La masacre del 13 de octubre
12/10/2003
- Opinión
Resulta bastante complicado efectuar un buen análisis de lo sucedido el día de
hoy. Tres semanas de conflicto sostenido estallaron entre el 12 y 13 de octubre,
y es imposible pronosticar si ya pasó lo peor.
El paro general en la ciudad de El Alto, a media hora de La Paz, empezó hace un
par de días y desató una tremenda situación de caos en La Paz y tensión general
en Bolivia. El parcial desabastecimiento de alimentos ya llevaba tiempo y empezó
a radicalizarse. Desde el viernes 10 que La Paz ya no tenía combustibles para
automotor. Las calles militarizadas y fuertes rumores de estado de sitio corrían.
La brutal acción de los aparatos represivos del Estado en la ciudad de El Alto
durante el fin de semana detonó la bronca de la población(por la gasolina mataron
gente); todos esperaron al lunes para copar las calles.
El aparato gubernamental empezó a resquebrajarse, era previsible por la ola de
protestas en la últimas semanas. El gobierno intervino a tiempo un probable motín
policial, fisura que habría causado la guerra total, pero descuidó sus propias
filas. A primeras horas del lunes, mientras los marchistas de El Alto iban
arribando a La Paz, el vicepresidente de la República Carlos Mesa le quitó su
apoyo al presidente por la brutalidad de sus acciones. El vicepresidente dio un
paso al costado, por razones éticas, porque no quería ser participe de la masacre
que venía. Luego, varios periodistas del canal estatal renunciaron a sus cargos
debido a la insoportable censura impuesta en todo este tiempo de conflictos.
También se desmarcaron en el transcurso del día un ministro y algunos
parlamentarios oficialistas (además de rumores de que los partidos de la
coalición gobernante abandonarían al presidente). El aparato gubernamental había
sido fuertemente presionado y su estructura interna (Carlos Mesa, ministro y
parlamentarios) y externa (canal estatal) empezaba a quebrarse.
La represión en la jornada era sorprendente, inclusive viniendo de un presidente
sanguinario como Goni. Esta vez los niveles de represión eran distintos, el
gringo (como le dicen a Goni) quería reivindicar su poder. Uno podía advertir el
hecho en las entrevistas a los manifestantes; ya no era solo bronca lo que
expresaban. Las lágrimas de los manifestantes mostraban mucha tristeza por la
horrible realidad. La impotencia de aquellas declaraciones a los medios eras
visible. Esto era demasiado, aún para Goni.
"Yo voté por él (Goni), siempre lo hemos apoyado y ahora nos viene a matar como a
perros" (declaración)
"Qué se necesita para ser policía, ser hijo de puta de noche y de día" (coro de
la marcha)
Realmente la situación en La Paz y, principalmente, en El Alto era horrible. Pero
no eran horribles las barricadas, las marchas o los bloqueos vecinales. Ni
siquiera era horrible el efecto producido por los gases lacrimógenos y el dolor
de los balines. Horrible era lo que estaba realizando el gobierno y sus
represores. Indignante era ver a los francotiradores, impunemente en edificios
públicos. En las zonas aledañas al centro de La Paz disparaban al pueblo con
munición de guerra. El Alto, casi reducido a cenizas, velaba a sus muertos en las
calles, todos clamando venganza. Esta vez el gobierno había ido demasiado lejos,
las demandas que ocasionaron todo este conflicto pasaron a un segundo plano. El
pueblo ya no protestaba por la defensa de sus recursos naturales o en contra del
ALCA; ahora el objetivo era Goni. Ese presidente asesino debía renunciar, ese era
y es el sentir de la población.
"Goni, cabrón ándate a Washington" (coro de la marcha)
"Que lindo, que lindo, que lindo que va ser; el gringo (Goni) a la mierda y el
pueblo al poder" (coro de la marcha)
Poco tiempo después del mediodía le habló Goni al país. Escondido con todo su
gabinete en la residencia presidencial y con señal originada por un canal privado
de televisión (el estatal ya no transmitía). Durante todo este tiempo de
conflictos él se encargó de minimizar los conflictos y reducir a las
movilizaciones. Como de costumbre y con el libreto de casi todos los presidentes
de su clase abogaba por la democracia y acusaba a sus opositores de atentar en su
contra. Esta vez debía ser diferente; las movilizaciones eran más espontáneas que
nunca. Casi todos los barrios (incluso algunos residenciales) se organizaron
entre los vecinos para expresar su descontento de cierta forma. La gente salía a
las calles a buscar como ayudar a los manifestantes; incluso donando sangre para
los cientos de heridos. Cualquier esquina podía ser una trinchera, existía una
idea común movilizadora: FUERA GONI. Goni esta vez debía reconocer que la
sociedad civil existe y que no era solo el 0.1% de la población la que se oponía
a su gobierno. Pero no, Goni hizo una declaración para todo el país con toda su
soberbia y ceguera política. Primero que nada aclaró que no renunciaría (nadie
esperaba que renuncie en ese momento) y luego se encargó de acusar a una potencia
internacional de financiar todo este proceso desestabilizador. Mencionó la
palabra democracia todo el tiempo. Le dijo a los opositores que nada sacarán de
todo esto y luego volvió a hablar de democracia. Habló de democracia una vez más
y terminó su mensaje al país. No cambió de discurso ni estrategia; irracional
piensa defender su gobierno y su institucionalidad hasta que muera el último
boliviano que se le oponga.
Durante todo el día los miembros del gobierno justificaron la brutalidad en pos
de la conservación del orden establecido. Todo manifestante para ellos era un
antisocial y marchar era hacer vandalismo. Si trataron de quemar las sedes de los
partidos de gobierno era por legítima bronca. Si realizaron fogatas callejeras
fue para atrincherarse y para reducir el efecto de los gases (en el mismo centro
de La Paz gasificaron hasta que se les acabó el gas). También por la bronca
incendiaron un camión militar (bien hecho). Pero ellos son tan ciegos como para
no entender eso. Y yo no quiero ser ciego, admito que hubo saqueos en El Alto y
que rompieron cristales de bancos privados. Lo reconozco, pero asumo que en gran
parte esos actos son reproducción de la violencia y el odio que el gobierno
genera.
Creo que la cantidad de muertos ronda los treinta, no estoy seguro y aquí nadie
lo está. Heridos deben ser millares en estos últimos tres días. Mañana los
conflictos se mantendrán y todo hace pensar que el gobierno se mantendrá
inflexible en su posición sanguinaria; más bien aparentemente radicalizará las
medidas.
* Boris Iván Miranda, estudiante de sociología.
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