Jaime Bayly y el culto a la muerte (I)
- Opinión
En las actuales circunstancias electorales en la que se encuentra Perú, una vez más asistimos a las más retrogradas estrategias de comunicación dirigidas por las principales empresas comerciales escritas, televisivas y radiales, y por las conocidas corporaciones mineras y financieras a nivel nacional. Uno de los “profesionales” de la comunicación que menos autoridad moral tiene para hablar de democracia y respeto a la paz es Jaime Bayly.
El 13 de octubre de 2008 Bayly publicó en el diario El Herald de Miami su artículo intitulado “Las muertes deseadas”. Que él haya hecho de su popularidad un espacio de eliminación de autoridades o candidatos políticos contrarios a megas proyectos políticos-financieros de grupos como El Comercio, no nos parece extraño. Lo inaudito es la impunidad social de este “profesional” de la comunicación, que no se inmuta al desear públicamente la muerte de autoridades políticas al mejor estilo de aquellas proclamas que sostienen que “matar al contrario es democracia…” y “asesinar al de ideología contraria cuenta con la aprobación divina”.
Bayly da inicio a su artículo señalando, “Muchas son las muertes que yo deseo”. A partir de allí cita una larga lista de personalidades -del mundo político occidental- las cuales según él deberían sufrir muertes vergonzosas y todo tipo de desgracias o experiencias ajenas a la voluntad de los aludidos. Él hace del poder de la televisión su posibilidad de enriquecimiento económico, difamando y lapidando personajes opuestos al modelo neoliberal al cual él representa (desde sus comodidades en Miami o en el nada paupérrimo San Isidro en Lima).
No sabemos a qué Dios invoca Bayly. Lo que sí sabemos es que Jesús el galileo no usó como método de empoderamiento social la difamación, el asesinato simbólico o auténtico o la denuncia al servicio de los grupos de poder. El culto a la muerte, venga de donde venga enajena la humanidad y corroe las bases de cualquier sistema que se digne llamarse democracia.
A continuación recordemos algunos circunloquios del argumentista Bayly. “A Fidel me gustaría verlo morir trotando zombi y babeando en su buzo Adidas o sentado en el inodoro, pujando en vano porque los intestinos se le han amotinado y son su sierra maestra, su contrarrevolución intestinal. A Raúl me gustaría verlo morir borracho, vomitando en un parque en la penumbra y confesando que todo fue un fraude para usurpar el poder y beber buen vodka y andar en Mercedes”. Sabemos que es imposible vivir en Miami y declarar simpatía por
“Al canalla de Ortega me gustaría verlo morir de viejo, calvo, sin dientes, condenado a cadena perpetua en una mazmorra de Managua, al lado del otro canalla de Alemán, tremendo pillarajo y asaltante de caminos. Y a la desalmada de su mujer, que dice ser poeta, me gustaría verla arder lentamente en la hoguera por encubrir y consentir los abusos sexuales que Ortega cometió con su hija adolescente”. Las ocurrencias enfermizas de Bayly saltan a la vista. Pero, cual sicario a sueldo, le sirven para el enriquecimiento personal, sin importarle el daño psicológico, emocional, ético, moral y espiritual que ocasionan. El argumentista limeño no ejerce con responsabilidad ética su oficio, demostrando su voraz inclinación por jugosos sueldos.
“A Chávez me encantaría verlo morir, pero no tiroteado por un francotirador ni envenenado por un conspirador ni en una reyerta por el poder entre generales y coroneles que codician el dinero del que ahora dispone este felón lenguaraz de Barinas. Me gustaría verlo morir de este modo: que esté hablando en televisión en su infinito programa dominical y de pronto haga una pausa entre cada bravuconada, matonería y diatriba que profiere y se trague un buen pedazo de arepa o cachapa y trate de seguir hablando pero no pueda, y entonces se atragante, se le quede la cachapa entera con el maíz y el queso en el buche de pavo real y se quede mudo por glotón y empiece a toser, a tener convulsiones y arcadas, y antes de morir lance un vómito espeso de color petróleo sobre las cámaras y se cague entero los pantalones y su rostro bolivariano termine hundido sobre el charco viscoso de su erupción intestinal, por fin tieso, por fin en silencio, por fin listo para reunirse con el espectro de Bolívar”. La actitud inquina de Bayly y su malsano comportamiento profesional es una ofensa a la dignidad humana y un insulto a la inteligencia del colectivo que merece gozar de empresas de comunicación (televisiva, escrita, radial) probas, caso contrario tendrían que ser censuradas éticamente por la opinión pública.
Desde una perspectiva cristiana podríamos señalar a Bayly como una persona mala que contiene mal tesoro en su corazón. Esto se convierte en una amenaza al ingresar libremente a nuestros hogares por medio de su actual empleador: América Televisión-Canal 4 quien le paga la jugosa cantidad de US$ 800,000 (ochocientos mil dólares americanos) por diez días de trabajo. El trasfondo oscuro de este comunicador trasciende las buenas intenciones de informar y realizar un periodismo responsable y ético. No se puede esperar nada bueno de una persona que tiene su corazón en la riqueza obtenida como “sacerdote de la muerte” y promotor de discordia y desunión.
La idea no es si estamos en favor o en contra de Cuba, de Venezuela o Nicaragua, sino, hacer de este espacio de comunicación una posibilidad de reflexión y crítica sobre todo intento de manipulación social encubierto en buenas intenciones, sea de derecha o de izquierda, de ateos o creyentes.
Senor Bayly usted es especialista denunciando (sin pruebas, o sea calumniando) y tirando piedras. Déjenos decirle que sus propias palabras y escritos lo denuncian. Tenga cuidado, no vaya a ser que sus perturbadas participaciones se conviertan en piedras, que tarde o temprano terminen lapidando sus siniestros proyectos y su amañadas seguridades.
Concluimos esta parte recordando lo dicho por Jesús: "El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca." Lucas 6:45.
09 de Mayo de 2011
- José Toledo Alcalde es Teólogo. Perú
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