¿Elecciones con cartas marcadas?

15/07/1998
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No obstante el clima de "unidad nacional", entre pobres y ricos, blancos y negros, indios y emigrantes, etc., alimentado por las conquistas pálidas o aguerridas de la selección brasileña en el Campeonato Mundial de Fútbol, la disputa entre la bandera del Brasil real -del desempleo, el hambre y la miseria- portada por el candidato de las oposiciones Lula da Silva, y la bandera del Brasil del Real, la moneda nacional que simboliza la estabilidad y el fin de la inflación, portada por el actual presidente, Fernando Henrique Cardoso (FHC), continuó a pleno vapor, aún antes del 6 de julio que inicio oficialmente la campaña. Tan pronto Lula amenazó, con el empate técnico en las encuestas de opinión, la posición de favorito del candidato a la reelección, FHC, la artillería de la derecha disparó pesado. Propagandas televisivas, entrevistas y declaraciones públicas, tipificaron a Lula como sinónimo del caos, del retroceso, dando a entender que la estabilidad económica sólo tiene posibilidades de continuar con FHC. Sintonizando con esta satanización, titulares de prensa atribuyeron al candidato opositor la baja en la Bolsa de Valores, desvinculándola descaradamente de las crisis de otros mercados emergentes, como el de Rusia, y de los altibajos del mercado asiático y posiblemente del propio bajo rendimiento de la selección brasileña en algunos momentos del campeonato mundial. Era evidente que la creciente preferencia por Lula no significaba solamente opción por su simpatía, sencillez y sensiblidad ante los problemas nacionales, sino también una clara manifestación de descontento en relación a las políticas de gobierno respecto al desempleo, la sequía en el Nordeste, el desmoronamiento de la educación superior, la desarticulación de la planta productiva nacional, la falta de reforma agraria y de política habitacional, y el desmantelamiento del sistema de salud, entre otros problemas. Medidas electoreras En respuesta, FHC, durante la celebración del cuarto aniversario del Real, el 01 de julio, no sólo presentó las nuevas monedas -confeccionadas en materiales, colores y tamaños diferentes- que sustituirán a las actuales, sino que hizo un balance de las "conquistas sociales" de su gobierno, como el aumento de niños inscritos en la escuela primaria, la liberación de recursos para el semi- árido nordestino, etc. Aún antes de la fecha del inicio oficial de la campaña electoral, FHC consiguió negociar el fin de la huelga de los profesores universitarios, que retornarán al trabajo definitivamente en la segunda quincena de julio. Y en una actitud típicamente populista, orientado por sus estrategas repitió un gesto realizado en el primer aniversario del Real. Fue a Gama, una ciudad satélite de Brasilia, a conmemorar el cuarto aniversario de la moneda nacional con un desayuno típico del trabajador común brasileño: café, pan y mantequilla. Fue a la panadería de tres años atrás, para mostrar a la opinión pública que el precio del pan francés aumentó sólo un centavo respecto al de 1995, que costaba entonces R$ 0,09. Sin embargo el propietario contó al gobernante que en el último año tuvo una pérdida de 10% en sus ganancias y que sus clientes se quejaban de la falta de dinero y del aumento del desempleo. Esta vez FHC culpó a la crisis asiática. Días después anunció la distribución de crédito agrícola, la reducción de los intereses para los agricultores, el aumento del salario de los funcionarios públicos y la implementación de un nuevo programa habitacional. El 9 de julio, una vez iniciada oficialmente la carrera electoral, el presidente y candidato a la reelección anunció la reducción del Impuesto sobre Operaciones Financieras (IOF) de personas físicas, del 15% al 6% por año. La medida reduce el costo de préstamos bancarios, compras a crédito y cheques especiales. Se trata de una reivindicación del sector empresarial, para estimular la compra de bienes de consumo (carros, electrodomésticos, etc.). Aunque la reducción no implique reducción significativa en el valor de las compras a crédito porque los intereses son muy altos, ciertamente tiene un efecto psicológico en el electorado, principalmente de clase media, que en los años del Plan Real se vio empujado a endeudarse o a dejar de comprar bienes y servicios. Otra medida que tomará el actual gobierno consistirá en firmar durante la campaña electoral nuevos convenios con Estados y municipios para la realización de obras o servicios, con tal que los recursos sean liberados solamente después de las elecciones, una manera de esquivar la prohibición de la ley electoral. La TV para FHC A todas estas artimañas se sumará la ventaja que el candidato oficial tendrá sobre los otros 13 postulantes en la distribución del tiempo gratuito de propaganda electoral en la televisión. El tiempo es proporcional al tamaño y número de los partidos que apoya a cada uno. FHC dispondrá de 23 minutos y 46 segundos diarios. Lula, del Frente Unión del Pueblo-Cambia Brasil, tendrá 10 minutos y 03 segundos. El tercero en la disputa, Ciro Gomes, del Partido Popular Socialista (PPS), tendrá 2 minutos y 20 segundos. Los otros, minoritarios, en su mayoría de la derecha conservadora, entre l minuto y 11 segundos a 1 minuto y 26 segundos. Así las cosas, ?no serán éstas las elecciones de las cartas marcadas? ?Para qué hacer elecciones, si la maniobra de la reelección dispone del solio presidencial, de ministerios, instituciones públicas y de tantos mecanismos de persuasión? Veamos, a fines de mayo y comienzo de junio, Lula, el candidato de más reconocimiento popular, ascendió en las intenciones de voto. Pasado un mes FHC se recupera y para algunos Institutos de opinión puede hasta ganar en la primera vuelta de las elecciones. Cambia Brasil Para el frente opositor, no hay nada que temer, porque tiene a su favor la unión y el fortalecimiento de la izquierda, la insatisfacción social y política y la capacidad de responder a los intereses de la sociedad, de dar solución a los problemas del país y de presentar una nueva propuesta de desarrollo económico para la nación. Fue en ese espíritu que el Frente Unión del Pueblo-Cambia Brasil, con Lula a la cabeza, presentó el 6 de julio las "Directrices del Programa de Gobierno". Atacando de frente las deficiencias de la actual administración el Frente se propone en eventual gobierno atender con urgencia la crisis social e implementar un nuevo proyecto de desarrollo. En este sentido la propuesta inicial del frente de izquierda anuncia una nueva política laboral, distribución de ingresos, escuela para todos, programas de atención a la salud, de combate al hambre, de reforma agraria y política agrícola, habitacional, de sanidad pública y transporte, de estímulo a la cultura, de protección al medio ambiente, de política internacional, frente a la globalización e inserción subordinada y dependiente del país en ese contexto. Al presentar una agenda básicamente social, el frente pretende invertir la lógica del sistema vigente: poner la economía al servicio de lo social, del pueblo, y no lo social y el pueblo subordinados a la economía. El esquema de programa de la oposición, según su candidato y sus principales líderes, deberá ser un documento de movilización social y política, en una perspectiva de largo plazo, de ruptura con el neoliberalismo, que sustituya la actual política económica por otra que compatibilice estabilidad con crecimiento sustentable, fundamentada en tres grandes ejes: distribución de ingresos y riquezas, defensa de la soberanía nacional y democratización radical de la política y de la sociedad brasileñas. -277
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