El inefable doctor Guarderas

23/01/2012
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El doctor Santiago Guarderas Izquierdo, Decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, quien fuera candidato de Fuerza Ecuatoriana en las elecciones del 2007, tiene el prurito de expresar opiniones sobre aspectos cuyo conocimiento le son totalmente ajenos. El día de hoy en Radio Democracia, supuestamente refutando criterios emitidos por el Asambleísta Virgilio Hernández, criticó que el proyecto de Ley de Comunicación proponga que la información deba ser veraz, verificada, preguntándose sobre quién determinará la veracidad, con lo que sus expresiones evidenciaron que no conoce que se entiende y cuál es la intencionalidad que demanda la veracidad en comunicación, lo que parece derivarse de su posición idealista, en términos filosóficos, como lo demostraremos inmediatamente.
 
En primer lugar hemos de indicar al doctor Guarderas que la veracidad o no de una información no se juzga en el plano de lo subjetivo como parece demandar su interrogante. La veracidad o no de una información, se comprueba o no, contrastándola con la realidad objetiva. En palabras de Marx: "El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, le terrenalidad de su pensamiento". En total consecuencia y coherencia con la concepción planteada por Marx en la II Tesis sobre Fuerbach, lo se entiende en comunicación, lo que se exige de los periodistas y comunicadores es que antes de difundir una información verifiquen si el evento sobre el cual se informa se ha producido efectivamente. Con ello lo que se pretende en comunicación es evitar que la información se sustente en rumores, en especulaciones que no tiene por qué ser ciertos. En consecuencia, doctor Guarderas no se trata de que alguien califique a la información como verdadera o no en forma subjetiva como usted lo malentiende.
 
En segundo lugar, como el doctor Guarderas no tiene límites, seguramente tratará de sostener que estamos equivocados en nuestra apreciación, por lo que me permito transcribir in extenso, la consolidada doctrina establecido por el Tribunal Constitucional de España, que respecto a la veracidad dice que: "no va dirigido a la exigencia de una rigurosa y total exactitud en el contenido de la información, sino a negar la protección constitucional a los que transmiten como hechos verdaderos, bien simples rumores, carentes de toda constatación, o bien meras insinuaciones sin comprobar su realidad mediante las oportunas averiguaciones propias de un profesional diligente; todo ello sin perjuicio de que su total exactitud puede ser controvertida o se incurra en errores circunstanciales que no afecten a la esencia de los informado". A lo que agrega el Tribunal Constitucional: ".. cuando la Constitución requiere que la información sea 'veraz' no está tanto privando de protección a las informaciones que puedan resultar erróneas, como estableciendo un deber de diligencia sobre el informador a quien se le puede y debe exigir que lo que trasmite como 'hechos' haya sido objeto de previo contraste con datos objetivos". A lo que agrega: "De este modo, el requisito de la veracidad deberá entenderse cumplido en aquellos casos en los que el informador   haya realizado, con carácter previo a la difusión de la noticia, una labor de averiguación de los hechos sobre los cuales versa la información y la referida indagación la haya efectuado con la diligencia que es exigible a un profesional de la información". Citas que nos inhiben de cualquier argumento adicional, a más por cierto, de descubrir la debilidad del conocimiento del doctor Guarderas y la impertinencia de su concepción filosófica idealista.
 
En tercer lugar hemos de señalar que la debilidad conceptual del doctor Guarderas no se agota con su errónea conceptualización antes criticada, se extiende a otros ámbitos tan elementales como el uso de los conceptos emisor y receptor que hizo hoy gala en el programa antes mencionado. Términos que en comunicación no se usan más desde hace muchos años atrás, puesto que fueron reemplazados por el de eferentes y aferentes. Cambio que no responde a razones puramente semánticas como puede suponer el doctor Guarderas, sino a toda una conceptualización sobre el papel activo y crítico tanto de quienes de quienes difunden información como de quienes la reciben. Posición crítica que, en el caso de los primeros, se halla íntimamente ligada a la responsabilidad ulterior, por razones evidentes; y, en el caso de los segundos dice a la lectura crítica que posibilitó superar las visiones casi pavlovianas que implicaba el uso del término receptor, por decir lo menos.
 
Por todo lo dicho, cuanto más que el doctor Guarderas posiblemente tiene aspiraciones a ser nuevamente candidato en las elecciones que se aproximan, le hemos de exigir que compruebe si sus conceptos son veraces, antes de expresarlos. Caso contrario, si insiste en la práctica acotada, hemos de comprobar que sus pronunciamientos no son otra cosa que enunciados ideológicos, indispensables para exhibir un inexistente amplísimo conocimiento sobre todos los temas, sobre los cuales se pronuncia con una gran falta de rigurosidad intelectual, pero con gran desenfado.
 
Quito,   23 de enero del 2012.
 
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