El asalto de Chile
24/02/2013
- Opinión
Ladislao Cabrera en su libro: ”La guerra de Chile” relata que en la mañana el 14 de febrero de 1879, fuerzas chilenas desembarcaron del blindado Blanco Encalada, el acorazado Almirante Cochrane, la corbeta O´Higgins, al mando del Coronel de artillería Emilio Sotomayor, ocuparon Antofagasta sin la menor resistencia.
El Prefecto Coronel Severino Zapata y el Comandante General Coronel Belisario Canseco, no tuvieron tiempo de planificar ningún plan de defensa, solo atinaron a calmar la indignación de los pocos uniformados bolivianos que rehusaban entregar sus armas al invasor. Siete cañonazos del Blanco Encalada anunciaron la entrada del blindado en que venía el Comandante general de las armas chilenas, quien sin previa declaratoria de guerra intimó al Prefecto que entregue la plaza. Saltaron primero a tierra 400 hombres antes de recibir la respuesta del Prefecto.
Más de tres mil chilenos de poncho encabezados por otros de levita, se amotinaron y entre la algazara más espantosa se dirigieron a la Prefectura. Allí arrancaron el Escudo boliviano y en presencia de soldados chilenos lo rompieron para izar luego la bandera chilena. Tomaron el cuartel, nombraron autoridades y hostilizaron a todos los nacionales. El Cónsul del Perú dio alojamiento al Prefecto Zapata, la turba quería también romper el escudo peruano, atacar la casa, asesinar al coronel Zapata y a otros empleados bolivianos. En la noche se asesinaron a dos hombres bolivianos y a una mujer. El comunicado concluye ¡No sabemos lo que nos espera!
La noticia llegó a Caracoles recién el día siguiente, junto al anuncio de la marcha de 75 soldados chilenos sobre aquel centro mineral boliviano. El Subprefecto Coronel Fidel Lara pidió a Ladislao Cabrera un consejo sobre qué hacer, éste dijo no entregar armas y retirarse para reunir armamento y municiones en Calama y así preparar la defensa.
En la imposibilidad de ofrecer resistencia contra un ejército bien armado y una población mayoritaria chilena amenazante, decidieron desocupar también Caracoles hacia el interior de la República. Nadie aceptaba ni comprendía la rendición y la entrega de armas sin la protesta de sangre que imponía la situación. Junto al médico Saavedra efectuaron la marcha hacia Calama. Fue así que los pocos bolivianos se reunieron en su casa.
La ocupación de Antofagasta fue considerada como una afrenta para el nombre de Bolivia y se imponía la obligación de lavar ofensas mediante una resistencia adecuada. Al descender la planicie del valle de Calama por una angosta y profunda quebrada en zigzag que a la distancia de 10 a 12 metros no es posible ver a quienes descienden ni suben se creyó que era posible una resistencia al invasor, allá se hicieron algunos parapetos. Toda una División del Ejército chileno, compuesta de caballería, infantería y artillería llegó a Caracoles y avanzó hacia Calama. Allá, el 18 decidieron organizar la defensa. El Subprefecto José Santos Prada y los vecinos Eduardo Abaroa y Fidel Carrazana ofrecieron su intervención personal con todos los recursos necesarios. La resistencia logró reunir 85 armas de fuego, rifles de diferentes sistemas, escopetas de caza, fusiles antiguos asegurados con cuerdas.
Durante 30 días organizaron estos preparativos sin que los subprefectos de Tocopilla ni de Cobija hubieran remitido a Calama ningún otro recurso de guerra. Más bien, se tiene conocimiento que en Cobija se detuvieron 9 quintales de pólvora fina que remitían los bolivianos Manuel Morris y el Coronel Juan Balsa. De los 10 remitidos solo llegó un quintal a Calama, detenidos con la frase “Para qué el Dr. Cabrera necesita tanta pólvora, con un quintal sobra”. Hubieran servido para la defensa de los tres puentes sobre el río Loa. Esa misma autoridad de Cobija que llega a Calama con 10 hombres de escolta para incorporarse a la defensa sin acordarse que los 9 quintales de pólvora que abandonaba en Cobija para que chilenos la tomaran.
Otra contraorden fue la de la autoridad de Tocopilla que escribió a Calama: “No comprometa U. ningún combate antes que yo esté allí”.
Proclama del prefecto Zapata
El 14 de febrero Severino Zapata proclamó: “Hoy se ha realizado un atentado incalificable, un escándalo que jamás se presentará en pueblos civilizados. Sin fuerzas para combatir a los invasores que alentados por nuestra debilidad hacen gala de entereza usurpando derechos, hollando la dignidad de los bolivianos, aherrojando a las autoridades, consumando en fin, un hecho que no necesita definirse por ser conocido en toda su monstruosa deformidad e injusticia.
¿Qué queda por hacer? Abandonar el territorio invadido, que no es posible defender, después de una solemne protesta a nombre de Bolivia cuyos fueros han sido desconocidos, a nombre de América que presencia espantada el ultraje que recibimos. BOLIVIANOS, la primera autoridad a nombre de la Patria abofeteada, os llama a que os reunáis en torno al desgarrado pabellón de Bolivia para repetir nuestra protesta, único camino que nos deja la suerte. Severino Zapata Rodolfo Soria Galvarro.
Diputados del litoral
Contra la invasión protestaron enérgicamente los diputados del departamento del Litoral. Desde Tocopilla, febrero 17 de 1879. Abdón Ondarza diputado por Cobija y Tocopilla; Manuel Franklin Alvarado por los puertos de Antofagasta y Mejillones. Manuel María Abasto por Caracoles y Calama. Lorenzo Rivera Quiroga diputado suplente por Cobija y Tocopilla.
Solidaridad de Bolivia con Chile
En 1865, antes de la Guerra del Pacífico, cuando Chile sufrió el bombardeo español de Valparaíso y Perú en el Callao, Bolivia y Cochabamba se adhirieron enviando suministros, sendos apoyos, materiales para los heridos y damnificados; se cambió el título del teatro del General Achá por el de “Teatro de la Unión Americana”, en honor a Chile. Fue entonces que el Dr. Cleómedes Blanco Ferrufino, eminente médico de Cochabamba, como Cirujano Militar adscrito al Ejército del Perú intervino en los combates del 2 de mayo de 1865 en el Puerto del Callao, y fue declarado por el Congreso “Benemérito de la Patria” en grado heroico. Todos los americanos defendían a Chile y Perú bombardeados por España.
Después de la humillación de 1879, en honor de Chile y para que no se tome represalias de violencia armada contra Bolivia, el Prefecto de Cochabamba ordenó se guarde en prisión subterránea de la Prefectura a la estatua de La Libertad, de Pietro Piraíno o de Cobija, hasta que Don Venancio Jiménez logró retirarla de la cárcel y colocarla en una esquina de la plaza.
En otra ocasión ulterior, 1939, el Comité Pro Chile, envió un cable telegráfico urgente dirigido al Presidente de la República y al Ministro de Hacienda Vicente Mendoza López. “Comité Pro-damnificados Chile, constituido por principales instituciones y vecindario local, ruega Gobierno Nación, preste ayuda víctimas, aporte efectivo o víveres, fin mitigar desgracia país hermano, vinculado por simpatías y sentimientos solidarios. Atentamente. Fdo. Grl. Blanco Galindo, Presidente. Alberto Cornejo Soliz, Secretario. 30 enero 1939.
Después del episodio aborrecible de la invasión al puerto boliviano de Antofagasta, conocemos la inmolación del héroe máximo don Eduardo Abaroa y de los defensores patriotas del puente Topáter sobre el río Loa comandados por el abogado Ladislao Cabrera. Más tarde, la heroicidad boliviana en Pisagua, el desconocimiento del Plan estratégico de Julio Méndez-Daza de parte de Prado, la quema de abastecimientos en Agua Santa, la traición de Perú en San Francisco, la tramoya imperdonable urdida por Arce sobre el infundio de “Traición” de Daza para favorecer a Chile con la retirada de Camarones, el complot siniestro para sacarlo del mando y de la presidencia para entenderse con Chile, los celos de Ignacio Prado, la incapacidad del Gral. Buendía, la estupidez de Piérola. Finalmente, el fracaso del Comando peruano, la derrota del “Alto de la Alianza” y el “Repase” de los heridos y prisioneros a cuchillo mortal chileno.
Después de la guerra, en Bolivia el acto inicuo de los parlamentarios que firmaron el Tratado de 1904 sellando el enclaustramiento más que centenario; de parte de Chile, el robo de la vertiente del Silala, el desvío del río Lauca, la soberbia plasmada en un solo argumento:¡Se respetan los Tratados! Para los bolivianos la tristeza histórica de tener por vecino a un pueblo hermano confrontado pero sediento de amistad y corrección de equivocaciones de hermandad, pero gobernados (excepción de Salvador Allende) por herederos de todos los pecados de Caín…hasta el presente 2013.
En enero 2013. Cumbre de Celac en Santiago de Chile. Aplauso a Evo Morales y los ministros que supieron enfrentar con sana intención, altura de fraternidad continental para la integración y valentía a los Pinochet-Piñeira chilenos en la última reunión de Celac en Santiago de Chile.
Piñeira repitió como un loro furioso la eterna cantaleta… ¡No revisamos el Tratado de 1904! ¡No cambiamos territorio por recursos! Claro, ahora no les conviene ninguna revisión pero sí lo hicieron en el pasado cuando acordaron Tratados sobre territorios que no les correspondía, que según su diplomacia eran “definitivos e irrevocables”, que corrigen “erróneas interpretaciones” y “en el nombre de Dios” determinan nuevos tratados de límites para modificar los anteriores “que aseguren la paz y la buena armonía”, en una historia de ambiciones, engaños y usurpaciones.
En un acto bondadoso planteemos la amnesia de Piñeira. Quizá olvidó la sustracción del recurso hídrico de las vertientes del Silala, de la desviación del Lauca internacional sin pedir permiso a Bolivia, de la privatizaron de los puertos de Arica-Antofagasta trasgrediendo el inicuo Tratado de 1904 impuesto con amenaza de guerra.
El presidente émulo del dictador Pinochet tuvo un olvido también sospechoso del Tratado logrado en 1929, el Tratado inicuo con Perú, el hermano que traicionó nuestra Alianza y cerró el candado del enclaustramiento. Sabe Piñeira que Chile está armado hasta los dientes contra nuestra Patria, que sembraron de minas mortales toda la frontera de Chile con Bolivia y Perú imposibles de desactivar en muchos años, que nos enviaron un Cónsul chileno que dice que la mejor relación con Bolivia es “no tener relación”. Silencio total, repito, sobre el “Borrador del Silala o Siloli” que firmaron los vicecancilleres en otro gesto incalificable de astucia para que reconozcamos el 50 por ciento de falso derecho propietario a Chile.
La sana intención de Morales fue insinuar que, si logramos un diálogo fraterno entre los gobernantes de Chile y Bolivia, como condición primaria, el diálogo binacional iniciado el 2006, aunque fue dilatorio en el “Punto VI Mar para Bolivia”, e interrumpido por parte de Chile el 2010, podremos a posteriori beneficiarnos mutuamente. Así lo entendió el expresidente Carlos Mesa Gisbert en la entrevista televisada, inmediata a la rabieta de Piñeira en la Celac.
Así lo entendieron los senadores chilenos que visité en varias oportunidades: para Bolivia: Mar con soberanía, para Chile: gas, agua, minerales, ulexita, litio, acero, corredores bi-océanicos, fertilizantes, fruta chapareña y yungueña, amistad, cultura, abrazos, comunión humanista de bienes y principios ideológicos; pero lo primero es lo primero.
- Gastón Cornejo Bascopé es Ex-senador de Bolivia
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