A cien días de vigencia del TLC Chile-EEUU
10/05/2004
- Opinión
- Un primer balance que permite dibujar tendencias acerca de
la puesta en marcha de este tratado
- Ya no hay parafernalia ni euforia. Tampoco el impacto
espectacular que pregonaron
- Bajaron las exportaciones a Estados Unidos
En los próximos días se enterarán cuatro meses de vigencia del
TLC entre Chile y EE.UU. Desde luego, no es un lapso que
permita sacar conclusiones definitivas. Sin embargo, el tiempo
transcurrido permite dibujar tendencias significativas. En ellas
queremos detenernos. En primer lugar, llama la atención que la
prensa ya no publica los afiebrados comentarios anteriores a su
puesta en marcha y los voceros oficiales no aparecen tan
eufóricos. La razón es muy simple: los hechos no confirman las
apreciaciones que entregaron sobre el impacto espectacular que
tendría.
En el primer bimestre no se produjo en el país el boom
exportador hacia EE.UU. esperado por las autoridades. Las ventas
al mercado norteamericano en vez de crecer en montos importantes
como se estimaba se redujeron en 7,2%, de acuerdo a datos del
Banco Central, en circunstancias que las colocaciones totales
al exterior del país aumentaron, en ese mismo periodo, en 22,2%,
preferentemente a Asia (Corea del Sur +61,2%, China +22,5%,
Japón +29,8%) y al Mercosur (Brasil +45,5% y Argentina +38,8%).
Obviamente, la caída registrada no puede entenderse como una
tendencia, ya que en definitiva las exportaciones a EE.UU. deben
aumentar. Eso si no lo harán en los porcentajes indicados por
los panegiristas del tratado.
¿Cómo explicárselo? Obviamente la reducción de aranceles debería
conducir al incremento de las ventas al mercado norteamericano,
que es él más grande del mundo. Pero, no es el único factor
presente. La principal razón de la caída de las
exportaciones residió en el agudo proceso devaluatorio del dólar
vivido hasta enero que hizo menos atractivo exportar desde
Chile hacia EE.UU., por la disminución de los retornos.
"Actualmente –señaló el presidente de la Asociación de
Exportadores, Ronald Bown- es mucho más atractivo para las
empresas chilenas realizar sus envíos al bloque del viejo
continente debido a que los retornos que reciben, al existir un
euro mas fuerte, son muy superiores a los que llegan de EE.UU.,
que cuentan con un dólar debilitado".
La característica principal del tipo de cambio en el país es su
elevada volatilidad, al dejársele absolutamente entregado al
mercado, dentro de la filosofía que inspira el TLC. Una economía
abierta como la chilena al movimiento comercial y de capitales
-procesos que se consolidan y profundizan con el tratado- no
puede sino tener altos índices de volatilidad cambiaria. Estas
fluctuaciones tienen un impacto significativo en los niveles de
actividad económica, lo cual en cada caso conlleva sectores
beneficiados y otros afectados. En general la volatilidad
cambiaria constituye de por si un hecho negativo. Los
movimientos de divisas se transforman en factores determinantes
en la evolución de diferentes variables, al margen de los
propósitos que consideren más favorables las autoridades
económicas. Se pierde capacidad decisoria en la determinación de
políticas. En el último año y medio la paridad cambiaria pasó
de $756,95, anotados el 10 de octubre del 2002, a $564,10 el 19
de enero del 2004, luego inicio el peso un proceso
devaluatorio, que se ha revertido en los últimos días fluctuando
nuevamente la paridad en torno a los $600 por dólar. Es un
movimiento extraordinariamente brusco.
La mayor disminución de las exportaciones a EE.UU. se produjo en
las ventas de cobre. En este caso la razón principal no fue la
devaluación del dólar sino la reorientación de las ventas del
metal rojo hacia China, que ofreció incrementos en los precios,
dada su gran necesidad en materias primas. Mientras tanto,
exportar hacia EE.UU. no tiene estímulos especiales con el TLC,
dado que la reducción de aranceles en las materias primas es
casi mínima. Hasta el año 2001 EE.UU. fue el principal mercado
para el metal rojo chileno. En cambio, en el 2003 un 17,6 % de
las exportaciones de cobre desde el país se dirigieron a China.
El año anterior el porcentaje había sido de un 12%. En enero
del 2004 las exportaciones netas de cobre refinado a China
alcanzaron a 120 mil toneladas, un 34,4% más que en el mismo mes
del año anterior. El año pasado China, Japón y Corea del sur
explicaron casi el 40% de los embarques totales de cobre desde
Chile al exterior, mientras a EE.UU. se envió solo el 5,3%. Por
tanto, los TLC no es la única variable presente en el comercio
exterior. Muchos hechos económicos actuales a nivel mundial no
pueden entenderse sin el espectacular crecimiento de China.
Reiteradamente llamamos la atención, antes de la puesta en
marcha del TLC, que la reducción de aranceles en los principales
rubros de exportación de Chile hacia EE.UU. era muy escasa –por
la estructura arancelaria norteamericana, destinada a proteger
los bienes con trabajo incorporado- y al tratarse
fundamentalmente las ventas nacionales de recursos primarios. El
sistema arancelario de EE.UU. es propio de un país que requiere
materias primas y protege su producción industrial. Así
resultaba muy difícil imaginarse que se produjese una explosión
en las exportaciones. La estructura de ventas al exterior, por
lo demás, no cambia de un día para otro.
Precisamente, una de las características del tratado es la muy
baja reducción de gravámenes en los principales rubros actuales
de la exportación de Chile. En el 2003 ya el cobre dejó de ser
el principal producto de venta a EE.UU. siendo desplazado por
las embarcaciones de salmón y maderas. Según datos de Prochile,
el salmón representó el 13,9% de las ventas a ese mercado,
mientras diversas manufacturas de madera alcanzaban al 12,5%,
destacando entre ellas los muebles.
De otra parte, el acceso al mercado norteamericano va a irse
complicando en la medida en que EE.UU. alcance nuevos acuerdos
de libre comercio, lo cual hace desaparecer o reduce las
ventajas alcanzadas por los exportadores chilenos como
consecuencia del tratado. En febrero, por ejemplo, EE.UU.
concluyó un TLC con Australia, logrado sólo en 15 días, mientras
el alcanzado con Chile se gestionó durante 10 años. Esta rapidez
para suscribir nuevos tratados indica que van a ir apareciendo
diferentes competidores que lo harán en igualdad de condiciones
con los productores nacionales. Por ejemplo, el acuerdo con
Australia hizo desaparecer las granjerías obtenidas por los
exportadores vitivinícolas. En el tratado con Chile las ventas
de vino quedaban sin aranceles después de doce años. En el
acuerdo con Australia ellos dejan de tener efecto a los 11 años.
Es decir, quedan en igualdad de condiciones por el mecanismo de
"nación mas favorecida" que iguala la situación de un país con
el que tenga una ventaja mayor.
El documento del congreso estadounidense que autorizó a Bush a
llevar adelante los tratados de libre comercio, sugestivamente
no utiliza la expresión "libre comercio" en su texto. EE.UU.
insiste en una política proteccionista, que como lo ha señalado
el Director de Relaciones Internacionales de la Cancillería,
Osvaldo Rosales, constituye uno de los peligros más grandes que
presenta la evolución de la economía mundial (24/03/2004). Se
trata del mismo Osvaldo Rosales que fue uno de los máximos
representantes de Chile en las negociaciones. La negación del
"libre comercio" se produjo al suscribirse un tratado en que se
aceptó los mecanismos norteamericanos antidumping y de
subsidios a las exportaciones agrícolas. ¿Rosales después de
firmarse el tratado se dio cuenta que estos mecanismos
constituían un peligro para la economía mundial? ¿Por que
entonces se aceptó desde un principio no poner en discusión
estos temas durante las negociaciones?. La mantención de estas
deformaciones del comercio exterior constituyen uno de los
asuntos centrales en las reuniones preparatorias del ALCA.
Numerosos gobiernos de la región, empezando por Brasil y
Argentina, los rechazan resueltamente.
Estas trabas siguen vivas. Hace pocos días, el Reino Unido e
Irlanda –principales productores de salmón de la Unión Europea-
solicitaron al organismo comunitario, a requerimiento de los
pescadores artesanales escoceses, que aplique salvaguardias a
las exportaciones del producto procedente de Chile y otros
países. La medida se propuso en contra del Estado y no de
productores determinados.
No es la primera vez que se exigen salvaguardias en contra del
salmón. ¿Qué es lo nuevo en la presentación de salvaguardias
del Reino Unido e Irlanda? Ella se realiza luego de haberse
firmado el TLC con la Unión Europea, mostrando las falacias que
se esconden detrás del calificativo de "libre comercio". Chile
aceptó tanto con la UE como con EE.UU. suscribir convenios
basados en esta formulación, aunque las contrapartes se
reservaron el derecho de mantener vigentes sus mecanismos
antidumping a los cuales pueden –como demuestra la acción
puesta en marcha en la UE- recurrir en cualquier momento.
Altos personeros gubernamentales han reconocido públicamente,
además de la existencia de este mecanismo, lo limitado de la
capacidad de acción que tiene Chile para contrarrestarlo. El
director de Relaciones Internacionales del Ministerio de
Agricultura, Igor Garafulic, reconoció públicamente que no se
establece realmente un "libre comercio", porque las grandes
potencias firmantes disponen de recursos para reducirlo a
palabras. Consultado si existe alguna posibilidad de frenar una
acusación antidumping contestó taxativamente "no" (09/02/04).
Luego agregó textualmente que únicamente se puede aprovechar
"nuestra experiencia para anticiparnos y determinar los estudios
de abogados que se pueden contratar, y que nuestros agregados
agrícolas sepan hacer declaraciones de alerta en la prensa…". En
otras palabras no existen mecanismos de protección a pesar del
acuerdo de "libre comercio". Por tanto la capacidad de acción
del país planteada la acusación se reduce a tratar de impedir
que este procedimiento avance o limitar sus efectos, lo cual
igualmente tiene costos elevados para los productores.
¿Cuál es la causa de fondo de este atentado al "libre
comercio"?. El único argumento entregado es el crecimiento de
las importaciones. Ni siquiera hablan los denunciantes que
exista, como en las presentaciones anteriores, competencia
desleal. Se refieren al \"inusitado\" crecimiento que se
produjo el 2003 con las importaciones de salmón atlantico, cuyo
origen proviene principalmente de Noruega.
El presidente de la Reserva Federal norteamericana, Alan
Greenspan, calificó a su turno como un recurso proteccionista
estadounidense las formulaciones que proponen vincular
estrechamente los acuerdos comerciales con cláusulas sobre
derechos laborales. En verdad, en un país como Chile los
derechos laborales son muy precarios y el tratado sólo establece
cumplir con las normativas internas. Su mejoramiento debería ser
un proceso progresivo frente al cual Chile debería obligarse y
no un recurso de las grandes potencias para prohibir
arbitrariamente determinadas importaciones frente a las cuales
no se encuentran en condiciones de competir.
En México, en el periodo previo al TLCAN, se produjo un fuerte
ingreso de capitales, muchos de ellos de corto plazo, los
cuales en definitiva condujeron al "efecto tequila". En Chile,
fue a la inversa, la cuenta de capitales de la balanza de pagos
del año 2003 fue negativa, salieron US$ 246,6 millones. Por
consiguiente, hasta ese momento, tampoco se cumplía la
predicción que la próxima vigencia del TLC con EE.UU. atraería
capitales. Los propagandistas del tratado manifestaron
reiteradamente que su principal efecto positivo para la economía
chilena se produciría en las inversiones, no en el comercio
exterior. El flujo de capitales externos no siguió el curso
vaticinado.
El 2003, de acuerdo a cifras del Comité de Inversiones
Extranjeras, la inversión extranjera directa, o sea aquella que
se dirige al sector productivo, descendió en un 35% con relación
al año anterior, alcanzando a US$2.464,3 millones, su nivel más
bajo en una década. La disminución de los ingresos se vincula a
una etapa a nivel mundial de baja inversión extranjera directa.
El movimiento producido es fundamentalmente de fondos de corto
plazo. En el caso de Chile el ingreso de capitales de corto
plazo fue estimulado por la revaluación del peso, pero al mismo
tiempo lo desestimula la baja rentabilidad, especialmente por el
nivel de las tasas de interés. La revaluación implica una
ganancia para el inversionista extranjero ya que aumentan los
fondos ingresados medidos en dólares.
En el saldo negativo de la cuenta de capitales influyó también
poderosamente la mayor colocación de las AFP en el exterior,
aprovechando el incremento en los límites de inversión por el
Banco Central que se produjo en el segundo trimestre del año
pasado, las cuales acumulaban US$11.809 millones a diciembre. El
2003 las remesas al exterior de las AFP fue de US$ 3.736
millones, suma que debe compararse con los US$ 1.474 millones
del año anterior. Los fondos mutuos y las compañías de seguros
también incrementaron sus colocaciones fuera de Chile,
alcanzando a US$ 996 millones.
El aumento de los porcentajes de inversión de las AFP en el
exterior se ha explicado porque conduciría a una disminución del
nivel de riesgo de los fondos de los imponentes, lo cual si bien
es verdadero no modifica en lo fundamental su carácter negativo.
Se extraen recursos de la economía chilena, pertenecientes a los
trabajadores, cuando los intereses de éstos, es que se usen al
interior del país para generar fuentes de trabajo, lo cual puede
hacerse perfectamente en proyectos de elevada rentabilidad. Ello
resulta particularmente aberrante cuando simultáneamente
personeros gubernamentales, encabezados por el propio presidente
de la República, recorren el mundo buscando acrecentar la
llegada de recursos desde el exterior.
Chile es una nación que requiere captar recursos del exterior
para su crecimiento. El bajo déficit en la cuenta corriente es
una demostración de que el país no esta aprovechando su
posibilidad de captar recursos externos, ya que en definitiva es
consecuencia, ante todo, del menor ingreso financiero. El giro
producido en la cuenta de capitales es muy radical. En 1997, o
sea el año anterior a la recesión, hubo ingresos de acuerdo a
cifras del Banco Central por US$ 3.421 millones. La diferencia
entre esta cantidad y el egreso por US$ 246,6 millones del año
2003 es muy grande. Son alrededor de US$3.700 millones. La
repercusión macroeconómica de una y otra cifra son muy
diferentes. En el primer caso constituye un factor de
crecimiento de la economía. En cambio, la cifra del 2003 ayuda
a explicarse el bajo incremento de la demanda interna ese año.
Chile depende fuertemente de la dirección que adopten los
movimientos de capitales. Eso hace al país sumamente
dependiente. Para recuperar soberanía debe regularse su
movimiento. La lógica del TLC con EE.UU. y la política oficial
son radicalmente distintos: debe dejarse su fluctuación a un
"mercado" controlado por grandes intereses económicos y que
actúan de acuerdo a sus objetivos inmediatos con el fin de
obtener la más alta rentabilidad posible.
La predicción que sí se cumplió fue la disminución del "riesgo
país". Un acuerdo con EE.UU. es visto por el capital como más
seguro, aunque no se puede olvidar que la crisis mexicana se
produjo en el primer año de vigencia del TLCAN. La semana
pasada, el nivel de riesgo chileno alcanzó sólo a 79 puntos base
por sobre la tasa del Tesoro de EE.UU., según el índice que
elabora el banco de inversiones JP Morgan. Se trata del nivel de
riesgo más bajo de América Latina (México 174, Perú 346,
Colombia 381, Brasil 614, Venezuela 635, Ecuador 751, República
Dominicana 1.257 y Argentina 4.217). Ello debería conducir a un
incremento en el ingreso de capitales de corto plazo, lo cual es
un estímulo para la demanda interna, que a futuro se puede
transformar en un factor de desequilibrio. Sin embargo, hasta
enero –último dato disponible-, ello no se produjo. La cuenta
financiera tuvo un saldo en contra de US$646,2 millones y la
inversión de cartera (en la cual figuran los recursos de corto
plazo) registró un saldo positivo de únicamente US$68.5
millones.
En los primeros meses del año la exigencia de establecer un
royalty se transformó en una demanda nacional. El gobierno
durante largo tiempo permaneció sin pronunciarse. El presidente
Lagos y su ministro de Hacienda maniobraron para dilatar la
discusión sobre su aprobación. Buscaron formulas para que las
empresas entregasen transitoriamente más recursos pero sin que
se aprobase el royalty. Finalmente, en estos días, se adelantó
ideas de la contribución de la minería a un Fondo de Fomento de
la Innovación.
El proyecto establecería un cobro sobre las ventas brutas, en
base a un coeficiente que dependerá de la renta operacional de
la empresa. "Dependiendo de cúal sea ese margen operacional –
expresó textualmente el ministro de Hacienda, Nicolás
Eyzaguirre- las empresas deberán pagar entre 0% y 3%"
(20/04/2004). El ministro precisó que las mineras con margenes
operacionales entre 0% y 5% tendrán una tasa de 0%. Y con
margenes sobre el 55% la tasa quedaría "pegada" en el 3% de las
ventas. De otra parte, se estableció un plazo de transición de
tres años " en los cuales este cobro será deducible de
impuestos". O sea, para aquellas empresas que están tributando
no les significará un gravamen adicional ni al Estado un nuevo
ingreso.
¿Cómo analizar esta decisión? Lo importante es que el gobierno
se haya pronunciado finalmente a favor de un royalty, aunque,
visto desde otro ángulo el gravamen establecido sea bajo. Desde
luego, un tributo por bajo que sea es mejor que la situación
actual. Ahora bien, un parámetro objetivo es comparar estos
porcentajes con el impuesto de 10% sobre las ventas que se le
cobra a Codelco destinado a armamentos de las Fuerzas Armadas.
Si se hace esta comparación se llega a la conclusión que se
continúa aplicando una política discriminatoria en contra de la
empresa estatal.
Como era presumible, los consorcios privados en el sector se
pronunciaron cerradamente en contra de la iniciativa. El
presidente del Consejo Minero, Williams Hayes, recurrió a la
repetida frase que la propuesta del gobierno altera las "reglas
del juego" y que defenderán sus derechos "utilizando todos los
medios que nos franquea la constitución, las leyes y los
tratados internacionales" (21/04/2004). Sin duda, el Consejo
tiene en cuenta intentar utilizar en su favor el TLC que
establece, precisamente, el principio de la no modificación de
las reglas del juego a los inversionistas extranjeros,
permitiéndoles mantener todos sus privilegios. No se va a
necesitar, con seguridad, que transcurra mucho tiempo para que
aparezca en la práctica la gravedad en esta esfera del tratado
suscrito.
El presidente de la CPC, Juan Claro, señaló que " estamos
reeditando el anacrónico sistema de los tributos sectoriales…".
Por su parte, el abogado del Instituto Libertad y Desarrollo,
Axel Buchheister, comentó que el proyecto sería inconstitucional
al gravar "a un sector específico de la economía" (20/04/2004).
No se quiere reconocer que desde el momento que se permitió
nuevamente la existencia de grandes empresas privadas de cobre,
burlando el sentido de la ley de nacionalización que reservaba
para el Estado estos yacimientos, se estableció una
discriminación contraria al interés nacional, ya que se les
permitió explotar recursos naturales pertenecientes a los
chilenos sin pagar por ellos, generándose así en su beneficio
una renta extraordinaria.
El presidente de Sonami, Hernán Hochschild, fue aún más
explícito. No descartando que las compañías privadas cupriferas
puedan recurrir al Ciadi (organismo del Banco Mundial creado
para derimir las contradicciones que se produzcan entre un país
y los inversionistas extranjeros) o pidan revisar los tratados
de libre comercio realizados por el país .
Sin embargo, las ventajas de invertir en Chile en la minería
del cobre son muy grandes. El presidente Lagos, en la
inauguración de Expomin, cifró la rentabilidad de las 10
principales mineras privadas de cobre del país -de darse un
precio de cUS$ 88, que es el considerado en la formulación
presupuestaria como de tendencia de largo plazo- en 19%,
agregando que con la propuesta realizada "sólo se verían
afectadas en 0,9%" (21/04/2004). El capital jamás dejará de
invertir en proyectos que le aseguren elevadas utilidades. Para
este año y el próximo se prevén altas rentabilidades. "Tal como
van los precios este año –cifró el ministro de Minería, Alfonso
Dulanto- la rentabilidad de las industrias va a estar sobre 40%
(22/04/2004). Con esos niveles de rentabilidad la inversión
realizada se recuperaría en poco mas de dos años.
Todos los estudios internacionales también destacan las
grandes ventajas que presenta la inversión minera en Chile. El
prestigioso informe, publicado desde 1997, por el Fraser
Institute de Canadá, elaborado en base a las opiniones de
gerentes de exploración de importantes compañías mineras que
están presentes en diversas regiones del mundo, que analiza las
facilidades o inconvenientes que encuentran las empresas mineras
debido a causas naturales o a las políticas públicas, llegó a la
conclusión en su "índice de atracción de inversiones" que Chile
es el país más favorable a nivel global. La conclusión del
informe destruye tajantemente la principal argumentación para
oponerse al royalty que afirma que al aplicarse se frenarían las
inversiones. La inversión extranjera continuará mientras sea
fuente de elevadas rentabilidades, las cuales crecen más aún si
no se paga por el uso de recursos naturales.
A igual conclusión del informe Fraser se llega en un estudio de
la reputada Escuela de Minas de Colorado al cual hace
referencias el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de
la Universidad de Chile Joseph Ramos en un análisis sobre el
tema. Dice Ramos: "la tasa efectiva de impuestos de un proyecto
minero en Chile –tomando en cuenta no sólo el impuesto a la
renta, sino royalties, depreciaciones aceleradas, excensiones,
etc.- está muy por debajo de la media pagada por el mismo
proyecto en los principales países mineros del mundo, incluyendo
EE.UU., Canadá y Australia…". Luego Ramos saca la siguiente
conclusión: "cobramos bajos impuestos pese a que somos el país
de mayor atracción minera" (18/03/2004). Es un contrasentido.
De la misma manera, las tasa de retorno para un proyecto modelo,
considerando la tributación de una sociedad anónima cuprifera,
indica que en Chile es la más elevada.
Los antecedentes llevan a la conclusión que no se ha cumplido
otra verdad "indiscutible". No se ha registrado gran incremento
en las inversiones procedentes desde el exterior. Un estudio
efectuado para el presidente Bush por la Comisión de Comercio
Internacional de EE.UU. constató en lo fundamental en este
terreno que lo que se pretende en un primer momento es
consolidar lo existente y hacia adelante buscar profundizar la
situación actual. El estudio no efectúa estimaciones sobre
probable crecimiento de la inversión, pero considerando que el
acuerdo no modifica sustancialmente las políticas existentes en
la materia es de suponer que no se producirán mayores impactos
en el corto plazo. Ya la economía chilena se encuentra muy
abierta a inversiones extranjeras de cualquier carácter,
incluyendo varias de ellas que son abiertamente negativas al
interés nacional. No se requería para EE.UU., debido a ello,
elevar los niveles de apertura, sino tender a hacer
inmodificables las grandes ventajas obtenidas.
"A largo plazo –agrega el documento preparado para Bush-, el
acuerdo puede fortalecer una confianza mayor del inversionista
si se aseguran mayores protecciones a las inversiones que otros
acuerdos a los cuales EE.UU. y Chile esten suscritos
actualmente". En consecuencia, Washington se propone obtener
mayores granjerías más adelante. Finalmente, la Comisión de
Comercio destaca que el acuerdo establece disciplina criterios
de inversión que deberían servir de precedente para futuros
pactos.
El informe llegó a una conclusión evidente: la importancia para
la Casa Blanca del tratado no reside en el plano económico, cuyo
efecto en EE.UU. destaca es "muy pequeño" e "insignificante".
El interés, por tanto, es político, entrega a los
comercializadores norteamericanos un punto de apoyo muy
importante en la perspectiva del ALCA y de los tratados que esta
negociando con otros países. El "modelo" del acuerdo con Chile
es el usado por la Casa Blanca en las nuevas negociaciones, lo
cual muestra que le resulta altamente funcional y favorable.
En el lapso transcurrido del año no se ha avanzado hacia el
ALCA, a lo menos en la forma prevista por EE.UU. En las
negociaciones efectuadas en Puebla a comienzos de febrero, se
repitió el finalizar la cita sin acuerdo. Nuevamente el tema de
divergencia central fue el de los subsidios agrícolas. Lo
novedoso fue la correlación de fuerzas que se produjo. EE.UU. ya
no apareció solo, sino constituyó un grupo que se denominó G14,
del cual formaron parte los tres países de la región con los
cuales tiene acuerdos de libre comercio -Chile, México y Canadá-
y la generalidad de los países de América Central, con los
cuales negocia un tratado. Por tanto, agrupó a algo menos de la
mitad de los países participantes en la cita. La otra posición
fue encabezada por el Mercosur, que estuvo por la eliminación de
los subsidios.
El G14 fue reacio a aceptar la eliminación o reducción de los
subsidios agrícolas. Es muy ilustrativa la posición de Chile que
al formar parte del G14 se pronunció por su mantención, a pesar
que es un mecanismo lesivo para el país y que lo ha condenado en
otras reuniones internacionales. La alianza con EE.UU. lleva al
gobierno chileno a mantener un doble lenguaje, que objetivamente
lo aleja frente a temas trascendentes de los países más cercanos
geográficamente. El presidente Lagos en muchas oportunidades se
ha pronunciado por privilegiar el entendimiento político con los
países del Mercosur. En los hechos ello no se produce. La
posición del Mercosur, al sostener que de mantenerse los
subsidios agrícolas deben establecerse mecanismos de
compensación para las naciones afectadas, refleja los intereses
del país, así como aquellos de los productores afectados. En
cambio, la del gobierno chileno no los representa.
El otro punto de desacuerdo en la reunión fue en materia de
acceso a los mercados. El Mercosur defendió la tesis de que
todos los bienes agrícolas y no agrícolas fueran materia de
eliminación arancelaria. Mientras el G14 fue de opinión que
algunos productos deben quedar excluidos de esa eliminación. No
cabe duda que la posición del primero es mucho más consecuente
cuando el tema de discusión es el "libre comercio".
En Puebla se mantuvo la divergencia sobre la fecha de
culminación de las negociaciones. EE.UU. insistió en que el
acuerdo se encuentre listo para enero de 2005, lo cual reduciría
el período de negociación sólo al 2004.
Después de Puebla las negociaciones continuaron empantanadas. La
reunión que debía efectuarse hoy en México fue cancelada. El
primero de abril, en Buenos Aires, no se llegó a acuerdo en un
borrador básico. "EE.UU. tiene un apostura muy agresiva –
reconoció el ex asistente del representante comercial
norteamericano, John Huenemann- en asuntos como suministros
gubernamentales, derecho de propiedad intelectual y acceso a
mercados de bienes y servicios no esta dispuesto a poner sobre
la mesa cosas que le interesan a Brasil, como el apoyo a la
agricultura doméstica, las leyes antidumping y las leyes de
impuestos compensatorios" (15/04/2004).
Al mantenerse el cronograma aparecen hacia delante en el
escenario descrito dos opciones principales. Una, es reconocer
abiertamente el fracaso del ALCA. La otra es que se llegue a un
ALCA light, lo cual -como ha constatado el economista de la U.
Católica, Felipe Larraín- "es similar al fracaso del ALCA"
(13/04/2004), lo cual llevaría a EE.UU. a intensificar aún más
su política de acuerdos bilaterales que es su escenario más
favorable, como lo muestra el tratado con Chile. Un ALCA ligth
es aquel en que muchos puntos divergentes quedan como
opcionales o se postergan para ser abordados en el marco de la
OMC En el lapso transcurrido en el año, el aislamiento de
Chile en América del Sur, como consecuencia del TLC, crece. En
ello incide fuertemente su profundo desacuerdo con Brasil y
Argentina sobre los procesos de integración regionales. Los
acontecimientos futuros y particularmente los debates con
relación al ALCA, seguirán marcados por la opción tomada por el
gobierno de Lagos de ubicarse decididamente junto a la Casa
Blanca, que es uno de los factores que lo aleja objetivamente
de países de la región.
En los primeros meses del año, EE.UU. intensifico sus esfuerzos
por establecer acuerdos en la región bilaterales,
particularmente después que constato las dificultades para sacar
adelante según su esquema y cronograma el ALCA. En marzo, por
ejemplo, cerró un acuerdo de libre comercio con la República
Dominicana, eliminándose prácticamente todas las barreras
comerciales entre ambos países durante diez años. En ese
momento, en un plazo de tres meses EE.UU. había cerrado 8
acuerdos del mismo tipo.
El ALCA esta funcionando con una presidencia mixta constituida
por los dos países más grandes: EE.UU. y Brasil. Pero se trata
de una presidencia con posiciones divididas. EE.UU. desea un
ALCA con el esquema del tratado con Chile, introduciendo temas
como los de propiedad intelectual, compras gubernamentales y
protecciones a la inversión extranjera; mientras que Brasil
sostiene que en la mesa de negociaciones debe ponerse sistema
de subsidios agrícolas y la legislación norteamericana
antidumping. Puntos todos los cuales Chile suscribió rápidamente
al discutirse el TLC.
En las circunstancias creadas se hace cada vez más improbable
que se cumpla con el cronograma acordado en la cumbre de Miami,
realizada en diciembre de 1994, en la cual se estableció que las
negociaciones hacia el ALCA debían culminar a fines del presente
año, para que los congresos nacionales ratificasen el acuerdo
durante el 2005. Hace 10 años, este plazo aparecía como amplio.
No lo fue, por las oposiciones que genera la postura de la Casa
Blanca y porque en la región surgió un fuerte movimiento de
rechazo al ALCA y al consenso de Washington, de gobiernos y la
opinión pública.
El gobierno de Bush considera los acuerdos de libre comercio –
por tanto, también el TLC suscrito por Chile- como un componente
de su política de seguridad nacional. De allí también su
urgencia por conseguir nuevos tratados.
El documento del Congreso Norteamericano autorizando a Bush a
negociar los tratados estableció textualmente que \"la expansión
del comercio internacional es de vital importancia para la
seguridad nacional de EE.UU. El comercio es un factor crítico
para el crecimiento económico de EE.UU. y su liderazgo en el
mundo. Las relaciones de comercio estables promueven la
seguridad y la prosperidad. Hoy día los acuerdos comerciales
sirven el mismo objetivo que los pactos de seguridad durante la
Guerra Fría, comprometiendo a las naciones por medio de una
serie de derechos y obligaciones\" (08/03/2004).
¿Han influido este tipo de definiciones en la decisión del
gobierno de Lagos de enviar un contingente militar a Haití para
apoyar el último termino la intervención estadounidense? Muy
posiblemente sea así. Algunos temen como constato El Mercurio
que " ese amplio y genérico rayado de cancha establecido en el
documento del Congreso norteamericano explique en buena parte la
decisión de Lagos" (08/03/2004). Aunque no lo fuese el gobierno
chileno se suma decididamente a la estrategia estadounidense en
la región.
La ministro de Defensa, Michelle Bachelet, estimó que con cargo
a recursos del país se financiará en US$ 4 a US$ 5 millones el
envío de tropas al país más pobre de la región para garantizar
la supervivencia de un régimen que reemplaza a un gobierno
elegido democráticamente. ¿Quién le ha dado atribuciones al
presidente Bush y a las FF.AA. norteamericanas para que
determinen quién debe gobernar en un país?. El contingente
chileno -independientemente de cualquier cobertura con que se
le pretenda presentar- se presta para apoyar esta
arbitrariedad.
Esta política agresiva llevó al gobierno de Bush a una situación
insostenible en Irak. "Irak – manifestó el senador Edward
Kennedy- es el Vietnam de George Bush…. El presidente –agregó-
es el problema no la solución". El líder chiíta, Moqtada Al
Sadr, hizo una afirmación similar. "Irak –sostuvo- será otro
Vietnam para EE.UU. (10/04/2004). "Vietnam e Irak –expresó a su
turno Arthur Schlessinger, que fuese asesor del presidente
Kennedy- son diferentes en aspectos vitales. En Vietnam los
norteamericanos nos insertamos en una guerra preexistente, en
Irak le impusimos una guerra al país por razones que resultaron
ser falsas. Pero Vietnam e Irak son realmente similares en el
efecto pantano, en la falta de experiencia histórica y
conocimiento cultural… (16/04/2004)".
Los hechos tienden a confirmar las principales conclusiones que
sacamos en nuestro último libro, "TLC el amarre del modelo",
cuya circulación comenzó en estos días. "Al término de la
dictadura –decimos en su texto-, el propósito fue dejar
establecidos mecanismos de muy difícil modificación,
garantizando el funcionamiento macroeconómico. Estos fueron los
famosos "amarres" que limitaban la independencia del nuevo
gobierno. Contradicciones mayores no se produjeron porque los
gobiernos de la Concertación optaron por el mismo esquema que se
venía aplicando, agregando las palabras "equidad" o "justicia
social". Sin embargo, un esquema económico que funciona en
beneficio de una minoría, no contiene factores de equidad, como
demuestran los hechos. En el país, la distribución del ingreso,
en la realidad se deterioró.
El TLC con EE.UU. significa un "amarre" tanto o más poderoso que
el de fines de los años ochenta. El papel del Estado sigue
siendo mínimo, la economía queda indefinidamente abierta a los
mercados externos, la inversión extranjera está protegida de
cualquier cambio en las "reglas del juego", el tipo de cambio se
determina en la dirección que actúan los grandes capitales, la
flexibilidad laboral se entiende como una necesidad de la
competitividad de las empresas, otro tanto puede decirse de las
normas medioambientales".
Esta es la realidad que se debe asumir y frente a la cual se
debe actuar.-
* Hugo Fazio. Economista. Director del CENDA.
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