La república de Salinas

10/12/2009
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En memoria de Claude Levi-Strauss, maestro siempre infaltable.
“La honradez es puerta abierta hablando en términos claros”.
EM Rodríguez: “Décima”
 
 Uno de los problemas centrales de la política contemporánea es entender que ella no se puede sólo comprender a partir de cómo se expresa en los hechos tangibles y visibles. Maquievelo era muy claro cuando recomendaba al príncipe actuar abiertamente de una forma, pero nunca mostrar, con esa misma apertura, cómo se manejaba realmente el Estado. Fouché llevó esa lección a un grado inconcebible, rozando siempre los márgenes de la corrupción. Aunque lecciones específicas de cómo actuar con esa doble cara o esa doble moral son aún manuales que sólo se aprenden con la práctica. El cinismo de los maquiavelos contemporáneos no llega aún al extremo de publicar sus lecciones. Aunque sí, evidentemente, muchos, muchísimos son los alumnos que abrevan de esas lecciones: desde muy pequeña escala (¿o no Ana María Fuentes o Abraham Correa?), hasta verdaderos jefe de jefes de la política, cuyo ejemplo más palpable entre nosotros hoy es Carlos Salinas de Gortari.
 
    El poder político adquirido por Salinas en el México de nuestros días es a tal grado impresionante, que a veces uno mismo llega a dudar si ese poder, a uno, no lo tiene cooptado. Nada pareciera escaparse de su poder omnímodo, pues lo mismo la evidencia de ese poder se manifiesta en el control que tiene sobre el gobierno federal, en donde el que realmente manda es Diego Fernández de Cevallos, quien nadie duda se encuentra a las órdenes de Salinas, que hoy, como nunca, su presencia y poder también se manifiestan en el PRI, en donde tres de sus cuadros claves controlan ese aparato partidario: Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones y Carlos Rojas, piezas hoy claves, por ejemplo, en el Congreso de la Unión.
 
    Pero, desde luego, no se queda allí su presencia controladora. ¿Alguien puede dudar de que él es quien controla a la maestra Elba Esther? ¿Y de sus ligas con Alberto Anaya y el PT; lo mismo de que es él el que le habla atrás de la oreja a muchos de Los chuchos perredistas?
 
    Esa omnipresencia política no se queda sólo en el control formal de los aparatos de gobierno y partidarios, sino que su poder se manifiesta también en territorios preocupantes. En primer término en el Ejército, mucha de cuya actuación corresponde a la lógica que no sólo le dictan formalmente los aparatos de gobierno, sino que también responde a lógicas que tienen mucho que ver, precisamente, con los intereses que en mucho se identifican con la estrategia de control político dominante, que es precisamente la estrategia de Salinas. Pero no sólo eso, sino que también, para concretar esa estrategia, se vuelve preciso controlar al aparato de seguridad nacional (Cisen) en donde, oh sorpresa, se encuentra también ubicada gente muy, muy cercana al expresidente del país.
 
    Ese control tan agotador explica con mucho por qué cada vez más, con fines precisamente estratégicos (lograr que el PRI se reinstale, a como dé lugar, de nuevo en Los Pinos), la política del país se inscribe abiertamente en un terreno cada vez más cercano al fascismo, en la medida en que él permite cooptar la vida pública toda al costo que sea. Que se trata de acabar con la vida sindical independiente, se acaba con ella. Que se manipule abiertamente con la vía electoral, se manipula haiga sido como haiga sido. Que se asesine a líderes sociales de verdadera oposición, se les asesina junto con sus familias. Que el periodismo independiente se reduce a su mínima expresión (se asesina a los periodistas molestos, se recortan los recursos publicitarios a revistas como Forum y periódicos independientes, la televisión manipula la conciencia de la mayoría de la población), hágase así para cumplir el proyecto estratégico de la república de Salinas.
 
    Es cierto, muchos de los actores políticos actuales tienen poder de autonomía; pero esa autonomía está sujeta incontrovertiblemente al proyecto estratégico del salinismo: ¿quiénes de los actores políticos contemporáneos de esta república puede decirse no han comido de la mano corrupta del expresidente? La pregunta está allí. Las respuestas, a la manera de Bob Dylan, revolotean en el aire.
 
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