Segundo, de seis

Los rostros bellos de la Iglesia (II)

24/01/2011
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El 14 de mayo de 1980…
 
“Mientras exista desigualdad no podrá haber libertad.
La fuerza del dinero, la fuerza de las armas, la fuerza de la dictadura, no es la fuerza de Dios…
¡Esta es la iglesia!, ¡Esta es la iglesia! ¡Aquí está Jesús! ¡Aquí esta Jesús!”
 
Fragmento del discurso del sacerdote Fausto Milla, símbolo del Frente Nacional de Resistencia Popular. Marcha en San Pedro Sula. Agosto 2009.
 
El 14 de mayo de 1980, cuando fungía como Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, ocurrió la masacre del río Sumpul. Crimen de Lesa Humanidad donde fueron asesinadas por militares y policías salvadoreños y hondureños cerca de 600 personas que, desde los caseríos salvadoreños de San Jacinto y la Arada, huían del terror de la maquinaria de la barbarie.
 
La brutal matanza fue denunciada por el Padre Fausto Milla y ratificada en la Conferencia Episcopal de Honduras, presidida en aquella época por Monseñor Héctor Enrique Santos.
 
El sacerdote Fausto Milla,  luchador infatigable de los derechos humanos, Premio Internacional por su contribución a la defensa de la Soberanía y Seguridad Alimentaria (2003)
 
Escribimos juntos el libro: Tierra Vida y Esperanza. El propósito del texto era brindar un modesto aporte para establecer un puente entre sabiduría del pueblo en materia de salud,   la ciencia, la cultura y la espiritualidad, inseparables de la Madre Tierra.
 
Trabajar con las plantas medicinales ha sido objeto de estigma y represión por parte de los intereses multinacionales. Nuestros sanadores de los pueblos originarios son objeto frecuente de persecución por los cuerpos represivos.
 
Un general retirado hondureño, en la década de los noventa, con prejuicios raciales contra los judíos, musulmanes, indígenas y garífunas decía que nosotros con el Padre Milla, al sembrar las plantas   medicinales,   lo hacíamos con la mano izquierda y que todos y todas las ecologistas eran comunistas.
 
El general era uno de los dirigentes del Batallón 316 y con toda seguridad era quien ordenaba la persecución y terror contra la labor hermosa que desarrollaba el digno sacerdote.
 
En esa época cuando viajaba de Gracias hacia Santa Rosa de Copan,   con el objeto de trabajar con el Padre Milla en los programas de educación en salud popular; fui objeto de persecución y disparos de metralleta, por sujetos que se transportaban en un auto sin placas. La protección de los ángeles me permitió sobrevivir aquella situación de terror.
 
El sacerdote Milla es el incansable y permanente defensor de los derechos humanos. Con sencillez pedagógica y desde los programas educativos en radio y televisión se ha convertido en uno de los más significativos comunicadores sociales en salud y cultura alimentaria.
 
Cierto día le sugerí al Padre Fausto que tomara unas vacaciones. Con su buen sentido de humor, me dijo: “Me apunto, dígame usted cuando las tomamos juntos”. El proyecto vacacional todavía no se ha realizado.
 
Fuerza inspiradora para muchos de nosotros que valoramos la sabiduría ancestral, la experiencia teórica y práctica que han construido nuestros pueblos.
 
Símbolo ejemplar cuya creatividad   articula la propia cultura con la prevención y tratamiento de las enfermedades, mejoramiento de la dieta y la alimentación como base esencial de la autodeterminación de los pueblos.
 
Milla es un auténtico representante de la opción preferencial de los pobres y seguidor del camino de la verdad de Jesús. Por ser fiel a sus principios ha sido torturado, perseguido, exiliado y objeto de amenazas a muerte.
 
El pueblo siempre recordará la fuerza viva de sus palabras:
 
 “Las víctimas del azote y la patada, de la multa arbitraria (robo), de la culata o del chorro de balas , se cuentan por millares, más en el sector fronterizo. Y quienes hacen esto son campesinos e indígenas bestializados en los cuarteles, entresacados entre sus hermanos mediante el brutal e ilegal reclutamiento forzoso, (secuestro), para acrecentar las riquezas, el poder y soberbia de los amos extranjerizados.
 
“Estas fuerzas tenebrosas y macabras, imprimen en nuestra población sellos difíciles de borrar en poco tiempo,(miedo, inseguridad , desconfianza, complejo de inferioridad, admiración por lo del dominador, fatalismo, caciquismo…que atrofian y paralizan”
 
- Juan Almendares, médico hondureño, ex-Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), fue candidato presidencial por el partido Unificación Democrática (UD).
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