Cuarta Convención Nacional de Alianza País en Ecuador
Organización política y Revolución Ciudadana
30/04/2014
- Opinión
Las autoridades principales de Alianza País en la cuarta convención nacional del movimiento político
Introspección: tras la celebración de los 24 consejos políticos provinciales entre marzo y abril, Alianza País realizó su cuarta convención nacional el 1° de mayo. Signada por los reveses sufridos en las elecciones municipales de febrero, la cita mostró un tono marcadamente crítico y autocrítico, que tuvo en el discurso de Correa su máxima expresión. Un mes antes el Presidente había realizado cambios en su gabinete de ministros. Todas las voces coincidieron que sin el fortalecimiento de la organización no será posible el afianzamiento de la Revolución Ciudadana en el largo plazo. El encuentro dio inicio a una nueva etapa del proyecto político, con desafíos distintos.
En el día del trabajador Alianza País (AP) celebró su cuarta convención nacional. No fue sólo un encuentro más, en este octavo año de la Revolución Ciudadana. Con Rafael Correa cumpliendo su último mandato presidencial –según la Constitución actual– y tras perder en la mayoría de las principales ciudades en las últimas elecciones de alcaldes el 23 de febrero, el principal movimiento político del país se planteó este encuentro como un punto de inflexión para corregir errores y garantizar la continuidad a largo plazo del proyecto de gobierno.
Los miembros de la Dirección Nacional y las directivas provinciales y distritales, ministros de Estado, asambleístas legislativos y autoridades ejecutivas electas, representantes de todas las provincias, delegados de las juventudes y las organizaciones sociales –1.612 militantes en total– se dieron cita en el coliseo Nubia Villacís Díaz de la ciudad costera de Esmeraldas. El temario incluyó un análisis de los últimos resultados electorales, la definición de lineamientos políticos para los próximos años, la elección de una nueva dirección nacional, debates sobre los estatutos y la organización interna del movimiento. Por fuera de lo pautado resaltaron las constantes menciones a la posibilidad de reformar la Constitución para habilitar una nueva candidatura de Correa cuando termine su actual mandato en 2017.
Fue precisamente Correa quien dio el discurso central, con un fuerte tono autocrítico. Luego de clasificar los errores cometidos por AP en cinco grandes grupos (organización, gestión, elección de candidatos, campaña electoral y otros) cuestionó la ausencia de comunicación política, que permitió –según su opinión– que los medios y partidos opositores impusieran la agenda comunicacional en el país. Puso como ejemplo el silencio ante temas vitales como la lucha contra Chevron y la situación en Venezuela –donde el Gobierno es víctima de una ofensiva violenta y de un feroz ataque de la prensa comercial internacional.
En cuanto a la organización de la fuerza Correa remarcó que en varios lugares AP no existe y en otros es víctima de muchas fricciones internas, fruto de la ausencia de una “estrategia en la construcción partidaria”. Criticó la desconexión de la dirección nacional y remató: “(Alianza) País ha tenido una estructura inadecuada que nos alejó de los territorios”.
Tampoco fue benévolo con el último proceso electoral, en el que AP perdió las alcaldías de Quito y Cuenca, entre otras. Allí condenó el apuro en la elección de los candidatos y consideró que “en lugar de consenso hubo reparto”, al punto que algunos dirigentes que tomaron decisiones postularon “al amigo o al familiar, que no aportaron nada”. Y a la campaña la calificó como un “verdadero desastre”, fruto del “exceso de confianza” que generó la aplastante victoria en los comicios presidenciales y legislativos de febrero de 2013. “Somos víctimas de nuestro éxito”, concluyó.
En otro plano el Presidente llamó a dar un salto cualitativo y politizar a la ciudadanía, para convertir al millón de adherentes que hoy tiene registrados AP “en un millón de militantes” y lograr que “un 10% de ellos se conviertan en los nuevos cuadros para las próximas elecciones”. Se trata de un tema candente sobre el que prácticamente todos los principales referentes del Gobierno y el movimiento se refirieron antes y durante la convención nacional: la necesidad de dar prioridad a la formación política e ideológica. Algunos incluso solicitaron la conformación de un instituto nacional permanente para este fin.
Cambios
En esta cuarta convención se decidió que a partir de ahora los 24 directores provinciales de AP integrarán la dirección nacional y los directores cantonales formarán parte de las direcciones provinciales. También se conformaron una nueva Comisión de Ética y Disciplina y una nueva Comisión Electoral. Pero el cambio principal fue la elección de una nueva Secretaria Ejecutiva: Doris Soliz, en reemplazo de Galo Mora, que se desempeñó en ese cargo durante cuatro años. Soliz fue ministra coordinadora de Desarrollo Social hasta abril de 2012, cuando pasó a presidir la cartera de Inclusión Económica y Social. Inició su carrera política en el Movimiento Popular Democrático (MPD) y luego fue una dirigente destacada de Pachakutik en Cuenca, donde ocupó la vicealcaldía. Durante la presidencia de Correa dirigió también el Ministerio de Patrimonio Cultural y Natural, la Secretaría de Pueblos y el Ministerio Coordinador de la Política.
Galo Mora tuvo un rol central en esta convención nacional, donde presentó el informe del período 2010-2014 como Secretario Ejecutivo de AP y resaltó la necesidad de dotar a estos encuentros “de un mayor poder de decisión política”, tal como se reclamó desde las bases del movimiento. “En todos los talleres y consejos políticos (de AP, organizados en todo el país antes de este cónclave) advertimos la necesidad de una mayor comunicación entre el ejecutivo y las bases”, explicó Mora.
En otro momento de su discurso ratificó la orientación ideológica de la fuerza política: “No somos socialdemócratas, sino socialistas”. Después de las elecciones de febrero desde el partido socialdemócrata Avanza –aliado de AP y segunda fuerza con más alcaldes– le habían apuntado a Mora la responsabilidad del fracaso de las negociaciones entre ambas organizaciones para la presentación de candidaturas únicas en varios distritos del país. En este contexto la reafirmación ideológica no fue un dato menor, mientras al interior de AP también conviven distintas corrientes ideológicas y donde no predominan las críticas a la socialdemocracia. Mora también puso énfasis en la necesidad de habilitar una nueva elección de Correa al pedir a la Asamblea Nacional “el urgente procesamiento de la enmienda constitucional (…) ante tal anhelo de un país entero”.
A futuro
Ecuador tendrá tres años sin elecciones, si es que no se realiza ninguna consulta popular, por ejemplo sobre la explotación de petróleo en Yasuní. El desafío de AP es demostrar que además de funcionar como aparato electoral posee una dinámica organizativa acorde al lugar que ocupa: es el movimiento político más grande del país.
Sobre este punto se postergó una definición importante: su transformación o no en partido. En los días previos a la convención tanto Correa como Ricardo Patiño (canciller y primer secretario ejecutivo de AP) dejaron entrever sus preferencias por la actual configuración. “La presencia de tendencias dentro del movimiento (Alianza) País es inevitable (…) Volver al partido único sería un error, porque iría acompañado de viejos paradigmas fracasados en la historia. Nosotros pagamos el precio de ser incluyentes y de respetar la diversidad, pero vale la pena hacerlo”, dijo Patiño en entrevista al periódico ecuatoriano El Telégrafo. Y completó: “Quienes pretenden privilegiar el debate entre partido y movimiento añoran el partido único de cuadros, que no creo que corresponda a nuestra realidad y a nuestra situación histórica”.
Distintos grupos de militantes han cuestionado sin embargo la debilidad democrática hacia el interior de AP como movimiento, en tanto consideran que es difícil tener injerencia en las decisiones que toman las dirigencias, como quedó demostrado en la designación de algunas candidaturas para las elecciones municipales de febrero. También reclaman mayor discusión ideológica y la activación de mecanismos para la formación política y la participación real.
Más allá de que se decida –como parece hasta ahora– la aprobación de una enmienda constitucional para que Correa pueda continuar en la presidencia después de 2017, la resolución de las críticas planteadas a Alianza País no depende de esa medida. La organización ocupará ahora, más que antes, el centro de la escena política.
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