Las constataciones de la Comisión Interamericana
02/04/2003
- Opinión
No se puede tapar el sol con un dedo, como no se puede ocultar una
realidad que el pueblo guatemalteco está viviendo de violación
constante a sus derechos más elementales, que van del derecho a la
salud, a la educación a la vivienda, a la libre expresión, al alimento
y a desarrollar, sin amenazas y sin peligro de perder la vida, sus
actividades cotidianas, sean éstas en las organizaciones sindicales, en
los medios de comunicación, en defensa de los derechos indígenas y
campesinos o de las mujeres, la niñez y la juventud.
La violación a los derechos humanos es un mal crónico en nuestro país.
Las amenazas a defensores, fiscales, testigos, jueces o periodistas
también, y no parece haber poder humano que detenga la mano de
funcionarios, civiles o militares, del crimen organizado o del
narcotráfico o de cualquiera que se sienten afectado por lo que se dice
de la realidad nacional o se hace para transformarla.. Eso fue lo que
constató la misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) en su reciente visita al país. Ahí estuvo también para
constatarlo la presidenta de la Comisión, la guatemalteca Martha
Altolaguirre quien como el alto puesto que ocupa no le permitía
participar de la Misión, sólo pudo apoyar este trabajo acompañando con
su presencia en el país.
La licenciada Altolaguirre asumió este año la Presidencia de la CIDH,
puesto codiciado, anhelado y soñado por un columnista de elperiódico,
quien se ha dado a la ingrata tarea de criticar y tratar de
deslegitimar al movimiento de derechos humanos, y todo porque diversas
organizaciones se opusieron a que fuera aceptado como miembro de la
CIDH, después de haber sido vicepresidente del gobierno dictatorial del
general Romeo Lucas García que, como muchos otros militares, ha perdido
la memoria de los crímenes de lesa humanidad cometidos por su gobierno.
El diario de Centroamérica, que por suerte muy pocos leen, destaca en
un recuadro como elogio al gobierno, lo poco positivo que dijo la CIDH
y olvida todo lo que se refiere a la administración de justicia, al
alto grado de impunidad existente, a la limpieza social y la terrible
situación de la niñez, así como a las amenazas, controles y
hostigamiento a dirigentes de diversos sectores y allanamientos a casas
de quienes, en una u otra forma, han criticado a funcionarios o han
pedido la aplicación de la justicia y hasta el desaparecimiento del
Estado Mayor Presidencial.
Aunque la CIDH valora los avances, como el Acuerdo firmado para la
creación de la CICIACS, también insta al gobierno a cumplir con los
compromisos, porque pareciera que saben que este gobierno promete,
firma, ofrece, pero no cumple.
Este llamado de la CIDH también es para la sociedad guatemalteca, para
que todos asumamos como nuestro el compromiso de rescatar "los Acuerdos
de Paz como instrumentos para avanzar en la construcción de un país más
democrático, justo, tolerante y respetuoso de los derechos humanos."
Ojalá este llamado no caiga en el vacío, como las recomendaciones de
los Relatores de Naciones Unidas y la OEA que han visitado previamente
a Guatemala.
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