Acuerdo humanitario y paz, asuntos de dignidad y soberanía nacional

20/02/2004
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La dilación para llegar a un acuerdo humanitario entre el gobierno y la guerrilla que permita la liberación de soldados y civiles secuestrados (mas de 3000) en poder de la insurgencia, en canje por guerrilleros presos en distintas cárceles del país, carece de un verdadero sentido humano, habida cuenta que los sujetos sobre quienes se centra la discusión son seres humanos, por desgracia víctimas de esta maldita guerra que por más de cuarenta años azota a Colombia y para la cual no se vislumbra solución a corto y mediano plazo así el presidente Uribe hubiera prometido en su campaña que al otro día de su posesión como presidente la erradicaría de un tajo tomándose de nuevo el Caguán. Se especula que a Manuel Marulanda Vélez, "Tirofijo", jefe máximo de las FARC- EP., le quedan pocos meses de vida a causa de un cáncer de próstata. Paradójica noticia si se contrasta con tamaño de recompensa anunciada por su captura (US $ 5 millones de dólares) y el gigantesco despliegue militar en su búsqueda tanto por Colombia como de los Estados Unidos. Volviendo al inicio de nuestro escrito y salvo raras acepciones, entre las que se encuentran las sesudas exposiciones del ex presidente Alfonso López Michelsen, no hay mayores consideraciones de fondo que contengan imaginarios creativos para la solución pronta y eficaz a este desgarrador drama humano, sino muchos lugares comunes de trillado filibusterismo semántico y académico que en vez de orientar confunde. Y es que se puede seguir especulando, cada vez más, sobre el acuerdo humanitario desde la cómoda posición burocrática y el Derecho Internacional Humanitario cuando no se está atrapado en la tropical vorágine amazónica, con la muerte anunciada a cuestas, hambre, paludismo, lesmaniasis, apuntado constantemente con un fusil, amarrado, en cárceles con púas de alambre, desgarrado y derrumbado física y sicológicamente por la crueldad del cautiverio, la incertidumbre, la soledad, el miedo, el abandono y la desesperanza. La defensa que hace el Sistema del Estado Social de Derecho, en abstracto, tan maltratado y deslegitimado en la cotidiana realidad nacional por sus contradicciones e inoperancia como garantía de equidad y convivencia sociales, no puede erigirse en monumento y talanquera para impedir y malograr el pronto regreso de estos cautivos al seno de sus familias y la sociedad. Si la Constitución y las leyes no proveen los necesarios mecanismos y elementos para realizar acciones humanitarias a favor de personas en grave estado de indefensión, entonces habrá que acudir a lo ético y moral para la defensa, conservación y dignificación de lo humano. El grado ético de un gobierno, en relación con sus gobernados, también tiene sus grados de medición. La "ternura" del Alto Comisionado para la Paz y el "corazón grande" del presidente Uribe, en materia de paz, pareciera que estuvieran colonizados y direccionados únicamente a favorecer y beneficiar a un solo actor del conflicto armado. Esto naturalmente enrarece y entorpece cualquier posible acuerdo de paz en el tiempo por carencia de objetividad. Vaya a saberse cuántos intereses se mueven en las turbias aguas de la guerra y la paz. Pastrana favoreció a la guerrilla con los resultados que todos conocemos. Ningún gobierno ni organismo del Estado, debería dar señales de favoritismo con organizaciones al margen de la ley. El monopolio de las armas debe estar en manos del ejército y los organismos de seguridad del Estado legítimamente constituidos. El acuerdo humanitario es una decisión política que debe tomar el presidente y su gobierno. No les corresponde a la sociedad civil ni a los familiares de las víctimas ni a la comunidad internacional. Esto es un asunto de política interna que se tiene que resolver aquí, con transparencia y honestidad, por las personas y organismos que Constitucionalmente tienen esa obligación. Pensamos finalmente que el acuerdo humanitario y la paz del país son asuntos de dignidad nacional y defensa y afirmación de la soberanía. No pueden estar supeditados ni monitoreados por el imperialismo norteamericano ni por las miopes pretensiones de los europeos. El presidente Uribe se muestra duro en lo interno, pero con rodilleras ante los mandatos y exigencias de los gringos. Hay una docilidad servil del Gobierno, parte del Congreso, gremios, entidades financieras, medios de comunicación y buena parte de la sociedad civil con respecto a Estados Unidos que de pronto el nuevo partido que se está formando nos propone un referendo para anexarnos al país del Norte. Como se van desarrollando las cosas la idea no es descabellada, porque este es un país donde no pasa nada y nadie asume responsabilidades por el fraccionamiento del país, sus pérdidas territoriales, la entrega de pedazos de tierra de la geografía nacional, el menoscabo de la soberanía, los miles de muertos que se suceden cada año, el desempleo, la pobreza absoluta, el terrorismo, la violencia infantil, el secuestro y toda la masacre social por que está atravesando el país. En países civilizados y de conciencia ética, con un desbarajuste semejante, los gobiernos se caen y los dirigentes políticos que propician todo esto son llevados al ostracismo. "Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" Juan 8:32 * Alfredo Torres Pachon. Pastor
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