Entrevista a Charles Quevedo:

El poder se construye en la sociedad civil

22/04/2009
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 443: América Latina en Movimiento No 443-444 06/02/2014
Bajo el gobierno de Lugo, “el crecimiento de los sectores progresistas en la sociedad civil ha sido uno de los avances más importantes”. Esta caracterización del proceso político que se vive en Paraguay corresponde a Charles Quevedo, intelectual ligado a los movimientos sociales, que actualmente labora en el Ministerio de Hacienda(1). A su juicio, en ese país se asiste a “un nuevo ciclo de acción colectiva” cuyo componente principal “es el movimiento campesino”. A continuación reproducimos la entrevista que sostuvo con ALAI.
 
¿Desde la posesión de Fernando Lugo, en agosto del pasado año, cuáles han sido las principales dificultades que él ha enfrentado hasta ahora?
 
Los orígenes del gobierno Lugo tienen que ver con una alianza donde entraron sectores muy heterogéneos, de izquierda, de centroizquierda e incluso de sectores conservadores que no estaban en el gobierno anterior. Este es el escenario en el cual se mueve el gobierno. Y la dificultad que se proyecta al comienzo es justamente la imposibilidad de avanzar con la aprobación de leyes, porque el parlamento está ocupado por los partidos tradicionales, que básicamente son todos conservadores. Ésta ha sido la principal dificultad enfrentada por el gobierno para realizar cambios más fuertes. 
 
En este escenario en el que el gobierno encuentra dificultades en el Congreso y no consigue promover reformas tampoco en el Poder Judicial, ¿usted cree que la salida de Lugo será una composición más a la derecha, o contar con la movilización de los movimientos sociales?
 
Yo creo que, a diferencia de los procesos en Bolivia y en Venezuela, en los que Evo Morales y Hugo Chávez llegaron al poder apoyados por un amplio movimiento popular, en Paraguay no hubo este panorama. Así, Lugo no consiguió escapar del esquema institucional que estaba montado. Él no tiene muchas opciones y tiene que negociar con los sectores conservadores, lo que significa que se está acomodando en un espacio de centro. Pero hay una cuestión. El poder no se concentra solamente en el Estado, tomar el poder no es simplemente ocupar el gobierno. El poder también se mueve en la sociedad civil, espacio donde se lucha por la hegemonía. En este sentido, el crecimiento de los sectores progresistas en la sociedad civil ha sido uno de los avances más importantes. Yo creo que hay condiciones, dentro del gobierno, para apoyar el crecimiento de movimientos progresistas en la sociedad civil. Hay ministerios, instituciones, con la presencia de personas progresistas. Por ello, yo creo que el escenario más prometedor es el escenario de la sociedad civil, que a mediano o largo plazo se produzca un fortalecimiento de los movimientos populares en la lucha por hegemonía.
 
¿La presencia de cuadros de la izquierda en el gobierno no puede generar una apatía en los movimientos sociales?
 
Por mi experiencia personal, ya que trabajo en el Ministerio de Hacienda, considero positiva la presencia de personas progresistas en las instituciones del Estado. Porque dentro de las instituciones hay la posibilidad de revisar las políticas, hacer las cosas. Obviamente que existen situaciones de personas que cambian de posición al entrar en contacto con el poder. Es un riesgo que siempre existe en cualquier proceso popular. Pero yo lo considero positivo. Los sectores progresistas pueden reorientar las políticas del gobierno a posiciones más interesantes.
 
Intelectuales como John Holloway acostumbran criticar los procesos boliviano y venezolano por esta cuestión.
 
Desde un punto de vista gramsciano, esto estaría totalmente en contraposición a lo que piensa John Holloway. La postura de Holloway, en este sentido, es esperar el gran día. El día en que tomaremos el Palacio de Invierno. Cosas que no ocurren. Tomar el gobierno no es tomar el poder. El poder se conquista antes de tomar el Estado, el poder se construye en la sociedad civil, creando una nueva hegemonía, que incluye la participación en procesos parlamentarios y en instituciones del Estado, que son un campo de la lucha de clase.
 
¿Y qué movimientos de la sociedad civil destacaría como más prometedores?
 
Históricamente, el movimiento campesino tuvo un papel importante en la sociedad civil paraguaya. Es un movimiento que pasa por momentos de latencia, no aparece pero sigue trabajando en su organización, en la capacitación de los militantes, formando redes, manteniendo contactos con otros sectores. Y yo creo que estamos viviendo un nuevo ciclo de acción colectiva en Paraguay y el principal componente es el movimiento campesino.
 
¿Y cómo evalúa la respuesta del gobierno en relación a la Reforma Agraria?
 
El movimiento campesino en Paraguay es el más fuerte, y también posee el enemigo más poderoso. Las elites agroexportadoras son las más fuertes en el rol del poder. Por ello, a mediano plazo, debe ocurrir un proceso de lucha muy intenso. Yo creo que van a ocurrir avances, pero el movimiento campesino necesita buscar aliados. El movimiento sindical está completamente apartado del movimiento campesino. No se consigue crear una agenda de temas comunes, y eso es fundamental para el avance del movimiento social en Paraguay.
 
Además de las movilizaciones de campesinos, las centrales sindicales están anunciando una huelga general, en razón del no-reajuste del salario mínimo. ¿Qué representa eso para el gobierno Lugo?
 
Desde el principio, la mayoría de las centrales sindicales apoyó la candidatura de Lugo, así como la mayoría de las organizaciones campesinas, a excepción de la Federación Nacional Campesina, que defendió el voto en blanco. Básicamente todos los movimientos campesinos y sindicales apoyaron a Lugo, pero siempre se dijo que sería un apoyo crítico. Del momento en que el gobierno tomase medidas diferentes a lo que se imaginaba, los movimientos estarían reclamando. Y es eso lo que está aconteciendo ahora. Por ello yo digo que estamos viviendo un nuevo ciclo de acción colectiva, que es muy singular, porque va a exigir que el gobierno tome el rumbo con el cual puso en marcha el proceso electoral. Es decir, no serán protestas contra el gobierno Lugo, sino presiones para que tome ciertas medidas y adopte ciertas posiciones.
 
Sin embargo, si las movilizaciones sociales deben aumentar, también se perciben presiones cada vez más fuertes de los sectores conservadores. 
 
Esta es la cuestión más complicada que se presenta para el gobierno. Es una cuestión que va a requerir mucha habilidad política del presidente Lugo y del equipo de gobierno. Es difícil anticipar cuál sería el desenlace de esa situación, pero se puede prever un escenario de polarización entre los sectores. Lo que tampoco es negativo, porque eso va a facilitar la consolidación de movimientos de resistencia en los sectores populares, que anteriormente no podían manifestar sus posiciones. En las elecciones, la izquierda estuvo muy fragmentada. Si la izquierda hubiese conseguido unificar más las candidaturas, la composición parlamentaria hoy sería muy diferente, porque el crecimiento de los votos en los sectores progresistas fue muy grande en relación a la elección pasada. Hubo un crecimiento de 55% en el electorado que vota por candidatos progresistas y de izquierda. 
 
Al inicio del año, los movimientos sociales iniciaron una serie de protestas por la salida de los ministros de la Corte Suprema, en consonancia con el proyecto del gobierno Lugo. Sin embargo, se ha dado el proceso inverso, siendo que los ministros se han convertido en inamovibles hasta los 75 años. ¿Por qué sucedió eso?
 
Yo creo que hubo un apresuramiento de los movimientos, un cierto error estratégico. Una movilización como esa requería una unificación más fuerte de los sectores populares. La unidad de los movimientos progresistas debía estar más consolidada antes de lanzar una propuesta así tan osada. De cualquier manera, incluso con este error estratégico de los movimientos, yo creo que tarde o temprano esta situación iba a ocurrir. Porque el Poder Judicial es el último reducto del Partido Colorado, que ahora está fuera de las instituciones que eran la base de su poder, un poder basado en el clientelismo, y ahora ya no tiene recursos de las estatales.
 
En este sentido, ¿cómo ve la rearticulación de los sectores de oposición al gobierno Lugo?
 
Hay divergencias en los intereses de las clases dominantes. Las clases dominantes ya no están unidas en torno a los mismos intereses, sino que también tienen intereses divergentes. La derecha no ha logrado formar un bloque organizado, lo que también significa una oportunidad para los sectores progresistas.
 
¿Eso no se da también porque el gobierno Lugo ha sido de algún modo favorable a los intereses económicos de las clases dominantes?
 
Probablemente. Lugo fue acompañado por empresarios en la campaña, empresarios que ahora ocupan ministerios. El ministro de la Industria y Comercio pertenece a una elite capitalista tradicional en el país. Eso significa que ellos hicieron algún cálculo estratégico para verificar las ventajas con la salida del Partido Colorado.
 
Durante la campaña electoral, se defendía mucho el combate a la corrupción como forma de romper el eje de sustentación de la oligarquía paraguaya. ¿Cómo evalúa ese proceso actualmente?
 
En mi opinión, el tema de la corrupción funciona como un mito en la política paraguaya. La corrupción explica todo. La corrupción explica la pobreza, la corrupción explica el poder del Partido Colorado, la corrupción explica cualquier cosa en Paraguay. Y en verdad no explica nada. Es un mito en el sentido de que se exagera el impacto real que tiene la corrupción en el país. Paraguay podía funcionar con mucho menos corrupción, y sin embargo seguiría existiendo pobreza y explotación. Esas cuestiones se explican por otras causas, como la concentración de tierra, el modelo productivo agroexportador, la relación con nuestros vecinos, es decir, una serie de cuestiones estructurales dentro de los cuales la corrupción es sólo un elemento más.
 
¿Cómo evalúa, entonces, las políticas del gobierno Lugo en relación al modelo económico?
 
Llegar solamente al gobierno no da fuerza suficiente para realizar cambios estructurales que afecten al modelo en sí. Hay que tener una hegemonía muy fuerte para realizar cambios de políticas públicas a través del Parlamento. Por lo tanto, el gobierno necesita mucho más fuerza que la que dispone actualmente.
 
¿Le gustaría mencionar algo más para finalizar la entrevista?
 
Me parece importante el tema de las relaciones entre los movimientos sociales de diferentes países. Históricamente, los movimientos sociales, intelectuales, los sectores progresistas de Paraguay estuvieron muy aislados del contexto regional. Es una cuestión a superar. Estamos viviendo una oportunidad histórica para eso.
 
- Daniel Cassol es periodista brasileño, corresponsal de Brasil de Fato en Paraguay.
 
Nota:
1) Es ingeniero por formación y enseña Filosofía en el Instituto Superior de Estudios Humanistas y Filosóficos (ISEHF), en Asunción, y actualmente cursa una maestría en Sociología en la Facultad Latino Americana de Ciencias Sociales (FLACSO).
 
https://www.alainet.org/es/active/38102
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