La tercera vía: hoy como ayer
06/07/2014
- Opinión
Con base en los resultados de la pasada campaña electoral el presidente Santos tiene la enorme oportunidad de redireccionar y reconfigurar el poder político en Colombia y ello dependerá de la capacidad que tenga el mandatario de construir consensos hacia una gran coalición que vaya mucho mas allá de la coyuntura electoral y de la firma de la paz, y se proyecte hacia el posconflicto con una propuesta de gobierno a partir de un gran frente amplio para la consolidación de una nueva Colombia en paz.
Ese mandato que los colombianos dieron al presidente Santos con mas de un millón de votos sobre su oponente del Uribismo se empieza a reflejar en la cumbre de la Tercera Vía que se desarrolló en días pasados en Cartagena. Durante el Foro Empresarial ‘Tercera Vía’, liderado por el presidente Juan Manuel Santos, seis líderes mundiales, promotores del modelo económico, se reunieron para relanzar este encuentro que buscaba discutir temas de posconflicto dirigido a la prosperidad económica y social del país.
El Presidente aseguró que una Colombia en paz permitiría llevar a su máxima expresión los postulados de la Tercera Vía señalando que incluso, en medio del conflicto, se han alcanzado importantes avances con un modelo económico mucho más equitativo.
Al concluir el evento, los ex presidentes y ex primeros ministros firmaron una declaración en respaldo al proceso de paz que involucra cinco puntos en los que felicitan al Gobierno de Santos y la delegación de las FARC.
No sé, si la dirección correcta de la reconfiguración del poder político en Colombia sea por el camino de la tercera vía, pero de lo que sí debemos tener certeza es que después de la firma de la terminación del conflicto político armado con las guerrillas de las FARC y del ELN el país ya no será el mismo.
El momento histórico que hoy se vive en el país es equivalente, guardando las proporciones, al que se vivió en los años treinta del siglo pasado cuando en los estertores de una cincuentenaria hegemonía católica y conservadora de dominación se erigía como una nueva alternativa de reconfiguración del Estado y del poder político, las ideas del liberalismo doctrinante de la mano de Olaya Herrera y Alfonso López Pumarejo.
Recordemos que finalizado el período de la hegemonía conservadora en el año de 1930 y el posterior gobierno liberal de transición de Olaya Herrera (1930-1934), el país se proyectó hacia una nueva concepción liberal del Estado y de la economía con criterios de modernización a fin de adecuarlo a las nuevas corrientes que estaban siendo estimuladas por el auge del populismo en Latinoamérica y, también, por las recomendaciones de las misiones económicas extranjeras, sólo a partir de allí se puede hablar en Colombia de un proceso de transformación política y social.
La concreción de esta política social le correspondió al gobierno del presidente Alfonso López Pumarejo elegido a nombre del Partido liberal en 1934. Política que supuso la implementación de nuevas relaciones de producción bajo la consigna de lo que se denominó la “Revolución en marcha” como programa de gobierno. Se trataba de un intento por hacer a través de reformas sociales y políticas en el marco de la lucha democrática las grandes transformaciones que se requerían de un Estado en transición de sociedades agrarias a sociedades industriales.
Durante este período de gobierno liberal se desarrollaron unas nuevas relaciones de producción en el campo colombiano que implicaban romper con una legislación existente de atraso y feudalismo, frente a una necesidad de desarrollo y consolidación del capitalismo y las nuevas relaciones económicas internacionales.Por otra parte, fue un período en el que bruscamente se quiso pasar de una legitimidad más tradicional que racional a un orden secularizado en el que la autoridad no tuviese una base trascendente sino histórica, ocasionando el choque ideológico que se manifestó más tarde en una especie de guerra civil y en el derrumbamiento de las instituciones democráticas. (Roll, 1999:93)
Entre las medidas más revolucionarias de este cuatrienio lopista se podrían señalar: la implementación a través del acto legislativo Nº 1 de 1936 del principio según el cual la propiedad debe tener una función social. Un principio que tal como se puntualizó a lo largo de los debates en el congreso que precedieron a la reforma se traduce en que la propiedad es un derecho, pero también un deber fruto del cual todo poseedor de riqueza ha de cumplir la función de acrecerla y utilizarla en beneficio de la sociedad en general (Plazas, 2011: 10). Igualmente se destacan la ley 200 de tierras de 1936, las modificaciones al ordenamiento tributario y las reformas educativas y laborales.
Con estos gobiernos liberales llegó el primer intento serio que hubo en Colombia hasta 1991 por desmontar la decimonónica República autoritaria conservadora de Núñez y Caro: la “Revolución en marcha” de López Pumarejo (1934-1938). Igualmente, por necesidades objetivas de la industrialización ‒por ejemplo, la de fortalecer la demanda agregada‒ se produjo el mayor avance en la democracia institucional,que había existido hasta el momento en la historia del país.
Pero más temprano que tarde, este proceso democratizador se vio frenado durante el gobierno liberal de Eduardo Santos (1938-1942) bajo la eficacia política de su consigna de gobierno: “una pausa en las reformas”. Esto no obstante, fue durante la década de 1940 cuando el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán enfrentó y confrontó la directriz regeneracionista de excluir a los subordinados de la vida nacional. Fue así como Gaitán levantó un proyecto político social en el que el pueblo, los subordinados, los sin propiedad, por primera vez en su historia aparecían como protagonistas. Y aún hoy día, siguen siéndolo.
De tal manera que, el presidente Santos tiene hoy ante la historia un camino que recorrer de la mano de los demócratas y de los sectores democráticos de todos los partidos políticos, de las organizaciones sociales y sindicales, así como de las diversas fuerzas progresistas y de izquierda. O se compromete con la posibilidad cierta de una ruptura histórica con el pasado de una política bipartidista, corrupta, y clientelar; o escoge irse por el camino de una pausa en las reformas que detenga y module este torrente democratizador que generaran los acuerdos para la terminación del conflicto armado con las FARC y el ELN.
Si la tercera vía criolla llena las expectativas de los requerimientos del momento político de una ruptura con el pasado, bienvenida sea. Ella será la equivalente a la revolución en marcha de los años treinta que en esta ocasión rodeada de los mayores consensos posibles por las fuerzas del progreso y la paz, esperamos no se quede en el camino con una pausa en las reformas.
Héctor Alonso Moreno Parra
Profesor asociado Universidad del Valle
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 406
Semana del 4 al 10 de julio de 2014
Corporación Viva la Ciudadanía
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