Salud, Trabajadores de Brukman!
18/04/2003
- Opinión
"La juventud es dueña del porvenir; ella verá el
mundo de la paz y la justicia social. Yo me dirijo
a los jóvenes obreros para incitarlos a la lucha
por la conquista de ese mundo cuya aurora divisamos
ya en el horizonte de la historia"
Enrique del Valle Iberlucea
En ésta mañana del 19 de abril me dirigí al barrio de Balvanera
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde cientos de policías
uniformados rodeaban varias manzanas alrededor de la fábrica
textil Brukman, ubicada en la Av. Jujuy Nº 554, y a las que
habían llegado en la medianoche del jueves santo en un operativo
desplegado al mejor estilo de los días negros de nuestra historia
de dictaduras militares. Escuchaba que hoy se conmemora el "Día
del Indio Americano" en virtud del decreto 7550 del año 1945 para
reivindicar los derechos aborígenes. Una paradoja de la historia.
Al caminar por esas calles medio despobladas, con algunos
vecinos, porteros y comerciantes barriendo y baldeando las
veredas por el fuerte viento que la noche anterior se había
encargado de mostrar que hace un mes comenzó el otoño, comprendí
mejor cuales son las condiciones de represión que agobian e
intimidan a los argentinos; decenas de patrulleros, carros de
asalto y de transporte de policías, ambulancias, autobombas,
motos y cientos de policía federales preparados para enfrentar a
las trabajadoras y trabajadores de la textil que se encuentra
bajo control obrero desde el 18 de diciembre del 2001. Hace
exactamente hoy dieciséis meses.
La insolencia de las miradas desafiantes de los "azules" hacían
prever un desenlace nada pacífico de los acontecimientos ante la
decisión tomada por el juez Jorge Rimondi, a cargo del Juzgado de
Instrucción Nº 32, de desalojar el establecimiento fabril.
Decisión ésta que fue adoptada tras la revocatoria de los
camaristas, Abel Bonorino Pero y José Manuel Piombo, de la Sala
VII de la Cámara de Apelaciones en la Criminal y Correccional del
fallo a favor de los trabajadores dictado por el juez Enrique
Velásquez. Éste había determinado que no existía conflicto penal
en una causa iniciada por los Brukman, antes de ser enviado
sospechosamente hace un tiempo a otro juzgado. Nunca nos alcanza
la inteligencia para comprender la perversidad de nuestra
"católica, apostólica y romana" justicia, que toma decisiones al
comienzo de las festividades de pascuas, esas que nos hablan de
la resurrección de Jesús, cuando ponen toda la parafernalia a su
alcance para ir contra medio centenar de dignos trabajadores, en
un país que su preámbulo constitucional dice "... invocando la
protección de Dios, fuente de toda razón y justicia...".
Al intentar ingresar por la Av. Jujuy desde la intersección con
la Av. Belgrano un uniformado sin comentario alguno pone su mano
sobre mi pecho para impedir mi paso. No podría afirmar que esas
mismas manos fueron las mismas, o similares, que el 19 y 20 de
diciembre del 2001 llevaron a la muerte a muchos ciudadanos
cansados de ésta democracia que asfixia y excluye, como tampoco
las del inspector Marcelo Álvarez Rodríguez que me manifestó que
por orden del comisario a cargo del "operativo" no podía llegar
hasta la puerta de la fábrica recuperada. En ambos casos, como en
otros más, percibí la molestia que le ocasionaba la pregunta de
un ciudadano de ésta República representativa, republicana y
federal que garantiza el derecho de transitar libremente en todo
su territorio porque deberíamos ser todos iguales ante la ley.
Los "agentes del orden" estaban reunidos en pelotones de entre 20
y 30 efectivos donde se encontraban cerca muchos móviles de la
Policía Federal que impedían el paso con vallados colocados sobre
la calle Saavedra, y que después de varios intentos realizados
para ingresar a la zona -ya que me informaban que el único
ingreso se podía realizar a varias cuadras por la Av.
Independencia- lo logré ante un descuido de ellos en la esquina
de México donde comienza la plaza que lleva el nombre del
presidente ecuatoriano derrocado en cinco oportunidades por
golpes de estado, Dr. José M. Velasco Ibarra.
Al llegar a la esquina de Av. Jujuy y México me encuentro con
poco más de un centenar de trabajadores de Brukman y militantes
que conversaban en la esquina que mostraba los vestigios de una
noche de presencia y deshechas barricadas de tachos de chapa,
cascotes, bolsas de basura, caños, hierros, maderas, botellas de
plástico vacías y ramas. Sus caras demostraban el cansancio y el
mal dormir que eran acompañadas por las "más temibles armas"
compuestas de termos, mates y bombillas.
Enfrente de la plaza el único comercio abierto, de entre las
decenas que permanecían cerrados gracias a la presencia de los
policías que impedían el paso peatonal y vehicular, era la
bicicletería de Luraschi Hnos que atendía a sus clientes como si
nada pasara a pocos metros de allí, mientras que la estación de
servicio Shell ubicada justo enfrente impedía el ingreso a su
local de ventas de quienes allí nos encontrábamos.
La noche anterior más de 3.500 personas se habían autoconvocado
para acompañar a los trabajadores expulsados de la textil en la
oscuridad de la noche lluviosa, y para desgracia de las fuerzas
represoras de la Policía Montada, la Guardia de Infantería y de
la Comisaría sexta, como seguramente de muchos "servicios", no
existían señales de ningún destrozo o atentados contra los
domicilios privados que gracias a la presencia de los medios de
comunicación impidieron cargar sobre las espaldas de las "hordas
de elementos de izquierda". Quedaban como testimonio banderas del
Partido de los Trabajadores por el Socialismo, Movimiento
Socialista de los Trabajadores, Izquierda Unida, Frente Obrero
Socialista, Movimiento Juvenil No Pasarán, Asamblea Vecinal S.
Ortiz y Córdoba, Asamblea Popular de Flores y Frente de
Trabajadores Combativos.
Sobre las 18 vallas de negro metal dispuestas a metros de la
entrada a la fábrica una sábana blanca escrita con letras grandes
negras señalaba textualmente: "BRUCKMAN EN LUCHA POR ESTATIZACION
CON CONTROL OBRERO VENDE Y TRABAJA", como única referencia, que a
la vista tenía, del edificio de seis pisos con vidrios espejados
y frente de ladrillos a la vista que hasta horas antes ocupaba a
unos sesenta trabajadores, en su mayoría mujeres. Las puertas de
la fábrica estaban cerradas producto de haber sido soldadas por
orden judicial en el país que el desempleo y la pobreza atormenta
a millones de personas, obviamente que no a los jueces que no son
hijos del "Derecho del Trabajo, sino primos hermanos de los
jueces federales y los miembros de la suprema corte que los
políticos parieron.
Por momentos los presentes se entusiasmaban al cantar "No me
importa que digan los jueces, el desalojo de Brukman no pasara,
con los obreros vamos a estar, gritemos todos en Brukman no
pasarán" y también "Brukman es de los trabajadores, y al que no
le gusta, se jode, se jode". Cánticos poco originales, por
cierto, cuando la verdad y la determinación de las consignas es
por muchos conocida y defendida.
Minutos antes de las once de la mañana, horario que debía
comenzar la asamblea de los trabajadores expulsados, al mirar
entre las vallas en dirección a la Av. Belgrano decenas de cascos
y escudos, que brillaban por los rayos de sol colados en la
mañana todavía nublada, permitía ver como en ordenadas y
disciplinadas formaciones de grupos de veinte policías se
acercaban hacia los manifestantes, eran centenares los que se
encontraban ya dispuestos a reprimir a la altura de la Av. Jujuy
al 500; entre los movimientos de varios patrulleros, carros de
asalto, micros, ambulancias y autobombas que disponían sus
trompas dirigidas hacia los civiles presentes, que en ese momento
no llegaban a trescientos.
En esos momentos, no como sucedió por la noche, no había ninguno
de los miles de políticos vernáculos, ni de los 254 diputados
nacionales, ni de los 72 senadores nacionales, ni de los 42
candidatos a presidente y vice como tampoco de los cientos de
legisladores, concejales e intendentes de la ciudad y los
partidos del conurbano bonaerense. Todos éstos que vemos subidos
a las tribunas proselitistas con el fin de no quedarse debajo de
la política y la democracia que los mantiene. Llegaban en esos
momentos dos unidades móviles de Crónica TV para hacerle compañía
a una de Trans Video que estaba allí desde temprano, o que quizás
había permanecido durante toda la noche.
Me causo gracia, aunque no me sorprendió, el comentario de un
policía a otro cuando le decía: "... éstos están llenos de bombas
molotov...", en una clara forma de ir tomando conciencia de la
peligrosidad de las "fieras". Para solamente confirmar que se
trataba de una vil mentira me doy vuelta y veo a una señora con
un changuito para hacer las compras, medio desvencijado, que
tenía en lugar de una bolsa un cartón con un escudo nacional y la
leyenda "Ministerio de Desarrollo Social de la Nación" y al mirar
hacia su interior veo un mate, un termo, galletitas y una campera
de abrigo. Esa es la policía que hace las instrucciones con las
cuales luego los jueces fallan. Si porque siempre fallan.
Transcurrían los minutos y los trabajadores se iban dirigiendo
hacia la plaza antes mencionada para realizar la asamblea obrera,
ingresando a ella bajo un cartel colocado en las alturas que
denunciaba "Por la recuperación del espacio público. Alumbrado de
la plaza. Ya". Mientras miraba dos carteles prolijamente
colocados por el Gobierno de la Ciudad sobre la Av. Jujuy que
hacían referencia a la obra de ampliación del subterráneo de la
Línea H, pensaba en que habría quedado el petitorio obrero
presentado ante los legisladores de la ciudad capital de la
República hace seis meses atrás pidiendo una intervención
política para permitir condiciones definitivas para seguir
adelante con Brukman Confecciones.
Acá también podemos advertir que la inoperancia de los jefes de
gobierno y de los legisladores es la causante principal de estos
momentos de incertidumbre y dolor para tantas familias que luchan
por mantener las fuentes de trabajo y de las que no lo tienen
puedan lograrlo. Cuestiones éstas que hace años no figuran en el
"manual del político argentino ilustrado".
Luego de una larga espera la decisión asamblearia fue la más
apropiada al votar mayoritariamente por mantenerse en el lugar
hasta el lunes próximo para seguir negociando y sin abandonar la
vigilia circundante al establecimiento, porque de haber intentado
ingresar a la fábrica eso se hubiera convertido en una carnicería
humana porque los policías como siempre estarían dispuestos a
reprimir y matar. Así también de esta forma poder acumular
mayores fuerzas populares que obliguen a establecer una solución
definitiva.
Desde mediados de diciembre del 2001 no han podido doblegar
judicialmente a los trabajadores, ni el 16 de marzo como tampoco
el 24 de noviembre del año pasado cuando pretendieron
desalojarlos. Sencillamente porque estuvieron en las calles los
que siempre deberían estar y porque los abogados de los obreros
realizaron una excelente actividad profesional. También debo
reconocer que los medios de comunicación, con mayor o menor
fuerza, han estado en todo momento presenten en las crónicas
periodísticas sobre Brukman, lo que seguramente ha impedido
llenar del nauseabundo olor de pólvora una vez más nuestras
calles.
Asqueado ya de tantas amenazas y pertrechos, de tanta ignominia
judicial y política, de tanto manoseo y desinformación, me queda
el consuelo de saber que ésta Argentina está en lucha y no se
rinde, que cambiará las relaciones de fuerzas más temprano que
tarde, que los uniformados algún día estarán cumpliendo funciones
para perseguir y encontrar a los que se roban el país y nos
llenan de corrupción empresaria, sindical y política.
¡ Salud, Trabajadores de Brukman !
19 de abril del 2003
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