Hacia dónde va Guatemala?

25/07/2013
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La crisis de institucionalidad que vive el país es algo que se ha venido cocinando desde hace décadas, se originó en la concepción de democracia tutelada con la que el Alto Mando del ejército promovió la salida de la institución del centro de poder político en 1986, y fue profundizada por la depuración del Congreso promovida por los grupos de poder económico en 1994, con la excusa del llamado Serranazo, que tuvo como objetivo fundamental impulsar una reforma constitucional que consolidó el despojo de los recursos financieros estatales, con la prohibición al Banco de Guatemala de prestar dinero a instituciones del Estado, para gloria y beneficio de la banca privada.
 
El nivel de conflictividad que produjeron los resultados de las elecciones realizadas en el 2011, estimulada por un Tribunal Supremo Electoral parcializado como nunca se había producido desde su creación, en la que se produjeron más impugnaciones que en todos los procesos realizados después de 1985, deben ser interpretadas como una voz de alerta del grave deterioro del sistema político guatemalteco. La amplia participación en los procesos de concertación para elaborar propuestas para reforma la Ley Electoral y de Partidos Políticos, sólo el primer paso para la urgente reforma del sistema político es una muestra de la urgencia con que la ciudadanía mira ese proceso.
 
Sin embargo, en este momento no es posible mirar en el horizonte que exista la posibilidad de impulsar una reforma de fondo de la referida Ley. En la negativa confluyen intereses tan disímiles como los de los partidos Patriota y Líder. Temas centrales como el financiamiento estatal y las limitaciones para el control y límites al privado, la centralización de la propaganda electoral en un nuevo y renovado Tribunal Supremo Electoral y las cuotas de participación para mujeres y pueblos indígenas, como los elementos fundamentales de las demandas ciudadanas; no tienen futuro en un contexto en el que los partidos mayoritarios privilegian sus mezquinos intereses.
 
El Partido Patriota impuso el estilo de paralizar el Congreso, a través de larguísimos e improductivos procesos de interpelación a Ministros de Estado durante la legislatura anterior; dado que los grupos de poder tenían en la mira al autodenominado Gobierno social demócrata de Colom y buscaban deslegitimarlo y debilitarlo, en ese momento no se producían las críticas por esas prácticas destructivas. La situación ha cambiado hoy sigue esa misma estrategia el Partido Líder, debe decirse que de forma simplista y que aunque genera problemas a algunas iniciativas gubernamentales, termina haciéndole el juego a un Presidente que prefiere que sus iniciativas se aprueban, sin ninguna discusión.
 
El Líder está consciente de que en varios momentos ha terminado favoreciendo al Gobierno que busca inhabilitar como contendiente político en las próximas elecciones, no puede ser que no lo esté. Pero en su visión maniquea de la política y el simplismo con el que ya se consideran el próximo Gobierno electo, no tienen el menor pudor en contribuir al grave deterioro de la institucionalidad del Congreso.
 
Al Presidente y a su Gobierno le conviene un Congreso paralizado, pero que casi siempre encuentra el espacio y la forma para aprobar sus más importantes sin que las iniciativas legislativas gubernamentales sean sometidas al análisis ni a la discusión en el Legislativo. De esa manera han sido aprobadas iniciativas como la del Presupuesto 2013 y de Readecuación fiscal, que precisamente por eso tiene gravísimos errores técnicos, que han terminado dejando su aplicación en el limbo, generando graves problemas de financiamiento para este período presupuestario.
 
Lo interesante es que las debilidades técnicas de esa iniciativa y otras que han sido aprobadas al vapor, aprovechando apresurados y costosos acuerdos que involucran a varias bancadas que se han caracterizado por cocinar acuerdos con el Ejecutivo, se originan en el proyecto de Ley elaborado en el Ministerio de Finanzas, ya que el Congreso de la República se limitó a aprobar la iniciativa de urgencia nacional, es decir en una sola lectura. Pero los errores de Finanzas ahora le son adjudicados al Congreso, hecho que se ve facilitado por el cada vez mayor desprestigio que se ha vertido sobre el Legislativo; algo que intencionalmente ha estimulado el Presidente Pérez Molina con sus arteros ataques a un Organismo en el que sus diputados son bancada mayoritaria y siempre ha tenido la posibilidad de obtener los apoyos que ha requerido, aunque el costo cada vez sea mayor.
 
Hasta ahora, la población guatemalteca ha tenido la capacidad de aguantar todo. Desde el enquistamiento de la más rancia de las derechas en el Gobierno Municipal de la Ciudad de Guatemala, hasta el relevo de distintas expresiones de la derecha que han privilegiado aprovechar los recursos estatales para promover su enriquecimiento y el de sus asociados.
 
Hasta cuándo y hasta dónde llegará ese aguante es algo que no sabemos. Lo que sí sabemos, y la historia ha provisto de numerosos ejemplos en ese sentido, es quetanto va el cántaro al agua, que al final se rompe
 
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