A 6,570 días del levantamiento armado del EZLN (XXI)
15/04/2012
- Opinión
La tormenta y los remolinos multicolores en la “mecánica nacional” – III
Después del acotado diálogo de San Cristóbal del gobierno federal con el EZLN, el gran tema para Marcos era cómo encausar toda la energía y fuerza social que había desatado en el país la tormenta zapatista y su figura. Es decir, cómo crear un movimiento nacional en el que el EZLN fuese una fuerza más. Tenía que resolver que seguiría después del artero asesinato de Luis Donaldo Colosio… (¿Del “crimen organizado” en complicidad con el Estado Mayor Presidencial?) Crimen que había modificado el escenario político nacional. Qué hacer frente a la distancia que empezaban a tomar algunos actores antes y después del “NO a la propuesta de firmar los acuerdos de paz con el supremo gobierno”, de dar “por terminado los acuerdos el diálogo de San Cristóbal” y reiterar “su disposición a seguir buscando una salida política que lleve a una paz con justicia y dignidad”. (10/VI/94). Qué hacer frente a una insurgencia civil que estaba siendo sometida con la amenaza de la intervención del Ejército Federal. Qué hacer en la coyuntura de elecciones federales tan próximas, es decir, cómo quemar el cartucho electoral el 21 de agosto. La respuesta del EZLN fue tomar la iniciativa política con la Segunda Declaración de la Selva Lacandona en la que convoca a la Convención Nacional Democrática (CND). (10/VI/94). El gran tema de una facción mayor en la política nacional, era la posibilidad de una “Transición Pacífica a la Democracia”... al menos, de manera discursiva y/o que cada quién entendía a su manera.
En la campaña zapatista rumbo a la CND, el Sub hizo una fría invitación a Cuauhtémoc Cárdenas, entonces candidato del PRD a la presidencia de la República. (9/V/94). El 19 de mayo, Cárdena es recibido con un ríspido discurso de Marcos. Seis días después del NO del EZLN a la propuesta del gobierno federal, Camacho Solis renunció como Comisionado para la paz en Chiapas. Si la Segunda Declaración de la Selva Lacandona la convocatoria había sido de amplia e incluyente (se trataba de llegar a una Nueva Constituyente), las invitaciones a personalidades aderezaban políticamente el evento. Citando El México Revolucionario, el Subcomandante invitó a Carlos Fuentes. Citando Días de guardar, Marcos se anima hablarle de “tú” al Monchis y lo invita a la CND. Citando Siglo de Caudillos, Marcos invitó a Enrique Krauze (En Redentores, Krauze (2011) le pone una santa zarandeada y Javier Sicilia se la puso a Krauze en la presentación del libro en la FIL). Para invitar a la Poniatowska, el Sub, cautivador, le mandó un piropo a que a la distancia resuena… cursi: “Reciba vuestra beldad múltiples y espectaculares reverencias. Que acallen las fanfarrias su incómodo saludo. Dejad que mi equino rocinante acerque su torpe paso hasta el pie de la ventana vuestra, que mi intrépido atrevimiento se llegue hasta vuestro balcón, y que pueda yo, con la incómoda amenaza de despeñarme hasta el suelo (¿En qué piso vive vuestra excelencia? ¿No podríamos negociar una planta baja? ¿No? ¿Y una piscina a distancia prudente? ¿Un amable cojín de suaves plumas? ¿Un catre siquiera?), hacer formal invitación para que tenga a bien usted posar, sobre estas rebeldes y amenazadas tierras, la suave planta del rubio pie vuestro. Podremos hablar de muchas cosas y, lo más importante, callar de una cantidad mayor.” (14/VII/94). Al día siguiente, lanza la invitación al “plural e incluyente” - sin límites -, Grupo de San Ángel. Audaz, invitó también a los empresarios: “Bueno, señores y señoras empresarios honestos (porque los hay todavía), yo quería invitarlos a que, si están de acuerdo con que México, mi país y su país, nuestro país, necesita un cambio profundo, asistan a la Convención Nacional Democrática. Si ustedes rechazan esta invitación, lo entenderemos. Si ustedes aceptan pero sus compromisos no les permiten asistir personalmente, pues también lo entenderemos. Pero si ustedes asisten encontrarán que sólo hay cuatro palabras que unen a gente de tan diferente procedencia e intereses: democracia, libertad, justicia. México.” (26/VII/94)
Las facciosas fuerzas en la facciosa “mecánica nacional” actuaban. Marcos lo enfatizaba. “El centro nos critica de haber convocado a una Convención de ultras. La ultra nos critica por haber convocado a una Convención de reformistas.” (27/VII/94) La UNAM no podría ser la excepción. Martín Longoria llegó a Chiapas para invitarme a una reunión en el auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía – UNAM. Los reformistas de Convergencia se enfrentaban al grupo ultra en el que destacaba Alberto Hijar. (Él había sido mi profe de Estética en la Prepa 4, en 1969. De Rafael Sebastián Guillén Vicente en Filosofía. Alberto era amigo del Autogobierno de Arquitectura. Por ahí andaban el día que expulsamos a Luis Echeverria de la UNAM (1972), el día que el hijo de la chingada nos gritó “jóvenes del coro fácil”, “manipulados por la CIA”, el día que salio por piernas y con una pedrada en la frente. En 1974, los del Autogobierno se movilizaron cuando Hijar fue secuestrado por los asesinos de Echeverría, la “policía política” del cerdo y asesino Nassar Haro, en aquel contexto del ataque a la Fuerzas de Liberación Nacional…Bueno, dice el dicho: el mundo cabe en un pañuelo). En fin, el Che Guevara estaba medio vació o medio lleno. La ultra se había sentado a la izquierda del auditorio y el grupo de refor a la derecha. (Qué cosas, verdad.) Ya estaban en gran mitote cuando llegué… bueno, algunos le llaman debate. Los refor tenían el acuerdo de asistir a la CND. Habían estado trabajando en eso. La ultra quería discutir el contenido y los objetivos de la CND convocada por el EZLN. Subía el tono de la ultra. Obviamente que el EZLN no iba aceptar cambios a su convocatoria. Era inútil discutirlo en el Che. En ese estado de cosas, me puse al frente del auditorio y pedí a los compañeros que estaban por asistir a la CND que hicieran una fila, se anotaran y fin de la cuestión. El tono de la ultra en ese momento era de Carrancistas pa’rriba. “¡Qué cabrón!, me dijeron mis viejos compañeros, había que dialogar más. Hay que sumar”, me exigían. “¡Ni madres que! Que vayan los que quieran. La CND no se resuelve en esta reunión.” Bueno, parece que la CND no se resolvió ni en la CND… o no como queríamos. Dicen por ahí que más de uno iba por raja.
En Tuxtla y en San Cristóbal, las facciones del PRD se confrontaban políticamente en la elección del candidato al gobierno de Chiapas. El desgraciado de Muñoz Ledo, Jorge Moscoso Pedrero y una de las facciones chiapanecoperredistas, tenían como candidato a Iván Camacho Zenteno, un priísta y delegado de la Reforma Agraria que había saltado al PT. De ganar esa facción sería el candidato, al menos, del PRD y del PT. Otra facción vinculada con los movimientos campesinos y más hacia el EZLN, apoyaba la candidatura de Amado Avendaño. Los problemas que enfrentaba esta facción eran: Amado Avendaño estaba fuera del país, al parecer, había ido a Chile a recibir algún reconocimiento y, otro, que ante la ausencia de Amado se las vieron con Concepción Villafuerte a la que no le entusiasmaban los partidos políticos. Con doña Concha se las vieron de todos colores…o sea, negras. Era mayo y les apuraba la fecha de registro de candidatos. Por su parte, el PRI tenía un candidato fuerte: Eduardo Robledo Rincón. Él vino a parar la represión desatada por Javier Cuello Trejo, el “fiscal de hierro”, y lo desplazó de la Secretaria General de Gobierno del gobierno de Absalón Castellanos. Cuando la guerra, había formado parte de aquella comisión gubernamental junto con Laco Zepeda y Fábregas Puig. Era un buen operador político pues.
Para entonces, las juerzas democráticas habían hecho de la Chiltak el ajonjolí de casi todos los moles. Una tardenoche llegó Arturo Luna. Andaba alicaído. Todo indicaba que el ex priísta Iván Camacho sería el candidato de la “izquierda”. Arturo Luna decía: “No hay otro y yo, la mera verdad, no voy hacer campaña política por un ex priísta. ¿Por qué no van hablar ustedes con Amado Avendaño y que sea el candidato de la sociedad civil? Ta’ bueno le dije. La candidatura de Amado armonizaba en la coyuntura de la “sociedad civil”, con el proyecto de la CND, así que, al otro día ahí voy de madre ardiendo a buscar a Amado y le di a conocer la propuesta de Arturo Luna. Su respuesta fue: “Si ya lo hablé con aquel”. (Se refería a Marcos). O sea, todo estaba listo.
Acordamos con Amado citar a una conferencia de prensa por la tarde para lanzar su candidatura. Era muy fácil citar a la prensa. Además se trataba de la candidatura de la oposición. Así que hice contacto con las y los compañeros de las ONGs que estaba a mano y, por la tarde, sentaditos en la Chiltak estábamos listos para el argüende. Fue una cosa muy sencilla. A Fernando Michel le tocó leer el comunicado presentando a Amado como candidato de la “sociedad civil” y listo. ¿Qué si consultamos a la “sociedad civil”? ¡Never!... Tampoco se opuso. Al otro día y sin decir ¡agua va!, Amado ya estaba con la banda perredista en Tuxtla. Con la propuesta de Amado, estaba muy cabrón que los del PRD quisieran imponer al ex priísta Iván Camacho. Pregunta: ¿Será que a los presuntos ex priístas se les quita lo priísta?
La Segunda Declaración de la Selva Lacandona agitaba, orientaba, movilizaba, organizaba. La inestabilidad, cambios, velocidad de los acontecimientos hacía inútiles o dejaba ver las limitaciones de personas o de las agrupaciones existentes. Pronto eran rebasadas o sustituidas por otras, para reposicionarse en otra coyuntura. Era una época de opciones definidas y mucho “cálculo político”, vamos, de oportunismo. Había disposición, distancia o rechazo para los procesos de articulación. La “mecánica nacional” se ponía a prueba.
En esos vaivenes se formó la Asamblea Democrática Estatal del Pueblo Chiapaneco (ADEPECH). Su antecedente fue la Coordinadora Estatal de los Pueblos de Chiapas. Con tantas fuerzas, la creación de “coordinadoras” había sido la propuesta de la izquierda en la década de 1970: Coordinadora Sindical Nacional (COSINA), Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), Coordinadora Nacional del Movimiento Popular (CONAMUP), Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CENTE). Así que lo de la ADEPECH, pareció diferente, dinámico y novedoso, sin embargo, los usos y costumbres de las agrupaciones prevalecieron. El día de su constitución nos tocó estar en la mesa a Gabriel Ramírez de tradición trotskista y su servilleta de tradición maoísta. ¡Ábrase visto! Fue entre mayo y junio en el auditorio Teatro Francisco I. Madero de Tuxtla, en los conejos,la capirucha de Chiapas. Por ahí andaba Amado. El candidato de la Sociedad Civil y registrado por el PRD. Ese día llegó un escrito de Marcos solicitando el apoyo de la ADEPECH para la organización de la CND. De aceptar la ADEPECH, pedía también que la Asamblea lo hiciera clara, explicita y públicamente. Nada de medias tintas. Dicen que la mula no era arisca. Los reclamos de las organizaciones campesinas “históricas” como la Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ) no se hicieron esperar: ¿¡Cómo que le dan a esa agrupación que acaba de nacer la organización de la CND!? Ni peiper compañeros, onde manda capitán…
La Garrucha era el lugar donde el Subcomandante I Marcos recibía a personas y representaciones variopintas y a todo lo que daba su capacidad de trabajo. Capacidad y paciencia que, la mera verdad, tenía de a madres. El mismo se la había sentenciado el 1 de Enero en San Cristóbal: “Ahora ya no habrá descanso”. Así que, a aguantar vara. Diez años de relativo aislamiento y vida clandestina habían terminado. La estrecha y limitada vida pública quedó atrás y las relaciones se desplegaron en un amplio abanico y habló todo aquello que había compartido hacia dentro, con los suyos. Ahora estaba en el Auditorio Nacional e Internacional. Ahora, los avatares serían de otra índole.
La “antesala zapatista” estaba repleta de aspirantes a ser recibidos por Marcos. Antesala que tenía su primer filtro en San Miguel. En ese lugar me volví a encontrar con Carlos Tello que, a la postre, escribiría uno de los primeros libros sobre el EZLN: La rebelión de las cañadas. Obra condenada y titulada por el Sub como: La rebelión de las cañerías. Días antes, el historiador había llegado a la Chiltak enviado por el dominico Gonzalo Ituarte. Tuvimos una entrevista. Yo había llegado a San Miguel con José Luis Rojas El Negro y Rommel. Dos viejos compañeros de lucha que también militaron en la ORC… Mmmmmh… No se detenga… vea nomás el siguiente numerito:
A Rojas lo conocí el 3 de octubre de 1968 en las celdas de la Jefatura de Policía. La maldita celda diseñada para 30 personas era ocupada por más de cien jóvenes. A las 6 de la tarde apartabas lugar o dormías empiernado, arriba o abajo de alguno de los compañeros. Apestaba a rancio rancio, por decir lo menos. Las dos tasas “estilo árabes”, de esas para hacer de aguilita, estaban hasta el tope de mierda. Sin agua. Las chinches circulaban sin restricción. Recibíamos el café en bolsas de plástico, los que teníamos, y el frijol parado en el bolillo. Quince días después, 22 cabrones estudiantes revoltosos, fuimos a parar al Palacio Negro de Lecumberri y enceldados en Crujía H para después ir pasar unas vacaciones de tres meses en la Crujía C. Esa crujía destinada a los violadores ahora alojaba a decenas de estudiantes, a varios dirigentes del Consejo Nacional de Huelga (CNH), como El Buho, Guevara Niebla y el PRIno. A Cabeza de Vaca le habían puesto una madriza, arrastraba una pierna y lo tenían aislado. En “defensores” conocí al entrañable José Revueltas. Ahí conocía a Sócrates Campus Lemus, al que dieron un trato diferente y casi todos miraban con recelo. Rumbo a “defensores” conocí al general Mariles, medallista olímpico que nos dio una trato amable. Estaban los viejos y respetables militantes del PCM, pero también, de las juventudes comunistas. Ahí se encontraba el soberbio, pedante y pendejo de Pablo Gómez - actualmente senador vitalicio y comemierda del PRD, que nos decía con desprecio: “Chavos, ustedes no se preocupen. Van a salir pronto.” Había jóvenes que tuvieron el infortunio de caer en manos de los agentes de policía, ahora si, que sin deberla ni tenerla. Al Negro lo habían detenido el 2 de octubre en el Edificio Chihuahua ondeando una bandera negra y a mi, el 3 de octubre, tomando unas chelas con la banda del barrio después de hacer unas pintas denunciando la Matanza de Tlatelolco. Diez días después el pueblo de México se había metido a las Olimpiadas y el Tibio ganaba la medalla de oro. El gobierno nos liberó el 24 de diciembre de 1968 bajo fianza y procesados por: asociación delictuosa y pandilleros. ¡Qué ojetes!
La relación con Rojas continuó en la Escuela Nacional de Arquitectura – UNAM y con su banda 60yochera le metimos al programa de lucha que levantamos el 10 de junio de 1971: Democratización de la Enseñanza, Democracia y Libertad Sindical y Libertad a los Presos Políticos. Después del impune crimen de Los Halcones fundamos el Comité de Arquitectura en Lucha. José Alfonso, el hermano gemelo de Rojas había optado por la lucha armada y se incorporó al grupo guerrillero Lacandones. Decían que era bueno con la fusca.Más tarde el Kikos caía abatido en Popo Park.
Junto con otras fuerzas y destacados arquitectos, hace 40 años (1972), desatamos el proceso del Autogobierno en Arquitectura. Tengo que recordar las enseñanzas de los compañeros anarquistas Marginal y Barrena, y de los marxistas como El Gato Zatarain y de Ricardo y Carmelo compañeros formados en la tradición de la Liga Comunista Espartaco. Mientras eso sucedía, yo vine a parar a Chiapas junto con Arturo y Rodolfo. Nuestro referente en San Cristóbal era el compañero Ángel Fonseca, entonces, delegado del Ejecutivo (Velasco Suárez) en el Programa de Desarrollo Socioeconómico de Los Altos de Chiapas (PRODESCH). Por casi un año estuve trabajando en la construcción de la “concentración habitacional” del ejido Adolfo López Mateos en el municipio de Huixtán. El paraje era conocido como Yalbá (Agua de Tuza). Ahí llegó Rojas a reclutarme para lo que después fue la Organización Revolucionaria Compañero (ORC). Veintiséis años después estábamos paraditos los dos esperando la autorización del Sub para entrar a la selva. Llegó la orden de pasar y Tello Díaz aprovechó para darme un mensaje escrito para Marcos.
En el camino recordábamos divertidos la ocurrencia de Rojas al afirmar, en 1989, a un grupo de compañeros, en Brasil, que en 5 añosestallaría la revolución en México. De alguna manera le había atinado el cabrón. Y por aquello de la “mecánica nacional”, como la organización en la que alguna vez militamos era maoísta, decía que el EZLN era maoísta. Yo le respondía que eso pensaban los militantes de las diferentes filiaciones de aquella izquierda. Todos decían que tenían algo de ellos. Algunas formaciones políticas se veían reflejadas. Se sentían parte de ese proceso. Se lo apropiaban. Marcos jugaría con la “indefinición”.
Total, llegamos a nuestro destino: La Garrucha. La plaza estaba llena de grupos, medios y personas que esperaban el llamado del Sub y empezó nuestra espera pero al negrito cabrón le empezó a entrar la desespera. Se comportaba como el Negrito Sandía de Cri Cri.Ya ni la chinga, ahí había gente que tenía casi una semana esperando. El pinche Negro se retorcía como lombriz para enfatizar el reclamo de: “Mejor que nos diga que no nos puede recibir”, mientras el Rommel parecía más paciente. Al fin llegó el mayor Rolando para llevarnos al lugar de la entrevista. Los reclamos del estimado en la salota de espera a cielo abierto no se hicieron esperar: “Alto al tráfico de influencias”, gritaron algunos. Yo le mandé sus moquetes. Marcos se adelantó para decirme: “Que sea rápido.” Mmmmmhhh… eso depende de ti, le dije. Le entregué el mensaje de Carlos Tello y comentó con cierto asombro: “Ah, el hijo del canciller”. Si que conocía a los personajes del “ambiente nacional”.
¡Chingá! Tanto pinche argüende del Negro Rojas para que al Sub sólo le presentara la currícula y le entregara un montón de sus publicaciones a manera de historial y constancia del trabajo político. En ese momento Marcos comentó, viendo el montón de publicaciones: “Ah, la UPOME, los CEPOMES. Tenían una buena compartimentación.” En ese sentido nos conocía pues. El Sub se refería a los tiempos cuando promovíamos la Unión por la Organización del Movimiento Estudiantil y sus comités en la UNAM y en otros centros educativos.Al final, al negrito se le ocurrió pedirle… entrenamiento militar. ¡Hágame el chingao favor!... Marcos respondió: “No podemos. No tenemos suficiente gasolina”. Para despedirse Rojas le preguntó: ¿Cómo le hacemos para una siguiente entrevista? El Sub volteó a verme. Ya me chingué, me dije. Lo bueno que al negrito no se le ocurrió regresar porque seguramente Marcos nos hubiera hecho esperar hasta la desesperación. Al despedirme le pregunté si le decía algo a Tello. “Yo lo veo”, dijo. El guerrillero no recibió al historiador.
Mientras tanto, el ESPAZ, preparaba una reunión para hacer la convocatoria a la CND. Por ahí también andaba Hugo Trujillo Fritz, el compa de la Chiltak que había sido señalado como uno de los posibles que en la vida civil encarnaba al Subcomandante. (Cuando esa versión se corrió nos cagábamos de la risa y decíamos: Ahora si que los de inteligencia están bien, pero bien pendejos. Eso le vino bien al Pelo Blanco… se ganó una entrevista y una foto en Proceso). La reunión del ESPAZ se realizó en Cuernavaca. Lugar que se propuso como sede de la CND. Total, se redactó la convocatoria y sin consultar al EZLN la publicamos. ¿Acaso no le había dicho a los de EZPAZ que convocaran?
Para entonces ya había surgido un nuevo fenómeno: el del la o el personaje que presumía tener “teléfono rojo” con el Sub. Salían de la selva orondos diciendo, “es que el Sub esto”, “es que el Sub lo otro”, “es que el Sub aquello”. Un día, mirando de lado, con la ceja derecha y mentón hacia arriba, y echando el cuerpo hacia atrás, llegó Julio Moguel a la Chiltak con documento en mano para reclamar: “Dice Marcos que la convocatoria del ESPAZ no es la convocatoria del EZLN”. Iba acompañado de Concepción Villafuerte. Los vi. Recordando a Marcos - después de aquella entrevista con la delegación del ESPAZ -, sonreí: ¡Los compas habían tomado decisiones! Se la jugaban.
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