el FMLN en segunda posición y el resultado ha sido que la gente no se siente satisfecha por la acción legislativa, se siente mucho más satisfecha de los alcaldes, pero no de los diputados, es un panorama muy complicado para la democracia salvadoreña. - ¿A qué se debe este descrédito de los partidos y de la cúpula política? A que no han sabido responder a las necesidades de un proceso de democratización que en El salvador es totalmente nuevo, no ha sabido demostrar ser país. Son partidos que está estructurados para otra cosa que es para confrontar en la guerra, tiene que concertar en la paz y en la construcción democrática. Para ellos fue mucho más fácil negociar la solución de la guerra cuando nadie tenía interés ya en ganarla, pero no están habituados, no saben confrontar para concertar en la paz, totalmente distinto que confrontar para destruir en la guerra. Entonces, ese cambio de mentalidad no está terminado en ninguna de las dos grandes fuerzas políticas. Ha avanzado más la izquierda, curiosamente, porque no esperábamos; pero la derecha todavía es una derecha confrontativa que mira a los rivales electorales como rivales para destruir y esto lo percibe la población, siente un debate inútil en las cúpulas. Además, hay que decir que con el debilitamiento del Estado se han producido las políticas que el Consorcio de Washington nos impone. La gente no sabe qué puede sacar de votar, y esto creo que nos está pasando en todas partes. - ¿Qué incidencia tiene este agotamiento del modelo en la sociedad civil? El problema en El Salvador es que el movimiento social está muy debilitado, la historia nacional lo ha debilitado más de lo que se ha debilitado en otros países; pero hay una creciente respuesta de la ciudadanía frente al agotamiento del modelo. La economía ha dejado de crecer, la pobreza crece en el país, mientras unos cuantos concentran riquezas crecientemente. Y hay una creciente demanda de la población que se va expresando cada vez más en las calles, sobre todo hay un proceso de proletarización de los sectores profesionales, que es donde más está creciendo, que es en el sector de los médicos. Los médicos están encabezando la demanda social, una cosa totalmente curiosa porque ha sido el gremio más conservador en el país. Eso indica que va a haber confrontaciones crecientes, de carácter pacífico pero confrontaciones crecientes del Gobierno con la población, sino logra generar una dinámica que produzca expectativas positivas en la nación y no expectativas negativas como las hay en este momento. - ¿Cuáles son las perspectivas del gobierno y del país? No se cambió el órgano ejecutivo del país, las elecciones no son simultáneas como en otras partes, el presidente asumió el año pasado, y es un período de 5 años. Es un gobierno que ha estado bastante paralizado, que no ha definido políticas, que no ha generado confianza en la población y creo que el resultado de esta elección genera una situación difícil, donde debe asumir realmente su obligación de darle liderazgo al país. Tiene que enfrentar y combatir la delincuencia que hay en el país, que es el principal problema que tiene El Salvador actualmente. - ¿Cuáles son los temas sociales más acuciantes de El Salvador? Si usted le pregunta a la población cuál es el principal problema de El Salvador, señala dos. La delincuencia, pues tenemos la tasa de delito porcentual más alta de América Latina, 140 por 100 mil habitantes. En segundo lugar, la situación económica, no hay trabajo, 54% de la población económicamente activa del área metropolitana de San Salvador, que es la más formalizada, trabaja en el sector informal. El crecimiento de la pobreza rural se ha dado por el agotamiento de la capacidad productiva del sector agrario del país, en gran medida por la política económica, que es antiagraria en el deterioro de la producción agrícola, la incapacidad de competir en un mercado hecho para favorecer la actividad especulativa. El sector agrario está hundido en la pobreza, en la desesperación, en el endeudamiento, desde la empresa agraria privada grande hasta las cooperativas de la reforma agraria está en una situación precaria, y la gente no encuentra respuestas a ninguno de estos problemas... y el gobierno sostiene que va continuar exactamente con la misma política económica, que no está produciendo resultados.
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