Brasil: Los líos de José Serra
- Opinión
Estimado Serra,
Usted sabe que soy muy agradecido por su gesto solidario de negociar, en 1973, mi asilo en la Embajada de Panamá en Chile y trasladarme hasta ella enfrentando la violencia de los golpistas chilenos. El hecho de que usted en aquel momento estaba teóricamente protegido por su condición de funcionario internacional no disminuye en nada su coraje personal al ayudarme a mí y a otros compañeros amenazados por los militares golpistas. Más aún, cuando, algunos días después, usted mismo tuvo que recogerse (como el presidente Manuel Zelaya) en la embajada de Italia, de donde salió posteriormente a Estados Unidos. Días duros aquellos, como los que vivimos también en Brasil en 1964.
Por esto mismo me sorprenden inmensamente sus declaraciones sobre los “líos” cometidos por el gobierno brasileño al acoger al presidente Zelaya para que pudiese encaminar la lucha política para retomar materialmente el cargo que nunca abandonó, pues todos los países miembros de Naciones Unidas lo consideran, en reunión de la Asamblea General de esta institución, como el presidente legal de Honduras.
Es lamentable ver cómo varios políticos y colaboradores de la gran prensa brasileña, además de sus editorialistas, cuestionan esta impresionante decisión unánime. Es impresionante ver el tratamiento que se da al presidente electo de una república amiga, aceptando versiones abiertamente mentirosas sobre una supuesta inconstitucionalidad de sus acciones en el poder que justificarían un golpe de Estado contra él.
Veamos algunas de estas mentiras asumidas por los políticos de su partido y, todo indica, por usted mismo:
1- Según un jurista del propio Partido de los Trabajadores (PT), Dr. Dalmo Dallari, por ejemplo, en un artículo publicado en la Folha de São Paulo, el presidente Zelaya habría desobedecido al artículo constitucional (inclusive, de carácter pétreo) que prohíbe la reelección en Honduras, al proponer la realización de una consulta popular, no vinculante, durante las próximas elecciones presidenciales (la famosa “4ª urna”), sobre la conveniencia de convocar un plebiscito, este sí vinculante, sobre la realización de una Asamblea Constituyente en Honduras.
Por lo tanto, la interpretación de que esta consulta conduciría a una posible reelección del presidente Zelaya es un absurdo lógico y jurídico pues ya se estaría votando por el nuevo presidente de la República cuando la población “opinaría” sobre la posibilidad de convocar un plebiscito. Era, pues, materialmente (y no sólo lógicamente) imposible que tal consulta tuviese algo que ver con la posibilidad de reelección del presidente Manuel Zelaya, como se insinúa y se pretende convertir en hecho jurídico anticonstitucional. Zelaya nunca defendió su reelección y no propuso ninguna acción en este sentido. Quizás se esté intentando extrapolar de manera absurda para el Presidente Zelaya las conductas de presidentes latinoamericanos como Uribe en Colombia, Fujimori en Perú y Fernando Henrique Cardoso en Brasil, entre varios otros, que sí consiguieron, desde el poder, reformas constitucionales para permitir sus reelecciones.
¿Por qué aceptó estas mentiras, Serra? No ve que esto compromete a su partido y a usted personalmente con una mentira reconocida mundialmente? Esto sí me parece un lío.
2- En el mismo artículo, el antiguo jurista del PT, profesor Dalmo Dallari, convalida una versión mentirosa de los graves acontecimientos en Honduras. Según él, el presidente Zelaya fue depuesto por la Suprema Corte de Honduras. No es verdad. El presidente Zelaya no fue “depuesto” por nadie. La Suprema Corte expidió una orden de prisión del mismo después de que fue substituido por el Sr. Micheletti y expulsado a Costa Rica. El acto de “sustitución” y no de dimisión consistió en lo siguiente:
El día 28 de junio, el Congreso de Honduras tomó conocimiento de una carta falsa, leída por su presidente Micheletti, en la cual el Presidente Zelaya se dimitía de su cargo. Fue fundamentado en esta acción criminal de falsificación que se decidió dar posesión, en su lugar, al presidente del Congreso. Pretender que un acto fundado en una “falsificación ideológica” sea constitucional es una afirmación indigna de cualquier constitucionalista. Las diversas “informaciones” sobre las “maldades” del Presidente Zelaya hechas por los más distintos cómplices del golpe (Corte Suprema, etc.) no son actos de dimisión y sí inventos para reforzar una situación totalmente ilegal. Si hubiese algún acto legal de dimisión, nunca se habría necesitado una carta falsa. A propósito, el mismo método había sido usado en 2002 en el golpe contra Hugo Chávez.
Si se necesita una “prueba” de que la Suprema Corte no dimitió al presidente Zelaya, y no podía hacerlo, véase el comunicado de la misma, emitido el día 29 de junio, un día después de la “sustitución” del presidente por acto no identificado con la Suprema Corte:
“(…) Con fecha 29 de junio de 2009, a raíz de segundo requerimiento fiscal de fecha 26 de junio de 2009, presentado por el Ministerio Publico, contra el ciudadano José Manuel Zelaya Rosales, a quien se Ie acusa como responsable, a titulo de autor, de los delitos contra la forma de gobierno, traici6n a la patria, abuso de autoridad y usurpaci6n de funciones en perjuicio de la Administración Publica y el Estado de Honduras, la Corte Suprema de Justicia, por unanimidad de votos, ordeno se remitieron las actuaciones al Juzgado de Letras Penal Unificado, para que se continué con el procedimiento ordinario establecido en el Código Procesal Penal, en vista de que el ciudadano Zelaya Rosales a esta fecha ya no ostentaba el carácter de alto funcionario del Estado.” (los errores de digitación en castellano son propios del original que se puede consultar en:
http://www.poderjudicial.gob.hn/general/noticias/Comunicado_Especial.htm#)
Restaría la siempre repetida afirmación de que sí hubo exceso en sacarlo de su casa de madrugada y de pijama. Queda sugerida la idea de que si lo hubieren sacado por la mañana y ya vestido, estaríamos en un plano constitucional, a pesar de que la constitución hondureña prohíbe la extradición de sus ciudadanos. Para políticos que tramaron la “expulsión” y “deportación” de ciudadanos brasileños durante la dictadura militar, esta cláusula constitucional debe parecer exageradamente democrática... ¿Usted también cree esto Serra?
¿En que consiste, entonces, los líos del gobierno brasileño, Serra? Haber “acogido” al presidente constitucional de Honduras en su embajada? Permitir que él se manifieste y negocie el restablecimiento de su cargo que Brasil, la OEA, el Tratado de Río, la Asamblea de las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad de la ONU reconocen, este sería el “lío”?
Serra, usted no va a conquistar la confianza del pueblo brasileño con estos “argumentos”. Esto es “politiquería” (y no Política) de la peor calidad. Ahora que la presencia de Zelaya permitió reanudar el diálogo para la reconstitucionalización de Honduras, sus observaciones y las de sus aliados que, como vimos, están hasta dentro del PT, sí muestran un gran “lío”.
Es una pena, Serra, que usted (como tantos otros) abandonó los ideales de nuestra juventud para servir a causas tan mezquinas. De cualquier forma, continúo agradecido a usted por ayudar a salvar mi vida y la de mis parientes y compañeros que se “acogieron”, como usted terminó haciendo, en los territorios soberanos de aquellos que usaron su poder para salvar vidas humanas.
Del amigo, a pesar de nuestras diferencias,
Theotonio Dos Santos
(Traducción ALAI)
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