Fuego cruzado contra la tuberculosis

08/04/2010
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"Mis abuelos murieron de tuberculosis. Recuerdo que, cuando la noticia se expandió por el barrio, algunos vecinos dejaron de ir a visitarnos. Yo era pequeña, no entendía mucho lo que sucedía, pero sí sentí que lo que tenían era algo muy malo", cuenta Rosa Góngora, con cierto pesar.
 
Con 61 años, esta cubana recuerda cómo, en un momento impreciso de su infancia, la comenzaron a alejar de aquellos dos seres tan queridos que le leyeron sus primeros cuentos, en particular de su abuela, quien le cepillaba el cabello y le tejía las trenzas. "Cada vez los mentaban menos, hasta que nos golpeó la noticia de su muerte, separada una de otra por apenas unos meses. Ese mal siempre ha sido un fantasma", dice.
 
Hace 128 años que el científico alemán Roberto Koch descubrió el agente causal de la tuberculosis (TB), un mal que había asolado a la humanidad desde el inicio de los tiempos. Pasado más de un siglo, Cuba, con una baja tasa, persigue eliminarla totalmente entre su población de 11,2 millones de habitantes.
 
La atención a esta dolencia en la isla tiene una historia larga. Apenas ocho años después del descubrimiento del bacilo, comenzó a funcionar en Santiago de Cuba, unos 900 kilómetros al este de La Habana, la primera liga antituberculosa, señala Gregorio Delgado, de la Oficina de Historia del Ministerio de Salud Pública.
 
La TB, reflejada e identificada en la literatura, la televisión y el cine con una tos persistente y manchas de sangre en el pañuelo, es una enfermedad infectocontagiosa que se propaga por el aire. Su fuente son las personas aquejadas de tuberculosis pulmonar.
 
Históricamente rodeada de prejuicios y discriminación, la dolencia se transmite cuando la persona enferma habla, tose, estornuda o expectora, al expulsar al aire las micobacterias tuberculosas que son inhaladas por alguien sano.
 
Entre los factores de riesgo están la infección por el VIH/sida; niños menores de cinco años y ancianos, alcoholismo, drogadicción, malas condiciones de vivienda: humedad, hacinamiento y poca ventilación, malnutrición, reclusión y tabaquismo.
 
Los expertos recomiendan acudir al médico sin demora ante una tos persistente (por más de dos semanas), expectoración a veces con sangre, fiebre, falta de apetito, cansancio, pérdida de peso y sudoración nocturna.
 
En la isla, la enfermedad está bajo control, aunque existen zonas donde las autoridades consideran preciso acentuar la búsqueda de casos, debido al incremento de enfermos.
 
"Los municipios de alto riesgo son aquellos donde se concentra el mayor número de casos, con asentamientos críticos y hacinamiento, por lo que la transmisión es mucho mayor", declaró a SEMlac el doctor Antonio Marrero Figueroa, del Grupo Nacional de Enfermedades Respiratorias del Ministerio de Salud Pública.
 
En ellos, explicó el experto, el Programa Nacional de Control de la Tuberculosis trabaja de forma diferenciada y priorizada. Allí la pesquisa tiene que ser mucho más activa para obtener rápidamente el diagnóstico y reducir la transmisión.
 
En Cuba, como en el mundo, se emplean cuatro medicamentos —en este caso gratuitos—, que se toman en la fase intensiva y otra de mantenimiento, durante seis meses. Además, el país le garantiza a la persona aquejada del mal, una dieta de alimentos y una licencia laboral por un año, con el pago del salario completo, para evitar que tenga un ingreso hospitalario y se agrave su condición, recalca a SEMlac el especialista.
 
Estadísticas del Ministerio de Salud Pública indican que hasta 1959 la detección era insuficiente, aunque había algunos hospitales dedicados a esta patología. La mortalidad por tuberculosis constituía un serio problema de salud y la tasa alcanzaba 66 personas por cada 100 mil habitantes. A partir de ese año, al incrementarse la búsqueda y diagnóstico, creció de manera significativa el índice de infección.
 
La implementación, desde la década de los sesenta del pasado siglo, de un programa nacional de atención, llevó a la isla a tener una de las prevalencias más bajas de la región, con 6,9 por cada 100 mil habitantes al cierre de 2008.
 
La Organización Mundial de la Salud considera que los países con tasas por debajo de 25 por cada 100.000 presentan un problema sanitario de moderado a leve.
 
En 2007, en el mundo había 13, 7 millones de casos activos, 9,3 millones de nuevos enfermos y un alto número de muertos, más de 1,8 millones, la mayoría en países en desarrollo, dijo en La Habana el 24 de marzo pasado Carlos Cortés, de la Oficina de Proyectos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
 
En los últimos tiempos, reconoció, el mundo ha sido testigo de la reemergencia de la enfermedad, con la aparición de infecciones resistentes a los fármacos. Según estudios de la Organización Panamericana de la Salud, esta enfermedad contagia en América Latina y el Caribe a 40 personas cada hora y provoca la muerte de una cada diez minutos.
 
De acuerdo con la neumóloga Libertad Carrerán, del hospital Neumológico Benéfico Jurídico —paradójicamente ubicado en una zona densamente poblada—, en Cuba se cumple una tendencia mundial de menos casos en mujeres que en hombres. Hasta ahora no hay una explicación probada sobre el tema.
 
"Por años se ha pensado que ellos ejercían profesiones de riesgo, trabajan en lugares más comprometidos con la salud, de más hacinamiento, mientras la mujer permanecía en la casa. Sin embargo, ellas se han incorporado al trabajo en diferentes profesiones y al estudio, y esa tendencia se mantiene", dijo a SEMlac.
 
Pero, aclara, "no todas las respuestas están dadas. Sí es cierto que la mujer cuida más su salud y suele acudir a tiempo al médico. En Cuba está bastante equilibrada entre los dos sexos. Aunque existen situaciones donde hay más mujeres que hombres, generalmente son más los hombres que la padecen".
 
A juicio de Carrerán —una de las primeras mujeres en incorporarse en la década de los sesenta del pasado siglo a la atención de esta enfermedad y actualmente asesora del programa nacional— en Cuba y el mundo está por hacerse el estudio para encontrar la respuesta científica que justifique por qué la mujer es más fuerte que el hombre a la micobacteria (Mycobacterium tuberculosis).
 
En la actualidad, el programa cubano tiene como objetivo eliminar la enfermedad, lo que requiere el concurso de toda la sociedad, la familia y la atención a las personas y grupos de riesgo. El tratamiento es largo y complicado. Precisa también reposo, buen estado inmunológico, así como una adecuada nutrición.
 
"Desde que existen los fármacos, es una enfermedad curable. En Cuba se cura 95 por ciento de los casos y se examina a la familia para la detección precoz", señala Marrero.
 
El programa también busca brindar a la población mayores conocimientos, así como evitar el estigma y los prejuicios que han rodeado a este mal desde hace siglos, pues aún en esta primera década del siglo XXI, se mantiene activa en el mundo como una enfermedad infecciosa de gran morbilidad (frecuencia) y mortalidad.
 
Una vía es una campaña de comunicación social sistemática que dé a conocer diferentes aspectos de la enfermedad. Los expertos consideran que la eliminación se gana involucrando a la población en la prevención, que pasa por la detección precoz, para evitar la transmisión. Ante los síntomas de la tuberculosis pulmonar hay que recurrir a los métodos que la confirman.
 
Cuando el bacilo de Koch entra en el organismo, se extiende y desencadena la respuesta inmune del huésped. Su presencia se detecta mediante la prueba de la tuberculina o "de Mantoux", que consiste en la administración intradérmica en el brazo de un derivado proteínico del bacilo. La reacción local se valora a las 72 horas.
 
"Si resulta positiva, se realizan otros estudios, entre ellos el esputo, y se busca el tipo de tuberculosis. Entonces, es preciso darles seguimiento a las personas con las que ha habido contacto frecuente.
 
Con un resultado por debajo de 10, se hace trabajo profiláctico para evitar que enferme porque es una persona que ya tiene alojado en su organismo el bacilo", señaló a SEMlac la enfermera Sandra Rojas, vicedirectora de higiene del policlínico Joaquín Albarrán, del municipio de Centro Habana.
 
La también promotora de la lucha contra la tuberculosis señala que, como parte de la prevención, enseñan a evitar la enfermedad mediante audiencias sanitarias y debates en el barrio, donde brindan la información necesaria para que la población tenga los conocimientos elementales.
 
Asimismo, se colocan materiales informativos en lugares donde confluyen muchas personas, como en comercios, bares y cafeterías, y se promueve la realización de pruebas de Mantoux, entre personal del sector de la salud, quienes padecen adicciones, población de la tercera edad y quienes hayan tenido familiares con TB, agregó.
 
Según Rojas, por las características del territorio donde trabajan (ciudadelas, viviendas en mal estado constructivo y hacinamiento, población envejecida), se detectaron nuevos casos, dos de ellos en menores de 20 años, aunque reconoce que la incidencia ha bajado.
 
https://www.alainet.org/es/active/37346?language=es
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