Renovadas categorías

Ecuador y las asincronías Latinoamericanas

27/02/2013
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 correa
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El discurso postelectoral de Rafael Correa mostró que las particularidades del escenario regional trascienden los cambios políticos al interior del Estado. La emergencia popular y la delimitación de los proyectos han permitido que viejas y nuevas categorías tomen protagonismos y den cabida a análisis innovadores y singulares, al tiempo que permiten la revitalización de lo que se creía agotado.
 
El triunfo de Rafael Correa en las elecciones de Ecuador, además de significar un fortísimo empuje a la consolidación de la Revolución Ciudadana en ese país, da lugar a la profundización de reflexiones que alcanzan lo político, lo cultural y hasta lo epistémico en la región.
 
En numerosos artículos hemos sostenido que lo que ocurre en países como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina (con sus diferencias, singularidades y profundidad de acuerdo a la correlación de fuerzas presente en cada caso) no se puede reducir a un cambio en el modelo gubernamental que eclosionó por la aplicación de políticas neoliberales ortodoxas. 
 
Si bien la crisis social y económica provocada por las políticas de ajuste de los años de 1990 -por caracterizar un periodo que excede en años antes y después a esa década- fue el detonante para la emergencia popular que echó por tierra la fase neoliberal del capitalismo en gran parte de Latinoamérica, el derrotero histórico por el cual aún transitamos muestra que el proceso de ruptura transcendió a la normalización política y económica de los Estados involucrados.
 
En el discurso postelectoral de Correa, en el que abundaron las referencias a la integración soberana regional y a la profundización de políticas sociales, aparecen dos ideas que dan pistas para abonar nuestra tesis.
 
De manera específica, el Presidente reelecto señaló que en Ecuador se está construyendo el Estado Popular en reemplazo del Estado Burgués; y también que “hay dirigentes inmorales, culpables del saqueo de la patria. Este Presidente no puede sentarse a dialogar con ellos”. 
 
En el primero de los casos, de manera clara, aparece que el proceso transformador va más allá de la aplicación de una política de corte normalizador, y explicita que la Revolución Ciudadana tiene la pretensión de construir otro Estado, con otros fundamentos y entendido en otra clave. Es decir, rompe con la mirada capitalista de las relaciones sociopolíticas y con su expresión estatalista institucional.
 
A su vez, demuestra que América Latina constituye una asincronía con el resto del mundo -dicho en términos del filósofo argentino Roberto Follari- que casi en plenitud responde y se rige por los lineamientos del capitalismo hegemónico.
 
Esta asincronía no sólo implica un modo propio de redefinir las relaciones al interior de cada Estado y de la región, sino que permitió que categorías que se creían obsoletas resurgieran, pero también que se resignifiquen.
 
Imperialismo; Dependencia; Izquierdas y Derechas; Conservadurismo, Liberalismo, Progresismo y Populismo son nociones que han vuelto a tener cabida en el imaginario regional, al tiempo que han tomado un carácter renovador.
 
Para simplificar las discusiones, recurrir a la herramienta dicotómica de izquierdas y derechas suele ser una opción que permite entender sobre qué se habla, pero al momento de sostener con profundidad y especificidad el caso regional puede ser insuficiente. Es decir, sirve, apoya, pero no alcanza. Y en esto mucho tiene que ver el hecho de que la emergencia y protagonismo popular evidenciado en América Latina, incluso en países en los que aún se alojan en el neoliberalismo -como Chile-, es más que esa dicotomía. Lo popular tiene mucho que ver con la izquierda, pero en el actual momento histórico la trasciende, por ejemplo, en su concepción eurocéntrica.
 
Lo mismo ocurre con otras ideas, y la región muestra cómo el liberalismo muta en conservadurismo, y el progresismo -que muchas veces se vistió de vanguardia intelectual- toma una nueva expresión y se reconvierte en las nuevas formas del populismo o, si se prefiere, en expresiones de poder popular.
 
Respecto de la segunda noción, su importancia radica en que disputa de pleno con una noción por la cual los sectores dominantes generalizaron su ejercicio de poder: la idea de consensualismo.
 
El sentido común generado por los intelectuales orgánicos de esos sectores conduce a creer que lo natural y sano en nuestras sociedades pasa por los modelos acuerdistas y dialoguistas, rechazando el conflicto y el litigio como modalidad dominante. 
 
Sin embargo, pretender mantener situaciones de consenso, de diálogo común e igualitario cuando las condiciones de apropiación de lo material y simbólico es desigual, no es más que un mecanismo sofisticado para mantener intocables las estructuras de poder.
 
Revisar estos modos, repensar las formas relacionales y definir de manera clara las fronteras antagónicas en clave latinoamericanista resulta entonces central no sólo para pensar desde lo filosófico el proceso regional, sino también para soportar la toma de decisiones en cada coyuntura.
 
APAS | Agencia Periodística de América del Sur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
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